El racista discreto de Hanau
La polic¨ªa investiga el grado de premeditaci¨®n de la matanza y el estado psicol¨®gico de Tobias Rathjen, un hombre solitario de 43 a?os al que casi nadie conoc¨ªa en su barrio
Pocos en el barrio de Kesselstadt creen que la matanza racista atribuida al alem¨¢n Tobias Rathjen la noche del pasado mi¨¦rcoles en dos caf¨¦s de la ciudad de Hanau frecuentados por inmigrantes fuera un acto improvisado. Apuntan a la pintada que el presunto asesino de diez personas, nueve de ellas de origen extranjero, hizo en un t¨²nel que conecta una escuela muy pr¨®xima a su domicilio ¡ªa menos de cinco minutos a pie¡ª con el bloque de viviendas donde se encuentra el Arena Bar & Caf¨¦, el segundo local atacado y donde murieron cinco de sus v¨ªctimas.
El grafiti fue r¨¢pidamente tapado con pintura gris por la polic¨ªa, pero los vecinos ense?aban este viernes en sus m¨®viles fotos de la pintada original: una direcci¨®n web ¡ªya desactivada¡ª con el nombre de Rathjen. Llevaba semanas en ese muro rodeado de murales infantiles, aseguran los vecinos. Tambi¨¦n dicen que aunque Rathjen no se prodigaba mucho por esa zona, pese a la cercan¨ªa de la casa de sus padres, donde viv¨ªa ¨²ltimamente y donde presuntamente se suicid¨® tras matar a su madre, hab¨ªa ido unos d¨ªas atr¨¢s a comprar agua al mismo local que acab¨® atacando. La grabaci¨®n de una c¨¢mara de seguridad del Arena Bar revelada por la revista Focus tambi¨¦n muestra dentro del local, el 15 de febrero, a un individuo que parece el asesino, vestido con un chaquet¨®n verde y un gorro azul con los que tambi¨¦n grab¨® algunos de los v¨ªdeos racistas que dej¨® como legado.
El grado de premeditaci¨®n de la masacre, as¨ª como el estado psicol¨®gico de Rathjen ¡ªo incluso, como creen en su barrio muchos, la posibilidad de que contara con un c¨®mplice¡ª son cuestiones que a¨²n investiga la polic¨ªa. Busca cualquier pista que ayude a comprender lo incomprensible: qu¨¦ llev¨® a un hombre de 43 a?os que hasta entonces no hab¨ªa disparado las alarmas de las autoridades a empu?ar un arma, coger su coche y dirigirse hasta dos bares shisha (pipas de agua) para matar al m¨¢ximo n¨²mero de personas posible antes de volver a su casa y quitarse la vida, seg¨²n los primeros indicios. El fiscal federal, Peter Frank, dijo ayer que Rathjen contact¨® en noviembre con la Fiscal¨ªa. Dijo que conoc¨ªa ¡°una organizaci¨®n secreta de inteligencia que se estaba infiltrando en los cerebros de la gente para apropiarse de ciertas cosas y controlar los asuntos del mundo¡±. Pero no se detectaron se?ales del odio racista que supuestamente lo llev¨® a cometer la matanza.
Parte de esas respuestas podr¨ªan encontrarse en el domicilio de los Rathjen. La Helmholzstrasse, la tranquila calle donde se encuentra la vivienda unifamiliar adosada de los padres de Tobias y donde este hab¨ªa vuelto a vivir hace seis meses, continuaba el viernes siendo tratada como una escena del crimen. Para pasar, el cartero que repart¨ªa con su bicicleta el correo en las casas vecinas se ve¨ªa obligado a levantar las cintas de demarcaci¨®n de la polic¨ªa, que tambi¨¦n vigilaba estrechamente que nadie se acercara hasta la casa de los Rathjen, al final de una de varias hileras de modestas viviendas id¨¦nticas.
Pocos vecinos ¡ªalgunos de origen turco, como parte de las v¨ªctimas¡ª hablan y, de ellos, ninguno tiene nada amable que decir de una familia que, a pesar de llevar a?os instalada en el barrio, no se prodigaba. Al hijo ¡°lo ve¨ªamos a veces de pasada, pero nunca estuvimos seguros de qui¨¦n se trataba porque apenas se dejaba ver. Tampoco ve¨ªamos nunca a la madre¡±, cuenta Andreas Kupferer, que vive en la misma calle. El m¨¢s conocido era el padre, un hombre que ¡°ten¨ªa aterrorizados a los vecinos¡± con sus amenazas constantes por una disputa con los cubos de basura. ¡°Era una familia muy retra¨ªda, no manten¨ªan contacto con nadie. El chico nunca saludaba a nadie, eran muy cerrados¡±, coincide Hannelore Schilling, que viene cada d¨ªa a cuidar a una amiga anciana que vive en la misma l¨ªnea de casas que los Rathjen. Ella est¨¢ convencida de que el padre, que permanece retenido pero sobre el que las autoridades no han vuelto a hablar, fue de alguna forma el ¡°instigador¡± de las acciones atribuidas a su hijo, que dej¨® un confuso manifiesto en el que expresa opiniones profundamente racistas. ¡°El viejo era un radical, nadie lo quer¨ªa. Odiaba a los extranjeros, sobre todo criticaba a los turcos. Y trataba muy mal a su mujer¡±, afirma Schilling.
Desempleado
El presunto asesino, que creci¨® en la regi¨®n ¡ªla prensa local ha publicado una foto de un instituto local del Tobias adolescente, en 1996¡ª, estudi¨® Administraci¨®n de Empresas y hab¨ªa vivido en M¨²nich, pero desde comienzos de 2019 estaba en el paro. Soltero y con apenas algunas relaciones pasajeras en su haber, a mediados de ese a?o volvi¨® a casa de sus padres, cuenta Schilling.
Aunque ¡°el chico¡±, como lo llama, ¡°no trabajaba, ten¨ªa un gran BMW¡±, el coche con el que presuntamente cometi¨® la matanza. Tambi¨¦n lo utilizaba para ir al Diana Bergen-Enkheim, el club de tiro en las afueras de Fr¨¢ncfort del que era socio desde 2012 y donde practicaba con las armas que hab¨ªa comprado legalmente por Internet. Tampoco salt¨® all¨ª ninguna alarma. Era ¡°un tipo m¨¢s bien tranquilo¡± que nunca llam¨® la atenci¨®n, asegur¨® el presidente del club, Claus Schmidt, al diario Hanau Post. ¡°Nunca hizo ning¨²n comentario xen¨®fobo¡± ni se comportaba de manera diferente con los socios de origen extranjero. Hasta que decidi¨® salir a matar a los que eran como ellos.
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