El matrimonio ruso que huye de la guerra en Ucrania: ¡°Estamos avergonzados de nuestro pasaporte¡±
Una pareja, residente en la asediada ciudad ucrania de J¨¢rkov, relata su huida a Polonia con un reci¨¦n nacido: ¡°Nos hemos vuelto rehenes de esta situaci¨®n¡±
A las cinco de la ma?ana del 24 de febrero, en la hoy asediada ciudad ucrania de J¨¢rkov (este), Alex fue despertado a toda prisa por su mujer, Maria, al o¨ªr los primeros bombardeos rusos. Lo primero que hizo fue entrar en internet, donde ley¨® que el presidente de su pa¨ªs, Vlad¨ªmir Putin, acababa de anunciar una ¡°operaci¨®n militar especial¡± que los civiles ucranios no deb¨ªan temer porque solo buscaba proteger de un ¡°genocidio¡± a los habitantes de las regiones separatistas prorrusas. ¡°No es tanto que me lo creyera como que me lo quise creer, porque con un beb¨¦ de un mes no quer¨ªamos salir corriendo. Y pensamos que la guerra durar¨ªa dos o tres d¨ªas¡±, explica hoy en el centro de recepci¨®n de refugiados en la localidad polaca de Hrubieszow, al que acaba de llegar con su esposa y sus tres hijos: uno de 18 a?os, otro de 14 y su beb¨¦.
Alex y Maria nacieron en la URSS en 1981, son ciudadanos rusos y han vivido la mayor parte de sus vidas en el Lejano Oriente Ruso. Hace m¨¢s de 10 a?os decidieron mudarse a J¨¢rkov, donde viv¨ªan el padre de ¨¦l, ruso, y su madre, ucrania, en una mezcla t¨ªpica de los a?os en que ambas rep¨²blicas pertenec¨ªan a la Uni¨®n Sovi¨¦tica. ¡°Nos gust¨® el clima c¨¢lido y la ciudad, hermosa. Adem¨¢s, es de habla rusa y nunca ha habido problemas por motivos ¨¦tnicos. Recibimos permisos de residencia permanente y es donde naci¨® nuestro [¨²ltimo] hijo, al que registramos como ciudadano de J¨¢rkov. Y all¨ª vivimos felices hasta el 24 de febrero, el d¨ªa que cambi¨® nuestras vidas¡±, cuenta en una conversaci¨®n presencial y un posterior intercambio de correos electr¨®nicos, ya desde la ciudad polaca de Cracovia, una etapa m¨¢s hacia su destino final: una localidad de Espa?a en la que les acoger¨¢ su t¨ªa y que prefiere no dar a conocer por miedo a represalias.
Tampoco quiere dar su apellido ni ser filmado porque teme por su seguridad. Solo permite ser retratado de espaldas con su mujer y el carrito del beb¨¦. ¡°Rusia empieza a parecerse a Corea del Norte¡±, subraya tras recordar que el Parlamento del pa¨ªs aprob¨® el d¨ªa 4 una ley que castiga con hasta 15 a?os de c¨¢rcel la ¡°desinformaci¨®n¡± sobre las acciones rusas en Ucrania y el apoyo a las sanciones internacionales a Mosc¨² por la ofensiva.
Temen represalias porque tanto ellos como sus dos hijos mayores tienen pasaporte ruso, adem¨¢s de familia y amigos en ese pa¨ªs. Pocos, en realidad, ya. Antes de la guerra, Alex manten¨ªa contacto con 10, pero dos semanas m¨¢s tarde solo se habla con 2. ¡°En Rusia ahora mismo son como zombis, por la maquinaria propagand¨ªstica, que es muy, muy potente¡±, asegura. ¡°Cuando llamamos a amigos en Rusia nos dicen que en Ucrania son neonazis y que todo lo que nos est¨¢n contando es mentira. Les respondo: ¡®Pero si soy yo quien vive aqu¨ª, s¨¦ lo que hay. T¨² vives en San Petersburgo o en el Lejano Oriente¡±.
Cuando habla de Putin, le cambia la mirada. Lo insulta y, en un momento dado, saca el tel¨¦fono y teclea en ruso para asegurarse de que su mensaje no se pierde en una lengua extranjera: ¡°Estamos avergonzados de tener pasaporte ruso. Odiamos a Putin¡±. Luego a?ade tres signos de exclamaci¨®n y otra frase: ¡°Nos hemos vuelto rehenes de esta situaci¨®n¡±.
Esperanza de volver
J¨¢rkov, la segunda ciudad ucrania por poblaci¨®n (en torno a 1,5 millones) y de mayor¨ªa rusohablante, lleva d¨ªas bajo intensos bombardeos. ¡°No perdemos la esperanza de volver, pero tenemos miedo de que no quede ad¨®nde. Muchas casas de la zona han sido bombardeadas y la de la abuela tiene los cristales rotos por una explosi¨®n¡±, explica. Su barrio, Saltivka, est¨¢ en el noreste de la ciudad, justo la parte m¨¢s cercana a la frontera con Rusia, a apenas 30 kil¨®metros. ¡°Fue la primera zona en recibir el golpe. Sal¨ª al balc¨®n y vi un resplandor en el horizonte [¡]. Decidimos quedarnos en casa para no poner en riesgo la salud del beb¨¦, pues por alguna raz¨®n est¨¢bamos seguros de que esto terminar¨ªa pronto¡±.
Se quedaron dos d¨ªas en el apartamento, acostumbr¨¢ndose al sonido de las bombas con el consuelo de que ninguna ca¨ªa cerca. Hasta que frente a su edificio ¨Dal lado del b¨²nker comunal al que no bajaban por miedo a que el fr¨ªo empeorase la neumon¨ªa del reci¨¦n nacido¨D un cohete apareci¨® clavado en la tierra sin explotar, explica mientras levanta el brazo para mostrar c¨®mo se le eriza el vello al recordarlo. Luego muestra en su m¨®vil una foto del proyectil y un v¨ªdeo grabado desde una ventana con el sonido de explosiones de fondo. ¡°Cogimos solo lo necesario: comida para el beb¨¦, pa?ales, documentos... y fuimos a casa de unos amigos en otra parte de J¨¢rkov, que cre¨ªamos m¨¢s segura. Esa misma noche, los aviones comenzaron a bombardear el centro de la ciudad. Las explosiones eran muy fuertes. Con un beb¨¦ de un mes en brazos, nos sent¨ªamos impotentes. En medio del estr¨¦s, mi esposa perdi¨® la leche materna. Decidimos abandonar la ciudad de inmediato para salvar nuestras vidas y las de nuestros hijos¡±, relata.
El peque?o solo ha conocido b¨¢sicamente dos lugares en su escaso mes de vida: el hospital de J¨¢rkov (donde pas¨® dos semanas en cuidados intensivos con neumon¨ªa) y la ciudad ucrania de Lviv, a la que huyeron en tren y de cuyo and¨¦n abarrotado muestra im¨¢genes en el tel¨¦fono. ¡°?ramos tantos en el vag¨®n que hasta hab¨ªa gente sentada en el ba?o¡±, recuerda. Se quedaron unos d¨ªas en Lviv, en la ¨Dhasta los bombardeos del viernes¨D m¨¢s tranquila parte occidental de Ucrania, pero estaban inquietos. ¡°Pensamos: ¡®?qui¨¦n sabe cu¨¢l es el siguiente paso de Putin? Tampoco este sitio es seguro y tenemos un beb¨¦¡¯. As¨ª que fuimos hacia la frontera¡±, se?ala.
Una vez en Polonia, unos voluntarios los trasladaron por carretera al centro de Hrubieszow, un polideportivo con hileras de camas plegables, colchonetas y esterillas en el que cientos de refugiados pasan, por lo general, las horas justas para echar una cabezada, comer caliente y protegerse de las temperaturas bajo cero, antes de continuar hacia otros puntos de Polonia u otros pa¨ªses. Alex pudo ser evacuado a la UE porque tiene permiso de residencia permanente en Ucrania y, al ser extranjero, estaba exento de la ley marcial, que impide la salida a los hombres ucranios de 18 a 60 a?os. ¡°Volver a la Rusia de Putin¡±, aclara, ¡°nunca fue una opci¨®n¡±.
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