La factor¨ªa de ministros del nuevo r¨¦gimen talib¨¢n
En la madrasa Haqqania, cerca de Peshawar, se han formado al menos ocho de los integrantes del Gobierno afgano
Es 11 de septiembre por la ma?ana y en la madrasa (escuela cor¨¢nica de estudios superiores) Haqqania, a 50 kil¨®metros de Peshawar (Pakist¨¢n) y a 100 de Afganist¨¢n, se respira cierta satisfacci¨®n y orgullo en los despachos. Un pu?ado de los 33 miembros del nuevo Gobierno talib¨¢n han pasado por este campus. Y eso es interpretado como una victoria, aunque la normalidad acad¨¦mica no se altera. Son ocho o nueve ministros, calcula Rashid Ul Haq, uno de los responsables de la instituci¨®n isl¨¢mica y nieto del fundador. Entre los exalumnos, el ministro del Interior, Sirajuddin Haqqani, l¨ªder de la red Haqqani, el ala m¨¢s radical del grupo, por quien Estados Unidos ofrece cinco millones de d¨®lares.
¡°Estamos satisfechos con el liderazgo talib¨¢n¡± y con ¡°su victoria en el campo diplom¨¢tico y en el campo de batalla¡±, comenta Ul Haq, que destaca la ¡°experiencia¡± y ¡°talento¡± de los ministros en un despacho de estas instalaciones levantadas en la localidad paquistan¨ª de Akora Khattak. Al mismo tiempo se muestra ¡°sorprendido¡± de que Washington haya negociado en Qatar durante meses con un grupo en el que algunos de sus miembros contin¨²an en la lista negra por terroristas. Por eso entiende que Estados Unidos est¨¢ incumpliendo lo pactado. ¡°Los talibanes no son los talibanes sin los Haqqani¡± e importantes pa¨ªses como Rusia, China o Pakist¨¢n les respaldan, a?ade.
¡°La madrasa Haqqania no es un campo de entrenamiento ni un lugar operativo o de planificaci¨®n para el movimiento talib¨¢n¡±, entiende Safdar Hussain, analista del Institute for Peace Studies de Pakist¨¢n. De hecho, aunque cifra en ocho los actuales ministros talibanes formados en esta instituci¨®n, ¨¦l no cree que esta escuela tenga relaci¨®n directa alguna con el cambio de poder en Kabul ni tiene constancia de que el centro como tal haya sido relacionado de forma directa con actividades terroristas a uno u otro lado de la frontera.
M¨¢s all¨¢ de los titulares de las nuevas carteras ministeriales en Kabul, entre los nombres m¨¢s conocidos de la madrasa Haqqania se hallan los ya fallecidos exl¨ªderes talibanes mul¨¢ Omar y mul¨¢ Akhtar Mansour as¨ª como el suicida que mat¨® a la ex primera ministra paquistan¨ª Benazir Buttho y su compinche, que fue detenido. Pero 74 a?os despu¨¦s de entrar en funcionamiento, este es uno de los seminarios cor¨¢nicos m¨¢s renombrados de los aproximadamente 35.000 que hay en Pakist¨¢n. Cuenta con ayudas oficiales y de formaciones pol¨ªticas. Entre sus benefactores est¨¢ tambi¨¦n Amir Khan Muttaqi, el nuevo ministro de Exteriores talib¨¢n.
¡°Osama bin Laden se gradu¨® en Ingenier¨ªa en una universidad sueca¡± y ¡°si una persona se grad¨²a en un sitio y posteriormente hace algo, eso es asunto suyo, no es responsabilidad de esa instituci¨®n o universidad¡±, defiende Rashid Ul Haq, de 49 a?os, mientras se acaricia su barba azabache, tan perfecta que a veces parece postiza. Aprovecha tambi¨¦n la onom¨¢stica para condenar los ataques del 11-S y la muerte de ¡°civiles inocentes¡±. ¡°Pero en nuestro pa¨ªs y en todo el mundo isl¨¢mico no hay un solo d¨ªa sin 11-S¡±, apostilla.
El pa¨ªs vecino ocupa buena parte de su discurso. ¡°El principal problema de Afganist¨¢n era la ley y el orden. Con este cambio, ese problema va a quedar resuelto, inshallah (si Dios quiere)¡±. ¡°Afganist¨¢n se ha convertido en un basti¨®n para diversos movimientos¡±, a?ade sin citar directamente a Al Qaeda o al Estado Isl¨¢mico. ¡°Con la llegada de los talibanes afganos, todos ellos se acabar¨¢n¡±, afirma optimista en unas respuestas que evitan adentrarse en terreno resbaladizo.
El extendido apodo de la ¡°universidad de la yihad¡± con el que se refieren los medios a la instituci¨®n no les gusta, pero asumen que los periodistas pregunten al respecto. Y responden con sus argumentos. ¡°Se refieren a nuestra instituci¨®n educativa pura como escuela de combatientes, un refugio para los terroristas, el padre de los talibanes [apodo del padre de Rashid Ul Haq], etc. Todos estos t¨ªtulos fueron otorgados por Occidente mientras nuestro principal objetivo es solo la educaci¨®n¡±, defiende Ul Haq.
Pakist¨¢n puso en marcha en 2015 un plan para tratar de tener mejor atadas a las m¨¢s de 30.000 escuelas cor¨¢nicas del pa¨ªs. Busca aumentar el control desde los servicios de inteligencia y la justicia para frenar la posible relaci¨®n con el terrorismo, especialmente en aquellas que no son consideradas oficiales, que eran entonces entre 8.000 y 10.000.
Ese plan no gusta a todos, pues el grupo que forman las principales madrasas, agrupadas en cinco escuelas de pensamiento (entre ellas la Deobandi, donde se enmarca la Haqqania), considera que activismo armado y religi¨®n no est¨¢n relacionados, seg¨²n un estudio de enero de este a?o del Institute for Peace Studies. Al Gobierno le preocupa de manera especial la financiaci¨®n y la llegada de estudiantes extranjeros. En todo caso, se considera un logro el haber acordado que las madrasas queden bajo el paraguas del Ministerio de Educaci¨®n y no bajo los tent¨¢culos de la seguridad.
Yihadismo radical
El Gobierno saliente de Kabul se sent¨ªa sin embargo amenazado por instituciones como la madrasa Haqqania, que ¡°generan yihadismo radical, producen talibanes y amenazan nuestro pa¨ªs¡±, afirm¨® el pasado mes de noviembre a la agencia AFP Sediq Sediqqi, portavoz del ya depuesto presidente afgano, Ashraf Ghani.
La madrasa Haqqania fue fundada en 1947 por el maulana (maestro) Abdul Haq, abuelo de Rashid Ul Haq. Tom¨® posteriormente las riendas su padre, Sami Ul Haq, diputado y senador y conocido como el ¡°padre de los talibanes¡± en Pakist¨¢n, hasta su asesinato en 2018. Hoy, seg¨²n sus responsables, la escuela cuenta con 4.000 talib (estudiantes) de los que unos 3.500 de todas las edades, desde ni?os hasta ancianos, viven en el campus como puede observarse durante la visita. Est¨¢n albergados y adoctrinados de manera gratuita en unas instalaciones espartanas. Un grupo de chavales que cocinan en un infiernillo junto a las escaleras de uno de las residencias muestran el interior de la habitaci¨®n donde duermen ocho de ellos sin m¨¢s mobiliario que unas cuantas colchonetas en el suelo. Se les ve felices acomodados en la austeridad.
¡°Las madrasas atienden en gran medida las necesidades educativas de los sectores m¨¢s pobres de la sociedad, que no pueden llevar a sus hijos a escuelas p¨²blicas o privadas¡±, comenta el analista Safdar Hussain sin ocultar que en ellas, adem¨¢s de concentrarse el inter¨¦s caritativo, ponen tambi¨¦n los ojos interesados donantes. Dentro del propio Pakist¨¢n, se?ala, representan tambi¨¦n un peso importante tanto en la calle como para los partidos religiosos.
Puerta para ni?as
Junto a la zona infantil de la madrasa Haqqania hay una puerta que lleva una zona destinada para ni?as, seg¨²n afirma un acompa?ante que, raudo, no permite al reportero ni asomarse. ¡°Las mujeres tienen derecho a educarse¡±, defiende el portavoz de la instituci¨®n, Sayed Yousuf Shah, de 56 a?os, aunque deja claro que cada uno ha de hacerlo por su lado. A unos metros de ese espacio vedado al hombre, una parcela vallada alberga un peque?o cementerio en el que se encuentran enterrados, entre otros, el fundador de la madrasa y su hijo, el considerado ¡°padre de los talibanes¡± en Pakist¨¢n.
¡°El mundo est¨¢ dando una oportunidad a los talibanes y en dos meses todo va a cambiar¡±, asegura poco antes de acabar la entrevista Rashid Ul Haq, que lamenta llevar desde antes del 11-S sin visitar Espa?a. Reconoce que su padre s¨ª ten¨ªa restricciones de viaje, pero ¨¦l en estas dos d¨¦cadas solo se ha movido por pa¨ªses musulmanes. El reportero le pide fotografiarlo y le comenta lo cuidada que lleva la barba. ?l reconoce entonces que la lleva reci¨¦n te?ida de la noche anterior. Saca un peine y se la atusa presumido antes de posar.
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