El Supremo de Estados Unidos respalda a la animadora castigada por insultar a su instituto en una red social
El alto tribunal cree que el centro educativo viol¨® el derecho a la libertad de expresi¨®n de la adolescente al vetarla como ¡®cheerleader¡¯ durante un a?o
El Tribunal Supremo de Estados Unidos ha fallado este mi¨¦rcoles a favor de una alumna de un instituto de Mahanoy (Pensilvania) que fue sancionada por publicar insultos contra su colegio en la red social Snapchat cuando estaba fuera del establecimiento. Brandi Levy ten¨ªa 14 a?os cuando subi¨® una foto a la red social quej¨¢ndose de que no hab¨ªa sido admitida en el equipo de animadoras universitario. Como castigo, el instituto le impidi¨® ser cheerleader durante un a?o. El m¨¢ximo ¨®rgano judicial ha dictaminado que el distrito escolar vulner¨®...
El Tribunal Supremo de Estados Unidos ha fallado este mi¨¦rcoles a favor de una alumna de un instituto de Mahanoy (Pensilvania) que fue sancionada por publicar insultos contra su colegio en la red social Snapchat cuando estaba fuera del establecimiento. Brandi Levy ten¨ªa 14 a?os cuando subi¨® una foto a la red social quej¨¢ndose de que no hab¨ªa sido admitida en el equipo de animadoras universitario. Como castigo, el instituto le impidi¨® ser cheerleader durante un a?o. El m¨¢ximo ¨®rgano judicial ha dictaminado que el distrito escolar vulner¨® la primera enmienda de la Constituci¨®n, que blinda la libertad de expresi¨®n.
El caso establece un precedente sobre los l¨ªmites correctivos de las escuelas a sus alumnos en la era de las redes sociales. La votaci¨®n en el Supremo se resolvi¨® con ocho votos a favor de la adolescente y solo uno en contra. ¡°Podr¨ªa resultar tentador desestimar las palabras de B.L. por resultar impropias de las protecciones de la primera enmienda a debate aqu¨ª. Pero a veces es necesario proteger lo superfluo para preservar lo necesario¡±, escribi¨® en los argumentos el juez Stephen Breyer. El magistrado progresista indic¨® que los estudiantes ¡°no pierden sus derechos constitucionales de libertad de expresi¨®n ni siquiera en la puerta de la escuela¡±.
Levy se enter¨® de que no hab¨ªa sido admitida como animadora un s¨¢bado, mientras estaba en una tienda. Enfadada, subi¨® a Snapchat un selfi acompa?ada de una amiga, ambas con los dedos medios levantados, y con el texto ¡°que le jodan a la escuela, que le jodan al s¨®ftbol, que le jodan a ser animadora, que le jodan a todo¡±. Las publicaciones en esa red social tienen una duraci¨®n de 24 horas, pero una de sus 250 seguidoras grab¨® una captura de pantalla de la imagen y se la mostr¨® a su madre, entrenadora del instituto al que asist¨ªa la aspirante a cheerleader. Levy, que ahora tiene 18 a?os, cursa su primer a?o de universidad.
Los entrenadores de Levy la suspendieron por un a?o porque hab¨ªa violado las reglas del equipo, que inclu¨ªan una actitud respetuosa, evitar el ¡°lenguaje soez y gestos inapropiados¡± y una conducta contraria a ¡°cualquier informaci¨®n negativa¡± sobre animadores y entrenadores en internet. ¡°Dondequiera que se origine el discurso de los estudiantes, las escuelas deber¨ªan poder tratar a los estudiantes por igual cuando est¨¦ dirigido a la escuela e imponga los mismos da?os perturbadores en el entorno escolar¡±. Un informe del Distrito Escolar del ?rea de Mahanoy, donde se encuentra el antiguo instituto de Levy, sostuvo que los centros deber¨ªan poder intervenir, al margen de donde se expresen los estudiantes, si lo que dicen est¨¢ dirigido al colegio y genera un da?o a este.
Los padres de la adolescente intentaron revertir la decisi¨®n hablando con los entrenadores, el director del instituto y la junta escolar. Sin ¨¦xito, acabaron por llevar el caso a los tribunales. Un juez de distrito fall¨® a favor de que la suspensi¨®n hab¨ªa violado la primera enmienda y orden¨® que la reincorporaran al equipo en su segundo a?o (Levy estaba en primero cuando ocurrieron los hechos). La junta escolar apel¨® la decisi¨®n y volvieron a perder. La jueza Cheryl Ann Krause, del Tribunal de Apelaciones del Tercer Circuito, afirm¨® que los magistrados eran conscientes de que las nuevas tecnolog¨ªas est¨¢n abriendo nuevos territorios ¡°donde los reguladores [escolares] pueden intentar suprimir un discurso que consideran inapropiado, grosero o provocador. No podemos permitir tales intentos, al margen de lo intencionados que sean, sin sacrificar las valiosas libertades que protege la primera enmienda¡±.
Las autoridades escolares decidieron llevar el caso al Tribunal Supremo. Uno de sus principales argumentos era un fallo de 1969 en el que el ¨®rgano judicial dictamin¨® que los estudiantes de una escuela de Iowa pod¨ªan llevar brazaletes negros como gesto de oposici¨®n a la guerra de Vietnam, pero especificando que cualquier manifestaci¨®n que perturbara el funcionamiento de la escuela pod¨ªa ser sancionada. Las escuelas ¡°conservan la autoridad para regular las conductas que se producen fuera de los l¨ªmites de su propiedad, pero que tienen consecuencias en su interior¡±, argument¨® el instituto de Mahanoy.
El juez Clarence Thomas, el ¨²nico voto en contra de la adolescente, escribi¨® en sus observaciones que participar en programas extracurriculares tiene mayor influencia y, por ende, si un alumno habla mal de ellas puede hacer m¨¢s da?o a la instituci¨®n que una persona ajena a esas actividades. A pesar de darle la raz¨®n a Levy, el Supremo remarc¨® en su votaci¨®n que los distritos escolares s¨ª tienen derecho a castigar a los estudiantes por opiniones expresadas fuera del instituto cuando estas perturben gravemente el funcionamiento de los establecimientos.
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