Hait¨ª, sin presidente y sin Estado un a?o despu¨¦s del asesinato de Jovenel Mo?se
Los 18 exmilitares colombianos acusados del magnicidio esperan en la c¨¢rcel la celebraci¨®n del juicio en un pa¨ªs descompuesto y tomado por las bandas violentas
Pocos pa¨ªses salen ilesos del asesinato de su presidente en su cama, pero si se trata de Hait¨ª un magnicidio es la antesala de la UCI. Cuando la noche del 7 de julio un grupo de sicarios colombianos entr¨® en la habitaci¨®n de Jovenel Mo?se y le dispar¨® dos veces en el pecho, una en la frente, otra en el abdomen y tres veces m¨¢s en la cadera despu¨¦s de su muerte, no solo terminaban con la vida de su gobernante, sino que empujaban un poco m¨¢s al pa¨ªs caribe?o por la pendiente por la que viene rodando desde hace d¨¦cadas.
Un a?o despu¨¦s, hay 40 detenidos, pero el juicio sigue empantanado y 18 sicarios colombianos esperan en una c¨¢rcel de Puerto Pr¨ªncipe en condiciones infrahumanas. Mientras ellos aguardan, al otro lado de los muros de la prisi¨®n, el pa¨ªs se ha ido descomponiendo d¨ªa a d¨ªa empalmando una desgracia tras otra. En el ¨²ltimo a?o, el primer ministro, Ariel Henry, result¨® ileso en un ataque con armas de fuego cuando sal¨ªa de misa; se aplazaron sin fecha las elecciones presidenciales; un terremoto con una magnitud de 7,2 caus¨® m¨¢s de 2.000 muertos; surgi¨® el temido l¨ªder narcotraficante Jeremy Barbecue; las bandas violentas secuestraron a 17 misioneros estadounidenses y el hurac¨¢n Grace dej¨® en la indigencia a miles de familias. Un a?o despu¨¦s, es dif¨ªcil saber si el asesinato Mo?se fue el arranque de la lista de desgracias o si su muerte solo es parte de la cadena de tragedias en la que vive inmerso el pa¨ªs, putrefacci¨®n pol¨ªtica incluida. Seg¨²n G¨¦deon Jean, del Centro de an¨¢lisis e investigaci¨®n en derechos humanos (CARDH), con el asesinato del presidente ¡°solo se aceler¨® el desastre judicial y pol¨ªtico en el que estaba envuelto el pa¨ªs¡±, explica en entrevista con EL PA?S desde Puerto Pr¨ªncipe.
La noche del 6 al 7 de julio, en la cama, junto a Mo?se, tambi¨¦n estaba la primera dama, Martine Mo?se y la ¨²nica buena noticia de aquella noche de sangre, disparos y persecuciones entre polic¨ªas y asesinos en la oscuridad por Petion Ville es que sali¨® con vida. La mujer, de 48 a?os, recibi¨® dos tiros en el brazo, otro en la mano y otro m¨¢s en el abdomen. Sin embargo, lleg¨® con vida a un hospital de Miami y est¨¢ totalmente recuperada. Actualmente, vive en un lugar oculto al norte del pa¨ªs, donde medita si presentarse o no a las elecciones, seg¨²n fuentes cercanas a la viuda. Su entorno se divide entre quienes le piden olvidarse de la pol¨ªtica en un pa¨ªs fratricida que ha descubierto lo f¨¢cil que es matar dentro de la casa presidencial y quienes rodeaban a su marido, los que le animan a encabezar un movimiento pol¨ªtico que, seg¨²n sus encuestas, le dar¨ªa la victoria con holgura. Para Martine Mo?se los asesinos de su marido siguen libres y solo desde el poder es posible hacer justicia, explican a este diario algunos de quienes forman parte de este segundo grupo.
Mientras tanto, al frente del pa¨ªs est¨¢ el primer ministro, Ariel Henry, elegido solo un d¨ªa antes del asesinato, y que deber¨ªa convocar unas elecciones aplazadas ya hace varios a?os. Una de las razones del crimen, seg¨²n el peri¨®dico The New York Times, es que los asesinos de Mo?se trataban de buscar una lista con nombres de conocidos pol¨ªticos y empresarios haitianos que supuestamente iba a ser enviada a Estados Unidos. La teor¨ªa, argumentada por el propio Mo?se en su ¨²ltima entrevista con un medio de comunicaci¨®n -la que concedi¨® a EL PA?S el 28 de febrero de 2021, cuatro meses antes de su asesinato- es que un grupo de familias vinculadas al sector el¨¦ctrico, a las que se enfrent¨® durante su gesti¨®n, buscaba asesinarlo. Asegur¨® que hab¨ªa un golpe de Estado en marcha encabezado por estos oligarcas que ¡°trataban de apoderarse del pa¨ªs¡±.
El caso es que aunque fue un ¨¦xito la operaci¨®n para terminar con ¨¦l, en la que se emplearon cinco veh¨ªculos, casi 30 exmilitares extranjeros y una importante log¨ªstica de meg¨¢fonos y chalecos para hacerse pasar por agentes de la DEA durante una misi¨®n, la huida de los sicarios, en cambio, fue un desastre total. De los 26 colombianos que participaron en el asesinato, dos murieron, seis escaparon y 18 fueron detenidos en las horas posteriores. Los arrestados esperan en una prisi¨®n de Hait¨ª la celebraci¨®n del juicio. Colombia y las asociaciones militares colombianas no se han olvidado de ellos y presionan para lograr la repatriaci¨®n o, en el mejor de los casos, un juicio r¨¢pido que no llega. Los exmilitares denunciaron recientemente en una carta estar sufriendo torturas, amenazas y un encierro inhumano.
Entre los autores intelectuales est¨¢n dos estadounidenses y Joseph F¨¦lix Badio, exfuncionario del Ministerio de justicia de Hait¨ª, considerado como la la persona que dio la orden a los mercenarios colombianos contratados. Las miradas tambi¨¦n apuntan al primer ministro Henry debido a que habl¨® con Badio el d¨ªa del asesinato.
Otro de los implicados es el exsenador John Jo?l Joseph, detenido en Jamaica, acusado de entregar las armas a los militares. Las autoridades de la isla lo deportaron a Colombia, pero fue capturado durante una escala en Panam¨¢ y enviado a Florida. All¨ª est¨¢ a la espera de una audiencia judicial para responder por los cargos de conspiraci¨®n para cometer asesinato o secuestro fuera de Estados Unidos y de proporcionar apoyo material. Entre los implicados tambi¨¦n est¨¢n un informante de la DEA y los empresarios haitianos Desir Gordon Phenil y Ashkard Peter Joseph; as¨ª como la jueza de la Corte Suprema Windelle Coq Thelot. El pasado octubre fue arrestado en Jamaica otro sospechoso colombiano, Marco Antonio Palacios, quien fue extraditado a Estados Unidos, donde es acusado del cargo de conspiraci¨®n para cometer un asesinato.
La investigaci¨®n y la posibilidad de un juicio se estancaron tras la renuncia en enero del juez Garry Or¨¦lien, alegando motivos personales para dejar la causa. Es el en¨¦simo magistrado que abandona el caso. Los cinco jueces anteriores tambi¨¦n fueron amenazados y en octubre ardi¨® la oficina judicial donde se guardaban las pruebas recogidas. Recientemente, la vicepresidenta y canciller colombiana, Marta Luc¨ªa Ram¨ªrez, critic¨® la ineficacia de la justicia haitiana y en un encuentro con la prensa, Ram¨ªrez tambi¨¦n dijo que el c¨®nsul honorario en Puerto Pr¨ªncipe, Julio Santa, hab¨ªa sido amenazado por defender los derechos de los colombianos.
El vac¨ªo de poder que ha dejado la muerte de Mo?se ha sido ocupado por las bandas violentas, cada vez m¨¢s armadas, y que han hecho del secuestro y la administraci¨®n del puerto y la gasolina su forma de vida. En octubre fueron secuestrados 17 estadounidenses que formaban parte de un grupo religioso a manos de una banda conocida como 400 Mawozo, que significa algo as¨ª como ¡°los 400 del pueblo¡±. El millonario ingreso generado por el secuestro, que se resolvi¨® tras el pago de los rescates, ha dado m¨¢s fuerza a estas bandas.
Segun G¨¦deon Jean, director del Centro de derechos humanos (CARDH), la organizaci¨®n de referencia para explicar el fen¨®meno de las bandas violentas que controlan el 60% del pa¨ªs -seg¨²n sus propios datos-, Hait¨ª vive el surgimiento de un ¡°monstruo¡± que cuenta con armas y dinero mientras agita los barrios con un discurso pol¨ªtico que responsabiliza al Estado de la pobreza en la que viven, se?ala en conversaci¨®n telef¨®nica. ¡°Estamos siendo testigos de la creaci¨®n de una Somalia en las Am¨¦ricas¡±, augur¨® hace m¨¢s de un a?o el acad¨¦mico Ralph P. Chevry en The Washignton Post.
Mientras todo esto pasa, ni un solo d¨ªa se ha detenido la llegada de aviones desde Estados Unidos con miles de migrantes haitianos deportados, abandonados a su suerte en el pa¨ªs despu¨¦s de varios a?os fuera.
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