Svetlana Alexi¨¦vich: ¡°En cualquier momento pueden tocar a la puerta y venir a detenerme¡±
La Nobel de Literatura, que se ha unido al movimiento contra Lukashenko, habla de las protestas en esta entrevista desde su casa de Minsk. La autora ha sido citada a declarar el mi¨¦rcoles

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¡°En cualquier momento pueden tocar a la puerta y venir a detenerme. Necesitamos ayuda del mundo civilizado¡±, manifestaba la escritora bielorrusa Svetlana Alexi¨¦vich, este lunes al mediod¨ªa, desde su apartamento con magn¨ªficas vistas al lago del centro de Minsk en una entrevista telef¨®nica con EL PA?S. La conversaci¨®n transcurre por WhatsApp a la hora prevista, tal como lo apalabramos. Los problemas de los tel¨¦fonos e Internet de Bielorrusia no han resultado ser un impedimento. Durante varias semanas, Alexi¨¦vich, de 72 a?os, no atendi¨® llamadas telef¨®nicas, ni correos ni mensajes de redes sociales, ni siquiera de los amigos. Solo muy contadas personas en la misma Minsk lograron abrirse camino hasta una de las ciudadanas bielorrusas m¨¢s conocidas del mundo, la premio Nobel de Literatura que supo trasmitir las tragedias y zozobras de la agon¨ªa de la URSS.
Ahora est¨¢ ella misma sumergida en un temporal que es tambi¨¦n un cap¨ªtulo, y seguramente no el ¨²ltimo, de aquel proceso de desmoronamiento imperial a¨²n inconcluso. Bielorrusia est¨¢ viviendo las mayores protestas contra el l¨ªder bielorruso, Aleksandr Lukashenko, en sus 26 a?os en el poder. [Horas despu¨¦s de la conversaci¨®n, Reuters informaba de que la autora ha sido citada para declarar este mi¨¦rcoles en la causa penal abierta contra el organismo que coordina a la oposici¨®n, del que es miembro.]
¡°La situaci¨®n ha cambiado mucho desde este domingo. A la calle salieron m¨¢s de 200.000 personas, pero esta ma?ana de lunes ya comenzaron cosas crueles. Han arrestado a dos miembros del Consejo de Coordinaci¨®n opositor y han dicho que despedir¨¢n a todos los maestros que no comparten los puntos de vista del Estado, es decir, de Lukashenko¡±, dice la escritora. ¡°Lo que sucede es una pesadilla¡±, contin¨²a, y advierte que, como los miembros del consejo coordinador son objeto de una investigaci¨®n penal, cualquier conversaci¨®n con la prensa puede ser inscrita en esta causa.
Nunca antes hab¨ªa salido tanta gente a la calle en Minsk como este domingo. ¡°Esa es la impresi¨®n, pero despu¨¦s el presidente apareci¨® con el fusil autom¨¢tico y su hijo, Kolia, que es un ni?o de 15 a?os sobre el que no hay nada que hablar porque los ni?os son rehenes de sus padres. Cuando lo vi me pareci¨® que nos sumergimos juntos en una sima de locura. Y lo m¨¢s importante es que estamos indefensos. Lo que sucede es horrible¡±, a?ade.
¡°Sent¨ª que vienen largos y malos tiempos¡±, contin¨²a Alexi¨¦vich resumiendo la impresi¨®n de la jornada del domingo. ¡°No s¨¦ c¨®mo, pero con las fuerzas internas y sin ayuda exterior no podemos superar la situaci¨®n¡±, afirma. Lukashenko ha indicado su voluntad de seguir luchando y mantener el pulso. ¡±En cualquier momento pueden tocar a la puerta y venir a detenerme¡±, declara.
?Qu¨¦ espera del mundo civilizado? ¡°Que nos ayuden. No s¨¦ c¨®mo. Tal vez influir en Putin. No lo s¨¦. No nos pueden dejar solos¡±, reitera.
Junto a la escritora, durante esta conversaci¨®n, est¨¢ una amiga sumamente inquieta por la suerte de Alexi¨¦vich. La amiga advierte de los peligros que corre la premiada autora por hablar con la prensa internacional. Pero ella le pide que no nos interrumpa. No se calma. Su comprensible y creciente zozobra es el tel¨®n de fondo que acompa?a el di¨¢logo. ¡°Necesitamos de alguna ayuda de la sociedad intelectual avanzada del mundo¡±, sugiere.
?Han intentado comunicarse con Putin de alg¨²n modo? Alexi¨¦vich considera la pregunta ¡°ingenua¡±. ¡°?C¨®mo hacerlo? Es rid¨ªculo. Los dos est¨¢n juntos (Putin y Lukashenko)¡±, dice. Lukashenko ha rechazado tambi¨¦n hablar con el presidente franc¨¦s, Emmanuel Macron, y con la canciller alemana, Angela Merkel.
La autora teme que Lukashenko consiga sofocar el movimiento. ¡°No s¨¦ lo que pasar¨¢ el pr¨®ximo domingo, si la gente podr¨¢ salir as¨ª a la calle, porque est¨¢ en marcha una total represi¨®n. Despiden a los trabajadores, echan a la mitad de las plantillas. El pa¨ªs se dividi¨® y da igual que hayan salido centenares de miles de personas a manifestarse en Minsk. Tambi¨¦n han salido en otras ciudades, pero en ellas se trata de kamikazes, porque no son tantos. Nuestra sociedad civil no tiene a¨²n las fuerzas necesarias para lograr la democracia¡±, considera.
En la ciudad de Grodno a las manifestaciones acudieron infantes de marina bielorrusos. ¡°Es cierto¡±, admite, ¡°son unas im¨¢genes impresionantes, pero se trata de casos aislados¡±, dice la Nobel, en opini¨®n de la cual los ¨®rganos de fuerza (militares, policiales y seguridad) de Bielorrusia no est¨¢n divididos.
¡°Solo queremos elecciones limpias, en las que puede participar Lukashenko, pero ¨¦l no quiere di¨¢logo ni con nosotros ni con la sociedad. No queremos luchar entre nosotros. Las autoridades entendieron que el hecho de que la manifestaci¨®n se dio la vuelta al llegar frente a las cadenas de seguridad es un s¨ªntoma de nuestra debilidad; no entendieron nuestra filosof¨ªa, que no queremos violencia, que solo queremos soluciones pac¨ªficas¡±, remarca.
Lukashenko aparentemente lleg¨® a acusar a los manifestantes de ¡°huir como ratas¡± en su movilizaci¨®n. ¡°Todo lo que vemos es una lucha contra el propio pueblo. Cualquier presidente deber¨ªa salir ante la sociedad y anunciar elecciones libres para que la gente elija a quien quiera¡±, afirma la autora.
La situaci¨®n en Bielorrusia es peligrosa. ¡°Y no solo para nosotros, sino tambi¨¦n para el mundo, porque si se puede actuar as¨ª muchos dictadores pueden imitarlo¡±, recalca la escritora.
?Acaso no queda ninguna esperanza procedente de Rusia? ¡°?Acaso Rusia necesita una Bielorrusia libre? ?Acaso Rusia quiere nuestra victoria? Si eso sucediera, entonces los rusos se preguntar¨ªan sobre s¨ª mismos y (se preguntar¨ªan) por qu¨¦ ellos est¨¢n as¨ª y entonces all¨ª comenzar¨ªa lo mismo que aqu¨ª. As¨ª que est¨¢ excluido y no hay nada de que hablar. Por mucho que lo odien, Lukashenko de todas maneras es suyo. Nosotros tambi¨¦n pens¨¢bamos que se encontrar¨ªa un consenso en la sociedad y que encontrar¨ªamos a un presidente de transici¨®n que pudiera gestionar unas elecciones libres, pero no ha sucedido¡±, se?ala. ¡°Entend¨ª esto este domingo cuando vi la enorme cola de veh¨ªculos militares en todas las calles de Minsk y los uniformados en su interior. En la ciudad han entrado los militares, y ya lo advirti¨® el ministro del Interior, que tendr¨ªamos que v¨¦rnoslas con el Ej¨¦rcito¡±.
Alexi¨¦vich no quiere marcharse de Bielorrusia, pero evidentemente corre peligro, pese a las muchas personas y entidades que est¨¢n dispuestas a salir en su defensa. La escritora vive hoy el destino de su pueblo y aquella sociedad que el pasado mayo calificaba como ¡°dormida¡± se ha despertado y la enorgullece. ¡°Estoy enamorada de los bielorrusos. Creo que son gente magn¨ªfica, pero est¨¢n en una situaci¨®n dur¨ªsima. Intentan hacer algo, pero dif¨ªcilmente pueden hacerlo solos. Necesitan ayuda, pero no s¨¦ cu¨¢l¡±, sentencia.
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