La esperanza se desvanece en Kremenchuk: ¡°Buscamos a Yurii. No contesta¡±
El Gobierno ucranio descarta la posibilidad de encontrar con vida a ninguno de los 21 desaparecidos, que se unir¨ªan a la veintena de v¨ªctimas mortales ya contabilizadas por el bombardeo ruso a un centro comercial
La tristeza impregna estos d¨ªas el Hospital N¨²mero Tres de Kremenchuk. Aqu¨ª, Yulia Brovko se recupera de sus heridas. Es una de las 59 ingresadas ¡ªla mitad en situaci¨®n cr¨ªtica¡ª por el ataque ruso del lunes al centro comercial Amstor, en esta ciudad en el centro de Ucrania. ¡°Me duele todo el cuerpo¡±, acierta a decir con una sonrisa que no se le borrar¨¢ de la cara durante toda la conversaci¨®n. Cuando todo ocurri¨®, ella trabajaba en una tienda de accesorios para m¨®viles. No recuerda nada del horror. En su cabeza pas¨® de estar vendiendo con total normalidad a verse de repente en la calle. Lo peor no es su situaci¨®n, que no reviste demasiada gravedad, sino la cantidad de compa?eros de trabajo y de amigos de los que no sabe nada, y de los que teme lo peor. ¡°Pero ahora no puedo pensar en eso¡±, responde con el cuerpo lleno de largu¨ªsimas l¨ªneas de Betadine, rastro de las heridas que le ocasionaron los 900 kilos que pesaba el misil de crucero lanzado por las tropas del Kremlin.
Al igual que Brovko, muchos en Kremenchuk prefieren no pensar en las 21 personas que contin¨²an en paradero desconocido. Algunos siguen llamando al tel¨¦fono de sus familiares o amigos con la esperanza de que ocurra un milagro. Pero basta con un paseo por el terreno de lo que hasta hace poco era un centro comercial como tant¨ªsimos otros para convencerse de que es imposible encontrar nada parecido a una vida. El olor a quemado se va disipando poco a poco. En una esquina se distinguen algunos botes calcinados de un local que podr¨ªa haber sido una perfumer¨ªa.
El Gobierno ucranio ya no tiene ninguna duda. El ministro del Interior, Denis Monastirski, ha descartado la posibilidad de encontrar vivo a ning¨²n desaparecido. As¨ª que todo apunta a que, cuando terminen las complicadas tareas de rescate, el listado de muertos rondar¨¢ la cuarentena. Aunque la cifra oficial de fallecidos sigue en 18, los asesores del presidente, Volod¨ªmir Zelenski, dicen que se ha alcanzado la veintena. Los responsables de las tareas de rescate han encontrado ocho fragmentos de cuerpos, aunque en un estado tan lamentable que no se les puede reconocer ni saber a cu¨¢ntas personas pertenecen. Para ello habr¨¢ que esperar a las pruebas de ADN.
Las redes sociales son estos d¨ªas un recordatorio de la tragedia. ¡°Buscamos a Yurii M¨ªkitenko. Le esperan su esposa Anna y su hijo. No contesta. Espero que alguien lo encuentre vivo¡±. ¡°Konstant¨ªn Vosni. Estaba trabajando en el centro comercial Amstor. Tiene un tatuaje en la mano¡±. Son algunos mensajes que el lunes colgaron familiares desesperados en Instagram y en el canal de la ciudad de Kremenchurk en Telegram, la red que muchos ucranios usan como medio de informaci¨®n. Hay pocas respuestas.
Yulia Sischenko es una de las m¨¦dicas que se ocupan de los pacientes que han vivido el infierno de Amstor. Con una experiencia profesional de 22 a?os, responde sin dudar que esto es lo m¨¢s horrible que ha vivido nunca. ¡°Trataba de hacer mi trabajo lo m¨¢s r¨¢pido posible porque no pod¨ªa soportarlo¡±, confiesa. Cuatro o cinco pacientes se acumulan en cada habitaci¨®n del hospital, una infraestructura envejecida en la que no sobran las manos. La doctora Sischenko habla de jornadas de trabajo extenuantes, vi¨¦ndose obligados, ella y su equipo, a afrontar una crisis para la que nadie les hab¨ªa preparado. Porque nadie, nunca, puede estar preparado para algo as¨ª.
Un carrito de beb¨¦ resume el horror que vivi¨® Natalia, seg¨²n narra en la cuenta de Instagram de Kremenchuk, que cuenta con m¨¢s de 80.000 suscriptores en una ciudad que antes de la guerra ten¨ªa unos 220.000 habitantes. Primero son¨® una alarma, y esta optometrista abandon¨® el establecimiento por un lugar seguro. Pero no pas¨® nada y volvi¨® a su puesto. Empez¨® a atender a una mujer embarazada que iba con su marido y su beb¨¦ cuando volvi¨® a sonar una segunda alarma. Natalia, ya habituada a estos avisos, que estos d¨ªas se oyen por aqu¨ª constantemente, prefiri¨® seguir con el trabajo. Y fue entonces cuando el misil ruso cambi¨® para siempre esta ciudad industrial de tama?o medio en la que alguno sol¨ªa quejarse de que nunca pasaba nada.
En medio del caos, tan solo recuerda una luz cegadora y un ruido muy fuerte. Despu¨¦s, todo qued¨® a oscuras y el agua empez¨® a inundar el suelo. Llena de heridas provocadas por los cristales rotos, sinti¨® c¨®mo le ca¨ªan encima trozos del techo, de las l¨¢mparas y de los aparatos de aire acondicionado. De repente, vio el carrito de la que hab¨ªa sido su ¨²ltima clienta. No se atrevi¨® a mirar si el beb¨¦ segu¨ªa dentro o no. Perdi¨® la noci¨®n del tiempo. Solo recuerda el alivio que sinti¨® cuando, mucho tiempo despu¨¦s, vio al marido de su clienta con el beb¨¦ en brazos sano y salvo.
Ha pasado un rato de conversaci¨®n y la paciente Yulia empieza a mostrar s¨ªntomas de dolores. La doctora sugiere que es mejor dejarla descansar. Dice que espera que no tarden demasiado en darle el alta. Mientras ella se recupera poco a poco, Rusia sigue negando tanto su participaci¨®n en el ataque como que el centro comercial estuviera lleno de pac¨ªficos ciudadanos la tarde del lunes. El presidente, Vlad¨ªmir Putin, dijo el mi¨¦rcoles que no se trataba de un acto de terrorismo. ¡°El ej¨¦rcito ruso no ataca objetivos civiles. No hay necesidad para ello. Tenemos todas las posibilidades para decidir sobre los objetivos, algo que logramos con armas modernas, de alta precisi¨®n y largo alcance¡±, dijo el jefe del Kremlin, seg¨²n la agencia de noticias rusa Ria Novosti. En el Hospital N¨²mero Tres de Kremenchuk pueden desmentir con toda rotundidad las palabras de Putin.
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