Con botas, no con votos
La invasi¨®n rusa constituye el primer enfrentamiento b¨¦lico a gran escala entre nacionalpopulismo y democracia, los dos grandes proyectos pol¨ªticos que parecen disputarse el mundo en nuestro tiempo
Como cualquier acontecimiento hist¨®rico, la invasi¨®n de Ucrania por parte de la Rusia de Putin puede interpretarse de muchas maneras ¨Dla m¨¢s obvia: como un retorno del imperialismo zarista que volvi¨® con el estalinismo y ha vuelto con Putin, si es que alguna vez se march¨®¨D; no obstante, hay una de ellas que, cuando escribo estas l¨ªneas, apenas unas horas despu¨¦s de iniciada la guerra, no he le¨ªdo ni o¨ªdo todav¨ªa, una interpretaci¨®n que a m¨ª me parece posible y que...
Como cualquier acontecimiento hist¨®rico, la invasi¨®n de Ucrania por parte de la Rusia de Putin puede interpretarse de muchas maneras ¨Dla m¨¢s obvia: como un retorno del imperialismo zarista que volvi¨® con el estalinismo y ha vuelto con Putin, si es que alguna vez se march¨®¨D; no obstante, hay una de ellas que, cuando escribo estas l¨ªneas, apenas unas horas despu¨¦s de iniciada la guerra, no he le¨ªdo ni o¨ªdo todav¨ªa, una interpretaci¨®n que a m¨ª me parece posible y que tal vez a los historiadores del futuro les parezca evidente.
Recapitulemos. La crisis econ¨®mica de 2008 provoc¨® un se¨ªsmo planetario, cuya escala suele compararse con raz¨®n a la que provoc¨® la de 1929. La principal consecuencia pol¨ªtica de la crisis del 29 fue el surgimiento o la consolidaci¨®n del fascismo (o, m¨¢s en general, de los totalitarismos) en todo Occidente, y no solo en Occidente; la principal consecuencia de esta consecuencia fue la II Guerra Mundial. Por su parte, la principal consecuencia pol¨ªtica de la crisis de 2008 consisti¨® en el surgimiento o la consolidaci¨®n en todo Occidente, y no solo en Occidente, de eso que hemos dado en llamar nacionalpopulismo. La historia nunca se repite exactamente, pero siempre se repite con m¨¢scaras diversas; el nacionalpopulismo no es una repetici¨®n del fascismo (o del totalitarismo), pero s¨ª es, como ha mostrado Federico Finchelstein, una m¨¢scara, una reformulaci¨®n, un heredero del fascismo, gen¨¦tica e hist¨®ricamente ligado a ¨¦l.
Del mismo modo que no todos los fascismos eran iguales, aunque todos fueran semejantes (no es lo mismo el nazismo alem¨¢n que el fascismo italiano o el falangismo espa?ol), no todos los nacionalpopulismos son id¨¦nticos, aunque todos posean elementos en com¨²n: no es lo mismo el nacionalpopulismo de Trump que el de los partidarios del Brexit, el de Salvini en Italia, el de Le Pen o Zemmour en Francia, el de Orb¨¢n en Hungr¨ªa, o los de Maduro, Ortega o Bolsonaro en Latinoam¨¦rica (en Espa?a, la primera manifestaci¨®n del nacionalpopulismo fue el proc¨¦s; y la ¨²ltima, Vox, que de entrada fue en buena parte un resultado del proc¨¦s, una reacci¨®n frente a ¨¦l).
El nacionalismo autoritario de Putin se sum¨® con entusiasmo a esta gran internacional nacionalpopulista, cuyo rasgo com¨²n es, precisamente, el nacionalismo y los impulsos autoritarios y antidemocr¨¢ticos, y de ah¨ª que Putin haya sido en los ¨²ltimos a?os el gran promotor del nacionalpopulismo en Occidente: ¨¦l contribuy¨® al ascenso al poder de su aliado y admirador Trump; ¨¦l intervino de manera relevante en la campa?a a favor del Brexit; ¨¦l financi¨® a Salvini, apoy¨® a los secesionistas catalanes; mantiene una excelente relaci¨®n con Le Pen y Zemmour; y es u?a y carne con Orb¨¢n. A Maduro y a Ortega les ha faltado tiempo para aprobar la invasi¨®n de Ucrania, igual que ha corrido a mostrar su comprensi¨®n con Rusia la China de Xi Jinping, el socio m¨¢s potente de Putin y otra beneficiaria fundamental de la ola nacionalpopulista. Visto desde esta perspectiva, lo ocurrido en Ucrania cobra un significado distinto: la invasi¨®n rusa constituye el primer enfrentamiento b¨¦lico a gran escala entre nacionalpopulismo y democracia, los dos grandes proyectos pol¨ªticos que parecen disputarse el mundo en nuestro tiempo.
?Ser¨¢ tambi¨¦n el ¨²ltimo? ?O esto es solo el pr¨®logo de lo que est¨¢ por venir, del mismo modo que, en los a?os treinta, la Guerra Civil fue el primer enfrentamiento b¨¦lico a gran escala entre democracia y fascismo y tambi¨¦n el pr¨®logo de la II Guerra Mundial? No hay que ser alarmista, pero tampoco ingenuo: esta no es solo una guerra entre Ucrania, una fr¨¢gil democracia, y Rusia, un estado autoritario, sino tambi¨¦n una guerra europea entre democracia y autoritarismo. Y las guerras se sabe c¨®mo empiezan, pero nunca c¨®mo acaban. Volod¨ªmir Zelenski, presidente de Ucrania, llevaba raz¨®n en su llamada de auxilio a Europa: o se frena a Putin o la guerra llamar¨¢ a nuestras puertas. Quiz¨¢ teniendo en mente la crisis de 1929, Felipe Gonz¨¢lez vaticin¨® hace tiempo que, de la crisis de 2008, saldr¨ªamos con votos y no con botas; ahora mismo yo ya no estoy tan seguro.
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