Human Rights Watch acusa a Polonia y Bielorrusia de violar los derechos de los migrantes que tratan de entrar en suelo europeo
La ONG recoge miles de casos de personas atrapadas en un ¡°limbo¡± en el que ambos pa¨ªses los rechazan y con frecuente maltrato por parte de las autoridades
Afran, un sirio de origen kurdo, siente que Polonia y Bielorrusia han estado jugando con su vida ¡ªy con la de muchos como ¨¦l¡ª como si fuera una pelota de ping pong. ¡°Los bielorrusos nos env¨ªan a suelo polaco, y los polacos nos devuelven. As¨ª una y otra vez¡±, asegura. Abdul, tambi¨¦n sirio, recuerda los ocho d¨ªas que pas¨® en tierra de nadie, en un bosque fronterizo entre los dos pa¨ªses. ¡°Estuve cuatro d¨ªas sin comida ni bebida¡±, recuerda.
Son algunas de las decenas de testimonios recogidos por la organizaci¨®n Human Rights Watch (HRW) en el informe ...
Afran, un sirio de origen kurdo, siente que Polonia y Bielorrusia han estado jugando con su vida ¡ªy con la de muchos como ¨¦l¡ª como si fuera una pelota de ping pong. ¡°Los bielorrusos nos env¨ªan a suelo polaco, y los polacos nos devuelven. As¨ª una y otra vez¡±, asegura. Abdul, tambi¨¦n sirio, recuerda los ocho d¨ªas que pas¨® en tierra de nadie, en un bosque fronterizo entre los dos pa¨ªses. ¡°Estuve cuatro d¨ªas sin comida ni bebida¡±, recuerda.
Son algunas de las decenas de testimonios recogidos por la organizaci¨®n Human Rights Watch (HRW) en el informe Muere aqu¨ª o ve a Polonia, publicado este mi¨¦rcoles. La organizaci¨®n documenta all¨ª la violaci¨®n de derechos que ambos pa¨ªses han protagonizado contra los migrantes en una crisis instigada por el r¨¦gimen de Aleksandr Lukashenko en respuesta a las sanciones europeas y que sirve como ejemplo de los nuevos conflictos del siglo XXI ¡ªque se mueven en una zona gris entre la paz y la guerra¡ª y contra los que Bruselas ya est¨¢ tomando medidas de castigo.
Mientras los l¨ªderes toman decisiones pol¨ªticas, miles de personas se han visto atrapadas en lo que HRW denomina ¡°un limbo desesperado¡± en la frontera de los dos pa¨ªses, en una situaci¨®n de flagrante violaci¨®n de derechos y que en ocasiones los deja en peligro de muerte. Tras ser animados a viajar a Minsk, la capital bielorrusa, desde sus pa¨ªses de origen por agencias de viaje locales con la esperanza de cruzar despu¨¦s a territorio de la Uni¨®n Europea, los agentes polacos impiden su entrada o devuelven a los que han logrado cruzar la frontera.
Las autoridades bielorrusas, por su parte, los golpean y detienen a aquellos que entran de nuevo en el pa¨ªs empuj¨¢ndoles a que vuelvan a entrar en Polonia. ¡°Incapaces de avanzar o retroceder, muchos pasan varios d¨ªas sin techo o acceso a servicios humanitarios, con el resultado de muertes, hipotermias u otras enfermedades y heridas¡±, asegura el informe de la ONG, que concluye taxativa que Bielorrusia y Polonia comparten la responsabilidad de esta crisis humanitaria.
Lydia Gall, una de las investigadoras de HRW que en octubre viaj¨® a la zona fronteriza para conocer la situaci¨®n describe unos migrantes ¡°extremadamente cansados, sin esperanzas y con mucho miedo de las autoridades tanto bielorrusas como polacas¡±. En una conversaci¨®n telef¨®nica desde Budapest, Gall asegura que lo peor para estas personas no eran los d¨ªas de fr¨ªo, hambre, sed e incertidumbre que pasaban hasta que lograban entrar en Polonia, sino que el verdadero ¡°infierno¡± comenzaba a partir del momento en el que las autoridades locales les interceptaban y les devolv¨ªan a Bielorrusia.
¡°Nos han contado casos de palizas o de guardias ofreciendo agua sucia o ri¨¦ndose de personas exhaustas que llevaban tiempo sin comer ni beber. Y este trato se dispensaba tanto a hombres como a mujeres y ni?os¡±, asegura Gall, investigadora s¨¦nior en la divisi¨®n de Europa y Asia Central de HRW.
Si el trato en Bielorrusia es muy malo, las cosas al otro lado de la frontera tampoco marchan muy bien. La investigadora critica sobre todo a las autoridades polacas por separar a las familias que llegan a su suelo. El informe explica que si bien las personas heridas o enfermas son llevadas a un hospital, sus familiares sanos son devueltos sin ning¨²n miramiento, violando las normas europeas y polacas. Se trata de devoluciones en caliente en las que nadie pregunta por las circunstancias de las personas que cruzan la frontera oriental de la Uni¨®n Europea.
Durante la preparaci¨®n del informe se hab¨ªan documentado 13 muertes de migrantes. Aunque se desconoce la cifra de personas que han cruzado la frontera, los medios polacos informaron este mes de noviembre de m¨¢s de 30.000 intentos de traspasarla desde principios de a?o. Esto no supone que haya 30.000 migrantes, ya que muchos de ellos intentan varias veces entrar en territorio europeo. Un portavoz del Gobierno bielorruso dijo que el pasado 18 de noviembre hab¨ªa 7.000 migrantes en su pa¨ªs.
El informe de HRW insiste en la responsabilidad que comparten los dos pa¨ªses, y toda la Uni¨®n Europea, en una crisis que ha sido generada por Bielorrusia. El informe hace una serie de recomendaciones a todas las autoridades implicadas. Al Gobierno de Lukashenko le reclama que acabe con todos los abusos cometidos contra migrantes, como robos, violencia y detenciones en espacios al aire libre sin resguardo comida ni agua. A las autoridades polacas les reclama acabar las expulsiones colectivas y acabar con los abusos. Y la ONG exige a la Uni¨®n Europea insistir en que todas las acciones de los Estados miembros deben respetar los derechos de los migrantes, as¨ª como presionar a Polonia para que facilite el acceso a las ¨¢reas fronterizas restringidas a organizaciones humanitarias, periodistas y dem¨¢s personal sanitario o que trabaje por los derechos humanos.
Gall no iguala la responsabilidad de cada una de las partes, pero s¨ª insiste en la complicidad que los dos pa¨ªses est¨¢n exhibiendo en esta situaci¨®n. ¡°Las expulsiones colectivas no tienen cabida en las normas internacionales. Y Lukashenko hace gala de un cinismo horrible en el tratamiento de las personas. No se trata de qui¨¦n es m¨¢s responsable, sino de que cada parte asuma que no puede continuar con estos comportamientos¡±, concluye la coautora del informe.
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