El jurado declara culpable al polic¨ªa que mat¨® a George Floyd
Derek Chauvin puede ser sentenciado a hasta 40 a?os de prisi¨®n. El fallo supone un hito en la lucha contra el racismo en Estados Unidos
Estados Unidos ha cerrado este martes un cap¨ªtulo trascendental en su historia racial, el pecado original de este pa¨ªs. Un jurado ha declarado al expolic¨ªa Derek Chauvin, de 45 a?os, culpable por la muerte del afroamericano George Floyd durante una detenci¨®n brutal el pasado 25 de mayo en Minneapolis. Chauvin afronta hasta 40 a?os de prisi¨®n tras ser considerado responsable de los tres cargos de homicidio de los que se le acusaba. La tragedia, ocurrida a plena luz del d¨ªa y grabada en v¨ªdeo por los transe¨²ntes, dio la vuelta al planeta y provoc¨® una movilizaci¨®n global contra el racismo, lo que ha hecho de esto algo m¨¢s que un juicio a un hombre y algo m¨¢s que un veredicto. En un pa¨ªs con escasas condenas a las fuerzas de seguridad, para muchos activistas, este puede convertirse en un punto de inflexi¨®n en la larga trayectoria de brutalidad policial contra los negros.
Nada m¨¢s leerse la sentencia, los gritos de euforia comenzaron junto al tribunal y en el cruce de calles hoy conocido como ¡°plaza George Floyd¡±, el lugar donde Chauvin lo mat¨®. La tensi¨®n y las protestas han marcado este proceso que ha tenido a Estados Unidos en vilo.
Las deliberaciones han durado menos de lo que se pod¨ªa esperar. El jurado, formado por siete mujeres y cinco hombres de diferentes razas, solo requiri¨® 10 horas entre el lunes y el martes para tomar una decisi¨®n un¨¢nime. La dureza de las im¨¢genes, los nueve minutos de agon¨ªa de Floyd bajo la rodilla de un agente impasible, han desempe?ado un papel capital en este proceso y en el estupor global generado. En la historia quedar¨¢ escrito el nombre de Darnella Frazier, la joven de entonces 17 a?os que grab¨® todo el episodio y, con seguridad, cambi¨® el desenlace que parece escrito de antemano en estos casos.
El 25 de mayo, una patrulla acudi¨® a una tienda del sur de la ciudad por el aviso de que un cliente hab¨ªa pagado su tabaco con un billete falso de 20 d¨®lares. Era Floyd, de 46 a?os, que segu¨ªa dentro de un coche aparcado frente a la tienda. Para vencer su resistencia inicial, Chauvin lo inmoviliz¨® en el suelo junto a otros dos agentes y entonces tuvo lugar ese trance mortal. La rodilla de Chauvin apretaba el cuello de un hombre negro que ya no se mov¨ªa, que clamaba que no pod¨ªa respirar y luego parec¨ªa muerto sin que Chauvin retirase la presi¨®n ni atendiese a las quejas de los viandantes impotentes y desconcertados.
El expolic¨ªa estaba acusado de los cargos de homicidio en segundo grado (implica intenci¨®n en el instante, pero no premeditaci¨®n), homicidio en tercer grado (definido en Minnesota como el cometido por alguien que, aunque no busca el objetivo de matar, causa la muerte actuando de forma peligrosa, con una ¡°mentalidad depravada¡± y sin cuidado por la vida humana) y homicidio imprudente en segundo grado. Ha sido hallado culpable de los tres delitos y puede cumplir hasta 40 a?os de prisi¨®n en el caso del homicidio en segundo grado, si bien para alguien sin antecedentes penales, como es su caso, las penas m¨¢s habituales rondan los 12 a?os y medio. La sentencia de Chauvin, ahora en manos del juez Peter Cahill, puede tardar semanas o meses en conocerse.
Durante tres semanas de juicio, han desfilado algunos de los 45 testigos del suceso por el tribunal del condado de Hennepin, donde se encuentra la ciudad de Minneapolis. El fiscal, Steve Schleicher, pidi¨® al jurado, durante su alegato final: ¡°Usen el sentido com¨²n, crean lo que vieron sus ojos, ustedes han visto lo que han visto¡±. Este proceso, recalc¨®, ¡°no es contra la polic¨ªa, es un proceso a favor de la polic¨ªa¡±. Los dos compa?eros de Chauvin tambi¨¦n aguardan juicio, aunque por delitos menores. Todos fueros despedidos del cuerpo tras el incidente.
El caso Floyd despert¨® la mayor ola de protestas contra el racismo en Estados Unidos desde el asesinato de Martin Luther King, y provoc¨® una verdadera catarsis nacional. Empresas e instituciones, hasta el propio Pent¨¢gono, hicieron un nuevo examen de conciencia sobre la carga racial de sus s¨ªmbolos y la glorificaci¨®n de los emblemas de la Am¨¦rica confederada y esclavista.
No fue esta vez un prohombre de la comunidad el muerto, tampoco un notable l¨ªder de los derechos civiles. George Floyd fue un hombre de vida complicada, con un pasado de c¨¢rcel que trat¨® de superar con la religi¨®n y un presente con problemas de drogas. Pero precisamente por eso se plante¨® una conversaci¨®n m¨¢s profunda, porque su caso ilustra la situaci¨®n de vulnerabilidad diaria que afrontan los detenidos negros frente a los sospechosos blancos, y record¨® las mayores probabilidades que los afroamericanos tienen de acabar en los m¨¢rgenes de la sociedad y morir en un arresto.
Es infrecuente que un tribunal condene a un polic¨ªa en acto de servicio. Una decisi¨®n del Tribunal Supremo de 1967 estableci¨® que las violaciones de derechos por parte de las fuerzas del orden, cuando se llevan a cabo ¡°de buena fe¡± en una operaci¨®n, gozan de ¡°inmunidad cualificada¡±. En 2015, el mismo tribunal precis¨® que esta dispensa excluye la violaci¨®n de derechos ¡°reglamentarios y constitucionales claramente establecidos¡±, pero la redacci¨®n sirvi¨® de coladero para casos que hoy se recuerdan con indignaci¨®n. Se ha evocado estos d¨ªas a Rodney King, uno de los primeros abusos policiales contra un negro que el mundo pudo contemplar con sus propios ojos. Una noche de 1991, la polic¨ªa de Los ?ngeles detuvo a King, que estaba borracho, y le propin¨® una paliza brutal e incomprensible. La posterior absoluci¨®n de los agentes desat¨® otra ola de protestas.
El juicio por la muerte de Floyd ha tenido lugar en un pa¨ªs diferente de aquel, pese a las asignaturas a¨²n pendientes. Ha sido este un proceso de gran carga emocional, donde se ha visto a testigos llorar de impotencia y de culpa por no haber hecho o no haber podido hacer m¨¢s por evitar el desastre. Los estadounidenses han visto a un dependiente, Christopher Martin, acongojado por haber puesto sobre aviso a su jefe del billete falso, y al jefe de la polic¨ªa local, Medaria Arredondo, testificando contra uno de sus hombres.
El presidente, Joe Biden, asegur¨® que Estados Unidos vive ¡°un momento de cambio significativo¡±. ¡°George nos dej¨® unas palabras que no debemos olvidar: ¡®No puedo respirar¡±, dijo, y record¨®: ¡°Durante el funeral, su hija me dijo que ¡®pap¨¢ cambiar¨ªa el mundo¡¯. Hoy le digo que su padre ha cambiado el mundo¡±.
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