Lula se topa con la dificultad para hablar de lucha contra la violencia
La visita del candidato al Complexo do Alem?o de R¨ªo de Jaineiro, la primera vez que pisa una favela en esta campa?a electoral, expone los obst¨¢culos del PT en construir un discurso coherente en seguridad p¨²blica
Eran casi las 11.00 del mi¨¦rcoles cuando un locutor anunci¨® a gritos: ¡°?El pap¨¢ lleg¨®!¡± y desat¨® la euforia en el Complexo do Alem?o. Luiz In¨¢cio Lula da Silva lleg¨® en volandas a lo alto de un veh¨ªculo que le pasear¨ªa durante la ma?ana por la principal avenida que corta este conjunto de favelas de la periferia norte de R¨ªo de Janeiro, uno de los barrios m¨¢s pobres y violentos de la ciudad. Desde que arranc¨® la campa?a en agosto, Lula sobrevive a una agenda fren¨¦tica que le lleva a tomar varios aviones en un d¨ªa para visitar todos los rincones del pa¨ªs. Pero en todo este tiempo no hab¨ªa visitado una favela. La expectaci¨®n era m¨¢xima.
Tras los empujones y codazos para poder tocar la mano al favorito para convertirse en pr¨®ximo presidente de Brasil, lleg¨® el momento de los discursos. Lula habl¨® poco m¨¢s de 20 minutos y repas¨® los temas habituales: si gana, los pobres volver¨¢n a comer tres veces al d¨ªa, las universidades ser¨¢n para todos, habr¨¢ un Ministerio de los pueblos ind¨ªgenas y otro para la igualdad racial. Habl¨® incluso de acabar con la plantaci¨®n de soja en la Amazonia y del precio del barril de petr¨®leo. Ni una palabra sobre la violencia end¨¦mica que azota a las favelas de R¨ªo y de buena parte del pa¨ªs. La ¨²nica referencia fue para decir r¨¢pidamente que ¡°no ser¨¢ la polic¨ªa la que resuelva los problemas de la comunidad¡±, sino el Estado haciendo lo que tiene que hacer: invertir en educaci¨®n, salud, ocio y cultura para sus habitantes.
El desfile de Lula en el Complexo do Alem?o arranc¨® en los alrededores del colegio Tim Lopes, que lleva el nombre de un periodista brutalmente asesinado por narcotraficantes hace 20 a?os. Tras ser secuestrado y torturado, fue quemado vivo dentro de un cilindro de neum¨¢ticos, un m¨¦todo tristemente conocido como ¡®el microondas¡¯. Desde la conmoci¨®n que ese crimen gener¨® en el pa¨ªs pocas cosas han cambiado en el Alem?o en materia de seguridad p¨²blica. El narcotr¨¢fico sigue imponiendo su ley y la polic¨ªa sigue con sus incursiones marcadas por la fuerza bruta. El pasado mes de julio, una operaci¨®n de la Polic¨ªa Militar acab¨® con la vida de 22 personas. La guerra entre facciones rivales y de estas con la polic¨ªa, deja en el cielo un rastro de balas perdidas que aterroriza a los vecinos y obliga a interrumpir las clases en los colegios de estos barrios d¨ªa s¨ª, d¨ªa tambi¨¦n.
Entre los seguidores del expresidente, sus propuestas para luchar contra la violencia son una inc¨®gnita. Mar¨ªa Rosa Balman, farmac¨¦utica residente en otra favela, el Morro de S?o Carlos, es una entusiasta de Lula. Recita de carrerilla todas las mejoras que su familia vivi¨® durante sus a?os de Gobierno: fue la primera de su familia en estudiar en la universidad, financi¨® su apartamento con las ayudas estatales y su hija hoy es abogada gracias a las cuotas para estudiantes negros, pero para en seco al ser preguntada por las propuestas del PT para reducir los ¨ªndices de violencia: ¡°Eso puede que sea su punto d¨¦bil, puede que haya que mejorar eso. No s¨¦ decirte qu¨¦ propuestas son, pero lo que Bolsonaro propone no resuelve nada. Su soluci¨®n es entrar disparando, matando pobres. Eso no es una soluci¨®n, el crimen contin¨²a¡±, critica.
La campa?a de Bolsonaro basa su discurso en la mano dura contra la delincuencia y las facilidades para que el ciudadano de a pie se compre un arma. Atribuye a ello la ca¨ªda en el n¨²mero de homicidios. Brasil registr¨® en 2021 el menor n¨²mero de muertes violentas desde 2007, con 41.000 v¨ªctimas mortales, seg¨²n el F¨®rum Brasile?o de Seguridad P¨²blica. Los especialistas lo atribuyen a m¨²ltiples factores, pero Bolsonaro ya usa ese dato a su favor. A pesar de la mejora, Brasil est¨¢ entre los m¨¢s peligrosos del mundo: ocupa la octava posici¨®n en un r¨¢nking de 102 pa¨ªses, pero la lucha contra la violencia suele quedar en un segundo plano en los discursos de Lula, que suele vincularla a la falta de oportunidades, una relaci¨®n causa-efecto que no siempre se cumple. En los a?os del Partido de los Trabajadores (PT) en el poder, la desigualdad y la pobreza tocaron m¨ªnimos hist¨®ricos, pero las muertes violentas experimentaron una curva ascendente. La mayor¨ªa de esos muertos eran j¨®venes negros de la periferia de las grandes ciudades y mor¨ªan v¨ªctimas de la guerra policial contra el narcotr¨¢fico o en las batallas internas entre facciones.
¡°Honestamente, es una de las pocas cr¨ªticas que tengo a Lula y Dilma [Rousseff, expresidenta]¡±, dice Thiago Paes, un joven, negro y ¡°favelado¡± que trabaja como profesor de educaci¨®n f¨ªsica en el Alem?o. Dice que la izquierda ¡°revolucion¨®¡± el barrio ayudando a construir centros deportivos y escuelas t¨¦cnicas, pero se equivoc¨® al apoyar proyectos como el de las UPPs (Unidades de Polic¨ªa Pacificadora). ¡°Sali¨® el tiro por la culata. Muchos vecinos, incluso ni?os, murieron por ese proyecto¡±. La ¡°pacificaci¨®n¡± de las favelas de R¨ªo, anunciada a bombo y platillo en v¨ªsperas del Mundial de 2014 y los Juegos Ol¨ªmpicos de 2016, acab¨® siendo un rotundo fracaso.
Fue en aquellos a?os preol¨ªmpicos en que los Gobiernos del PT mandaron incluso al Ej¨¦rcito para ¡°limpiar¡± de narcotraficantes el Alem?o o la Mar¨¦, en controvertidas operaciones muy criticadas por los activistas de los derechos humanos. En 2007, cuando era presidente, Lula minimiz¨® las cr¨ªticas despu¨¦s de que una operaci¨®n policial dejara 13 muertos en el mismo Alem?o que este mi¨¦rcoles visit¨®, diciendo que no se pod¨ªa combatir a los delincuentes ¡°con p¨¦talos de rosa¡±. Lopes, igual que muchos otros j¨®venes, est¨¢ convencido de que nada cambiar¨¢ mientras siga en marcha esta ¡°guerra idiota¡± contra las drogas que no da ning¨²n tipo de resultado. Aboga por la despenalizaci¨®n, algo que en el Brasil de hoy suena a ciencia ficci¨®n. Hasta los pol¨ªticos a la izquierda del PT dejaron de hablar de legalizar las drogas por miedo a perder votos.
Normalmente, en su defensa, Lula o el presidente de turno alegan que la seguridad p¨²blica es una competencia transferida a los Gobiernos de los Estados, y que desde Brasilia hay poco margen de maniobra, m¨¢s all¨¢ de mejorar la coordinaci¨®n. La polic¨ªa de R¨ªo de Janeiro, Estado gobernado en los ¨²ltimos a?os por fuerzas bolsonaristas, es la m¨¢s letal de Brasil desde hace tiempo, aunque en proporci¨®n al n¨²mero de habitantes la polic¨ªa que m¨¢s mata es la del Estado de Bah¨ªa. En menos de dos a?os, los agentes mataron a 461 personas, seg¨²n datos de la Red de Observatorios de Seguridad. Pr¨¢cticamente todas eran negras. Bah¨ªa est¨¢ gobernado por el PT de Lula desde hace 16 a?os.
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