Una nonagenaria huye para evitar acudir a su juicio por cr¨ªmenes del nazismo en Alemania
La mujer, exsecretaria en un campo de concentraci¨®n, fue detenida horas m¨¢s tarde, tras la emisi¨®n de una orden de arresto
Una mujer de 96 a?os que trabaj¨® como secretaria del comandante de un campo de concentraci¨®n nazi ha escapado de la residencia de mayores en la que vive horas antes de que empezara su juicio por complicidad en el asesinato de miles de personas. Irmgard Furchner, que empez¨® a trabajar en el campo de Stutthof, en la Polonia ocupada por los nazis en 1943, iba a empezar a ser juzgada este jueves en Itzehoe, en el norte de Alemania, pero no se present¨®. Tom¨® un taxi muy temprano por la ma?ana en la residencia de mayores donde vive en direcci¨®n a una estaci¨®n de tren, donde se le perdi¨® la pista. El tribunal emiti¨® una orden de b¨²squeda contra ella y fue detenida horas despu¨¦s en otra ciudad. El juicio empezar¨¢ finalmente el 19 de octubre.
Furchner es una de los nonagenarios a los que la justicia alemana intenta condenar in extremis por colaborar con el r¨¦gimen nazi desde sus puestos de trabajo en campos de concentraci¨®n. Hay otra decena de casos similares en tramitaci¨®n, aunque el suyo es especialmente ins¨®lito por tratarse de una mujer. Durante d¨¦cadas las fiscal¨ªas alemanas no se ocuparon de los considerados c¨®mplices del Holocausto, personas en puestos civiles o de segundo rango a las que no se les puede atribuir participaci¨®n directa en ning¨²n crimen concreto. En los ¨²ltimos a?os la investigaci¨®n sobre su papel de ayudantes o facilitadores de la maquinaria nazi ha tomado vuelo en un intento contra reloj de hacer justicia.
El Comit¨¦ Internacional de Auschwitz, que representa a los supervivientes de los campos de concentraci¨®n y a sus familias, ha expresado su indignaci¨®n por la fuga de Furchner: ¡°Este hecho muestra un incre¨ªble desprecio por el Estado de derecho y por los supervivientes¡±, dijo su vicepresidente ejecutivo, Christoph Heubner. El historiador Efraim Zuroff, director en Israel del Centro Simon Wiesenthal, a?adi¨® en su cuenta de Twitter que ¡°si est¨¢ lo suficientemente bien de salud para huir, tambi¨¦n lo est¨¢ para ir a la c¨¢rcel¡±.
El juicio deb¨ªa empezar a las 10.00. A primera hora de la ma?ana la anciana pidi¨® un taxi que la llev¨® de su residencia, en Quickborn (Schleswig-Holstein, cerca de Hamburgo), a una estaci¨®n de la ciudad de Norderstedt. Al no presentarse en el juzgado, la portavoz de la Fiscal¨ªa, Frederike Milhoffer, anunci¨® a los medios de comunicaci¨®n que esperaban el inicio del juicio que no sab¨ªan d¨®nde estaba la mujer y que se hab¨ªa emitido una orden de detenci¨®n contra ella. Finalmente la encontr¨® la Polic¨ªa unas horas despu¨¦s en un barrio a las afueras de Norderstedt. El juicio se ha suspendido hasta el 19 de octubre. Solo puede comenzar cuando la mujer est¨¦ presente y se puedan leer las acusaciones contra ella, explic¨® la portavoz.
La Fiscal¨ªa de Itzehoe present¨® su escrito de acusaci¨®n contra Furchner en febrero pasado despu¨¦s de cinco a?os de investigaciones ¡°extremadamente complejas¡± que requirieron incluso tomar declaraci¨®n a testigos en Estados Unidos e Israel, seg¨²n explic¨® entonces a EL PA?S el fiscal jefe de Itzehoe, Peter M¨¹ller-Rakow. La antigua secretaria del campo de Stutthof est¨¢ acusada de ayudar a los responsables del campo en la matanza sistem¨¢tica de jud¨ªos, partisanos polacos y prisioneros de guerra sovi¨¦ticos ¡°en su funci¨®n de taqu¨ªgrafa y secretaria del comandante entre junio de 1943 y abril de 1945¡å. Se calcula que en Stutthof, cerca de Gdansk, en la Polonia ocupada, murieron cerca de 65.000 presos de los m¨¢s de 100.000 que estuvieron internados all¨ª desde 1939.
Furchner ya hab¨ªa sido interrogada sobre su papel en el campo en al menos dos ocasiones, entre ellas durante el juicio de su antiguo jefe, el comandante Paul Werner Hoppe, y otros l¨ªderes de las SS. En 1954 testific¨® que toda la correspondencia pasaba por su escritorio y que Hoppe le dictaba cartas a diario, pero asegur¨® que no sab¨ªa nada sobre la maquinaria de la muerte nazi y que no ten¨ªa contacto con los prisioneros.
C¨®mplices
Hasta 2011 los tribunales no hab¨ªan perseguido ni condenado a ninguno de los c¨®mplices del Holocausto, contables, secretarias o guardias en torres de vigilancia sin cuya colaboraci¨®n el exterminio nazi hubiese sido imposible. Se consideraba que sin pruebas directas de su participaci¨®n en los asesinatos no pod¨ªan ser procesados. El caso de John Demjanjuk, entonces de 91 a?os, antiguo guardia en el campo nazi de Sobibor, en la Polonia ocupada, lo cambi¨® todo. Fue extraditado desde Estados Unidos, donde viv¨ªa exiliado, y condenado a cinco a?os de c¨¢rcel como c¨®mplice de 28.000 asesinatos, los ocurridos mientras trabaj¨® como guardia voluntario. Con probar que conoc¨ªa el horror diario de lo que all¨ª sucedi¨® fue suficiente.
Uno de los ¨²ltimos casos fue el de Bruno Dey, guardi¨¢n en el campo de Stutthof con 17 y 18 a?os. A los 93 fue condenado en 2020 a dos a?os de prisi¨®n por un tribunal de menores de Hamburgo. ¡°Usted sigue consider¨¢ndose un observador, pero fue un apoyo de ese infierno creado por los hombres¡±, le dijo la jueza Anne Meyer-Goering durante la lectura del veredicto. Tambi¨¦n a Furchner la juzgar¨¢ un tribunal de menores porque era menor cuando trabaj¨® en el campo. Los expertos consideran estos juicios m¨¢s simb¨®licos que con efectos reales para los acusados, ya que por su edad ninguno de ellos entrar¨¢ en la c¨¢rcel.
En las pr¨®ximas semanas se juzgar¨¢ tambi¨¦n a un hombre de 100 a?os, antiguo guardia del campo de concentraci¨®n nazi de Sachsenhausen, por ser c¨®mplice de 3.518 asesinatos. Los fiscales consideran que su buen estado de salud le permite ser sometido a juicio por su papel como cooperador en las muertes de los prisioneros ocurridas entre 1942 y 1945, mientras trabaj¨® vigil¨¢ndolos.
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