Un funeral suspendido por 23 a?os
El tribunal de paz de Colombia entreg¨® los restos de cuatro desaparecidos. Fueron hallados en Dabeiba, donde se han recuperado 54 posibles v¨ªctimas de asesinato por parte del Ej¨¦rcito
Un funeral digno que tuvo que esperar 23 a?os. El tiempo para una familia colombiana estaba suspendido desde el 14 de noviembre de 1997, cuando cincuenta paramilitares se llevaron y mataron a Alveiro ?suga Uribe y Eli¨¦cer de Jes¨²s Manco ?suga, de 22 y 14 a?os en la vereda Llanogrande, de Dabeiba. La espera se destrab¨® esta semana cuando la familia recibi¨® los restos de sus parientes, hallados e identificados por efecto del proceso de paz entre el Estado y las FARC. Los buscaban desde hace d¨¦cadas, como siguen haciendo con F¨¦lix Manco Durango y su hermano, Wilson Jairo, desaparecidos esa misma noche.
La b¨²squeda dio un giro en 2019 despu¨¦s de que un grupo de 16 militares de la Brigada 17 del Ej¨¦rcito, de los 1.944 que se han sometido a la Jurisdicci¨®n Especial para la Paz (JEP)- el tribunal de justicia transicional nacido con los acuerdos de paz-, cont¨® detalles de uno de los cap¨ªtulos m¨¢s escabrosos del conflicto colombiano: c¨®mo en muchas regiones de Colombia militares asesinaron a civiles y los disfrazaron de guerrilleros para demostrar que estaban ganando la guerra y recibir recompensas. En sus declaraciones, los miembros del Ej¨¦rcito le dieron a la JEP un lugar para buscar que hasta ese momento era insospechado: el cementerio de Las Mercedes de Dabeiba, un municipio a cuatro horas de Medell¨ªn en la ruta hacia la costa caribe.
En ese camposanto, convertido en una enorme fosa com¨²n, ya han rescatado al menos a 54 restos de posibles v¨ªctimas de ejecuciones extrajudiciales a manos de agentes del Estado o falsos positivos y, en febrero pasado, se dio la primera identificaci¨®n plena de un desaparecido que fue entregado a su familia. A pesar de la pandemia las investigaciones continuaron y como explica el magistrado de la JEP, Alejandro Ramelli, identificaron a Alveiro ?suga y a Eli¨¦cer Manco, cuyos restos ten¨ªan patrones que concuerdan con las v¨ªctimas de los llamados falsos positivos: disparos de gracia, uniformes camuflados sin tiros, reportes de polic¨ªa judicial donde se los presentaba como poseedores de armas y, sobre todo, denuncias insistentes de sus familias que hab¨ªan sido desaparecidos.
Su hallazgo revela la connivencia entre paramilitares y militares en esas ¨¦pocas cr¨ªticas del conflicto y, tambi¨¦n, los largos caminos de impunidad que han recorrido las v¨ªctimas. ¡°Cuando ocurri¨® el hecho (en 1997) fue trasladado a la Justicia Penal Militar, pero ah¨ª no pas¨® nada. Muchos a?os despu¨¦s, en 2008, la madre de uno de estos j¨®venes se arm¨® de valor y fue a la Fiscal¨ªa a denunciar la desaparici¨®n de su hijo, pero la investigaci¨®n fue archivada. Solo hasta que la JEP recibi¨® las versiones de los militares y contrast¨®, se pudo llegar a ubicar a estas personas¡±, explic¨® el magistrado Alejandro Ramelli a EL PA?S.
La historia de Dabeiba est¨¢ lejos de terminar: las exhumaciones siguen en el cementerio y otros lugares cercanos; mientras, la JEP y Medicina Legal toma muestras de ADN a cientos de familias del municipio, donde habr¨ªa m¨¢s de 600 personas desaparecidas en el conflicto armado. A una de esas jornadas para tomar el ADN acudieron en 2019 los parientes de Yulieth Andrea Tuberquia, de 14 a?os, y Nelson Antonio G¨®ez. Pasaron varios meses de cotejos y una pandemia en el medio, pero este mi¨¦rcoles por fin recibieron los cuerpos que buscaron durante a?os.
¡°Este es un avance significativo para esos familiares que al menos ya saben el paradero de los suyos. Tambi¨¦n para quienes desde los a?os noventa ped¨ªamos que se esclarecieran los hechos en Dabeiba¡±, dice Sergio Arboleda, de la ONG, Corporaci¨®n Jur¨ªdica Libertad, que ha acompa?ado a v¨ªctimas de cr¨ªmenes de Estado. Para este abogado, el caso del cementerio ha servido tambi¨¦n para conocer detalles de la connivencia entre paramilitares y soldados y para evidenciar el patr¨®n de la desaparici¨®n forzada asociada a las ejecuciones extrajudiciales. ¡°No a todas las personas las pod¨ªan mostrar como guerrilleros porque eran conocidas y queridas en sus pueblos, entonces las llevaban a otros municipios, les quitaban los documentos¡±, explica.
La desaparici¨®n forzada es una de las heridas m¨¢s profundas en Colombia y se calcula que puede haber 200.000 cad¨¢veres sin nombre en los cementerios y en las fosas clandestinas en todo el pa¨ªs, sin contar los que fueron lanzados a r¨ªos. A la JEP, que ha recibido ataques de opositores al proceso de paz y concretamente del partido de gobierno, Centro Democr¨¢tico, que pide reformarla o eliminarla, le critican que solo halle desaparecidos vinculados a cr¨ªmenes de la fuerza p¨²blica. Sin embargo, de acuerdo con Ramelli, tambi¨¦n est¨¢n haciendo b¨²squeda de v¨ªctimas de la guerrilla. En otros casos, como el de la presa de Hidroituango, tienen informaci¨®n de coordenadas de al menos cinco personas ejecutadas presuntamente por las FARC, lo mismo que en la Comuna 13 de Medell¨ªn, donde se atribuyen a diversos grupos armados.
Y aunque los cuatro cuerpos identificados en Dabeiba esta semana pueden parecer ¨ªnfimos frente al universo de la desaparici¨®n forzada en Colombia, su identificaci¨®n tiene un enorme significado para estas familias que esperaron d¨¦cadas para sepultarlas, como lo hicieron este mi¨¦rcoles en medio de un acto simb¨®lico en el parque principal del pueblo. En el cementerio, mientras tanto, la b¨²squeda de otros desaparecidos, contin¨²a.
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