Las ejecuciones de activistas agravan el choque entre la junta militar y la resistencia de Myanmar
El movimiento prodemocracia asegura que combatir¨¢ a los golpistas ¡°por todos los medios y sin tregua¡±. El r¨¦gimen castrense extiende seis meses el estado de emergencia que deb¨ªa concluir en agosto de 2023
Las primeras ejecuciones en Myanmar (la antigua Birmania) desde 1988 han profundizado el choque entre la junta militar y el movimiento prodemocracia. La aplicaci¨®n de la pena de muerte en este pa¨ªs del sureste asi¨¢tico, inmerso en una crisis social, pol¨ªtica y econ¨®mica, no solo fue condenada en cascada por parte de la comunidad internacional, sino que tambi¨¦n desat¨® la ira en buena parte de la poblaci¨®n. Tras anunciarse los ajusticiamientos, el Gobierno de Unidad Nacional en la sombra, grupos ¨¦tnicos armados y la Liga Nacional para la Democracia de Myanmar emitieron un comunicado conjunto sin precedentes en el que promet¨ªan ¡°luchar contra el r¨¦gimen en todos los frentes y por todos los medios, unidos y sin tregua¡±. El riesgo, advierten los activistas, es que la creciente represi¨®n empuje cada vez a m¨¢s gente de la resistencia no violenta a la armada.
Este lunes, Min Aung Hlaing ha anunciado en un discurso televisado que el estado de emergencia ¨Dprevisto inicialmente hasta agosto de 2023¨D se alargar¨¢ seis meses m¨¢s debido a la ¡°inestabilidad¡± en la que est¨¢ sumido el pa¨ªs. El l¨ªder militar se ha restado responsabilidad por no alcanzar el bienestar al que se comprometi¨® con la Asociaci¨®n de Naciones de Asia Sudoriental (ASEAN) argumentando que la pandemia y la violencia dentro de la naci¨®n han conspirado en su contra. Despu¨¦s de que la junta castrense asumiese el poder el a?o pasado, Myanmar y los otros nueve estados de la ASEAN acordaron un pacto de cinco puntos que persegu¨ªa poner fin a las hostilidades y promover el di¨¢logo dentro de la antigua Birmania, un plan que a¨²n no ha fructificado, pero que oficialmente no rechaza.
¡°Nuestros pueblos est¨¢n siendo atacados al azar y personas inocentes est¨¢n muriendo sin raz¨®n. El movimiento armado est¨¢ creciendo porque no vemos otra forma de derribar a la junta castrense¡±, asegura Me Me Khant, l¨ªder de la organizaci¨®n Students For Free Burma, en una conversaci¨®n telef¨®nica. Asociaciones de defensa de los derechos humanos denuncian la escalada de choques entre los militares, organizaciones ¨¦tnicas armadas y la poblaci¨®n civil a?o y medio despu¨¦s del golpe de Estado castrense que puso fin a los intentos de transici¨®n iniciados una d¨¦cada antes y mantiene en la c¨¢rcel a la l¨ªder del Gobierno, la premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, y a otros pol¨ªticos.
Impulsado por las protestas pac¨ªficas contra el golpe militar ¨Dmantenidas durante meses junto a huelgas de la actividad y de silencio¨D, el movimiento prodemocracia se ha visto reforzado en su oposici¨®n a la junta militar. Adem¨¢s, pese a la dura represi¨®n ejercida por las fuerzas de seguridad durante los ¨²ltimos 18 meses, la resistencia armada contra los golpistas no ha hecho m¨¢s que intensificarse, hasta el punto de que analistas internacionales advierten de que podr¨ªa estallar una guerra civil. Las milicias armadas se atribuyen el control de parte del territorio en regiones como Chin y Sagaing (norte) y Magwe.
¡°La brutalidad y crueldad del Ej¨¦rcito no tienen l¨ªmites¡±, sostiene Me Me. Esta joven activista enfatiza que ¡°se trata de sobrevivir, literalmente, d¨ªa a d¨ªa. Aunque no est¨¦s relacionado con las protestas, puedes terminar encarcelado o muerto si alguien da un soplo con informaci¨®n falsa sobre ti¡±.
Su afirmaci¨®n la refuerza la Asociaci¨®n de Asistencia a Presos Pol¨ªticos, que alerta de que ¡°ser un prisionero pol¨ªtico es m¨¢s peligroso ahora que nunca¡±. Seg¨²n los datos reunidos por esta ONG local, 2.133 personas han perdido la vida a manos del Ej¨¦rcito ¨Dentre ellas ni?os, estudiantes, activistas, pol¨ªticos, m¨¦dicos y manifestantes pac¨ªficos¨D y m¨¢s de 14.900 han sido detenidas desde el golpe militar.
Las amenazas de la junta golpista a la oposici¨®n alcanzaron un punto ¨¢lgido con la ejecuci¨®n en la horca de Ko Jimmy, Phyo Zayar Thaw, Hla Myo Aung y Aung Thura Zaw. Las primeras penas capitales aplicadas en Myanmar desde la dictadura militar que gobern¨® el pa¨ªs entre 1962 y 2011 env¨ªan un mensaje intimidatorio a quienes se niegan a renunciar a los derechos de manifestaci¨®n y asociaci¨®n. Aunque la condena a muerte nunca ha sido revocada en el pa¨ªs, se sol¨ªa conmutar por a?os de prisi¨®n tras los tradicionales indultos de las autoridades en fechas se?aladas.
Ko Jimmy, de 53 a?os, y Phyo Zayar, de 41, eran dos de las figuras m¨¢s prominentes de la resistencia. El primero ya lider¨® las revueltas democr¨¢ticas de 1988, mientras que el segundo era un pol¨ªtico cercano a Aung San Suu Kyi. Ambos hab¨ªan sido condenados a la pena capital por supuestos ¡°actos terroristas¡± en un juicio celebrado a puerta cerrada en enero. Los otros dos hombres, de los que apenas se conoce informaci¨®n, eran considerados unos ¡°rebeldes¡±. Un total de 118 personas han sido sentenciadas a muerte desde el 1 de febrero de 2021. Seg¨²n la Asociaci¨®n de Asistencia a Presos Pol¨ªticos, 41 de las que esperan en el corredor de la muerte han sido separadas del resto de reclusos esta semana en la prisi¨®n de Insein, en Yang¨®n, donde se produjeron las ejecuciones.
Amnist¨ªa Internacional y Human Rights Watch coinciden en que las Fuerzas Armadas han cometido un error de c¨¢lculo al llevar al pat¨ªbulo a dos figuras tan queridas en Myanmar, ya que la decisi¨®n moviliza a¨²n m¨¢s a la oposici¨®n. ¡°Han subestimado el poder del pueblo y su deseo de tener un Gobierno democr¨¢tico¡±, apunta por correo electr¨®nico Kyaw Sein, investigador de Amnist¨ªa Internacional que prefiere identificarse con un seud¨®nimo por cuestiones de seguridad.
Ambas organizaciones de derechos humanos se muestran muy cr¨ªticas con la falta de mayores sanciones internacionales. Las actuales afectan a los miembros de la junta militar y a empresas controladas por los militares. Elaine Pearson, directora interina de Human Rights Watch para Asia, cree que las declaraciones de condena emitidas contra la junta por la ONU o por numerosos gobiernos no son suficientes. ¡°Lo que realmente necesitamos es un embargo de armas y sentar a los l¨ªderes militares en el Tribunal Penal Internacional¡±, afirma en una conversaci¨®n telef¨®nica.
Inacci¨®n exterior
Tanto Pearson como Kyaw Sein consideran que la inacci¨®n del exterior ha sido un factor que ha llevado a parte de los manifestantes a entrenarse con las guerrillas de minor¨ªas ¨¦tnicas que llevan d¨¦cadas alzadas contra el Tatmadaw. Tambi¨¦n reprochan a la comunidad internacional que se d¨¦ voz a la junta birmana a trav¨¦s de plataformas multilaterales. Recientemente, Rusia y Myanmar presidieron en Mosc¨² una reuni¨®n sobre la lucha antiterrorista bajo el marco de una reuni¨®n de ministros de Defensa de la ASEAN-Plus (la organizaci¨®n, m¨¢s varios pa¨ªses del entorno).
Los militares justificaron el golpe de Estado en un presunto fraude electoral ¨Dnunca demostrado¨D en los comicios de noviembre de 2020, en los que arras¨® la Liga Nacional para la Democracia, el partido de Suu Kyi, que ya lo hab¨ªa hecho en las generales de 2015. La Nobel de la Paz de 1991 lleva detenida desde la asonada, acusada de casi una veintena de delitos. Ya ha perdido cuatro juicios y, de ser declarada culpable de todos los cargos que se le imputan, las penas le supondr¨ªan m¨¢s de dos siglos entre rejas.
El l¨ªder militar birmano, Min Aung Hlaing, prometi¨® el a?o pasado ¡°unas elecciones multipartidistas, justas y libres¡± cuando finalizara el estado de emergencia en 2023, cuya extensi¨®n por seis meses se ha anunciado este lunes. Me Me considera ¡°evidente desde hace mucho tiempo que los militares no tienen intenci¨®n ni compromiso pol¨ªtico para negociar¡±. ¡°Si realmente queremos una democracia federal basada en la justicia e igualdad, en la que todos los grupos ¨¦tnicos puedan disfrutar de las mismas libertades, la ¨²nica manera de derrocar este Gobierno es a la fuerza¡±, zanja.
Sigue toda la informaci¨®n internacional en Facebook y Twitter, o en nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.