Ecuador, entre la vieja polarizaci¨®n y el nuevo descontento
Lasso gana una elecci¨®n apretada e imprevisible que deja alta participaci¨®n dividida en dos mitades, pero con un inusitado 17% de los votantes en el blanco o nulo
Ecuador tiene una de las vedas de encuestas m¨¢s restrictivas de la regi¨®n. En los diez d¨ªas anteriores al voto no se puede publicar sondeo alguno. Los ¨²ltimos que se hicieron p¨²blicos daban, en promedio, una ligera ventaja al candidato corre¨ªsta. Andr¨¦s Arauz apenas le sacaba cuatro puntos al eterno candidato conservador, Guillermo Lasso. El resultado final fue justo espejo contrario a este, pero con los mismos, escasos m¨¢rgenes, siempre dentro del margen de error.
Titulares y analistas buscar¨¢n el relato en ese cambio, pero la verdad es que, independientemente del ganador, el retrato demosc¨®pico es en lo fundamental id¨¦ntico al de las urnas: Ecuador es, hoy, un pa¨ªs dividido en dos bloques sim¨¦tricos.
Diez millones de personas acudieron a las urnas en un pa¨ªs de sufragio obligatorio. La participaci¨®n se mantuvo en niveles elevados: apenas dos millones faltaron a la cita, una cantidad proporcionalmente similar a elecciones pasadas. El elevado flujo de votantes es un rasgo caracter¨ªstico de los comicios polarizados. En ellos, la ciudadan¨ªa se ve impelida a manifestarse, particularmente si la polarizaci¨®n (como de facto sucede en Ecuador) tiene un fuerte componente de rechazo a la opci¨®n contraria a la propia. La polarizaci¨®n afectiva, seg¨²n su acepci¨®n politol¨®gica, se aviva cada d¨ªa en todos los frentes discursivos posibles. El expresidente Correa ha estado hasta el ¨²ltimo minuto encarg¨¢ndose de ello, por ejemplo, desde su cuenta de Twitter en el exilio: desde sospechas de fraude en las encuestas hasta ataques frontales a su rival Lasso, los arietes m¨¢s fuertes de la campa?a han tenido forma negativa, m¨¢s que propositiva.
Por el otro lado la l¨®gica ha sido exactamente replicada. Lasso lleva, de hecho, cuatro a?os en campa?a: desde que perdi¨® contra el presidente saliente Lenin Moreno, antiguo delf¨ªn de Correa que se volte¨® r¨¢pido, pero sin encontrar acomodo ni base s¨®lida, su objetivo durante todo este tiempo ha sido marcar una posici¨®n clara desde la que acumular capital pol¨ªtico como el ¨²nico l¨ªder verdaderamente alejado del legado corre¨ªsta.
En este ambiente es f¨¢cil olvidar que la primera vuelta cerr¨® con un empate que tard¨® semanas en resolverse entre un candidato relativamente inesperado y el propio Lasso. Yaku P¨¦rez le disput¨® la plaza al exbanquero desde una posici¨®n indigenista que, despu¨¦s, ha tratado de sostener pidiendo (y ejerciendo) voto nulo en segunda vuelta. Y, de hecho, este tipo de sufragios aument¨® notablemente respecto a 2017: de 670.000 a m¨¢s de 1,6 millones.
Antes de atribuir el poder de mover un mill¨®n de apoyos al nulo a P¨¦rez, es importante remarcar que en la primera vuelta de este a?o ya hubo m¨¢s de, justamente, un mill¨®n de este tipo. Pero ambos hechos unidos indican que la polarizaci¨®n puede ser el inicio, pero no es el final, del retrato pol¨ªtico ecuatoriano. Detr¨¢s de ella se esconde un descontento considerable con el estado de las cosas. La potencia de un candidato outsider y un 17% de votos nulos o en blanco dicen tanto como una primera vuelta en la que P¨¦rez y otros candidatos (como el empresario tiktoker Xavier Herv¨¢s) pillaron por relativa sorpresa a un establecimiento acostumbrado a vivir partido en dos mitades. Las encuestas alcanzaron a identificar la tendencia, pero sin calibrar bien su intensidad, impedidas al mismo tiempo por la mentada veda electoral.
El mandato que empieza el pr¨®ximo 24 de mayo se mover¨¢ entre estas dos fuerzas gravitatorias de la pol¨ªtica. El estir¨®n de lado y lado para mantener la estructura de la polarizaci¨®n que desgarr¨® a Moreno (no sin su propia ayuda, y la del virus); y otros empujones m¨¢s indefinidos, imprevisibles, que ya est¨¢n mirando a 2025.
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