Downing Street celebr¨® otras dos fiestas prohibidas en medio del luto oficial por Felipe de Edimburgo
El palacio de Buckingham, seg¨²n cuenta en exclusiva ¡®The Daily Telegraph¡¯, impuso restricciones sociales en la ceremonia f¨²nebre mientras m¨¢s de 30 empleados del Gobierno celebraban con alcohol la despedida de dos compa?eros
Los empleados del complejo gubernamental de Downing Street celebraron otras dos fiestas m¨¢s, regadas en alcohol, el pasado 16 de abril, cuando el Reino Unido viv¨ªa a¨²n inmerso en severas restricciones sociales por la pandemia, y el pa¨ªs estaba de luto oficial por la muerte del esposo de Isabel II, el pr¨ªncipe Felipe de Edimburgo, seis d¨ªas antes. La noticia la ha contado en exclusiva The Daily Telegraph, un peri¨®dico que puede considerarse la biblia de los conservadores, sobre todo del ala dura. Defensor del Brexit, e impulsor de la carrera pol¨ªtica de Boris Johnson ¡ªfue su tarea como corresponsal de ese diario en Bruselas la que le catapult¨® a la fama¡ª, el tono de extrema dureza que utiliza para revelar la existencia de estas dos nuevas fiestas prohibidas da una idea del acorralamiento al primer ministro.
En esta ocasi¨®n, cuenta el diario, Johnson no estuvo en el jard¨ªn con el resto de invitados. Se hab¨ªa ido a la residencia oficial de descanso, en Chequers. Pero fue una vez m¨¢s bajo su jurisdicci¨®n y mandato que el personal de Downing Street se salt¨® las normas que se impon¨ªan con rigor al resto del pa¨ªs. Las reuniones en interior de personas de distintos domicilios segu¨ªan entonces prohibidas. Se pidi¨® a los brit¨¢nicos que no acudieran a depositar flores a Buckingham o a Windsor para evitar aglomeraciones que infringieran las normas de distanciamiento social.
El modo en que el diario relata lo sucedido da una idea de la intensidad de la rabia desatada, en la prensa y entre los diputados conservadores, contra Johnson: ¡°En una capilla privada del castillo de Windsor, yaci¨® en soledad el ata¨²d del pr¨ªncipe durante la noche. Al d¨ªa siguiente la reina, con su rostro cubierto por una mascarilla negra, dijo adi¨®s a quien fue su esposo durante 73 a?os. Por imposici¨®n de las normas de distanciamiento social, se sent¨® sola. La atm¨®sfera en Downing Street, aquella tarde, era muy diferente. Asesores y funcionarios se reun¨ªan, en dos eventos separados, para celebrar la despedida de dos colegas¡±, relata el corresponsal pol¨ªtico del peri¨®dico, Tony Diver.
Uno de los que se marchaba era James Slack, hasta entonces director de Comunicaci¨®n del primer ministro. Una herencia de la era de su predecesora, Theresa May. El otro era uno de los fot¨®grafos oficiales de Johnson. Corri¨® el alcohol en abundancia, seg¨²n han narrado al Telegraph algunos testigos. Hubo risas y bailes. La juerga se prolong¨® hasta la madrugada. Unos comenzaron en las oficinas y acabaron en el jard¨ªn. Otros, en el s¨®tano de Downing Street, donde incluso un port¨¢til a todo volumen proporcion¨® la m¨²sica. Alguien fue incluso al supermercado cercano con un malet¨ªn vac¨ªo que llen¨® de botellas de vino. Al final, las cerca de 30 personas que sumaban las dos fiestas acabaron juntas en el jard¨ªn.
La vicesecretaria permanente de la Oficina del Gabinete de Johnson, Sue Gray, debe concluir en pocos d¨ªas su investigaci¨®n interna sobre las fiestas prohibidas celebradas en dependencias gubernamentales, incluida aquella en la que Johnson ha admitido su presencia. Se suman ahora a sus pesquisas dos fiestas m¨¢s. Y puede que la pesadilla del primer ministro no acabe aqu¨ª. En un pa¨ªs acostumbrado a regar en alcohol el final de cada jornada laboral, el amplio jard¨ªn de Downing Street era la excusa perfecta para convertir en fiesta las largas reuniones de trabajo, con la conciencia tranquila. As¨ª lo vieron muchos de los participantes en ese momento, sin comprender que alteraban profundamente las normas que se exig¨ªan severamente al resto del pa¨ªs. Una regla para ellos, otra para el resto. Cada nueva informaci¨®n sobre los desmanes de Downing Street durante el confinamiento hunde m¨¢s en los suelos la popularidad de Johnson y acerca m¨¢s la posibilidad de una rebeli¨®n entre los diputados conservadores que ponga fin a su liderazgo y a su carrera como primer ministro.
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