El Parlamento investigar¨¢ a Boris Johnson por desacato en el esc¨¢ndalo de las fiestas
Una mayor¨ªa de diputados da luz verde a que la Comisi¨®n de Privilegios indague si el primer ministro minti¨® a la C¨¢mara sobre lo ocurrido en Downing Street durante el confinamiento
No ha hecho falta ni votar. Al preguntar a los diputados brit¨¢nicos el vicepresidente de la C¨¢mara de los Comunes si alguien se opon¨ªa a la enmienda, no se ha o¨ªdo una mosca. Y por asentimiento, el Parlamento brit¨¢nico ha adoptado la hist¨®rica decisi¨®n de investigar a un primer ministro, Boris Johnson, por posible desacato. Para averiguar si falt¨® a la verdad durante cada una de las comparecencias en las que intent¨® explicar el asunto de las fiestas prohibidas en Downing Street durante el confinamiento.
Era imposible debatir sobre un asunto de tal gravedad sin poder decir la palabra clave: mentiroso. Por eso el speaker (presidente) de la C¨¢mara de los Comunes, Lindsay Hole, ha permitido a los diputados, de modo excepcional y contrario al decoro parlamentario, que definieran a Boris Johnson con ese adjetivo. Peyorativo, s¨ª, pero tambi¨¦n descriptivo de lo que se discut¨ªa en Westminster. Se trataba de decidir si el primer ministro hab¨ªa mentido al Parlamento al negar, en repetidas ocasiones, que se celebrasen fiestas en Downing Street durante el confinamiento, y que nunca se quebrant¨® la legalidad en dependencias gubernamentales. Es decir, si Johnson hab¨ªa cometido desacato y deb¨ªa ser castigado por ello. La multa impuesta por la Polic¨ªa Metropolitana hace dos semanas apenas es de 60 euros. Pero su valor simb¨®lico es inmensamente superior al monetario. Nunca en la historia del Reino Unido un primer ministro hab¨ªa incumplido la ley durante su mandato. Las medias excusas de Johnson ante el Parlamento el pasado martes convencieron a pocos, porque se limit¨® a pedir perd¨®n por sus ¡°errores¡±, pero sigui¨® asegurando que nunca fue consciente de que las fiestas en Downing Street iban en contra de las normas que su Gobierno hab¨ªa impuesto a los ciudadanos.
¡°Nuestra enmienda persigue un claro objetivo: defender los simples principios de honestidad, integridad y la necesidad de decir la verdad en pol¨ªtica¡±, ha explicado el l¨ªder laborista, Keir Starmer, al comenzar el debate sobre el texto presentado por su partido. Se trataba de una enmienda para ordenar a la Comisi¨®n de Privilegios de la C¨¢mara de los Comunes (similar a la espa?ola Comisi¨®n del Estatuto del Diputado) que abriera una investigaci¨®n, para averiguar si Johnson hab¨ªa incumplido el C¨®digo Ministerial y enga?ado deliberadamente al Parlamento.
Una estrategia que no funcion¨®
En una mezcla de desaf¨ªo a la oposici¨®n y de intento de aparentar normalidad, Johnson hab¨ªa iniciado este mismo jueves una visita oficial a la India y ha estado ausente en el Parlamento. Se iba con cierta tranquilidad, porque a ¨²ltima hora del mi¨¦rcoles la direcci¨®n del grupo parlamentario conservador hab¨ªa calmado a los diputados m¨¢s rebeldes. Les ofreci¨® una enmienda a la enmienda laborista, por la que el Gobierno se compromet¨ªa a respaldar una futura investigaci¨®n a Johnson del Parlamento, pero solo despu¨¦s de que Scotland Yard concluyera la suya propia y se publicara finalmente el informe sobre las fiestas de la alta funcionaria, Sue Gray.
La estrategia, sin embargo, no funcion¨®. En primer lugar, porque los propios laboristas hab¨ªan incluido en su texto la cautela de supeditar la investigaci¨®n parlamentaria a que concluyera el trabajo de la polic¨ªa; en segundo lugar, porque la presi¨®n de muchos votantes hac¨ªa insostenible que los diputados conservadores se pusieran de perfil; y en tercer lugar, porque el discurso que el propio Johnson ofreci¨® al grupo parlamentario el martes por la noche tuvo m¨¢s contenido de soberbia que de humildad.
¡°He estado tentado de perdonarle. Pero esa posibilidad ha desaparecido¡±, ha dicho desde su esca?o Steve Baker, el diputado conservador euroesc¨¦ptico que fue clave para que Johnson fuera elegido primer ministro. Su golpe dejaba claro la dificultad a la que se enfrenta el primer ministro. ¡°Por no haber obedecido ni la letra ni el esp¨ªritu de las normas, el primer ministro deber¨ªa haberse ido hace mucho tiempo. Sabe que el juego se ha terminado¡±, sentenciaba Baker.
La insistencia ¡ªpresi¨®n, m¨¢s bien¡ª de la direcci¨®n del grupo parlamentario sobre los diputados conservadores ha irritado a muchos de ellos. Sobre todo, porque en un primer momento se les indic¨® que se exigir¨ªa disciplina parlamentaria f¨¦rrea para votar en contra de la enmienda laborista. Lo que en la jerga de la C¨¢mara se conoce como three-line whip (l¨¢tigo triple; whip es como se llama a los diputados encargados de empujar el voto del resto). La desobediencia ante tal consigna lleva castigo. Pero en un asunto de tal profundidad ¨¦tica, lo ¨²nico que se consigui¨® fue que m¨¢s de la mitad de la bancada conservadora estuviera vac¨ªa. Era el modo de manifestar discretamente una abstenci¨®n. Durante varias horas, han sido los diputados de la oposici¨®n ¡ªlaboristas, nacionalistas escoceses, liberal dem¨®cratas o verdes¡ª los que ha intervenido, uno tras otro, para manifestar la rabia de sus votantes con el comportamiento de Johnson y acusarle de haber mentido al Parlamento.
Los dos peores golpes para el primer ministro, aunque estuviera a miles de kil¨®metros de distancia del debate, han llegado de sus propias filas. Junto a Baker, otro diputado conservador, William Wragg, presidente de la Comisi¨®n de Asuntos Constitucionales, reclamaba a sus compa?eros de filas hacer lo correcto. Wragg ya hab¨ªa pedido d¨ªas antes la dimisi¨®n de Johnson, y la crisis de Ucrania, ha dicho, no le serv¨ªa como excusa: ¡°La invasi¨®n de una naci¨®n soberana por un agresivo dictador no puede ser la raz¨®n para que aceptemos rebajar nuestros propios niveles de exigencia ¨¦tica¡±, ha dicho.
Sigue toda la informaci¨®n internacional en Facebook y Twitter, o en nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.