Los saqueos y los problemas de distribuci¨®n lastran la llegada de ayuda humanitaria a Hait¨ª
Con m¨¢s de medio mill¨®n de personas que se han quedado sin nada, la demora en el reparto de agua, alimentos, carpas y todo tipo de enseres aviva el fantasma del sismo de 2010
Un cami¨®n con ayuda humanitaria de la organizaci¨®n irlandesa Concern est¨¢ parado a la orilla de un r¨ªo en la comunidad de Maniche, en las monta?as del departamento sur de Hait¨ª, mientras una turba desvalija su interior. ¡°D¨¢melo, d¨¢melo, maldito¡±, le grita un hombre a otro con quien se disputa un toldo doblado, que finalmente consigue llevarse. Mientras, varios j¨®venes subidos al veh¨ªculo lanzan atropelladamente los enseres de su interior: papel higi¨¦nico, compresas, cepillos de dientes, jab¨®n, colchas y toldos para protegerse de la lluvia y el calor. Los conductores, impotentes, se limitan a esperar a que el saqueo acabe en su cabina para despu¨¦s cerrar las puertas y seguir su camino.
A pocos minutos de ah¨ª, en una escuela rural de esa zona en la monta?a, a unos 40 minutos de Los Cayos, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de Naciones Unidas ha montado un gran operativo para entregar sacos de 50 kilos de arroz y guisantes, y latas de aceite a m¨¢s de 5.000 supervivientes del terremoto del pasado 14 de agosto que ha dejado solo en ese pueblo al menos 177 muertos y decenas de agricultores desaparecidos cuando los terrenos en los que trabajaban se deslavaron. La entrega, en la que tambi¨¦n participan Unicef y la Organizaci¨®n Mundial de Migraciones con contenedores de agua, cobertores y kits higi¨¦nicos, est¨¢ escoltada por una decena de agentes armados de la polic¨ªa.
¡°?T¨² ves qu¨¦ contento est¨¢ el pueblo?¡±, dice Ruben Saint Louis, uno de los j¨®venes contratados por el PMA para la distribuci¨®n de la ayuda, mientras el primer grupo, el de los ancianos, carga la comida en motos, burros y carretillas para que se la lleven a sus casas o, en muchos casos, a las carpas que han tenido que levantar delante de los escombros de sus viviendas. ¡°A m¨ª el terremoto me ha afectado mucho porque mi madre ha muerto¡±, cuenta el joven de 22 a?os. ¡°Pero Dios sabe lo que hace. Mi casa se ha roto y yo estoy durmiendo en la calle y estoy aqu¨ª para darles de comer a mis hermanos que son chiquitos. Tienen 5 y 7 a?os. Son ni?os¡±, explica.
Una avanzadilla del Programa Mundial de Alimentos que lleg¨® a su comunidad el fin de semana se encontr¨® a Saint Louis jugando un partido de f¨²tbol con amigos y le ofreci¨® trabajar con ellos por un d¨ªa. Su misi¨®n deb¨ªa ser descargar la comida, entreg¨¢rsela a sus vecinos y ayudar a quienes no pudieran con los sacos de 50 kilos a salir de la escuela. ¡°Me preguntaron si quer¨ªa ayudar y yo les dije que s¨ª porque no hay nada. No hay trabajo. Yo solo les tengo que dar comida a los dos [hermanos]. Por eso he venido. Y adem¨¢s est¨¢s ayudando a la gente¡±.
Estas dos escenas, desarrolladas simult¨¢neamente este lunes a pocos metros de distancia, reflejan los problemas que enfrenta Hait¨ª para distribuir la ayuda para quienes lo perdieron todo en el terremoto. El potente sismo de magnitud 7.2 ha dejado al menos 2.207 muertos y m¨¢s de 12.000 heridos, adem¨¢s del cerca del 40% de la poblaci¨®n de los departamentos Sur, Grand¡¯Anse y Nippes, en el sureste de Hait¨ª, con necesidades humanitarias urgentes. Los retos van desde c¨®mo enfrentar la inseguridad que hay en la carretera que une la capital, Puerto Pr¨ªncipe, con esa pen¨ªnsula del suroeste para enviar ayudas y equipos, a c¨®mo protegerse frente a los saqueos de vecinos desesperados por una ayuda que sienten que no llega y, tambi¨¦n, c¨®mo enfrentar el fantasma que surgi¨® tras el terremoto de 2010, cuando algunas organizaciones internacionales fueron acusadas de despilfarro de las donaciones y sembraron la desconfianza en algunos sectores de Hait¨ª.
¡°La seguridad obviamente es una preocupaci¨®n¡±, explica Alexis Masciarelli, portavoz del PMA al referirse al asalto de varios camiones de otras organizaciones en los ¨²ltimos d¨ªas. ¡°Nosotros estamos trabajando con las autoridades. Hemos venido los ¨²ltimos dos d¨ªas para hablar con el alcalde y explicarle todo lo que ten¨ªamos previsto hacer y a cu¨¢ntas personas pod¨ªamos ayudar, para asegurarnos de que se hab¨ªan organizado y que no se iba a botar comida por el camino¡±, explica. Este lunes, su organizaci¨®n entreg¨® ayuda a un cuarto de la poblaci¨®n, a 5.000 de los 20.000 habitantes de Maniche que llegaban con un ticket que les hab¨ªan entregado previamente para recoger la comida.
La canadiense Morgan Wienberg, cofundadora de la ONG para la protecci¨®n a la infancia Little footprints Big steps, que tiene su sede en Los Cayos, tambi¨¦n cree que para no repetir los errores del pasado es fundamental trabajar con las autoridades y las organizaciones locales. ¡°Las grandes ONGs, si se conectan con la gente que ya conoce esas comunidades, pueden movilizar la ayuda a trav¨¦s de los l¨ªderes comunitarios y ser¨¢n capaces de llegar a los m¨¢s vulnerables y hacerlo de manera m¨¢s organizada¡±.
Adem¨¢s, Wienberg propone que las organizaciones extranjeras compren productos locales para fortalecer la econom¨ªa. ¡°Despu¨¦s del terremoto de 2010, uno de los problemas fue que la ayuda se extendi¨® mucho tiempo y que muchos de los productos se importaban de otros pa¨ªses y muchos negocios aqu¨ª se vieron afectados por eso. As¨ª que, si hay productos aqu¨ª, es importante comprarlos aqu¨ª, porque est¨¢s ofreciendo lo que se necesita y est¨¢s ayudando a reconstruir la econom¨ªa¡±, asegura.
Mar¨ªa Jos¨¦ Vencesl¨¢, coordinadora de la misi¨®n espa?ola de M¨¦dicos del Mundo en Hait¨ª, asegura que los principales problemas que est¨¢ enfrentando su equipo, que est¨¢ operando en varios centros de salud en Nippes, son a nivel log¨ªstico. El domingo, su organizaci¨®n recibi¨® kits higi¨¦nicos en un contenedor de 30 toneladas de ayuda de la Agencia Espa?ola de Cooperaci¨®n Internacional para el Desarrollo (Aecid). La principal preocupaci¨®n era c¨®mo enviarlo desde Puerto Pr¨ªncipe al suroeste ante el temor de pasar por Martissant, en la periferia de la capital, tomada en los ¨²ltimos meses por bandas armadas que perpetran ataques y secuestros. Este fin de semana, las dos principales pandillas dijeron haber alcanzado una tregua para dejar pasar los convoyes humanitarios, pero la poblaci¨®n no se acaba de fiar de su palabra.
A los problemas de seguridad, hay que sumarle los saqueos y que algunas carreteras quedaron cortadas por deslaves dejando a comunidades remotas aisladas. ¡°La ayuda no est¨¢ llegando al ritmo que querr¨ªamos todos como una respuesta urgente. Hay temas de carreteras est¨¢n bloqueadas¡±, a?ade Vencesl¨¢, quien cree que las autoridades locales no tuvieron en cuenta algunas limitaciones y no pidieron ayuda exterior, lo que est¨¢ ralentizando la respuesta.
¡°Hait¨ª lleva mucho tiempo siendo una crisis humanitaria olvidada¡±, afirma la jefa de la misi¨®n de M¨¦dicos del Mundo. ¡°Parece que solo nos acordamos cuando pasan cosas de estas y luego vuelve a desaparecer, pero la situaci¨®n lleva mucho tiempo muy precaria y por mucho tiempo. El punto de partida no es el mismo que pudiera haber en otro pa¨ªs con otras condiciones¡±, advierte.
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