El fantasma de la historia y la deriva radical de AfD cimentan el dique contra los ultras alemanes
La formaci¨®n del Parlamento en Turingia fisur¨® el cord¨®n sanitario y ha sumido a los partidos en la crisis


Alemania tembl¨® el pasado mi¨¦rcoles. Por primera vez desde la II Guerra Mundial, los partidos tradicionales se serv¨ªan del apoyo de la extrema derecha para forjar una mayor¨ªa. Sucedi¨® en un Parlamento regional, el de Turingia, y no medi¨® alianza, ni planes de futuro con los ultras. 24 horas m¨¢s tarde, los actores pol¨ªticos se comprometieron a revertir la situaci¨®n. A¨²n as¨ª, la elecci¨®n de un candidato liberal gracias a los votos de Alternativa por Alemania (AfD) pulveriz¨® el consenso nacional de aislamiento a la ultraderecha y escandaliz¨® al pa¨ªs, hasta el punto de precipitar la ca¨ªda de la favorita a suceder a la canciller Angela Merkel.
En su relaci¨®n con la ultraderecha, Alemania no es un pa¨ªs europeo m¨¢s. Por su pasado nazi, cualquier tipo de colaboraci¨®n, directa o indirecta, con la extrema derecha despierta los m¨¢s tenebrosos fantasmas del nacionalsocialismo y se activa en la psicolog¨ªa pol¨ªtica el reflejo del "nie wieder", nunca m¨¢s.
La semana pasada, la foto del?l¨ªder de la AfD en Turingia, Bj?rn H?cke, estrechando la mano a Thomas Kemmerich, el pol¨ªtico liberal elegido con los votos de la extrema derecha ocup¨® las primeras p¨¢ginas de la prensa nacional alemana.?Los manifestantes en la calle y en las redes sociales mostraron de inmediato esa foto junto a otra: la del apret¨®n de manos de Adolf Hitler en 1933 tras ser nombrado canciller y Paul von Hindenburg, presidente durante la Rep¨²blica de Weimar. El mensaje, que tambi¨¦n defendi¨® Bodo Ramelow, el candidato de Die Linke (La Izquierda) que gan¨® las elecciones de Turingia, es que cualquier cooperaci¨®n con AfD puede convertirse en la antesala de un nuevo fascismo.
Pero no solo la Historia explica el aislamiento de los ultras en Alemania. En AfD, al contrario que otros partidos ultranacionalistas europeos, va ganando terreno la corriente m¨¢s radical, que tiene a su m¨¢ximo representante en Turingia, el Estado en el que los nazis entraron por primera vez en un Gobierno en 1929 y que ahora vuelve a hacer saltar las alarmas. Der Fl¨¹gel (El Ala), es la corriente m¨¢s extremista de AfD capitaneada desde Erfurt, la capital del Estado, por H?cke, un pol¨ªtico que relativiza el Holocausto en sus discursos y genera rechazo incluso dentro de su propio partido por su extremismo. Der Fl¨¹gel est¨¢ en el punto de mira de los servicios secretos alemanes desde hace tiempo.
H?cke despert¨® un intenso debate nacional hace tres a?os cuando en un discurso en Dresde se refiri¨® al memorial del Holocausto de Berl¨ªn. Seg¨²n H?cke, ¡°los alemanes somos los ¨²nicos en todo el mundo que hemos construido un memorial de la verg¨¹enza en el centro de la capital¡± . Defender una revisi¨®n de las pol¨ªticas de la memoria en Alemania, y en general de una Historia que en AfD consideran se centra demasiado en los cr¨ªmenes nazis y obvia episodios positivos, forma parte del ADN del partido. Tuercen el lenguaje para evitar traspasar l¨ªneas rojas, pero logran con eficacia transmitir su mensaje.
¡°El tono de H?cke es un problema para muchos miembros de nuestro partido¡±, reconocen fuentes de AfD, que muestran su preocupaci¨®n ante la fuerza del ala radical, pero que tambi¨¦n recuerdan que Turingia es un caso muy especial y no representa a AfD en el resto del pa¨ªs. ¡°Hay un debate en el partido sobre c¨®mo evitar una divisi¨®n y c¨®mo evitar perder votos en el Oeste por la presencia de gente como H?cke¡±, explicaban las mismas fuentes poco antes de las pasadas elecciones de Turingia.
M¨¢s all¨¢ de casos extremos como el de H?cke, Gideon Botsch, polit¨®logo experto en extremismos de la Universidad de Potsdam explica que ¡°en todos los niveles del partido, desde la ejecutiva hasta los militantes, hay gente que forman o formaron parte de organizaciones extremistas de derechas o incluso neonazis. Hay un n¨²cleo de personas que se conocen entre ellos por su pasado en organizaciones extremistas y marginales en los a?os ochenta y noventa¡±.
Cuando AfD naci¨® en 2013 como un partido en contra del euro, no estaba clara cu¨¢l iba a ser la evoluci¨®n de una formaci¨®n, que albergaba a extremistas, pero tambi¨¦n a liberales y conservadores. Pero las figuras m¨¢s moderadas salieron de AfD y en seguida qued¨® claro para el resto de partidos que la cooperaci¨®n ser¨ªa imposible. ¡°AfD se ha ido radicalizando muy r¨¢pido. Ahora, el partido est¨¢ controlado por Der Fl¨¹gel. Quien est¨¦ en contra de ellos sabe que no podr¨¢ optar a un puesto en el partido¡±, asegura Botsch.
Coincide en el an¨¢lisis J¨¹rgen Falter, polit¨®logo de la Universidad de Mainz. ¡°H?cke piensa en t¨¦rminos de raza. Eso lo convierte en muy peligroso y hace que no sean como cualquier otro partido conservador o nacionalista. Pero dentro hay elementos protofascistas, no es solo H?cke¡±. Por eso, es relativamente frecuente que en la prensa alemana aparezcan peri¨®dicamente pruebas documentales de la participaci¨®n de l¨ªderes locales de AfD en manifestaciones ultras o en campamentos o eventos de grupos de ultraderecha.
Tumbar el muro
A los partidos alemanes les preocupa, adem¨¢s, la agenda disruptiva de un partido que no oculta su deseo de desestabilizar el sistema parlamentario tal y como lo conocemos. Wende 2.0 fue uno de los lemas de la campa?a electoral del pasado oto?o en el Este del pa¨ªs. Se refer¨ªan a la revoluci¨®n pac¨ªfica que tumb¨® el muro de Berl¨ªn en 1989 e incitan a la poblaci¨®n a una revuelta que derribe los consensos pol¨ªticos actuales. ¡°No aceptan la democracia parlamentaria. Abogan por un r¨¦gimen autoritario plebiscitario que etiquetan como la verdadera democracia y aspiran a combinar un poder fuerte y con la participaci¨®n del pueblo a trav¨¦s de consultas populares¡±, a?ade Botsch.
El veterano polit¨®logo Gero Neugebauer a?ade otro elemento, al que algunos pol¨ªticos han aludido en los ¨²ltimos d¨ªas y que tiene que ver con el ataque a la Constituci¨®n alemana. ¡°Este partido destruye el sistema alem¨¢n de partidos que se adhiere al consenso constitucional, que en su art¨ªculo primero declara que la dignidad de la persona es inviolable y que establece la igualdad para todas las personas independientemente de su origen o su religi¨®n. AfD dice que prefiere a los alemanes a los de fuera¡±, recalca Neugebauer.
Por todos estos motivos, y alguno m¨¢s, la torsi¨®n del cord¨®n sanitario la ¨²ltima semana en Turingia preocupa y mucho en Alemania, donde las comparaciones hist¨®ricas, a¨²n a riesgo de volverse inexactas se han convertido en un elemento central del an¨¢lisis. El editorial de Der Spiegel del pasado fin de semana daba una idea de la alarma generada. ¡°Las democracias no mueren de un d¨ªa para otro [¡] y a veces, como en Turingia, los pol¨ªticos dem¨®cratas desempe?an un papel en la ca¨ªda del sistema que representan¡±. Y continuaba: ¡°Los representantes de nuestro sistema se al¨ªan con sus enemigos solo para mantener su poder. As¨ª es como sucedi¨® en la Rep¨²blica de Weimar, donde Hitler no hubiera tenido ninguna posibilidad sin la colaboraci¨®n de los conservadores [¡] pensaron que pod¨ªan utilizar a Hitler , pero en realidad ¨¦l los utiliz¨® a ellos¡±. Finalmente, reconocen que comparaciones como la anterior son imperfectas, pero pueden ser eficaces como ¡°una medida preventiva¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
