El presidente de la comisi¨®n que investiga el asalto al Capitolio: ¡°El 6 de enero fue la culminaci¨®n de un intento de golpe de Trump¡±
El comit¨¦ presenta v¨ªdeos in¨¦ditos del ataque y pruebas de que personas cercanas al expresidente trataron de convencerlo para que dejara de difundir bulos sobre el robo electoral
Nada m¨¢s empezar, Bennie Thompson, dem¨®crata de Misisipi que dirige la comisi¨®n que investiga el ataque al Capitolio, se lanz¨® el jueves por la noche directo al grano: ¡°El 6 de enero fue la culminaci¨®n de un intento de golpe de Estado de Donald Trump¡±, sentenci¨®. Luego, tras el turno de una a¨²n m¨¢s tajante Liz Cheney (congresista republicana de Wyoming, que denunci¨® un ¡°plan en siete partes¡± del expresidente para ¡°mantenerse en el poder¡±), se emitieron los v¨ªdeos ¡°nunca vistos de la insurrecci¨®n¡±. Y la docena de miembros de la C¨¢mara de Representantes presentes como p¨²blico al fondo de la sala empezaron a revolverse en sus sillas. Llegaron aquel d¨ªa de principios de 2021 dispuestos a certificar el traspaso pac¨ªfico de poderes entre Trump y Joe Biden y acabaron escondidos de la turba para salvar sus vidas.
Al revivir aquellas horas con nuevas im¨¢genes, montadas con pulso cinematogr¨¢fico, el pu?ado de legisladores mov¨ªan la cabeza, se tapaban las caras con las manos y apartaban la vista del inquietante metraje recopilado durante una investigaci¨®n que ha durado 11 meses e incluye un millar de entrevistas y la revisi¨®n de unos 140.000 documentos. La dem¨®crata Pramila Jayapal (representante por el Estado de Washington) no pod¨ªa contener el llanto, y, a su lado, su compa?era de partido Cori Bush (Misuri) le prestaba un pa?uelo para secarse las l¨¢grimas. Despu¨¦s, Jayapal dijo a EL PA?S: ¡°Nosotros est¨¢bamos all¨ª, sabemos lo cerca que estuvimos de perder nuestra democracia. Y sabemos tambi¨¦n lo cerca que estamos a¨²n de que eso suceda. Es importante que el trabajo de esta comisi¨®n d¨¦ sus frutos¡°.
La primera de las seis sesiones en las que sus miembros (siete dem¨®cratas y dos republicanos) quieren compartir esos frutos con el p¨²blico hab¨ªa comenzado poco despu¨¦s de las 20.00, horario de m¨¢xima audiencia para las cadenas de televisi¨®n que la emitieron con una puesta en escena que recordaba conscientemente a otros trances dram¨¢ticos de la historia reciente de Estados Unidos, como el Watergate (1973) o el esc¨¢ndalo Ir¨¢n-Contra (1987). ¡°El mundo nos est¨¢ contemplando¡±, dijo Thompson con ese gusto tan estadounidense por la ¨¦pica. ¡°No podemos barrer lo que pas¨® debajo de la alfombra. El pueblo merece respuestas¡±, a?adi¨®.
Thompson se present¨® como un ciudadano estadounidense con ¡°un juramento constitucional¡±, que exige la protecci¨®n de Estados Unidos tanto de las amenazas externas como de las internas. ¡°Ese juramento se puso a prueba aquel d¨ªa¡±, afirm¨®, antes de acordarse de los miembros de las fuerzas de seguridad que trabajaron para contener el 6 de enero del a?o pasado a la turba. Algunos de ellos estaban presentes en la sala.
Despu¨¦s, fue el turno de Cheney, vicepresidenta de la comisi¨®n y una de los dos congresistas republicanos que forman parte de ella. Cheney, proscrita en su partido por oponerse abiertamente a Trump y a la Gran Mentira del robo de las elecciones de 2020 ¨Dun fraude que el expresidente a¨²n sostiene sin pruebas y que creen amplios sectores de la poblaci¨®n¨D, lanz¨® un mensaje a sus correligionarios ¡°que defienden lo indefendible¡±: ¡°Llegar¨¢ un d¨ªa en el que Trump ser¨¢ historia, pero vuestro deshonor permanecer¨¢¡±.
La congresista demostr¨® entonces, con ayuda de documentos como tuits o mensajes de correo electr¨®nico y con v¨ªdeos de testimonios recogidos durante la investigaci¨®n, que el expresidente republicano y los suyos difundieron ¡°deliberadamente¡± en los meses previos a la insurrecci¨®n el bulo del robo electoral, pese a que casi todos sab¨ªan con certeza que era eso, un bulo.
Muchos de sus colaboradores y miembros destacados del Departamento de Justicia, como el fiscal general William Barr, que lleg¨® a definir, antes de abandonar el cargo, como ¡°una gilipollez¡± la idea de que le hab¨ªan robado la presidencia, le dijeron insistentemente al magnate que no hab¨ªa base para sus conspiranoias. Pese a lo cual, Trump sigui¨® empe?ado en presionar a funcionarios de lugares como Georgia para que volvieran a contar los votos. Tampoco dej¨® de apretar a su vicepresidente, Mike Pence, al que pidi¨® que no lo defraudara y que impidiera el traspaso de la presidencia, por la v¨ªa de no validarlo con el poder que supuestamente le otorgaba su cargo. Eso, dijo Cheney, ¡°no solo era equivocado, sino ilegal e inconstitucional¡±. El 6 de enero, los asaltantes marcharon al grito de ¡°Colguemos a Mike Pence¡±. Trump estuvo de acuerdo con la idea, seg¨²n se desvel¨® el jueves. ¡°Se lo merece¡±, dijo.
Con el primer aperitivo de la monta?a de pruebas qued¨® claro lo que la comisi¨®n pretende demostrar: que el 6 de enero no fue un d¨ªa en concreto, durante el cual Trump areng¨® para que marcharan sobre el Capitolio a quienes hab¨ªan acudido a un mitin en el que, les prometi¨®, ¡°algo grande¡± iba a pasar, sino que fue la culminaci¨®n ¨D¡°el final de un camino¡±, como lo defini¨® Thompson¨D de meses de una maquinaci¨®n sin precedentes para lograr mantenerse en el poder. Un plan que fue ¡°orquestado¡± de principio a fin por un mandatario con delirios de aut¨®crata.
Y eso, se insisti¨® una y otra vez, pese a que sus personas m¨¢s cercanas trataron de disuadirlo. Pensaron incluso en invocar la Vigesimoquinta Enmienda de la Constituci¨®n, que prev¨¦ que el vicepresidente sustituya al presidente en ciertos contados casos, como la muerte, la renuncia o la incapacidad para ejercer el cargo. Entre el material conocido el jueves destac¨® una grabaci¨®n de Ivanka, hija de Donald Trump, en la que se la oye distanciarse del padre y ponerse del lado de Barr en su apreciaci¨®n de que lo del robo electoral no era sino una tonter¨ªa. Tambi¨¦n hubo ocasi¨®n de escuchar al yerno, Jared Kushner, que defini¨® como ¡°gimoteos¡± las amenazas de dimisi¨®n de la consejera del presidente Pat Cipollone en los d¨ªas previos al 6 de enero. Esas amenazas hablan para la comisi¨®n con elocuencia de la tensi¨®n que se vivi¨® en la Casa Blanca en esas fechas.
El jueves tambi¨¦n qued¨® demostrado que Trump desoy¨® el 6 de enero los ruegos de sus asesores y de otras personas afines ¡ªcomo Sean Hannity, locutor de Fox News (cadena que no retransmiti¨® la audiencia)¨D para que hiciera algo por parar a los suyos, durante las horas en las que tomaron por la fuerza la sede de la democracia estadounidense. El a¨²n presidente asisti¨® desde el Despacho Oval y por televisi¨®n a un espect¨¢culo en el que la violencia campaba ya a sus anchas. Ese d¨ªa murieron cuatro personas, todas simpatizantes de Trump, y en las jornadas siguientes, otras cinco m¨¢s, miembros de la polic¨ªa.
Trump public¨® horas antes del comienzo de la sesi¨®n del jueves un comunicado en el que defin¨ªa el 6 de enero como ¡°algo m¨¢s que una protesta¡±. ¡°Represent¨® el mayor movimiento en la historia de nuestro pa¨ªs para hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande¡±, escribi¨®.
La audiencia ¡ªa la que seguir¨¢ la segunda el lunes¨D continu¨® con el testimonio en la sala de alguien que estuvo en primera fila, Caroline Edwards, una agente de la polic¨ªa del Capitolio que, como 150 de sus compa?eros, result¨® gravemente herida ante el empuje de los alborotadores favorables a Trump y de miembros de grupos de extrema derecha, como los Proud Boys (Muchachos orgullosos) o los Oath Keepers (Guardianes del juramento), que se citaron ese d¨ªa en la Capital Federal.
El relato de Edwards, que sufri¨® durante el ataque da?os cerebrales de los que a¨²n no se ha recuperado, fue desgarrador: ¡°Hab¨ªa agentes sangrando por todas partes; otros vomitaban. Me resbalaba con la sangre de los dem¨¢s. Asist¨ª a una carnicer¨ªa y al caos. No puedo siquiera describir lo que pas¨®. Ni en mis sue?os m¨¢s salvajes pens¨¦ que me ver¨ªa en mitad de una batalla como esa. Fueron horas y horas de un combate cuerpo a cuerpo para el que yo no estaba entrenada como polic¨ªa. Era una zona de guerra absoluta¡±.
El cineasta brit¨¢nico Nick Quested fue otra de las piezas fundamentales del puzle de la primera noche. Quested sigui¨® a los Proud Boys en los meses previos a la insurrecci¨®n con idea de filmar una pel¨ªcula. Y fue testigo de una reuni¨®n el 5 de enero entre el l¨ªder de estos, Enrique Tarrio, y el fundador de los Oath Keepers, Stewart Rhodes, en un aparcamiento de Washington, a pesar de la orden judicial de alejamiento del Distrito de Columbia impuesta a Tarrio como consecuencia de un arresto anterior. Varios miembros de ambas milicias han sido acusados por la justicia de rebeli¨®n sediciosa. El d¨ªa del ataque, Quested observ¨® c¨®mo los ¡°manifestantes se convirtieron en alborotadores y finalmente protagonizaron una insurrecci¨®n¡±.
En los v¨ªdeos proyectados por la comisi¨®n, se vio tambi¨¦n a unos cuantos de los participantes en el 6 de enero recordar que durante esos meses se vieron sometidos a algo bastante parecido a una sesi¨®n de hipnosis pol¨ªtica. Robert Schornak, condenado a 36 meses de libertad condicional por su participaci¨®n en los hechos, declar¨® en un interrogatorio que Trump le ¡°hizo creer que le hab¨ªan robado las elecciones¡±. Y despu¨¦s a?adi¨®: ¡°A m¨ª, ¨¦l solo me ha pedido dos cosas: que lo votara, y que viniera a defenderle a Washington el 6 de enero. Hice ambas¡±.
Cuando Thompson levant¨® la sesi¨®n, el congresista dem¨®crata por Maryland Jamie Raskin, uno de los miembros m¨¢s activos de la comisi¨®n, baj¨® del estrado con un ejemplar de bolsillo bajo el brazo de El sentido com¨²n, cl¨¢sico fundacional del mito de la naci¨®n estadounidense, publicado por Thomas Paine en 1776, y defini¨® lo que, a su juicio, resume la gravedad del ataque al Capitolio, antes de recordar que su trabajo no es el de un tribunal, y que ellos no pueden encausar a nadie: ¡°Lo peor fue la combinaci¨®n de la naturaleza devastadora de la violencia y la amplitud de una trama basada en una mentira absoluta¡±.
Despu¨¦s, Raskin ofreci¨® palabras de consuelo a la agente Edwards y al polic¨ªa Harry Dunn, un hombret¨®n de casi dos metros que llevaba una camiseta en la que se hab¨ªa hecho imprimir la definici¨®n tuneada de la palabra ¡°insurrecci¨®n¡±. La primera acepci¨®n dec¨ªa: ¡°Levantamiento violento contra una autoridad o un Gobierno¡±. La segunda se limitaba a formular una fecha: ¡°6 de enero de 2021¡å.
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