Los republicanos que siguen contando papeletas un a?o despu¨¦s
Hace 12 meses de que se certific¨® la victoria de Joe Biden en Estados Unidos, pero contin¨²an las demandas para impugnar el resultado en medio de una ofensiva para entorpecer el acceso de las minor¨ªas al derecho a voto
Los republicanos de Racine, condado de Wisconsin de 200.000 habitantes entre Milwaukee y Chicago, descubrieron hace tres semanas 23.000 votos de las presidenciales de 2020 procedentes de electores registrados con el mismo n¨²mero de tel¨¦fono. No solo eso. Hab¨ªa otros 4.000 atribuidos a ciudadanos de 103 a?os nacidos el mismo improbable d¨ªa: 1 de enero de 1918. Como Biden se llev¨® el Estado por 20.000 votos, al fin sal¨ªan las cuentas de la conspiraci¨®n. Poco importaron a ese pu?ado de republicanos obsesionados con seguir contando papeletas las explicaciones de la Comisi¨®n Electoral de Wisconsin, que aclar¨® que la obligaci¨®n de aportar un tel¨¦fono y una fecha de nacimiento dej¨® de ser efectiva hace tiempo, y que al migrar las bases de datos muchos municipios con menos de 5.000 habitantes rellenaron los registros con cifras gen¨¦ricas.
Este domingo hizo justo un a?o que los grandes medios estadounidenses dejaron de apretar los dientes y, cuatro d¨ªas despu¨¦s de la cita electoral, se decidieron a proclamar a Joe Biden 46? presidente de Estados Unidos. Han pasado 12 largos meses, pero adversarios de Estados como Wisconsin, Arizona, Michigan, Pensilvania, Georgia y Arizona se resisten a pasar p¨¢gina y reconocer la derrota de Donald Trump. Recuerdan en su empecinamiento a Hiroo Onoda, aquel combatiente japon¨¦s que sigui¨® emboscado en una isla filipina hasta 1974. El problema es que, a diferencia de Onoda, al que tuvo que convencer un antiguo superior de que la Segunda Guerra Mundial hab¨ªa terminado, el comandante Trump sigue atrincherado en sus bulos.
Los sac¨® por ¨²ltima vez a pasear en una carta al director publicada el 27 de octubre por el Wall Street Journal. Contestaba a un editorial del diario en el que se citaba de pasada ¡°el l¨ªo electoral de Pensilvania¡±, donde perdi¨® por 80.555 votos y un juez orden¨® separar las papeletas llegadas por correo despu¨¦s del cierre de las urnas con la ¨²nica espuria intenci¨®n de sembrar la duda sobre el proceso (lo que no dijo es que el mecanismo ya estaba previsto por ley).
El texto del Journal era puro Trump: en 600 palabras, aportaba tal cantidad de datos sin contrastar ni atribuir como para mantener ocupado a un equipo de verificadores durante toda una semana. Y conclu¨ªa: ¡°Bueno, en realidad, la elecci¨®n fue ama?ada, lo que, lamentablemente, todav¨ªa ustedes no han sido capaces de descubrir¡±.
La carta alent¨® un debate period¨ªstico sobre si el rotativo hizo bien en publicar un texto que sab¨ªan lleno de la clase de falsedades que han acabado conoci¨¦ndose como la ¡°Gran Mentira¡±. Es la misma que condujo al asalto al Capitolio el pasado 6 de enero por una turba enfurecida que se crey¨® el bulo del robo electoral, entre otras descabelladas teor¨ªas de la conspiraci¨®n, pese a que muchos de los implicados lo mantuvieron a sabiendas de que era falso.
La CNN emiti¨® el viernes por la noche el documental Trumping Democracy. An American Coup (Ataque a la democracia: el intento de golpe de Trump), que recog¨ªa el testimonio de conocidos congresistas republicanos que se atrevieron a desafiar al magnate para enfrentarse a esas mentiras y fueron amenazados por ello. En una de las entrevistas, Alyssa Farah, que fue directora de comunicaci¨®n de la Casa Blanca hasta que renunci¨® en diciembre de 2020, explic¨® que el entorno m¨¢s cercano a Trump no daba cr¨¦dito a esas teor¨ªas. ¡°Aun as¨ª, las mantuvieron en p¨²blico; enga?aron al pueblo estadounidense, y al propio Trump, que probablemente s¨ª se cre¨ªa esas patra?as¡±. Despu¨¦s de todo, el candidato se pas¨® toda la campa?a sembrando la sombra de la duda democr¨¢tica sobre el proceso en una profec¨ªa que acab¨® por autocumplirse.
Desde noviembre de 2020, se han presentado m¨¢s de 60 demandas encaminadas a revisar el resultado. Solo una ha prosperado, en Virginia. Afectaba a tan pocos votos que result¨® irrelevante. Entre los intentos m¨¢s sonados est¨¢ el de Arizona, feudo tradicionalmente republicano, que fue clave en el triunfo dem¨®crata. El senado estatal, mayoritariamente republicano, encarg¨® una revisi¨®n de 2,1 millones de votos registrados en el condado de Maricopa (que alberga la capital, Phoenix) a una firma de ciberseguridad llamada Cyber Ninjas. El c¨¢lculo concluy¨® con un inapreciable ajuste: los dem¨®cratas ten¨ªan en realidad 99 sufragios m¨¢s, y Trump, 261 menos.
Seg¨²n el an¨¢lisis del Brennan Center for Justice, organizaci¨®n no partidista que, tras estudiar la historia electoral de Estados Unidos, cifr¨® el porcentaje de fraude entre el 0,0003 y el 0,0025%, la ¡°Gran Mentira¡± es indisociable de la ofensiva legal iniciada en 19 Estados ¡°para sacar adelante 33 leyes que van a dificultar el voto a nivel estatal¡±, seg¨²n explica Ricardo Ram¨ªrez, uno de sus asesores. ¡°Se basan en la idea de que el sistema no es fiable, lo cual es completamente falso. Estos pol¨ªticos difunden estos bulos por inter¨¦s propio con el objetivo de dividir a los votantes. Estas alegaciones de fraude son m¨¢s bien mentiras y fantas¨ªas pol¨ªticas de unos sectores hiperconservadores que buscan manipular a sus bases atacando una instituci¨®n estadounidense fundamental, lo mismo que hacen con la ciencia, con las vacunas o con la historia. Siempre se puede mejorar la seguridad de las elecciones, pero esas mejoras tienen que conducir a expandir el acceso a las urnas¡±.
Lo que pretende la facci¨®n m¨¢s dura del partido republicano es justo lo contrario: a?adir trabas a un proceso ya de por s¨ª complicado para cortar el paso del censo a las minor¨ªas, que est¨¢n alterando el mapa electoral en Estados decisivos. ?C¨®mo? En Texas, por ejemplo, el gobernador Gregg Abbott prev¨¦ tener lista una ley a tiempo para las primarias 2022 que adelanta la hora de la apertura de las urnas en los condados m¨¢s peque?os, predominantemente republicanos, y limita en territorios de mayor poblaci¨®n la posibilidad de votar fuera de horario o sin bajarse del coche, dos pr¨¢cticas que se demostraron muy populares entre los votantes negros, mayoritariamente dem¨®cratas, en las ¨²ltimas elecciones. Unas elecciones que algunos no parecen dispuestos a dar por concluidas.
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