Alberto Vergara: ¡°En Per¨² estamos ante los mecanismos de la posverdad preparando un golpe de Estado electoral¡±
El polit¨®logo e investigador peruano analiza el proceso que vive el pa¨ªs despu¨¦s de las elecciones, el terror de las ¨¦lites hacia Pedro Castillo y los peligros de la narrativa que trata de instalar el fujimorismo
Hace diez a?os, cuando Ollanta Humala le gan¨® la presidencia a Keiko Fujimori en las elecciones peruanas de 2011, Alberto Vergara escribi¨® que, para ¨¦l, lo m¨¢s sorprendente de aquella votaci¨®n segu¨ªa siendo ¡°el fracaso calamitoso de la ¨¦lite econ¨®mica del pa¨ªs¡±. ¡°A pesar de ser los grandes beneficiados de los ¨²ltimos diez a?os¡±, escrib¨ªa Vegara, ¡°no tienen la capacidad de hacer pol¨ªtica e impedir que el candidato m¨¢s ajeno a sus intereses resulte elegido¡±. Casi todo lo que describ¨ªa en aquel art¨ªculo de 2011 puede leerse como si hubiera sido escrito ayer: la incapacidad de ¨¦lites econ¨®micas y medios para entender que los votantes no son unidimensionales; el paternalismo de los sectores de poder; el desprecio por el pueblo; la ceguera para reconocer la legitimidad de cualquier convicci¨®n pol¨ªtica que no coincida con sus intereses; todo eso ya estaba all¨ª.
Pero en la ¨²ltima d¨¦cada en Per¨² ha pasado de todo. Y tambi¨¦n en la ¨²ltima semana. Desde la conversaci¨®n que Vergara mantuvo con EL PA?S el domingo posterior a las elecciones del 6 de junio, el clima pol¨ªtico peruano se ha radicalizado cada vez m¨¢s: las denuncias de fraude de Keiko Fujimori han dado paso a teor¨ªas como la de una conspiraci¨®n chavista ejecutada por agentes de Cuba y Venezuela; un congresista electo de ultraderecha ha sugerido anular las elecciones; y las alertas ¡ªy voluntades ¨¢vidas¡ª de un posible golpe de Estado electoral ante la victoria de Castillo se han multiplicado.
Vergara ha sido cr¨ªtico de ambos candidatos en sus an¨¢lisis: ha llamado ¡°descabelladas¡± a las ideas de Castillo y lo ha se?alado por ser pol¨ªticamente autoritario, y ha acusado a Keiko Fujimori de estar comprometida con la destrucci¨®n del Estado de derecho. Como consecuencia, ha sido atacado por derecha y por izquierda. Ser insultado por extremos opuestos del arco pol¨ªtico siempre es una se?al de cordura en una situaci¨®n de polarizaci¨®n radical, aunque para los polit¨®logos peruanos deber¨ªa ser considerado un gaje del oficio. Adem¨¢s de ser autor de varios libros y profesor en la Universidad del Pac¨ªfico en Lima, Vergara ha sido profesor invitado en la Universidad de Montreal, SciencesPo Par¨ªs y Harvard, principalmente sobre pol¨ªtica latinoamericana. Un campo f¨¦rtil para los insultos en tierra propia y para miradas perplejas en tierras ajenas.
Pregunta: En su art¨ªculo de 2011, cuando habla del fracaso de las ¨¦lites peruanas en las elecciones, describe pr¨¢cticamente lo que ha sucedido ahora. Incluso dice que la apuesta de empresarios y medios por un candidato que solo les parec¨ªa atractivo a ellos (Pedro Pablo Kuczynski) fue responsable de que se eligiera a un presidente opuesto a sus intereses. ?Por qu¨¦ cree que estos errores son id¨¦nticos diez a?os despu¨¦s?
Respuesta: Bueno, porque hay una situaci¨®n fundamental que no se ha alterado, que es la distancia entre esas ¨¦lites econ¨®micas ¡ªen ese art¨ªculo yo digo que no son ¨¦lites, si no un grupo de gente con dinero¡ª y la ciudadan¨ªa en general. Y aqu¨ª es importante decir algo: es la distancia, no la desigualdad. Porque la desigualdad es un hecho econ¨®mico que puede ser mayor o menor. Pero aqu¨ª estamos hablando de sectores que han decidido enrejarse en sus barrios, que han decidido pasar por la v¨ªa privada para todos los servicios (seguridad, universidades, colegios, cl¨ªnicas) y entonces son grupos que viven en su burbuja. Y eso no cambi¨®: son pa¨ªses que no se tocan, que no se ven, que no intercambian nada. Esa distancia sigue ah¨ª y construye sociedades segregadas donde lo que manda en tiempos normales es el desinter¨¦s por el otro. Tambi¨¦n la sospecha. Y esto en tiempos convulsos deviene en miedo. Y una vez que el miedo hace su ingreso, a esta sociedad, que no conoce al otro, solo se le ocurre que el otro es una manada amenazante a la que hay que disciplinar o comprar.
P: Pero no es la primera vez que Per¨² tiene un candidato que, por decirlo de alguna manera, no responde al fenotipo ideal de las ¨¦lites blancas. Alejandro Toledo era ¡°el cholo sano y sagrado¡±, como dec¨ªa su esposa, y Ollanta Humala tambi¨¦n despertaba estos temores y se le acusaba de querer llevar el chavismo al pa¨ªs. ?En qu¨¦ se diferencia Pedro Castillo de estos l¨ªderes pol¨ªticos?
R: Antes de entrar a la diferencia, primero digamos en qu¨¦ se parecen. Es el temor de los insiders a perder sus privilegios contra unos outsiders que representan una muchedumbre fea y desconocida. Siempre fue as¨ª. No es que los anteriores no dieran miedo. Lo que diferencia a Castillo del resto de figuras que han asustado en la pol¨ªtica peruana es que se alinean un mont¨®n de variables. Castillo es como el demonio encarnado: no le falta nada. Tu podr¨ªas decir: s¨ª, Toledo sac¨® la cosa ind¨ªgena, hizo su juramentaci¨®n en Machu Picchu, su esposa amenaz¨® a los pitucos de Miraflores... Pero ven¨ªa del Banco Mundial. Hablaba mejor en ingl¨¦s que en espa?ol. Por lo tanto met¨ªa miedo en algunas variables, pero en otras era m¨¢s moderado. Con Humala podr¨ªas decir: met¨ªa miedo, mucho m¨¢s que Toledo, pero era un militar. Lime?o. Y hab¨ªa luchado contra Sendero Luminoso. De hecho, ten¨ªa acusaciones de violaciones a los derechos humanos en medio de la guerra con Sendero.
En cambio aqu¨ª tenemos una situaci¨®n en la cual se alinean todas las fuentes de pavor posibles. Es un programa econ¨®mico descabellado, al menos el original con el cual se presenta Castillo, con nacionalizaciones, estatizaciones¡ Por eso es justificado tenerle miedo a su plan econ¨®mico. En t¨¦rminos pol¨ªticos, la reivindicaci¨®n de autoritarismos de todo tipo en Am¨¦rica Latina, incluyendo declaraciones del propio Castillo de que va a cerrar el Tribunal Constitucional, la Defensor¨ªa del pueblo. Adem¨¢s, hay dirigentes de su partido involucrados en dur¨ªsimos actos de corrupci¨®n. O sea, tienes todo. Dimensiones program¨¢ticas en su forma m¨¢s preocupante, y luego el origen de la sierra. Y entonces se activa un pavor hist¨®rico que est¨¢ ah¨ª, de toda la vida, y es el miedo de Lima a lo que durante mucho tiempo se llam¨®, sin rubor, ¡°la indiada¡±. Creo que eso es clar¨ªsimo. En estos momentos en Lima, en San Isidro, est¨¢n poniendo maderas en los escaparates de las tiendas. Claro, eso s¨®lo se entiende si crees que te va a caer un ej¨¦rcito invasor. En las clases altas de Lima sienten que est¨¢ llegando un ej¨¦rcito invasor en el que cabalgan Juan Santos Atahualpa, T¨²pac Amaru, Haya de la Torre, Abimael Guzm¨¢n, Alan Garc¨ªa joven, Velasco... Todos los fantasmas hist¨®ricos, secundados por una muchedumbre incomprensible de, como dir¨ªa la mujer de Sebasti¨¢n Pi?era, ¡°alien¨ªgenas¡±.
P. Cuando la esposa de Pi?era habla de alien¨ªgenas, parece que es la ¨²nica forma que tiene de explicarse el estallido social. En Colombia, hay sectores del uribismo que hablan de la infiltraci¨®n de venezolanos para explicarse las protestas de ahora. ?Hablar de fraude es el ¨²nico modo que tienen las ¨¦lites en Per¨² de explicarse que m¨¢s de la mitad del pa¨ªs pueda querer votar a un candidato de la sierra de un partido que se dice marxista leninista? ?Por qu¨¦ resulta tan dif¨ªcil de entender que hay gente que no tiene nada que perder?
R. Porque no les reconocen la condici¨®n de ciudadanos iguales. A mi me parece importante analizar este discurso del fraude. Es fundamental subrayar que en el Per¨², en los centros de votaci¨®n, hay veedores de todo tipo. Est¨¢n los representantes de la ONPE (Organizaci¨®n Nacional de Procesos Electorales), del Jurado Nacional de Elecciones, de la Fiscal¨ªa. Hay personeros de los partidos, ciudadanos en general, veedores internacionales. Es decir, teniendo todos esos actores distribuidos por miles en los centros de votaci¨®n del Per¨², todos con una c¨¢mara en el bolsillo, nadie report¨® episodios de fraude el d¨ªa de la elecci¨®n. El fraude solo aparece cuando van perdiendo. Primero el fujimorismo llam¨® a la ciudadan¨ªa a que si han sido testigos de algo raro, les avisen. Luego, el abogado de Keiko Fujimori dice que est¨¢ seguro de que ha habido un fraude, pero que no tiene pruebas. Literal. Que ha habido fraude, pero que ¨¦l no lo puede probar. O sea: Giuliani de los Andes...
Y en esa circunstancia, sin que el d¨ªa de las elecciones se haya generado nada extra?o, de pronto, los estudios de abogados de Lima se ponen a analizar miles de actas para encontrar fallos. Tambi¨¦n es revelador que al inicio la estrategia supon¨ªa ir en busca de actas para defender el voto de Keiko Fujimori en los sitios donde le ha ido bien. Pero hacen los c¨¢lculos y se dan cuenta de que no alcanza. Y que, por lo tanto, no se trata de salvar votos de Keiko, sino de anular votos de Castillo. Ya toda esa din¨¢mica era antidemocr¨¢tica, porque lo que piden es eliminar 802 actas que significan m¨¢s o menos 200.000 votos. Doscientos mil votos en los que es probable que haya m¨¢s o menos 40.000 votos de Keiko. Pero le da igual. Ella quiere un voticidio. Desaparecer a esos votantes. De lo que hay que ser conscientes es que aqu¨ª estamos ante los mecanismos de la posverdad preparando un golpe de Estado electoral. Y, por el momento, da la impresi¨®n de que Keiko Fujimori tiene carta blanca de la ¨¦lite econ¨®mica para incendiar el pa¨ªs con tal de no tener a Castillo de presidente.
P. Ahora, entre la gente que est¨¢ comprando la hip¨®tesis del fraude uno puede suponer que hay gente racional, que de alguna manera cree en las instituciones o en la Rep¨²blica, pero est¨¢n aceptando esta narrativa cuando parece tan evidente lo que est¨¢n haciendo. ?Cree que lo hacen de manera inconsciente, porque esta narrativa es la ¨²nica forma que tienen de explicarse el voto por Castillo? ?C¨®mo se lo explica?
R. La explicaci¨®n tiene varias capas. Me parece que en el liderazgo del fujimorismo no hay duda de que ellos saben que est¨¢n intentando hacer trampa, y van a denunciar fraude porque tienen cosas demasiado grandes en juego. Y la prueba es que hace cinco a?os el fujimorismo tambi¨¦n aleg¨® fraude cuando perdi¨® la segunda vuelta con PPK. O sea, en estos 20 a?os de democracia en el Per¨² ning¨²n partido o l¨ªder reclama fraude, pero a Keiko Fujimori se lo aplican dos veces. Qu¨¦ extra?o, ?no? Hace cinco a?os fue la misma historia y est¨¢n dispuestos a incendiar el pa¨ªs con tal de salvar su pellejo. Creer que antes lo hicieron por revancha y ahora lo hacen por su compromiso con la democracia es ingenuo. Pero, en segundo lugar, producto de estos miedos de los que ya hemos hablado, un grupo muy grande de gente ha ca¨ªdo en la trampa de: contra el comunismo todo vale. Keiko Fujimori ha tuiteado: ¡°Hoy inform¨¦ al mundo sobre la dura batalla que estamos dando los peruanos para no caer en manos del comunismo¡±. Ya no est¨¢ librando una lucha para defender sus votos. Ya no est¨¢ librando una lucha en nombre de la democracia. Ahora est¨¢ en una cruzada contra el comunismo. Y como sabemos bien los latinoamericanos, el anticomunismo no siempre es democr¨¢tico.
P. Pero, ?qu¨¦ efectos podr¨ªa tener una narrativa as¨ª cuando las elecciones ya han terminado?
R. Creo que eso ha chorreado a parte de la sociedad lime?a. Ya se desentendi¨® de la democracia, ahora hay que salvarse del comunismo a cualquier precio, porque el comunismo pone en peligro tu existencia. Y entonces, en el momento en que tu adversario pol¨ªtico es un enemigo, que pone en peligro todo, probablemente tu vida, tus hijos, tus propiedades, todo queda justificado. Yo creo que eso es lo que se ha infiltrado hacia la sociedad, y por tanto la democracia es lo de menos. Y aqu¨ª viene algo adicional importante: ?Qui¨¦n en su sano juicio puede creer que el Per¨² es gobernable por Keiko Fujimori ganando con esta estrategia de eliminar 200.000 votos de los peruanos m¨¢s pobres? O sea, ya iba a tener un problema de popularidad porque la mitad de su votante solo est¨¢n votando por ella para impedir que Castillo sea presidente. Pero ahora, ?realmente hay alguien de los que est¨¢ empujando esta irresponsabilidad que ha pensado si el Per¨² ser¨¢ gobernable con ella? Y entonces mi ¨²nica respuesta es que s¨ª: en forma de dictadura.
Porque adem¨¢s ya se estableci¨® que los opositores a Keiko son terroristas comunistas. O sea que, cuando sea presidenta, quienes se opongan a ella, ?qui¨¦nes son? Terroristas. ?Y qu¨¦ se hace con los terroristas en el Per¨²? Se les arrasa. Entonces hay un mecanismo l¨®gico que te lleva de lo que podr¨ªamos llamar la desaparici¨®n electoral forzada a la desaparici¨®n forzada, sin m¨¢s.
P. ?Le sorprende que, frente a lo que est¨¢ sucediendo, se mantenga firme el apoyo de figuras c¨¦lebres consideradas liberales a ultranza, como Mario Vargas Llosa?
R. Yo creo que es leg¨ªtimo que Mario Vargas Llosa le tema a Castillo y prefiera a Keiko Fujimori. Lo que no deja de sorprenderme es su entusiasmo. Porque en Chile ¨¦l fue enf¨¢tico en separar la derecha ¡°cavernaria¡± de la derecha liberal. Pero en el Per¨² no solo quiere una coalici¨®n de liberales y cavernarios, sino que parece encantado de que a esta coalici¨®n la lideren los cavernarios.
P. Reci¨¦n dec¨ªa que la estrategia del fraude impulsada por el fujimorismo parece una copia de la de Trump, pero la estrategia discursiva de englobar a todos los que apoyan a Castillo como ¡°comunistas¡± se parece a la que siempre ha llevado adelante al uribismo: la de no conceder ni reconocer ning¨²n tipo de legitimidad al opositor. El que no comparte su visi¨®n es un enemigo...
R. Debemos entender que el voto de Castillo es uno muy desestructurado. Hace cinco a?os una parte vot¨® por Keiko. Hace dos se hizo hincha de Vizcarra. No estamos hablando de medio pa¨ªs comunista. No es la Guerra Civil de El Salvador. Estamos hablando de un pa¨ªs empobrecido, jodido, de luto, con deudas. Que se expresa en que este profesor rural pueda canalizar su molestia. Pero no son leninistas. De la misma manera que hay que decir que el 50% de gente que vota por Keiko no son corruptos. Esto es un pa¨ªs superprecario, informal, donde la gente no se acuerda por qui¨¦n vot¨® la elecci¨®n pasada. Por ejemplo, un dato que me parece anecd¨®tico pero muy revelador es: en la elecci¨®n pasada, en estos mismo momentos, toda la discusi¨®n y las esperanzas de Keiko Fujimori estaban en el voto rural. Y Pedro Pablo Kuczynski ten¨ªa todas las esperanzas en el voto del extranjero. Hoy d¨ªa es exactamente al rev¨¦s. ?Por qu¨¦? Porque es el Per¨². Esto nunca ha sido una fiesta democr¨¢tica. Es una fiesta swinger. Votamos por uno. Nos vamos por otro. Pol¨ªticos y ciudadanos somos una panda de promiscuos pol¨ªticos. Y entonces, creer que de pronto la mitad del pa¨ªs es un escuadr¨®n de comunistas, ?de d¨®nde?
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