El Constitucional de Colombia ordena a un dirigente de f¨²tbol disculparse por sus comentarios machistas
El presidente de un club asociaba el f¨²tbol femenino con el lesbianismo. La corte tambi¨¦n ordena al Gobierno a crear planes para proteger a las jugadoras
En d¨ªas de haza?as ol¨ªmpicas que marcan precedentes, la Corte Constitucional de Colombia tom¨® una decisi¨®n que supone un gol al machismo. El tribunal protegi¨® los derechos de las mujeres futbolistas del pa¨ªs ante las declaraciones mis¨®ginas de un dirigente deportivo, pero fue m¨¢s all¨¢ y orden¨® una serie de medidas que buscan remediar la discriminaci¨®n de g¨¦nero en el f¨²tbol femenino.
En 2018, Gabriel Camargo, presidente del Club Deportes Tolima, el actual campe¨®n de la primera divisi¨®n masculina, dijo a medios de comunicaci¨®n que la Li...
En d¨ªas de haza?as ol¨ªmpicas que marcan precedentes, la Corte Constitucional de Colombia tom¨® una decisi¨®n que supone un gol al machismo. El tribunal protegi¨® los derechos de las mujeres futbolistas del pa¨ªs ante las declaraciones mis¨®ginas de un dirigente deportivo, pero fue m¨¢s all¨¢ y orden¨® una serie de medidas que buscan remediar la discriminaci¨®n de g¨¦nero en el f¨²tbol femenino.
En 2018, Gabriel Camargo, presidente del Club Deportes Tolima, el actual campe¨®n de la primera divisi¨®n masculina, dijo a medios de comunicaci¨®n que la Liga Femenina de F¨²tbol era ¡°un caldo de cultivo de lesbianismo tremendo¡±, que no tendr¨ªa futuro y que las futbolistas eran ¡°m¨¢s ¡®tomatrago¡¯ (bebedoras) que los hombres¡±, entre otras cosas. La Defensor¨ªa del Pueblo present¨® una tutela para exigir el derecho al buen nombre y honra de las futbolistas y otras organizaciones se unieron a la demanda.
Ahora, la Corte no solo obliga a Camargo a ofrecer disculpas y retractarse en una rueda de prensa en la que debe haber jugadoras, sino que reconoce que el f¨²tbol femenino en Colombia se desarrolla en un contexto de discriminaci¨®n estructural contra las futbolistas que es ¡°producto de la naturalizaci¨®n y la consecuente invisibilizaci¨®n de comportamientos o actitudes sexistas y mis¨®ginas¡±.
Nina Chaparro, coordinadora de g¨¦nero del Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad Dejusticia, asegura que es una decisi¨®n hist¨®rica. ¡°El contexto para hombres y para mujeres futbolistas es muy distinto. Desde los a?os 90, ellos han obtenido derechos m¨ªnimos por medio de m¨²ltiples decisiones judiciales de la Corte Constitucional¡±, explica. As¨ª, los jueces han dado herramientas para equilibrar la balanza de poder entre los jugadores hombres, los clubes y las agencias privadas de regulaci¨®n.
La realidad que tienen que gambetear las mujeres futbolistas es mucho m¨¢s compleja. No solo se trata de disparidad salarial, sino tambi¨¦n de acoso sexual, lesbofobia y poco apoyo institucional y financiero. En 2019, varias de ellas, encabezadas por Isabella Echeverri y Melissa Ortiz, echaron a andar su propia revoluci¨®n contra el machismo en el f¨²tbol. Las ¡°superpoderosas¡±, como se conoce a la actual generaci¨®n de internacionales colombianas por sus buenos resultados, denunciaron irregularidades en la selecci¨®n femenina, falta de pagos por parte de la federaci¨®n de f¨²tbol, uniformes precarios y la obligaci¨®n de costear sus propios billetes a¨¦reos y hospedaje durante las convocatorias.
Adem¨¢s de la selecci¨®n, la precariedad laboral se extiende al campeonato profesional femenino, que se comenz¨® a disputar en el 2017 y siempre ha estado acechado por el riesgo de desaparecer en medio de m¨²ltiples obst¨¢culos. Muchas de las jugadoras no est¨¢n vinculadas formalmente a equipos, y las que s¨ª lo est¨¢n tienen contratos de apenas dos meses, lo que las deja sin acceso al sistema de seguridad social y de salud en un deporte donde el riesgo de lesionarse est¨¢ a la vuelta de la esquina. ¡°La brecha no es solo por la cuant¨ªa en los salarios, sino por las condiciones detr¨¢s, la duraci¨®n de los torneos, que oscila entre los dos y 2,5 meses. Hoy, por ejemplo, solo hay dos equipos que reconocen la continuidad de sus jugadoras y les mantienen sus salarios m¨¢s all¨¢ de los momentos de competencias¡±, dice a EL PA?S Manuela Acosta, jugadora del club La Equidad.
La duraci¨®n del torneo es una de sus debilidades, as¨ª como el n¨²mero de equipos. Mientras en un a?o las mujeres tienen 12 partidos, los hombres juegan 60. ¡°Ello contrasta con las condiciones bajo las cuales tienen lugar las convocatorias del equipo masculino¡±, indica la sentencia. Para el tribunal, adem¨¢s, esto evidencia tres cosas que impactan a las mujeres futbolistas: ¡°inestabilidad en el proyecto de vida, oscilaci¨®n en la protecci¨®n en seguridad social y baja participaci¨®n deportiva¡±.
No hay datos claros sobre cu¨¢ntas futbolistas mujeres hay en Colombia. Algunos datos indican que son cerca de 11.000, pero la realidad es que hoy solo compiten en la liga profesional femenina 11 de 36 clubes deportivos disponibles. ¡°Se entiende como profesionales a aquellas que conforman las plantillas que compiten actualmente, pero esa categor¨ªa es ambigua. Es una copia de los reglamentos para los hombres seg¨²n la cual se necesita jugar una cantidad m¨ªnima de minutos (cerca de 11 partidos) para considerarse profesionales¡±, agrega Acosta.
Contra el acoso sexual
Las denuncias sobre el entorno laboral de los ¨²ltimos a?os han abierto el camino para evidenciar casos de acoso sexual. Una fisioterapeuta y dos jugadoras de la selecci¨®n femenina sub 17 se?alaron por acoso sexual al entrenador, Didier Luna, y el preparador f¨ªsico, Sigifredo Alonso, durante las concentraciones previas al Mundial de Uruguay, en 2018. Luna firm¨® un preacuerdo con la Fiscal¨ªa y fue condenado a una pena de 28 meses. Para evitar casos como ese, el tribunal constitucional exhorta a la Divisi¨®n Mayor del F¨²tbol Colombiano (Dimayor) y la Federaci¨®n Colombiana de F¨²tbol a implementar una pol¨ªtica de ¡°cero tolerancia al acoso sexual¡±.
¡°Esta se convierte en la segunda decisi¨®n de una alta Corte que evidencia una situaci¨®n de discriminaci¨®n estructural hacia las mujeres futbolistas, protege sus derechos y abre la puerta a que los jueces miren con lupa las relaciones de poder que tienen las autoridades de f¨²tbol frente a las jugadoras¡±, asegura Chaparro, de Dejusticia.
La primera sentencia tambi¨¦n marc¨® un precedente. La Corte favoreci¨® a Mar¨ªa Paz Mora, una ni?a de diez a?os que particip¨® con su equipo en un torneo de f¨²tbol mixto, y este fue descalificado por tener una ni?a como portera en lugar de a un ni?o. La Corte concluy¨® que esa era una postura discriminatoria.
En el contexto latinoamericano, el fallo de Colombia se suma a casos como el de la futbolista argentina Macarena S¨¢nchez, que demand¨® a su club deportivo para que reconociera su v¨ªnculo laboral y como resultado la Asociaci¨®n de F¨²tbol Argentino profesionaliz¨® el f¨²tbol femenino. Pero las luchas de las jugadoras se dan en todos los pa¨ªses.
En Colombia, Camargo tuvo que pagar 50 millones de pesos, cerca de 13.000 d¨®lares, por los agravios. Adem¨¢s, tendr¨¢ que crear un programa en su club para erradicar pr¨¢cticas discriminatorias, mientras los ministerios de Deporte y de Educaci¨®n, as¨ª como la Consejer¨ªa para la Equidad de la Mujer tendr¨¢n que dise?ar programas de derechos humanos para eliminar estereotipos y fomentar el respeto de las libertades de las mujeres en los escenarios deportivos.
Debido a la sentencia, el Congreso tambi¨¦n tendr¨¢ que actualizar la Ley del Deporte con el fin de incluir en ella garant¨ªas para la equidad de g¨¦nero. La jugadora de La Equidad dice que es alentador pero a¨²n hay ¡°mucha utop¨ªa¡±. ¡°Lo m¨¢s importante es esa sugerencia que se hace de evaluar los mecanismos que aseguren efectivamente la participaci¨®n femenina, no solo dentro de la dirigencia del f¨²tbol, sino tambi¨¦n en los ¨¢mbitos t¨¦cnicos, y de erradicar cualquier pr¨¢ctica discriminatoria, no solo en el equipo de Camargo, sino en todos¡±.
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