Cuba despide Eusebio Leal, art¨ªfice de la restauraci¨®n de La Habana colonial
Sin su vehemencia para sumar y conseguir recursos se hubiese perdido buena parte de la ciudad antigua, declarada patrimonio de la UNESCO
La despedida de Eusebio Leal, art¨ªfice de la restauraci¨®n de La Habana Vieja y pieza clave en la salvaci¨®n del Centro Hist¨®rico de una de las capitales m¨¢s bellas de Am¨¦rica, fue como a ¨¦l le hubiera gustado. Sus cenizas fueron expuestas el jueves en el majestuoso Sal¨®n de los Pasos Perdidos del Capitolio Nacional, joya del eclecticismo cubano de estilo neoclasicista, a cuya rehabilitaci¨®n dedic¨® los ¨²ltimos a?os de su vida. Fallecido el pasado 31 de julio, a los 77 a?os, sus funerales ¡ªpospuestos hasta ahora debido a la pandemia de Covid-19¡ª incluyeron el homenaje popular en el Capitolio, una de sus grandes obras restauradoras, por donde desfilaron miles de personas, gente de a pie, autoridades, vecinos de La Habana Vieja y tambi¨¦n gran parte del equipo que trabaj¨® codo con codo con ¨¦l en la Oficina del Historiador de la Ciudad, arquitectos, pintores, dise?adores, alba?iles, carpinteros, editores, ingenieros, herreros, maestros del yeso y del vitral, entre otros, que acudieron a darle el ¨²ltimo adi¨®s a su maestro y amigo, a la persona que todo el mundo llamaba simplemente Eusebio.
Hubo muchas l¨¢grimas en el Capitolio porque a Eusebio todo el mundo lo quer¨ªa. Y los pocos que no lo quer¨ªan lo respetaban por su obra, que permiti¨® rescatar y rehabilitar cientos de edificios, palacios, parques, plazas, teatros y alamedas en la ciudad colonial, salv¨¢ndola del desastre. El Historiador de La Habana era hombre de convicciones religiosas y quiso que sus restos reposaran junto a los de su madre en un peque?o jard¨ªn al fondo de la Bas¨ªlica Menor del viejo Convento de San Francisco de As¨ªs, otro emblema del Centro Hist¨®rico rescatado por Leal con ayuda de la cooperaci¨®n espa?ola en los duros a?os noventa, cuando la ciudad se ca¨ªa a pedazos debido a la crisis del Periodo Especial. All¨ª, en una peque?a tumba rodeada de flores, en el coraz¨®n de la ciudad colonial, fueron depositadas sus cenizas en una ceremonia familiar privada.
Es imposible calcular cu¨¢nto le debe La Habana y la cultura cubana a Eusebio Leal. Aunque su cargo oficial era simplemente el de Historiador de la Ciudad, era mucho m¨¢s que eso pues desde que lleg¨® a la Habana Vieja se dedic¨® a crear conciencia. Sin su vehemencia e inteligencia para sumar y conseguir recursos, del Estado y de instituciones extranjeras, probablemente hubiera desaparecido buena parte del patrimonio arquitect¨®nico de la antigua ciudad colonial, que desde 1982 forma parte de la lista de patrimonio mundial de la UNESCO.
Eusebio hablaba con pasi¨®n contagiosa de su ciudad, a la que le dedic¨® toda su vida. Qui¨¦n le escuchara, fuesen reyes, presidentes, embajadores, artistas, potentados, o las gentes m¨¢s sencillas del barrio, quedaba comprometido con la causa del rescate de la ciudad. Fueron muchos los que le apoyaron con recursos o de diversos modos en su esfuerzo rehabilitador, una obra que ¨¦l conceb¨ªa indisolublemente ligada al desarrollo social, no simplemente orientada a salvar edificios o plazas.
¡°Preservar el patrimonio material e inmaterial de la ciudad es importante, pero no como una tarea de momificar el pasado. El proyecto de La Habana y la misi¨®n que tenemos es precisamente darle vida, que la ciudad sea para los que la viven, por eso la Oficina del Historiador ha creado escuelas, centros de salud y viviendas en el Centro Hist¨®rico, es la ¨²nica manera de que no se convierta en un pueblo viejo o en un centro tur¨ªstico¡±, dijo Leal a EL PAIS en una de sus ¨²ltimas entrevistas, ya enfermo pero al pie del ca?¨®n en su oficina.
Nacido el 11 de septiembre de 1942 en La Habana, de origen muy humilde, su formaci¨®n fue autodidacta. De ni?o abandon¨® la escuela para ayudar a su madre, y no fue hasta despu¨¦s del triunfo de la revoluci¨®n que pudo terminar el bachillerato y cursar la carrera de Historia en la Universidad de La Habana. Disc¨ªpulo de Emilio Roig de Leushenring, a quien sucedi¨® en el cargo de Historiador de la Ciudad, tuvo un papel destacado en la restauraci¨®n del antiguo Palacio de los Capitanes Generales, la primera gran obra rehabilitadora emprendida en la ciudad, concluida en 1979.
A partir de 1981 comienza a dirigir las obras de restauraci¨®n del Centro Hist¨®rico de La Habana. Eran pocos los fondos dedicados entonces a este empe?o, pero Leal pali¨® con su voluntad y entusiasmo los imponderables, llevando a cabo en los a?os siguientes la rehabilitaci¨®n de la fortaleza de San Carlos de La Caba?a y del Castillo de los Tres Reyes de El Morro.
Desde entonces se dedic¨® a crear conciencia en las alturas de la importancia de salvar la riqueza patrimonial del Centro Hist¨®rico y la ciudad colonial y pele¨® por conseguir los recursos necesarios para financiar esta labor gigantesca. En 1993, cuando el derrumbe del campo socialista dej¨® al pa¨ªs sin recursos, Leal convenci¨® al entonces presidente cubano, Fidel Castro, de la necesidad de dar considerables m¨¢rgenes de autonom¨ªa a La Habana Vieja y crear su propio sistema empresarial para autofinanciar la restauraci¨®n. La cuesti¨®n era salvar la Habana a cualquier precio, defendi¨® Leal.
Durante casi tres d¨¦cadas la Oficina del Historiador de la Ciudad rehabilit¨® cientos de edificios de gran valor patrimonial ¡ªcomo el Palacio del Segundo Cabo, el Castillo de la Fuerza, el Centro Gallego o el Capitolio¡ª, y espacios p¨²blicos que hoy son el coraz¨®n de la ciudad, como la Plaza de Armas, la de la Catedral, la de San Francisco o la Plaza Vieja, con las calles que las unen, Mercaderes, Oficios, Obispo, hoy llenas de vida y de negocios privados.
La obra restauradora de la Habana Vieja ha ganado multitud de premios internacionales y ha sido puesta como ejemplo y modelo de proyecto sustentable y de gran nivel t¨¦cnico. Este modelo fue transform¨¢ndose con el tiempo, pues si al principio el Estado cargaba con todo el peso de la rehabilitaci¨®n, Leal poco a poco fue concediendo mayores m¨¢rgenes al sector privado para que financiasen la restauraci¨®n casas y edificios para poner negocios, centr¨¢ndose la Oficina en rehabilitar los espacios p¨²blicos y velar por que se cumpliesen las normas para que todo se hiciese de acuerdo a salvaguardar el patrimonio. La Habana Vieja con Eusebio fue sin¨®nimo de dinamismo y emprendimiento.
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