Se busca casa para el nuevo presidente de Chile
Los mandatarios del pa¨ªs sudamericano no tienen una residencia oficial y no se sabe todav¨ªa cu¨¢l ser¨¢ la elecci¨®n de Boric. Su entorno explora incluso la posibilidad de habitar en La Moneda
En Chile no existe una residencia oficial para los presidentes, como sucede en buena parte del mundo. La ¨²ltima vez que un mandatario ocup¨® el Palacio de La Moneda como residencia fue a mediados del siglo XX, en el segundo Gobierno del general Carlos Ib¨¢?ez del Campo (1952-1958). Desde entonces, cada vez que un pol¨ªtico llega al poder, sigue viviendo en su casa familiar de toda la vida (como sucedi¨® con Patricio Aylwin en 1990 o Eduardo Frei en 1994) o se cambia a una alquilada, que el cuerpo de Carabineros selecciona de acuerdo con las exigencias de seguridad (como ocurri¨® con Michelle Bachelet en 2006, que pas¨® de su piso, comprado por su familia a comienzos de los a?os setenta en el municipio de Las Condes, a una casa en la misma zona).
Es una de las peculiaridades del presidencialismo chileno, marcado por cierta austeridad, que nuevamente queda en evidencia con miras al cambio de Gobierno. El presidente electo Gabriel Boric, de 35 a?os, proviene de Punta Arenas, en el extremo sur de Chile, donde viv¨ªa con sus padres y hermanos. Actualmente, como diputado, vive con su pareja en un departamento en el centro de la capital, en el tur¨ªstico barrio Bellas Artes. Pero todav¨ªa resulta una inc¨®gnita su residencia a partir del 11 de marzo, cuando asuma el cargo, aunque desde su c¨ªrculo se ha explorado incluso la posibilidad de residir en La Moneda, como ning¨²n presidente lo ha hecho desde hace 70 a?os.
¡°A mediados del siglo XX, ya vivir en el centro no era muy agradable. Estaba el aire contaminado, hab¨ªa pocos jardines y pocas plazas. Muy casco hist¨®rico antiguo, poco residencial¡±, explica Miguel Laborde, especialista en historia urbana y arquitect¨®nica de Santiago. El cronista se permite darle un consejo a Boric: ubicar su nueva residencia en el tradicional barrio Yungay, en el mismo centro de Santiago, pero m¨¢s hacia el poniente. ¡°Fue el primer barrio que se cre¨® en la Rep¨²blica, proyectado por el primer arquitecto oficial del Gobierno, Jos¨¦ Vicente Larra¨ªn. Siempre fue el barrio de acogida, de provincianos y de inmigrantes. Y hoy tiene buena salud y educaci¨®n p¨²blica, adem¨¢s de casas de buen tama?o¡±, asegura Laborde.
El palacio de La Moneda fue fundado en 1805, pero no como sede de Gobierno, sino como Casa de Moneda. Era, por lo tanto, la estructura que cobijaba los talleres de fabricaci¨®n de monedas, con solo algunos aposentos ocupados por tres altos funcionarios de esta ¨¦poca todav¨ªa colonial. Su origen ha marcado, por lo tanto, la fisonom¨ªa de este palacio: no tiene ni grandes lujos ni tampoco se caracteriza por lo amplio, lo que habitualmente sorprende a los visitantes extranjeros. Fue reci¨¦n en 1846 cuando La Moneda se transform¨® en la sede del Gobierno y en la residencia de los presidentes. Y sucedi¨® por decisi¨®n del mandatario de la ¨¦poca, el conservador Manuel Bulnes. O, m¨¢s bien, por la visi¨®n de su esposa. Lo explica Laborde: ¡°Enriqueta Pinto fue la que pens¨® que el presidente de Chile deb¨ªa tener una residencia digna. Se mov¨ªa en el poder ??-era hija de presidente- y realiza un tremendo aporte, con la creaci¨®n de una tertulia apenas se instalaron en La Moneda. Asist¨ªan los que estaban pensando el pa¨ªs, como Andr¨¦s Bello. Y no es casualidad que de esas tertulias nacieran instituciones como la Universidad de Chile, por ejemplo. Ella era la anfitriona¡±.
La Casa de Moneda sigui¨® funcionando en el mismo lugar hasta 1929, cuando se traslad¨® a la Quinta Normal. Y los sucesores de Bulnes la ocuparon por d¨¦cadas como vivienda. Laborde cuenta que otro per¨ªodo de oro del Palacio de La Moneda fue a fines del siglo XIX, en la presidencia de Jos¨¦ Manuel Balmaceda: ¡°Fue una ¨¦poca muy interesante. Balmaceda fue un impulsor del Estado proactivo. Y, nuevamente, La Moneda vuelve a ser el escenario de las tertulias m¨¢s atractivas del pa¨ªs. Rub¨¦n Dar¨ªo llega a Chile atra¨ªdo por esta tertulia¡±, asegura el autor de t¨ªtulos como Calles del Santiago antiguo o Santiago, lugares con historia.
Fue Ib¨¢?ez del Campo el que decidi¨® mudarse de La Moneda, aunque en su segundo Gobierno lleg¨® a vivir un tiempo en el c¨¦ntrico palacio. ¡°Ib¨¢?ez concluye que el Ejecutivo necesitaba m¨¢s espacios para oficinas¡±, relata Laborde, reconocido por su labor en el rescate y resguardo del patrimonio chileno. Luego, Jorge Alessandri (1958-1964) vivi¨® en un piso del pasaje Phillips, a un costado de la Plaza de Armas y acostumbraba a caminar hasta la sede de Gobierno, que le quedaba a pocas calles de distancia. El democristiano Eduardo Frei Montalva (1964-1970) sigui¨® viviendo en su casa familiar, en la m¨ªtica calle Hindenburg 683 de Providencia, que actualmente alberga un museo en torno a su figura. El socialista Salvador Allende al menos un a?o vivi¨® en su casa de toda la vida en calle Guardia Vieja, en Providencia, una cl¨¢sica casona de mediados de siglo XX, donde todav¨ªa vive su hija, la senadora Isabel Allende, que conserva incluso mobiliario de la ¨¦poca en que su padre lider¨® Chile. Pero fue Allende, en 1971, el que decidi¨® instalar una casa que sirviera para los presidentes de la Rep¨²blica. Fue adquirida por el Estado y estaba ubicada en calle Tom¨¢s Moro, en el municipio de Las Condes, donde el mismo m¨¦dico se traslad¨® y alcanz¨® a vivir unos dos a?os. Mientras gobernaba, el socialista era asiduo del refugio de la precordillera El Ca?averal ¨Dpropiedad de su secretaria, conocida como Payita¨D, donde el mandatario acostumbraba a pasar los fines de semana con su c¨ªrculo de confianza.
Pero los planes de la residencia oficial de los presidentes en la casona de Tom¨¢s Moro se truncaron, tambi¨¦n, con el Golpe Militar de 1973: las Fuerzas Armadas no solo bombardearon La Moneda el 11 de septiembre, sino tambi¨¦n la residencia del mandatario, que ardi¨® en llamas como la propia sede de Gobierno. El dictador Augusto Pinochet, en los 17 a?os del r¨¦gimen, residi¨® siempre en una casona de la calle Presidente Err¨¢zuriz, en Las Condes, que era la vivienda oficial del Comandante en Jefe del Ej¨¦rcito. Actualmente, es un barrio de familias acomodadas, de colegios tradicionales, de un hermoso parque con juegos infantiles, muchos perros y corredores. El dictador y su familia siempre vivieron en esta vivienda entre 1973 y 1990 ¨Dcuando se instal¨® la democracia, con Aylwin¨D, salvo un per¨ªodo de algunos meses, donde Pinochet dej¨® la vivienda para que se remodelara.
Aylwin y Frei, luego, se quedaron en sus respectivas casas al asumir. Fue en esas residencias de familias de profesionales de mediados de siglo XX, sin grandes lujos, donde recibieron a decenas de personalidades en sus a?os de Gobierno. Y hubo grandes an¨¦cdotas. Ya Frei no era presidente cuando recibi¨® en su casa al expresidente argentino Carlos Menem, con quien Frei era amigo, en una cena privada que no lo fue tanto: el argentino lleg¨® de la mano de su nueva novia, la chilena Cecilia Bolocco, y la prensa del coraz¨®n desbord¨® la residencia de los Frei y su peque?o patio, bajo el horror de la esposa de Frei, Martita Larraechea.
La austeridad de las viviendas se hizo visible nuevamente con el socialista Ricardo Lagos, en 2000, que en su mandato estudi¨® la posibilidad de proyectar una casa presidencial estable, en la zona de Cerrillos, en un proyecto que se frustr¨® por las crisis econ¨®micas que le tocaron. Lagos al asumir se qued¨® viviendo en su piso de Providencia, en el mismo edificio donde viv¨ªa su madre, ya muy mayor. Solo en medio de su mandato alquil¨® una vivienda de un gran pol¨ªtico democristiano ¨DGabriel Vald¨¦s¨D en el mismo municipio de Providencia, en calle Amudsen. Cuando dej¨® el poder en marzo de 2006, sin embargo, regres¨® a su antiguo piso. En Chile, todav¨ªa se valora que los presidentes, luego de dejar el servicio p¨²blico, vuelvan a sus vidas de ciudadanos comunes y corrientes con el mismo estilo de vida normal de antes de llegar a liderar el Gobierno.
¡°Pi?era, sin embargo, ya ven¨ªa de su mansi¨®n de millonario, as¨ª que se qued¨® ah¨ª¡±, relata Laborde sobre el actual presidente, que gan¨® por primera vez las elecciones en 2010. Pi?era, un empresario que tiene de las principales fortunas del pa¨ªs, vive desde mediados de los a?os noventa en una casona instalada en un amplio terreno, en el exclusivo sector de San Dami¨¢n, en Las Condes. Desde las revueltas de octubre de 2019, en diversas ocasiones la casa ha sido blanco de manifestantes. Sucedi¨® en noviembre de ese a?o, por ejemplo, cuando cientos de ciclistas se reunieron en el centro de Santiago para pedalear hasta la vivienda del presidente, en se?al de protesta y amenaza, en un gesto in¨¦dito en el pasado reciente.
Mientras, lo de la vivienda de Boric sigue siendo un misterio. La pareja del presidente electo, Irina Karamanos ¨D32 a?os, dirigente feminista del Frente Amplio, con quien vive el futuro mandatario¨D, cont¨® este martes en una entrevista con un peri¨®dico chileno que a¨²n no han comenzado a buscar casa. Pero entreg¨® ciertas condiciones: ¡°Sin duda es una conversaci¨®n relevante. Nos importa que haya transparencia y cuidado respecto de cu¨¢l va a ser el gasto, cu¨¢n cerca va a estar de La Moneda, que podamos mantener una circulaci¨®n lo m¨¢s normal posible y no trasladarnos a sectores muy acomodados de la ciudad¡±, dijo la pr¨®xima primera dama. ¡°Queremos ver que se cumpla con los protocolos, sin exagerar en ning¨²n sentido las condiciones ni las comodidades de la vivienda¡±, se?al¨® Karamanos.
Pero el cronista Laborde no considera adecuado ni permanecer en el barrio Bellas Artes (¡°es demasiado cool, los gritos se escuchan hasta la madrugada y, por la ma?ana, las calles est¨¢n llenas de latas de cerveza y aceras mojadas con orina¡±) ni tampoco mudarse a La Moneda: ¡°Es dif¨ªcil instalarse ah¨ª. Ser¨ªa un castigo vivir entre bancos, compa?¨ªas de seguros y comercio, en un barrio que muere el fin de semana¡±, asegura Laborde sobre el entorno de este palacio donde trabaja el presidente y, donde hasta ahora, existe la tradici¨®n de una peque?a y discreta camita junto al despacho.
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