Kolesnikova, la ¨²nica del tr¨ªo de opositoras que sigue en Bielorrusia: ¡°Lukashenko vive en una realidad alternativa¡±
La m¨²sico, que hizo carrera en la gesti¨®n cultural y vivi¨® en Alemania m¨¢s de una d¨¦cada, anuncia la fundaci¨®n de un partido pol¨ªtico con el equipo del exbanquero encarcelado Babariko
El rostro de Maria Kolesnikova se hizo conocido en medio mundo unido al de la candidata presidencial bielorrusa Svetlana Tijan¨®vskaya y al de Ver¨®nika Tsepkalo. Juntas formaron el tr¨ªo de opositoras que plant¨® cara a Aleksandr Lukashenko, el l¨ªder autoritario bielorruso que cree que una mujer no puede ser presidenta. Hoy, cuando Bielorrusia vive las mayores pr...
El rostro de Maria Kolesnikova se hizo conocido en medio mundo unido al de la candidata presidencial bielorrusa Svetlana Tijan¨®vskaya y al de Ver¨®nika Tsepkalo. Juntas formaron el tr¨ªo de opositoras que plant¨® cara a Aleksandr Lukashenko, el l¨ªder autoritario bielorruso que cree que una mujer no puede ser presidenta. Hoy, cuando Bielorrusia vive las mayores protestas de su historia, Kolesnikova es la ¨²nica de la c¨¦lebre troika que queda en el pa¨ªs, despu¨¦s de que Tijan¨®vskaya tuviese que exiliarse a Lituania y Tsepkalo se marchase a Polonia. Y, de momento, pese a la persecuci¨®n del r¨¦gimen de Lukashenko, no tiene pensado irse. ¡°No tengo miedo de caminar por las calles, ni de decir lo que pienso, me siento totalmente apoyada por la ciudadan¨ªa bielorrusa; somos la voz de la mayor¨ªa¡±, recalca esta m¨²sico de 38 a?os, que vivi¨® m¨¢s de una d¨¦cada en Alemania e hizo carrera all¨ª como gestora cultura antes de que el banquero opositor V¨ªktor Babariko la fichase, primero para dirigir uno de sus proyectos art¨ªsticos y, despu¨¦s, para dirigir su campa?a electoral.
Kolesnikova es una de las impulsoras del consejo de coordinaci¨®n de la perseguida oposici¨®n, que busca un di¨¢logo con las autoridades. Y junto a las cabezas m¨¢s visibles de ese comit¨¦ ¡ªentre las que est¨¢ la premio Nobel Svetlana Alexi¨¦vich¡ª se enfrenta a un proceso penal; Lukashenko les acusa de querer ¡°tomar el poder¡±. Ahora, junto al equipo de V¨ªktor Babariko, procesado por fraude y en una prisi¨®n del KGB (los servicios de inteligencia bielorrusos) desde junio, est¨¢ creando un partido pol¨ªtico ¡ªVmeste (Juntos)¡ª en un pa¨ªs que no ha registrado nuevas formaciones en dos d¨¦cadas. El anuncio, que ya ha desencadenado alg¨²n roce con Tijan¨®vskaya, puede abrir una peque?a grieta en la hasta ahora unida oposici¨®n; aunque tanto Kolesnikova como su equipo insisten en que todos persiguen el mismo fin: elecciones limpias, esta vez, limpias; y la liberaci¨®n de los presos pol¨ªticos
Pasear por las calles de Minsk junto a la opositora es pararse casi a cada paso. Muchos la felicitan. Algunos coches tocan el claxon para saludarla, y Kolesnikova ¡ªque se detiene a hablar con casi todos¡ª les responde formando con las dos manos un coraz¨®n, el s¨ªmbolo que adopt¨® durante la campa?a y que ahora est¨¢ en p¨®sters, salvapantallas de m¨®vil o pegatinas; su bagaje art¨ªstico ha tenido un gran peso en los actos electorales. ¡°Tenemos un problema interno enorme, una grav¨ªsima crisis pol¨ªtica, un default legal ya que las leyes que ellos mismos han inventado no funcionan. La crisis econ¨®mica ha comenzado, el rublo bielorruso se est¨¢ desplomando. Todo esto se suma a una especie de rompecabezas. La ciudadan¨ªa ya no puede m¨¢s; han dicho basta¡±, dice la opositora. Con su caracter¨ªstico cabello rubio muy corto y siempre vestida de forma casual con alguna prenda blanca y algo rojo ¡ªcomo la bandera tradicional bielorrusa que se ha convertido en s¨ªmbolo de la oposici¨®n¡ª, acude a casi todas las protestas contra el fraude electoral y marcha junto a la ciudadan¨ªa. Pese a que ha recibido amenazas rechaza contratar personal de seguridad.
Kolesnikova siempre insiste en que ¡°no se puede ceder a la provocaci¨®n¡± y teme que en alg¨²n momento se produzcan disturbios ¡°artificiales¡± que Lukashenko utilice como ¡°excusa¡± para aplicar con m¨¢s fuerza su pu?o de hierro y volver a la pol¨ªtica de arrestos masivos y brutalidad policial, como los primeros
de las protestas, donde hubo 7.000 detenidos, cientos de heridos y al menos cuatro muertos.
El tr¨ªo de opositoras ha movilizado a toda la sociedad civil, pero las mujeres est¨¢n teniendo un papel destacado, encabezando algunas marchas y tratando de impedir, con cadenas humanas, el arresto de manifestantes pac¨ªficos. Y eso, contra un l¨ªder que se ha caracterizado por sus comentarios machistas, tiene algo de po¨¦tico. Sobre todo porque, reconoce Kolesnikova, Bielorrusia es un pa¨ªs muy patriarcal. ¡°Se podr¨ªa ver de forma ir¨®nica: Lukashenko con sus est¨²pidas declaraciones, llam¨¢ndonos pobrecitas y faltando el respeto a una mujer, ha apuntalado m¨¢s el feminismo en este pa¨ªs que todas las feministas entre las que me encuentro yo misma. La historia del feminismo es un proceso largo, no todos se convertir¨¢n en feministas en un pesta?eo, pero insult¨® a las mujeres y quiz¨¢ por primera vez en su vida muchas ¡ªy muchos¡ª se dieron cuenta de que tenemos los mismos derechos que los hombres; y salieron a las calles¡±, dice la antigua flautista, que tambi¨¦n estudi¨® direcci¨®n y que lleg¨® a tocar en la orquesta Presidencial de Bielorrusia.
¡°Lukashenko vive en una realidad alternativa¡±, resume ya en el workcenter de paredes blancas y decoraci¨®n industrial que ha sido el cuartel general del tr¨ªo durante las presidenciales. Fue de Kolesnikova de quien parti¨® la idea de unir las tres campa?as ¡ªla de Babariko y la del otro opositor fuerte, Valery Tsepkalo, a la de Tijan¨®vskaya, la ¨²nica que pudo registrarse como candidata¡ª. ¡°Lo que est¨¢ pasando viene de lejos. Hace cinco a?os Lukashenko era el presidente legalmente electo porque la mayor¨ªa lo apoyaba; aunque no era el 80% sino el 52%. En los ¨²ltimos seis meses, con los arrestos de voces cr¨ªticas y el acoso a la ciudadan¨ªa por participar en actos de campa?a, la confianza y el apoyo se han ido desplomando m¨¢s r¨¢pido¡±, se?ala a El Pa¨ªs unos d¨ªas antes de anunciar la formaci¨®n del partido Vmeste.
Lo que ha terminado de abrir los ojos de la sociedad, considera Kolesnikova, es la gesti¨®n de la pandemia de coronavirus, que en Bielorrusia ¡ªdonde no se decret¨® confinamiento ni se cerraron fronteras y pr¨¢cticamente solo llevan mascarillas los agentes de seguridad encubiertos¡ª es como si oficialmente no existiera. ¡°El Gobierno se ha alejado de la gente y con la covid-19, con un presidente que ha faltado el respeto a los enfermos y fallecidos por el virus y ha tratado de silenciar sus consecuencias ¡®recetando¡¯ estupideces como beber vodka con pepino o labrar la tierra con un tractor, la sociedad bielorrusa se ha dado cuenta de que el Estado no les protege. Los bielorrusos ya no se sienten seguros con Lukashenko, y la seguridad es un elemento importante; cuanto m¨¢s seguro se siente uno m¨¢s dif¨ªcil es para la gente salir a las calles¡±, remarca.
El l¨ªder bielorruso acusa a Kolesnikova, al resto de la oposici¨®n y a la ciudadan¨ªa ser ¡°marionetas financiadas¡± por Occidente y por la OTAN para derrocarle. Antes de las elecciones se?alaba a Mosc¨² como art¨ªfice de ese ¡°complot¡±, pero ahora asegura que sus cr¨ªticos desean alejar a Minsk de Rusia y acercarse a la Uni¨®n Europea. Algo que la opositora trata a fondo de desmentir. ¡°Esto no va de Rusia o de la UE; va de Bielorrusia. La ciudadan¨ªa est¨¢ ahora preocupada por sus propios problemas y no por los problemas de otros pa¨ªses¡±, insiste Kolesnikova, tambi¨¦n consciente del equilibrio entre aceptar los mensajes de apoyo que le han brindado otros pa¨ªses e ir un paso m¨¢s all¨¢. La Uni¨®n Europea, que se dispone a aprobar nuevas sanciones a funcionarios del r¨¦gimen de Lukashenko, tambi¨¦n ha dispuesto ayudas econ¨®micas ¡ªaunque est¨¢ por ver c¨®mo se canalizan¡ª para quienes han sufrido la represi¨®n y para los medios independientes. ¡°Es bueno que puedan apoyar a las v¨ªctimas y otras iniciativas civiles, pero nosotros no podemos aceptar ayuda de fuera y no lo hacemos, de otra forma alguien podr¨ªa afanarse por considerarlo una injerencia en los asuntos del Estado¡±, recalca Kolesnikova.