Sergio Ram¨ªrez: ¡°La orden de arresto es una condena para que no vuelva a Nicaragua¡±
El escritor conversa con EL PA?S sobre la arremetida de Daniel Ortega tras la publicaci¨®n de su ¨²ltima novela, inspirada en las protestas de 2018
A finales de los a?os sesenta, reci¨¦n publicada The Sandino affair, la biograf¨ªa escrita por Neill Macaulay, Sergio Ram¨ªrez y sus camaradas sandinistas se movieron r¨¢pidamente para traducirla al espa?ol y enviar un embarque de 5.000 ejemplares a Managua. El libro qued¨® retenido mientras el director de aduanas se lo llevaba al dictador Anastasio Somoza. ¡°Y qu¨¦ tiene que ver esto conmigo¡±, le vino a decir alguien que se sent¨ªa intocable al funcionario antes de permitir el ingreso de la biograf¨ªa. La an¨¦cdota la cuenta entre risas Ram¨ªrez (Masatepe, Nicaragua, 79 a?os), que esta semana ha podido perder la esperanza de volver a corto plazo a su pa¨ªs, pero ni de lejos el buen humor.
Su ¨²ltima novela, Tongolele no sab¨ªa bailar, lleva dos semanas retenida en las aduanas de su pa¨ªs. El escritor est¨¢ convencido de que las ¨²ltimas peripecias del inspector Morales, centradas en las protestas de 2018, han sido el detonante que ha llevado al r¨¦gimen a emitir una orden para arrestarlo. ¡°Ya se sabe que los libros prohibidos tienen un enorme atractivo¡±, concede ir¨®nico Ram¨ªrez, quien no esconde su pesar durante una entrevista en Costa Rica, donde se instal¨® despu¨¦s de un chequeo m¨¦dico en Estados Unidos por el que sali¨® de Nicaragua en junio. Aqu¨ª ya vivi¨® exiliado antes de que los sandinistas derrocasen a Somoza e iluminaran a la izquierda mundial con los destellos de una revoluci¨®n devenida en farsa, cuatro d¨¦cadas despu¨¦s, por uno de sus impulsores.
Aqu¨ª lleg¨® el mismo d¨ªa que se cas¨® con su inseparable esposa, Gertrudis Guerrero, Tulita, quien tambi¨¦n le acompa?a en la entrevista, sentada a su lado sin inmutarse pero sin perder atenci¨®n de una palabra. Ambos han tenido que dejar atr¨¢s la nueva casa que estrenaron justo en 2018, dise?ada por una de sus hijas, sin tener claro el horizonte que les espera a partir de ahora. La entrevista se celebra en un hotel de San Jos¨¦ un d¨ªa antes de salir a Espa?a, donde iniciar¨¢ una gira de presentaci¨®n de su libro. Ram¨ªrez alterna la primera persona del singular, cuando se refiere a su obra y del plural cuando toca temas m¨¢s personales, para lo que revira hacia Tulita buscando la aprobaci¨®n c¨®mplice.
Pregunta. ?Por qu¨¦ cree que han emitido la orden de arresto ahora?
Respuesta. Todo es por la novela. Esta orden de prisi¨®n es un exabrupto. Est¨¢n persiguiendo gente que en sus mentes representa una amenaza pol¨ªtica, porque son candidatos presidenciales o porque Ortega y su mujer [Rosario Murillo] se han sentido amenazados por gente como Dora Mar¨ªa T¨¦llez, que tienen capacidad de organizar a las mesas desde los barrios, desde la izquierda. Por eso son temidos para ellos. En mi caso, no represento una amenaza pol¨ªtica, pero me meten en ese saco, con los delitos que han inventado para apresar adversarios antes de las elecciones.
P. Se le imputan delitos de ¡°lavado de dinero, bienes y activos; menoscabo a la integridad nacional, y provocaci¨®n, proposici¨®n y conspiraci¨®n¡±. Parece que solo le falta que le acusen de que llueve. Cuando lee todas las acusaciones, ?qu¨¦ le pasa por la cabeza?
R. Creo que es un momento de c¨®lera. Sus operadores les debieron preguntar de qu¨¦ me acusaban y dijeron: ¡°De lo que sea¡±. El fiscal es un escribiente y queda mejor llenarlo de todos los delitos que tienen en el men¨². Ortega quiere llegar a [las elecciones de] noviembre como sea, sin importarle el mundo, pele¨¢ndose con Argentina, con M¨¦xico, con Espa?a. Se refugia en Rusia, en Venezuela, en Cuba. ?l piensa que ese terreno lo gana despu¨¦s, que una vez que gana las elecciones se sentar¨¢ a negociar, a ofrecer presos, tiene suficientes rehenes.
P. ?Alguna vez pens¨® que llegar¨ªa el momento en que lo quisieran detener?
R. La gente dec¨ªa que hab¨ªa tres intocables: Ernesto Cardenal, Gioconda Belli y yo. Aqu¨ª hay una combinaci¨®n de c¨¢lculo pol¨ªtico. Ortega decidi¨® desmantelar el aparato electoral leg¨ªtimo, que no tuviera estorbo para ganar las elecciones, ten¨ªa p¨¢nico a una campa?a electoral, yo siempre lo tuve claro. Iba a ser un pretexto para salir otra vez con la bandera a protestar y estaba claro que no lo iban a tolerar. No quer¨ªa ning¨²n riesgo. En ese esquema yo no quepo. Cuando me llamaron a la Fiscal¨ªa yo ya sent¨ª que estaba en riesgo. Nunca rehus¨¦ ir, reun¨ª mis documentos de la relaci¨®n de mi fundaci¨®n con la fundaci¨®n Violeta Barrios, que era para financiar talleres de periodismo. No me pidieron ni un solo papel, me hicieron preguntas tontas, banales, pero yo sent¨ª que la cosa hab¨ªa cambiado de naturaleza.
P. Porque la orden de arresto va m¨¢s all¨¢¡
R. Esconde una condena de privarme del pa¨ªs, puede ser que el resto de mi vida yo no pueda volver a Nicaragua, lo tengo claro y tenemos que adaptarnos a esa idea, tenemos que procesarlo. No tenemos alternativa.
P. ?Duele m¨¢s que esta persecuci¨®n venga de alguien con quien tuvo una relaci¨®n tan especial?
R. No, yo eso ya lo asimil¨¦ hace tiempo. Yo nunca fui un amigo, un camarada de Daniel Ortega. Tuvimos una buena relaci¨®n de trabajo, trabaj¨¦ muy cerca de ¨¦l, pero no siento que haya perdido un amigo.
P. Usted ya vivi¨® exiliado aqu¨ª en Costa Rica durante la dictadura de Somoza, ?qu¨¦ diferencias hay entre uno y otro exilio?
R. Es diferente. Nosotros llegamos aqu¨ª en 1964, no exiliados, yo ven¨ªa con un cargo de un organismo universitario, nos hab¨ªamos casado el mismo d¨ªa que llegamos y no pensamos que nos ¨ªbamos a quedar tanto tiempo. Mis a?os de exilio fueron en la parte final, cuando yo ya soy parte de la conspiraci¨®n contra Somoza, una conspiraci¨®n armada, no es inocente, estamos haciendo alijos de armas, ataques fronterizos. Cuando Somoza me condena en el a?o 1977 con el resto del Grupo de los 12, decidimos volver como desaf¨ªo. Somoza no nos echa presos, es otro tipo de lucha. Yo pas¨¦ del exilio al poder. Hoy no tengo alternativa, hoy soy otro tipo de exiliado. Cuando yo regres¨¦ ten¨ªa 35 a?os, ahora voy a tener 80. B¨¢sicamente soy un escritor que ha cambiado de lugar su laptop [port¨¢til].
P. Hablamos mucho de Ortega pero poco de su mujer, la vicepresidenta Rosario Murillo. ?Qu¨¦ papel juega ella?
R. Daniel maneja el poder no puedo decir que de manera racional, pero s¨ª realista. ?l sabe lo que est¨¢ haciendo, esas historias de que se pasa el d¨ªa viendo la televisi¨®n en calcetines no son ciertas. La articulaci¨®n del poder es a trav¨¦s de ¨¦l, la fuerza represiva depende de ¨¦l. A ella no la har¨ªan el m¨¢s m¨ªnimo caso, maneja la propaganda y da ¨®rdenes represivas, porque ¨¦l le ha delegado esos poderes.
P. Su ¨²ltima novela gira en torno a las protestas de 2018. ?Ten¨ªa una cuenta pendiente?
R. Estaba recibiendo el Premio Cervantes en Madrid cuando se iniciaron. Yo hab¨ªa escrito un discurso sobre mi compromiso como escritor y ciudadano, pero¡ El d¨ªa anterior fui con Gioconda a una manifestaci¨®n. Una manifestante me puso un lacito negro en la solapa. Yo estoy comprometido con eso profundamente. Cuando regreso a Nicaragua, me provoca escribir una serie de cr¨®nicas sobre la represi¨®n porque, cuando alguien lee en un informe de una comisi¨®n de derechos humanos que hay 427 muertos, es una estad¨ªstica, nadie lee un informe. Y veo algunos casos a explorar, los que m¨¢s me llamaban la atenci¨®n. Iba teniendo un libro de cr¨®nicas, que ah¨ª est¨¢. Pero me hice una reflexi¨®n, record¨¦ que cuando escrib¨ª una cr¨®nica de Hait¨ª para EL PA?S yo fui ah¨ª. Yo no estuve en los escenarios de las protestas de Nicaragua, son cr¨®nicas de segunda mano, empec¨¦ a reconstruir lo que otros periodistas vivieron. Eso no me funcionaba salvo que fuese en una novela.
P. ?Qu¨¦ futuro le espera a Nicaragua?
R. A corto plazo, un futuro muy negro, de mucho dolor, la opresi¨®n no va a terminar de la noche a la ma?ana, no veo una Nicaragua donde La Prensa vaya a circular libremente, donde a Carlos Fernando [Chamorro, periodista] le permitan dirigir Confidencial sin que le peguen un tiro¡ Pero bueno, las tiran¨ªas no duran para siempre.
P. Guerrillero, pol¨ªtico, escritor. Ha sido y se le ha definido de muchas maneras, ?se sigue considerando un revolucionario?
R. Un revolucionario que cree en la lucha armada, no. Yo dej¨¦ de creer en la lucha armada hace tiempo, porque ha sido un pretexto para las tiran¨ªas. Si un d¨ªa en Nicaragua pudi¨¦semos hacer un cambio que no dependiese de la lucha armada quiz¨¢s las instituciones tuvieran un chance de fortalecerse y dominar a las pasiones continuistas. Si no creer en la lucha armada me despoja de ser revolucionario, ni modo. Para m¨ª la escogencia ahora es muy clara: democracia o dictadura. Pero sigo creyendo en lo imposible, y lo imposible ahora ser¨¢ poder regresar.
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