Reino Unido y Francia: discordia de largo aliento
Londres y Par¨ªs apenas han sido tres veces aliados temporales y solo porque no les qued¨® m¨¢s remedio que combatir un desaf¨ªo com¨²n
Es lugar com¨²n en los an¨¢lisis de la relaci¨®n franco-brit¨¢nica mencionar que ambos pa¨ªses forjaron su respectivo sentimiento nacional enfrentados en una guerra que dur¨® nada menos que 100 a?os. Alguien fue m¨¢s all¨¢ esta semana y, al hilo de las crecientes tensiones, coment¨® que pronto se cumplir¨¢ un milenio de rivalidad. Simplificaba y exageraba, claro est¨¢, pero sin faltar del todo a la verdad.
Desde la derrota anglosajona en 1066, Londres y Par¨ªs apenas han sido tres veces aliados temporales y solo porque no les qued¨® m¨¢s remedio que combatir un desaf¨ªo com¨²n: Espa?a en el siglo XVI, Alemania en la primera mitad del XX, y la URSS en la segunda. Aunque ni siquiera entonces hubo complicidad profunda. Un libro de Robert Graves relata c¨®mo sus antiguos compa?eros ingleses en las trincheras del Somme eran en realidad german¨®filos deseosos de disparar a los franceses. Y, en plena Guerra Fr¨ªa, De Gaulle prefiri¨® salir de la OTAN y vetar la adhesi¨®n del Reino Unido a la Comunidad Europea antes que tener que sentarse juntos en la misma mesa.
As¨ª que hoy, sin una tercera potencia extranjera que realmente les amenace y una vez acabada la ef¨ªmera participaci¨®n compartida en el proceso de integraci¨®n, pareciera que el viejo instinto se impondr¨ªa de modo natural. La actual crisis migratoria es el tercer episodio grave de un a?o diplom¨¢tico muy turbulento que tambi¨¦n incluye una compleja querella sobre derechos de pesca y el acuerdo AUKUS que, a ojos de Francia, frustr¨® p¨¦rfidamente un contrato de venta de submarinos a Australia. La escalada de acontecimientos incluye llamadas a consulta de embajadores, desconvocatorias de reuniones ministeriales previamente anunciadas o acusaciones en p¨²blico entre sus m¨¢ximos dirigentes. Es esta una deriva impropia entre aliados que viene a abundar en esa hip¨®tesis de que tal vez ya no lo sean.
Desde luego, resulta prematuro afirmar que el periodo iniciado con la Entente Cordial de 1904 habr¨ªa sido ¨²nicamente un par¨¦ntesis de tregua ¡ªduradero, pero par¨¦ntesis al fin y al cabo¡ª entre los dos enemigos m¨¢s viejos del mundo. Por suerte, todav¨ªa es mucho m¨¢s lo que les une que lo que les separa y, sin embargo, es preocupante la velocidad con la que se est¨¢ deteriorando la supuesta solidez del v¨ªnculo.
El Brexit ha sido incapaz de generar dividendo alguno, salvo a la facci¨®n que se hizo con el Partido Conservador y hoy gobierna Westminster, pero s¨ª ha demostrado un potencial corrosivo extraordinario. Siendo la Uni¨®n Europea un proyecto de desmantelamiento de barreras, no es casualidad que muchos de los perjuicios que est¨¢ causando se localicen en esos puntos tan delicados y simb¨®licos como son las fronteras. Ese es el elemento que tienen en com¨²n las largas colas de camiones en Calais-Dover, el peligro de que vuelvan las alambradas a Irlanda del Norte, la disputa con la isla de Jersey frente a la costa de Normand¨ªa, o el temor a que el mismo Reino Unido se divida por el mar de Irlanda o Escocia.
La muerte de 27 inmigrantes que trataban de cruzar el canal de La Mancha tambi¨¦n afecta a una frontera hasta hace poco desdibujada. La cifra queda ciertamente muy lejos de los miles de naufragios fatales que cada a?o se producen en el Mediterr¨¢neo, pero su relevancia pol¨ªtica es enorme en dos pa¨ªses donde el rechazo a la inmigraci¨®n moviliza el voto y fue el factor que inclin¨® la balanza a favor del nacionalismo euroesc¨¦ptico en el refer¨¦ndum de 2016 y en las elecciones que llevaron al poder a Boris Johnson.
Si la pol¨ªtica consiste en gestionar el conflicto y la cooperaci¨®n sin que el resultado est¨¦ prefigurado, lo mejor y peor que esta es capaz de generar se condensa en los 50 a?os que separan la adhesi¨®n brit¨¢nica al entonces Mercado Com¨²n de su salida. A principios de la d¨¦cada de los setenta, el ingenio, la mirada al futuro y la voluntad pol¨ªtica com¨²n de franc¨®filos y angl¨®filos en las dos orillas fue capaz de producir un prodigioso avi¨®n supers¨®nico de pasajeros. Para bautizarlo, se eligi¨® una hermosa palabra latina ¡ªconcordia¡ª que se pronuncia igual en franc¨¦s e ingl¨¦s. Pero su triste ant¨®nimo tambi¨¦n forma parte de ambos idiomas.
Ignacio Molina es profesor de ciencia pol¨ªtica en la UAM e investigador del Real Instituto Elcano
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