Un alto ejecutivo de Nike desvela en sus memorias que hace 56 a?os mat¨® a un hombre
Larry Miller ocult¨® ese episodio, por el que cumpli¨® una pena de cuatro a?os y medio, a lo largo de su mete¨®rica carrera en el deporte. La familia de la v¨ªctima desconoc¨ªa la identidad del asesino
A Edward David White, un muchacho negro de 18 a?os poco dado a meterse en l¨ªos, lo asesinaron en Filadelfia en 1965. Fue una noche de principios de oto?o. Iba despu¨¦s del trabajo al encuentro de su novia, madre precoz de un ni?o de ocho meses y embarazada de su segunda hija. Un tipo de 16 a?os, borracho, acompa?ado por otros tres j¨®venes y armado con un rev¨®lver del calibre 38, se cruz¨® fatalmente en su camino.
Le peg¨® un tiro en el pecho. Buscaba vengar a un miembro de su banda juvenil, asesinado unos d¨ªas antes a pu?aladas. White, sin antecedentes policiales, no ten¨ªa nada que ver con aquella muerte. Al asesino, que iba borracho, lo detuvieron esa misma noche y, dado que era menor de edad, le cayeron cuatro a?os y medio en un correccional para adolescentes.
Cuando sali¨®, camin¨® durante algunos a?os m¨¢s por el lado equivocado de la vida. Pas¨® otra temporada en la c¨¢rcel. Y a los treinta y tantos sent¨® la cabeza, estudi¨® un m¨¢ster en Administraci¨®n de Empresas, dej¨® el barrio y se convirti¨® en Larry Miller, alto ejecutivo de Nike. Lleg¨® a ser presidente del equipo de baloncesto Portland Trail Blazers y encargado de la explotaci¨®n en la multinacional de la marca de Michael Jordan, de quien fue mano derecha en los negocios. Tiene 72 a?os.
Podr¨ªa ser un ejemplar cuento moral americano, si no fuera porque en su prolongado camino de ¨¦xito siempre ocult¨® aquel cad¨¢ver en su taquilla.
56 a?os despu¨¦s ha decidido ajustar cuentas con su pasado y contar su historia en unas memorias, Jump: My Secret Journey From the Streets to the Boardroom (Salta: mi viaje secreto de las calles a la sala de juntas), cuya publicaci¨®n est¨¢ prevista para enero. Antes, concedi¨® en octubre una entrevista a Sports Illustrated, y este fin de semana, The New York Times ha reconstruido la historia desde el punto de vista de la familia del asesinado, para la que las ¨²ltimas noticias han supuesto una amarga vuelta al pasado.
Les habr¨ªa gustado, al menos, seg¨²n han expresado al rotativo neoyorquino, haber sabido de antemano de la publicaci¨®n del libro y sobre lo que este revelaba acerca del absurdo final de su ser querido. Se enteraron gracias a que el hijo, hoy un hombre de 56 a?os, ley¨® hace un par de semanas por casualidad en internet la entrevista en Sports Illustrated. Hasta entonces, solo sab¨ªa que a su padre lo hab¨ªan asesinado en la esquina de la calle 53 con Locust. Nada m¨¢s.
Miller no cita en las memorias el nombre de aquel cuya vida se llev¨® por delante, aunque escribe que ¡°siempre llorar¨¢ su p¨¦rdida¡±. Tambi¨¦n dice que no conoc¨ªa a la v¨ªctima y que su muerte no se debi¨® a otra cosa que al puro azar. Contarlo 56 a?os despu¨¦s, a?ade, le ha liberado de las pesadillas y las migra?as que le han perseguido durante m¨¢s de medio siglo. En todo este tiempo mantuvo aquel episodio en secreto, sobre todo, despu¨¦s de ser rechazado en una entrevista de trabajo con una importante consultora cuando conocieron sus antecedentes. Desde entonces, opt¨® por dedicar su vida a esa forma de la mentira que consiste en no decir toda la verdad.
Aquella noche de 1965, White, al verse enca?onado, levant¨® las manos e intent¨® convencer a sus asaltantes de que no pertenec¨ªa a ninguna banda. Miller pag¨® por su crimen, pero la familia reclama ahora una disculpa, un porcentaje de las ventas del libro o que al menos en este, que a¨²n no ha visto la luz, figure el nombre de White.
El episodio ha resonado con fuerza en Estados Unidos, un pa¨ªs sobre el que todav¨ªa se proyecta la sospecha de que en el momento de la muerte la raza determina, como demuestra este caso que suced¨ªa hace medio siglo, cu¨¢nto importas al sistema.
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