La caza de los ¨²ltimos nazis: el esfuerzo final contra la impunidad
Alemania, Canad¨¢ y Estados Unidos mantienen abiertas causas contra criminales del Tercer Reich en un ¨²ltimo intento para llevar ante los tribunales a criminales de guerra
La justicia ha emprendido un ¨²ltimo esfuerzo para localizar y llevar ante los tribunales a los criminales de guerra nazis que puedan seguir vivos. Canad¨¢, Estados Unidos y Alemania han iniciado diferentes procesos legales en los ¨²ltimos meses contra funcionarios de campos de concentraci¨®n alemanes. El objetivo ya no est¨¢ en buscar a antiguos jerarcas del Tercer Reich, porque la mayor¨ªa nacieron en el siglo XIX y es muy dif¨ªcil que sigan vivos, sino a perpetradores secundarios, pero sin los que el Holocausto y el exterminio nazi de todos los seres humanos que consideraban inferiores hubiesen sido imposibles.
Efraim Zuroff, coordinador de investigaciones de cr¨ªmenes de guerra del Centro Simon Wiesenthal de Jerusal¨¦n, calcula que pueden quedar ¡°varios cientos¡± de personas que cometieron cr¨ªmenes durante el nazismo. ¡°Muchos de ellos viven en pa¨ªses como Alemania o Austria, que gozan de sistemas de salud muy buenos y, por lo tanto, de una esperanza de vida elevada¡±, explica. En cambio, Zuroff, que lleva 40 a?os persiguiendo nazis, ha perdido la esperanza de que sean procesados aquellos criminales que participaron en el llamado Holocausto de las balas, el fusilamiento masivo de jud¨ªos tras la invasi¨®n de la URSS, en el verano de 1941, porque no existe ninguna voluntad de buscarlos en los pa¨ªses del Este de Europa.
¡°Nadie est¨¢ haciendo nada en Europa del Este¡±, explica Zuroff por tel¨¦fono desde Jerusal¨¦n. ¡°No quieren procesar a sus propios ciudadanos. La gente que puede seguir viva son los verdugos locales, porque los comandantes alemanes ya est¨¢n muertos dado que eran mayores. Esto va muy unido al hecho de que estos pa¨ªses han cambiado la historia del Holocausto en la Segunda Guerra Mundial: no niegan el Holocausto, pero sostienen que fue un asunto solamente de los alemanes, cuando en realidad se produjo mucha colaboraci¨®n local¡±. Sin embarco, Zuroff s¨ª cree que los movimientos judiciales de los ¨²ltimos meses demuestran que la esperanza de encontrar justicia para las v¨ªctimas no se ha perdido, sobre todo en Alemania.
Devin Pendas, profesor de Historia del Boston College y experto en la persecuci¨®n de los nazis al final de la guerra, explica que resulta muy dif¨ªcil saber en cu¨¢ntos pa¨ªses se refugiaron los criminales que huyeron de las ruinas del Tercer Reich y mucho m¨¢s saber cu¨¢ntos pueden estar vivos. ¡°Aunque se escaparon por todo el mundo, la mayor¨ªa se quedaron en Alemania, sobre todo los perpetradores de menor graduaci¨®n¡±, precisa. Es all¨ª, por lo tanto, donde en los pr¨®ximos a?os pueden aparecer m¨¢s casos, aunque la posibilidad se reduce cada vez m¨¢s seg¨²n pasa el tiempo.
Justo este domingo se cumplen 60 a?os del principio del juicio en Jerusal¨¦n contra Adolf Eichmann, planificador del Holocausto, que fue detenido en Argentina por un comando israel¨ª y cuya captura relanz¨® la caza global de los jerarcas nazis, que hab¨ªa sido pr¨¢cticamente abandonada durante la Guerra Fr¨ªa. Sin embargo, la mayor¨ªa de los criminales de guerra nazis nunca se sentaron ante un tribunal: por Auschwitz, por ejemplo, pasaron unos 8.200 miembros de las SS de los que finalmente apenas 1.000 fueron juzgados por sus cr¨ªmenes, casi todos en Polonia en los a?os inmediatamente posteriores al conflicto. De hecho, como narra la novela de Ferdinand von Schrirach El caso Collini, en 1965 se aprob¨® de tapadillo en Alemania Occidental una ley que, b¨¢sicamente, amnistiaba los cr¨ªmenes del nazismo y que no fue derogada hasta finales de los a?os setenta.
El jurista y novelista Philippe Sands, que en su ¨²ltimo libro, Ruta de escape (Anagrama), relata precisamente la fuga de nazis, cree que este fracaso mundial en la persecuci¨®n de los responsables del Holocausto, pese a los juicios de Nuremberg y de la captura de Eichmann, ha lastrado la justicia internacional. ¡°Ha tenido una influencia negativa y terrible¡±, explica Sands desde Londres. ¡°El hecho de que se permitiera que eso ocurriera envi¨® una se?al: no pasa nada. Y esa se?al sigue teniendo sus efectos hoy en d¨ªa¡±.
En el juicio de 1961 contra el llamado arquitecto de la soluci¨®n final (el plan nazi de aniquilamiento de los jud¨ªos europeos), surgi¨® el concepto de ¡°banalidad del mal¡± acu?ado por la fil¨®sofa Hannah Arendt en su ensayo Eichmann en Jerusal¨¦n, que se aplica sin duda a los ancianos procesados en la actualidad. La idea de Arendt es que fueron funcionarios que cumplieron celosamente con su deber, aunque su trabajo ayudase a asesinar seres humanos de forma masiva. Los ¨²ltimos investigados eran contables, secretarias, guardias en una torre de vigilancia. Resulta muy significativo que dos de los procesos abiertos en Alemania sean en tribunales de menores, porque los acusados ten¨ªan 17 a?os cuando tuvieron lugar los cr¨ªmenes investigados. Pero la justicia alemana considera que fueron c¨®mplices de asesinato, como en el caso de Bruno Dey, guardi¨¢n en el campo de Stutthof, condenado en 2020 a dos a?os de prisi¨®n a los 93 a?os de edad por el tribunal de menores de Hamburgo.
En el veredicto contra Dey, la jueza Anne Meyer-Goering responde en un texto muy emocionante a una pregunta que surgi¨® durante el proceso: ?tiene sentido perseguir a ancianos de 90 o 100 a?os por cr¨ªmenes cometidos hace ocho d¨¦cadas cuando, adem¨¢s, eran apenas unos adolescentes? La magistrada Meyer Goering no alberga ninguna duda: ¡°Personas muy normales, como el acusado, miles, cientos de miles, s¨ª, millones de personas muy normales en Alemania hicieron eso a personas muy normales, miles y cientos de miles, millones de jud¨ªos, polacos, lituanos, h¨²ngaros, rusos y disidentes. As¨ª de f¨¢cil. Por indiferencia. Por sentido del deber. Por una orden. Por falta de conciencia colectiva e individual¡±.
El texto de la jueza Meyer-Goering gira en torno a la responsabilidad individual y resalta que esos cr¨ªmenes atroces fueron cometidos por funcionarios que, adem¨¢s, tuvieron la opci¨®n de estar ah¨ª, como han demostrado muchos historiadores. ¡°El acusado no era un peque?o engranaje, sino un ser humano, una de los cientos de miles de personas que propiciaron y apoyaron los cr¨ªmenes de Hitler¡±, prosigue el veredicto. ¡°Y tampoco fue una maquinaria asesina, sino un asesinato en masa de seres humanos, inventado por seres humanos, organizado por seres humanos y ejecutado con la ayuda de multitud de seres humanos¡±.
Los casos abiertos en la actualidad afectan a personas que eran muy j¨®venes y que tuvieron papeles secundarios en lugares espantosos, pero sin cuya colaboraci¨®n no hubiesen podido funcionar. Estados Unidos deport¨® en febrero a un antiguo guarda del campo hamburgu¨¦s de concentraci¨®n de Neuengamme, Friedrich Karl Berger, aunque la Fiscal¨ªa alemana acaba de anunciar que renuncia a procesarle por falta de pruebas y testigos. Canad¨¢ mantiene un complejo proceso abierto para deportar a Helmut Oberlander, de 97 a?os, que fue traductor de un escuadr¨®n de la muerte, uno de los siniestros grupos de asesinos llamados Einsatzgruppen, aunque niega haber participado, ni siquiera conocido, las atrocidades.
Adem¨¢s de la condena de Dey, en Alemania se han abierto recientemente dos casos: contra un hombre de 100 a?os, cuyo nombre no ha sido revelado, que fue guarda en el campo de Sachsenhausen, en Brandeburgo, y contra Irmgard Furchner, una mujer de 95 a?os que ten¨ªa 17 a?os en el momento de los hechos y que fue secretaria del jefe del campo de Stutthof, en Polonia. Ambos est¨¢n acusados de complicidad en miles de asesinatos. Una de las labores desarrolladas por el Centro Simon Wiesenthal consiste en encontrar supervivientes de esos campos, que puedan testificar. En el caso de Bruno Dey, localizaron a 20, pero se trata de una b¨²squeda cada vez m¨¢s compleja.
Porque las v¨ªctimas, al igual que los perpetrados, se van apagando lentamente. Para ellas, buscar la justicia hasta el final no es solo una cuesti¨®n del pasado, sino del futuro. As¨ª al menos lo cree la traductora de yidis y residente en Espa?a Rodha Henelde, nacida en Varsovia en 1937 y superviviente del Holocausto: ¡°El castigo debe desanimar a otros, incluso a los neonazis. Y que haya un rechazo general en la prensa de sus actividades, que se expongan. Que sepan que sus actividades nazis, ni las modernas ni las del pasado, pueden quedar impunes. Esa debe ser la justicia¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.