Boris Johnson pierde el norte
La gesti¨®n de la pandemia aleja al primer ministro brit¨¢nico del territorio que crey¨® haber conquistado para los conservadores en diciembre
Hay veces en que un punto cardinal se transforma en un estado de ¨¢nimo. Y eso, en pol¨ªtica, es una se?al de alerta. Cuando las redes sociales comenzaron a referirse a Andy Burnham, el alcalde de Greater Manchester (el ¨¢rea metropolitana de la hist¨®rica ciudad inglesa, con casi tres millones de almas), con el hashtag #KingOfTheNorth (Rey del Norte), Boris Johnson detect¨® que ten¨ªa un problema. Su promesa de inundar con millones ...
Hay veces en que un punto cardinal se transforma en un estado de ¨¢nimo. Y eso, en pol¨ªtica, es una se?al de alerta. Cuando las redes sociales comenzaron a referirse a Andy Burnham, el alcalde de Greater Manchester (el ¨¢rea metropolitana de la hist¨®rica ciudad inglesa, con casi tres millones de almas), con el hashtag #KingOfTheNorth (Rey del Norte), Boris Johnson detect¨® que ten¨ªa un problema. Su promesa de inundar con millones los hist¨®ricos feudos laboristas del norte de Inglaterra y reequilibrar el pa¨ªs (y consolidar, de paso, una nueva mayor¨ªa conservadora tras la llamada ¡°muralla roja¡±) se hab¨ªa puesto seriamente en duda.
La que fuera cuna de la revoluci¨®n industrial, y que hoy lucha por reinventarse, ha sufrido como ninguna otra urbe los estragos de la covid-19. De hecho, nunca lleg¨® a levantar las restricciones sociales que el resto del pa¨ªs abandon¨® alegremente a mediados de julio. En esta segunda ola, el virus se ha cebado con esa regi¨®n del pa¨ªs. Liverpool, Leeds, Yorkshire¡y especialmente Manchester, han visto c¨®mo se disparaban las cifras de infectados. Cuando el Gobierno central decidi¨® ensayar all¨ª su ahora abandonada estrategia regional resucit¨® los agravios comparativos que el norte arrastra durante d¨¦cadas. ¡°Este Gobierno gan¨® las elecciones y fue elegido con la promesa expl¨ªcita de que igualar¨ªa la riqueza en todo el pa¨ªs y acabar¨ªa con la divisi¨®n entre el norte y el sur. Y est¨¢ haciendo justo todo lo contrario. Esta batalla apunta directamente al coraz¨®n del modo en que se gobierna el Reino Unido. Todo para Londres y para el sur. Para el norte, simplemente lo que Downing Street decida¡±, explica a EL PA?S el alcalde Burnham.
A sus 50 a?os, este pol¨ªtico laborista que form¨® parte del Gobierno de Gordon Brown, ha descubierto su voz en la pol¨ªtica municipalista, un ensayo apenas estrenado en el Reino Unido desde que en 2010 se permiti¨® la elecci¨®n directa del alcalde en varios n¨²cleos urbanos importantes. Burnham se plant¨® a las puertas del Ayuntamiento el pasado 20 de octubre para culpar a Johnson de romper las negociaciones y negarse a conceder m¨¢s ayuda financiera a los ciudadanos y empresarios de Manchester. En plena Plaza de St. Peter. Por si hac¨ªa falta mayor simbolismo. All¨ª tuvo lugar, en 1819, la ¡°masacre de Peterloo¡±, cuando las milicias locales cargaron contra decenas de miles de personas que reclamaban un Parlamento m¨¢s representativo. Con ese juego de palabras (¡°Este va a ser vuestro Waterloo¡±, gritaba la milicia a la muchedumbre) se recuerda un hito hist¨®rico en defensa de una causa justa.
¡°Result¨® impresionante, y creo que el alcalde acert¨® de pleno. Pod¨ªas ver c¨®mo los ciudadanos se iban congregando a su alrededor para animarle, cuando comenz¨® a explicarse ante la prensa¡±. Lo recuerda con entusiasmo Thom Keep, bibliotecario y empleado en The Portico Library. Es el lugar id¨®neo para entender Manchester. Tiene m¨¢s de 200 a?os de historia, y en sus anaqueles se acumulan los libros sobre viajes, pol¨ªtica o biograf¨ªa que los suscriptores de una ciudad entonces acaudalada fueron comprando. Entre sus socios estaba, por ejemplo, la sufragista Emily Pankhurst. Y todav¨ªa mantiene un codiciado premio, el Portico Prize, dotado con 12.000 euros, para el libro que cada a?o refleje mejor el esp¨ªritu del norte de Inglaterra. ¡°Hay muchos nortes, pero Manchester es una ciudad orgullosa, y aspira a ser la punta de lanza de un sentimiento territorial muy fuerte¡±, dice Keep.
La realidad, sin embargo, no tiene necesariamente que coincidir con el simbolismo. Market Street, en el centro de Manchester, rebosa de gente en una tarde de viernes. La ciudad acab¨® finalmente sometida al Nivel 3 de alerta (muy alto) para controlar el coronavirus, pero eso se reduce a que los pubs que no puedan servir comida en mesa tengan que cerrar, junto a las populares casas de apuestas. Los comercios y los restaurantes siguen abiertos. El da?o pol¨ªtico, sin embargo, ya est¨¢ hecho. Porque Downing Street ha dado la impresi¨®n de cebarse con los m¨¢s d¨¦biles. Porque tard¨® menos en esta segunda ola en ofrecer ayuda econ¨®mica a Londres que a Manchester. Y porque, en lugar de imponer las restricciones nacionales que todo el mundo reclamaba, ensay¨® una estrategia local sin dar demasiadas explicaciones.
¡°El norte no ser¨¢ un tubo de ensayo¡±, puede leerse a¨²n en enormes letras rojas sobre un muro del centro de Manchester. ¡°Y no han parado de insistir en que se trataba de un postureo pol¨ªtico¡±, se queja el alcalde. ¡°No entienden a los gobiernos regionales o locales. Nosotros no nos movemos en el c¨¢lculo pol¨ªtico en que se mueven en el Parlamento de Westminster. A nosotros nos preocupan los vecinos. Y mi voluntad es siempre la de colaborar¡ hasta que ves que van a hacer da?o a aquellos a los que representas. Es en ese instante cuando debes encontrar tu propia voz¡±. Su voz, adem¨¢s, no es una voz solitaria. Al menos 50 diputados conservadores de circunscripciones del norte de Inglaterra, del norte de Gales y de las regiones fronterizas con Escocia han creado un grupo de presi¨®n en dentro de las filas parlamentarias llamado Northern Research Group.
Reclaman a Johnson una estrategia clara de salida del nuevo confinamiento, y sobre todo que cumpla su promesa de invertir millones en infraestructuras y tecnolog¨ªa en las regiones m¨¢s atrasadas. Tienen una idea m¨¢s pragm¨¢tica y menos rom¨¢ntica del norte. Se ganar¨¢ o se perder¨¢ si los ciudadanos notan el cambio en su nivel de vida. Ya lo dej¨® claro una abrumadora mayor¨ªa de habitantes del noreste de Inglaterra, al rechazar en el refer¨¦ndum de 2004 la posibilidad de disfrutar, como Escocia o Gales, de una Asamblea Aut¨®noma propia. ¡°En el fondo todas estas ciudades son como gotas de agua, y el centro de Manchester es como el de Liverpool o el de Leeds¡±, dice Steve (prefiere no dar su apellido), el gerente de J. Wippell&Co Ltd, que desde 1789 vende en su establecimiento de Bridge Street jers¨¦is de la mejor lana irlandesa o sombreros del mejor tweed escoc¨¦s. ¡°Nosotros s¨ª somos diferentes, pero si te das una vuelta por cualquier calle comercial de Manchester, las tiendas son las mismas que en todas partes¡±.
Aunque ni siquiera los m¨¢s esc¨¦pticos frente a este resurgir regional niegan lo evidente, como remacha el alcalde: ¡°Si el Gobierno no tiene cuidado, la pandemia puede acabar destruyendo algunas de las econom¨ªas m¨¢s fr¨¢giles del norte del pa¨ªs. La gente ya est¨¢ sufriendo mucho, y todo va a ser m¨¢s duro a medida que nos adentremos en el invierno¡±.