La di¨¢spora del Brexit
Desde el refer¨¦ndum decenas de miles de brit¨¢nicos han obtenido un pasaporte de la UE para conservar sus derechos como ciudadanos europeos
Uno comienza a desliar la madeja de una familia y se acaba dando de bruces con la tragedia de Europa: sus guerras, sus pulsiones nacionalistas, sus fronteras. Arranquemos con este tipo sonriente y flaquito que sale de un bloque de ladrillo rojo en una callejuela de un barrio de artistas de Bruselas. Se llama Matthew Willner-Reid, tiene 39 a?os, est¨¢ casado, tiene un hijo y otro en camino. Naci¨® en Londres, creci¨® en Swansea, una ciudad de Gales, estudi¨® en distintos pa¨ªses de la Uni¨®n Europea, se doctor¨® con una tesis sobre refugiados de Afganist¨¢n, trabaj¨® en varios continentes, vio algunas d...
Uno comienza a desliar la madeja de una familia y se acaba dando de bruces con la tragedia de Europa: sus guerras, sus pulsiones nacionalistas, sus fronteras. Arranquemos con este tipo sonriente y flaquito que sale de un bloque de ladrillo rojo en una callejuela de un barrio de artistas de Bruselas. Se llama Matthew Willner-Reid, tiene 39 a?os, est¨¢ casado, tiene un hijo y otro en camino. Naci¨® en Londres, creci¨® en Swansea, una ciudad de Gales, estudi¨® en distintos pa¨ªses de la Uni¨®n Europea, se doctor¨® con una tesis sobre refugiados de Afganist¨¢n, trabaj¨® en varios continentes, vio algunas de las simas m¨¢s oscuras del planeta, de Darfur a Congo, y se asent¨® finalmente en la capital europea, donde trabaja para el Instituto Europeo de la Paz, una fundaci¨®n p¨²blica, desde la que asesora al Gobierno de Kabul en sus negociaciones con los talibanes. Mientras camina por un parque donde chicos de varias etnias juegan al baloncesto, afirma sobre su identidad: ¡°Primero me considero global, luego europeo, despu¨¦s brit¨¢nico, posteriormente ingl¨¦s¡ Y tambi¨¦n franc¨¦s¡±.
Un remainer convencido, tras batallar para que el Reino Unido permaneciera en el club comunitario, haciendo incluso campa?a puerta a puerta en su pa¨ªs, un d¨ªa de junio de 2016 se despert¨® con la certeza de que hay algo en la psicolog¨ªa de sus compatriotas que se le escapa: acababa de ganar el Brexit. En ese punto de inflexi¨®n, que marca lo que Willner-Reid denomina ¡°el primer gran s¨ªntoma del populismo nacionalista posverdad¡± que ha sacudido el mundo, empez¨® a cobrar forma en su cabeza la idea de obtener un pasaporte de la UE. En realidad no solo ¨¦l: varios miembros de su familia arrancaron esa misma b¨²squeda, en una odisea que se remonta hasta el Belfast de los a?os veinte y a la noche de los cristales rotos en Viena. Y que, en el fondo, no supone m¨¢s que un ejemplo de una ola creciente tras el refer¨¦ndum.
A ¨¦l no le cost¨® demasiado: su esposa es francesa. Se conocieron en 2007 cuando ambos trabajaban en la delegaci¨®n de la UE en Pek¨ªn. Se casaron en 2014 y ¨¦l dice que alguna vez hab¨ªa pensado solicitar el pasaporte galo. ¡°El Brexit¡±, dice, ¡°lo convirti¨® en algo esencial¡±. Al haber un matrimonio de por medio, los tr¨¢mites fueron sencillos. Recuerda encontrarse a otros compatriotas durante la celebraci¨®n del acto en el consulado de Francia en Bruselas. Hubo discursos emotivos. En esos d¨ªas la comunidad brit¨¢nica de la capital belga, coraz¨®n de las instituciones europeas y nido de expatriados, bull¨ªa de conversaciones sobre pasaportes: en este pa¨ªs se han naturalizado unos 4.500 brit¨¢nicos tras el Brexit; la cifra parece peque?a en t¨¦rminos absolutos, pero estos cuatro a?os duplican a los nacionalizados en los 15 anteriores.
¡°Crec¨ª con unas expectativas y unas reglas del juego: el derecho a moverme, a trabajar, a enamorarme libremente ¡°, reclama Charlotte Billingham, parte de esa burbuja de Bruselas, inglesa de Yorkshire, 37 a?os, asesora sobre cambio clim¨¢tico en un think tank, casada con un belga, nacionalizada en este pa¨ªs poco despu¨¦s del Brexit y ahora madre de una ni?a, como ella, con doble ciudadan¨ªa. ¡°Soy una europea convencida¡±.
Nacionalidad comunitaria
Desde 2016, el n¨²mero de brit¨¢nicos que han obtenido un pasaporte de un Estado miembro de la UE ha aumentado un 570%, seg¨²n cifras de Eurostat, que cuenta con datos hasta 2018. Si supon¨ªan unos 3.300 pasaportes de la UE al a?o en 2015, tres a?os despu¨¦s superaron los 22.700; y en ese 2018 el Reino Unido ya figuraba entre los pa¨ªses del mundo que m¨¢s obtienen alguna nacionalidad de los Veintisiete: en el puesto n¨²mero siete, entre argelinos y sirios. En algunos pa¨ªses, con datos m¨¢s actualizados, se ve c¨®mo la tendencia sigue creciendo en 2019, y probablemente lo haya tambi¨¦n en 2020, al filo de la desconexi¨®n total. Algunos pa¨ªses, como Alemania, dejar¨¢n de reconocer, tras el final del per¨ªodo transitorio que concluye en menos de dos semanas, la posibilidad de la doble nacionalidad.
Alemania es el pa¨ªs estrella entre brit¨¢nicos, el que mayor n¨²mero de ellos ha naturalizado: unos 30.000 entre 2016 y 2019. El incremento con respecto a los a?os anteriores al refer¨¦ndum supera el 2.000%, seg¨²n un estudio de la Universidad de Oxford-in-Berlin y el Centro de Ciencias Sociales WZB, del que es coautor el investigador Daniel Tetlow, un europe¨ªsta asentado en la capital germana y cofundador de la Asociaci¨®n de Brit¨¢nicos en Alemania. Su trabajo revela la ¡°potencial fuga de cerebros de ciudadanos brit¨¢nicos altamente cualificados que decidieron invertir en un futuro en la Europa continental¡±.
Tetlow habla de una ¡°di¨¢spora¡± que refleja a un tipo de personas ¡°que cree menos en las fronteras y la pol¨ªtica nacionales¡±. Explica que muchos dejaron su casa y se diseminaron por distintos pa¨ªses bajo la asunci¨®n de que tendr¨ªa libertad de movimientos de por vida. ¡°Planearon as¨ª su vida, creyendo que gozar¨ªan de estos derechos para siempre y no solo de forma temporal¡±. Quienes buscan un pasaporte, en el fondo pelean por recuperar un privilegio perdido: ese que tanto cost¨® conseguir, tras millones de muertos y a?os de trincheras, bombas y artiller¨ªa.
Paul Willner detiene el veh¨ªculo y coge el tel¨¦fono en alg¨²n punto entre Gales e Inglaterra. Padre del experto afgano, este se?or de 72 a?os ha solicitado por su parte la nacionalidad austr¨ªaca, igual que su hija y uno de sus nietos, tras una reforma legislativa introducida en el Parlamento austr¨ªaco en 2019 para reconocer a los descendientes de los refugiados que tuvieron que huir del r¨¦gimen nazi. En un largo mon¨®logo resume a trav¨¦s de su b¨²squeda de un pasaporte de la UE el siglo XX de este continente:
¡°Mis padres eran ambos jud¨ªos. Nacieron en Polonia, pero durante la Primera Guerra Mundial sus familias se mudaron a Viena, donde crecieron. All¨ª se conocieron en torno a 1933 o 1934, pero no se casaron porque no quer¨ªan traer ni?os al mundo que ve¨ªan a su alrededor¡±. En 1938 y 1939, prosigue, tras el Anschluss, la anexi¨®n austr¨ªaca por parte del r¨¦gimen de Hitler, se pusieron en marcha en el Reino Unido varios programas para rescatar a jud¨ªos de Alemania y Austria. A trav¨¦s de ellos se salvaron miles de personas. ¡°Mi madre¡±, prosigue, ¡°se acogi¨® a un programa por el cual mujeres solteras pod¨ªan viajar al Reino Unido para trabajar como servicio dom¨¦stico¡±. Pr¨¢cticamente el resto de su familia muri¨® haciendo trabajos forzosos o en campos de concentraci¨®n.
Su padre, a?ade, sobrevivi¨® gracias a otro programa para refugiados. Antes a¨²n de que comenzara la guerra, la comunidad de jud¨ªos asentada en el Reino Unido logr¨® convencer al Gobierno brit¨¢nico de que salvara a muchos de los represaliados de la noche de los cristales rotos. Alquilaron un cuartel militar abandonado en Kent, y Londres accedi¨® a admitir a los refugiados, a condici¨®n de que no recibieran la nacionalidad brit¨¢nica y prosiguieran su viaje a otros destinos, como Estados Unidos. Los rescatados deb¨ªan encontrarse en ¡°peligro inminente¡±. Era el caso: tras aquella fat¨ªdica noche, miles de personas fueron encarceladas y llevadas a campos de concentraci¨®n.
¡°Pero los nazis no hab¨ªan desarrollado a¨²n la idea de exterminar a los jud¨ªos. Dejaban que se fueran a otro pa¨ªs. A los encarcelados se les permiti¨® marcharse siempre que tuvieran un sitio al que ir. Fue el caso de mi padre. Seg¨²n me cont¨®, en cuanto lo dejaron libre, fue a casa, cogi¨® su bolsa y se march¨® a la estaci¨®n. Su idea era seguir a Am¨¦rica. Pero recal¨® en Inglaterra, donde fue de los primeros en alojarse en el campo militar de Kent¡±. En ¨¦l se dio refugio a unas 4.000 personas. Tuvieron que reconstruirlo. Pero antes de seguir su viaje hacia otros destinos, estall¨® la guerra y a la mayor¨ªa de refugiados del campo se les dio la opci¨®n de unirse a las Fuerzas Armadas Brit¨¢nicas. ¡°Mi padre sirvi¨® entre 1939 y 1947. No en el frente, sino como unidad de apoyo¡±. Tras el d¨ªa D, el abuelo del experto afgano, el padre del se?or Willner, se convirti¨® en int¨¦rprete del Ej¨¦rcito brit¨¢nico en Francia y Alemania. Cuando acab¨® la guerra, trabaj¨® en el reasentamiento de prisioneros alemanes de guerra, ayud¨¢ndolos a que pudieran regresar a su pa¨ªs.
Su madre y su padre, que hab¨ªan sido pareja en Viena, no sab¨ªan sin embargo de los pasos que hab¨ªan dado cada uno. Dejaron Austria con unas semanas de diferencia. Su reencuentro se produjo gracias a un viejo amigo com¨²n al que su padre se encontr¨® en un refugio en Londres durante un ataque a¨¦reo. ?l fue a visitarla en cuanto le concedieron el siguiente permiso. Se casaron el 20 de diciembre de 1940, hace hoy justo 80 a?os. Tras la guerra, se asentaron en un pueblo a las afueras de Sheffield, donde la madre hab¨ªa servido en la casa de una familia acaudalada y el padre trabaj¨® como obrero en una f¨¢brica de cuberter¨ªa. ¡°Y todos estos a?os despu¨¦s, est¨¢s hablando conmigo¡±, concluye el se?or Willner al tel¨¦fono.
En cuanto al asunto de los pasaportes: ¡°Mis padres ten¨ªan nacionalidad polaca, que era parte del Imperio Austroh¨²ngaro, y viv¨ªan en Austria. Con la guerra, se les despoj¨® de su nacionalidad. Su pasaporte dec¨ªa que eran ap¨¢tridas¡±. Luego, obviamente, obtuvieron la brit¨¢nica, igual que sus hijos, sus nietos y sus bisnietos. Lo cual les dio derecho a la europea, hasta que lleg¨® el refer¨¦ndum. ¡°As¨ª que he solicitado la ciudadan¨ªa austr¨ªaca por dos razones. Primero porque en los ¨²ltimos cuatro a?os he estado profundamente involucrado en la campa?a anti-Brexit. He presidido el grupo Swansea for Europe. Puse mucho de mi energ¨ªa emocional para permanecer en Europa. Perdimos esa batalla. Y algunos estamos intentando regresar, aunque nos llevar¨¢ a¨²n quiz¨¢ unos 10 a?os. Pero la principal raz¨®n es que, de esta forma, como descendiente directo, mi hija y mi nieto tendr¨¢n una nacionalidad de la Uni¨®n Europea, que les permitir¨¢ tener todos los derechos europeos que hemos perdido como brit¨¢nicos. Hemos hecho la solicitud los tres. Y tambi¨¦n lo ha hecho mi hermana, sus hijos y sus nietos, por la misma raz¨®n. Puede que yo no haga uso de la nacionalidad de la UE, y quiz¨¢ tampoco mi hija. Pero mi nieto tendr¨¢ derecho a vivir, estudiar, trabajar y casarse como el resto de europeos¡±.
En la familia Willner-Reid a¨²n hay una nacionalidad m¨¢s. La hija, Jessica Willner-Reid, hermana del experto afgano, est¨¢ casada con Tom Willner-Reid (tom¨® el apellido de ella al casarse). El matrimonio vive en Oxford y tienen dos hijos. Tom, de 38 a?os, y sin ra¨ªces austroh¨²ngaras, viaj¨® a su pasado para remontarse hasta una abuela irlandesa, nacida en Belfast en 1922, tras la guerra de independencia que parti¨® en dos la isla y cuyas fr¨¢giles fronteras han provocado tanta sangre desde entonces y m¨¢s adelante quebraderos de cabeza a los equipos negociadores del Brexit. Solicit¨® la nacionalidad irlandesa en 2016, se la concedieron en unos meses, y ahora la ha reclamado tambi¨¦n para uno de sus hijos.
Tom, que trabaja como contable, dice que un pasaporte de la UE es como una ¡°p¨®liza de seguros¡± por si el mundo se vuelve m¨¢s oscuro. Se explica. El Brexit, en su opini¨®n, ha permitido la propagaci¨®n de la extrema derecha en su pa¨ªs, se ha extendido un nacionalismo soberanista, ha dividido a la gente. ¡°En cinco o diez a?os, podr¨ªa volverse a¨²n peor. ?C¨®mo ser¨ªa esa extrema derecha en t¨¦rminos de libertades? ?C¨®mo tratar¨ªa a quienes disienten?¡±. Tom dice que, ¡°siendo honesto¡±, no siente un gran v¨ªnculo con Irlanda. Pero llegado el caso, esa nacionalidad de la UE ser¨ªa como un salvoconducto.