Irlanda del Norte se niega a perdonar el pasado
Las formaciones norirlandesas rechazan la propuesta del Gobierno de Johnson de acabar con las investigaciones penales de los delitos terroristas sin resolver
Fue el propio Boris Johnson quien, la pasada semana, defendi¨® en la C¨¢mara de los Comunes del Reino Unido una propuesta que sonaba bienintencionada, pero que ha provocado las sospechas y el rechazo de las formaciones pol¨ªticas norirlandesas y del Gobierno de Dubl¨ªn. El primer ministro brit¨¢nico anunciaba su intenci¨®n de impulsar ...
Fue el propio Boris Johnson quien, la pasada semana, defendi¨® en la C¨¢mara de los Comunes del Reino Unido una propuesta que sonaba bienintencionada, pero que ha provocado las sospechas y el rechazo de las formaciones pol¨ªticas norirlandesas y del Gobierno de Dubl¨ªn. El primer ministro brit¨¢nico anunciaba su intenci¨®n de impulsar una ley que prohibir¨¢ la investigaci¨®n penal de todos los delitos de sangre ocurridos antes de 1998 en Irlanda del Norte. Algo que, seg¨²n ¨¦l, ¡°permitir¨¢ a esta provincia poder trazar una l¨ªnea que deje atr¨¢s los a?os de los troubles (disturbios)¡±, como se conoce al periodo de conflicto armado y terrorismo que se extendi¨® desde finales de los sesenta del siglo pasado hasta esa fecha.
¡°Yo he trabajado junto a la polic¨ªa seis a?os en Irlanda del Norte, y he investigado a terroristas al frente de la Fiscal¨ªa General¡±, afirmaba el l¨ªder de la oposici¨®n laborista, Keir Starmer, el pasado mi¨¦rcoles, durante la sesi¨®n de control al Gobierno. ¡°Una amnist¨ªa total, que incluya a los terroristas, es un error. Si queremos que las cosas avancen en Irlanda del Norte, lo primero que debe hacerse es hablar con las v¨ªctimas. Los pol¨ªticos en Londres no pueden simplemente trazar una raya sobre los delitos de terrorismo u otros cr¨ªmenes de sangre e imponer esa decisi¨®n a aquellos que m¨¢s los sufrieron¡±, dec¨ªa Starmer.
Hay una sospecha generalizada, entre los principales actores del delicado equilibrio que supone sostener la paz en esa regi¨®n, de que Johnson act¨²a m¨¢s preocupado por las presiones del ala dura del Partido Conservador que por una voluntad honesta de pasar p¨¢gina en Irlanda del Norte. De los 1.130 casos que la polic¨ªa manten¨ªa abiertos a finales de 2019, 583 son atribuidos presuntamente al IRA, la organizaci¨®n terrorista republicana; pero 289 se?alan directamente al ej¨¦rcito brit¨¢nico. La derecha brit¨¢nica se comprometi¨®, en su ¨²ltimo programa electoral, hace dos a?os, a ¡°acabar con las demandas legales vejatorias que socavan a las Fuerzas Armadas e impiden su capacidad de combatir guerras¡±, bajo el argumento de que la ley que rige en tiempos de paz no puede ser la misma que rija en tiempos de guerra.
La nueva ley, de seguir adelante, no estar¨¢ lista hasta finales de a?o. Y el Gobierno irland¨¦s, parte fundamental en la forja de la paz con el Acuerdo de Viernes Santo de 1998, se ha conjurado para evitar ese borr¨®n y cuenta nueva perseguido por Downing Street. ¡°Es necesario que alguien responda por los asesinatos y el quebranto de la ley que tuvieron lugar durante el tiempo de los troubles¡±, ha respondido a la propuesta Simon Coveney, el ministro de Exteriores irland¨¦s. ¡°Las familias se merecen la verdad y se merecen que haya justicia¡±.
La nueva ley, anunciada finalmente la semana pasada en el Parlamento brit¨¢nico por el ministro para Asuntos de Irlanda del Norte, Brandon Lewis, camuflar¨ªa su pretensi¨®n de una amnist¨ªa general ¨D¡°las generaciones actuales y futuras estar¨ªan condenadas a un clima de divisi¨®n y a que no hubiera reconciliaci¨®n si el Gobierno no act¨²a¡±, lleg¨® a decir Lewis¨D con una serie de medidas compensatorias.
Se crear¨ªa una nueva comisi¨®n de investigaci¨®n para aclarar lo ocurrido, a semejanza de la Comisi¨®n para la Verdad y la Reconciliaci¨®n que puso en marcha Sud¨¢frica despu¨¦s de dejar atr¨¢s el apartheid. Y se impulsar¨ªa un proyecto para recabar la historia oral de d¨¦cadas de sufrimiento. Aunque el nuevo organismo, seg¨²n asegura Lewis, tendr¨ªa libre acceso a todos los documentos oficiales del Gobierno que solicitara, y capacidad para recabar el testimonio de testigos, las familias de las v¨ªctimas dudan de que nadie tenga inter¨¦s en contar la verdad si no est¨¢ sometido al poder coercitivo de la ley penal.
¡°La memoria de los asesinatos se vuelve c¨ªnicamente selectiva. Muchos conservadores, y la prensa conservadora, quieren amnist¨ªa para los soldados brit¨¢nicos que dispararon a civiles desarmados, pero no para los paramilitares que hicieron exactamente lo mismo¡±, denuncia el periodista y escritor irland¨¦s Fintan O¡¯Toole. ¡°El Sinn F¨¦in [durante d¨¦cadas, el brazo pol¨ªtico del IRA] denuncia la impunidad de esos soldados, pero glorifica los asesinatos masivos del IRA. Unionistas respetables se?alan la ambivalencia del Sinn F¨¦in, pero dan credibilidad pol¨ªtica a los paramilitares que causaron muertes sectarias¡±, dice.
Las asociaciones de familiares de v¨ªctimas han expresado su rabia ante el anuncio del Gobierno de Johnson, que ha tenido la rara habilidad de suscitar el consenso de todas las formaciones pol¨ªticas de Irlanda del Norte y de las principales organizaciones humanitarias. ¡°D¨ªgame, se?or primer ministro, si uno de sus seres queridos hubiera sido destrozado hasta el punto de no poder ser reconocido, o si solo pudiese saber que era su hijo o su hija por las huellas dactilares (...), ?estar¨ªa de acuerdo en que se impulsara una ley tan obscena?¡±, ha denunciado Julie Hambleton. Su hermana Maxine fue una de las 21 personas asesinadas por una bomba del IRA en un pub de Birmingham en 1974.
En un intento por resucitar el esp¨ªritu que impuls¨® el Acuerdo de Viernes Santo y refrescar un ambiente que comenzaba a caldearse de nuevo, los Gobiernos de Irlanda y del Reino Unido, junto a las principales fuerzas pol¨ªticas de Irlanda del Norte, firmaron en 2014 el llamado Acuerdo de la C¨¢mara de Stormont (el ¨¢rea de Belfast donde se encuentra el edificio de la Asamblea Aut¨®noma). A la hora de abordar el legado de la violencia, se quiso promover la reconciliaci¨®n, y situar a las v¨ªctimas y a sus familias en el centro de cualquier decisi¨®n, pero tambi¨¦n a respetar en todo momento ¡°el imperio de la ley¡±. Al atar las manos de la polic¨ªa norirlandesa e impedir que puedan llevar adelante sus investigaciones, el Gobierno de Johnson se muestra dispuesto a saltarse, una vez m¨¢s, otro de los compromisos que firm¨® en torno a la regi¨®n m¨¢s atormentada del Reino Unido.