Las milicias de R¨ªo de Janeiro se preparan para ejercer su influencia en la campa?a electoral
Los adversarios de Bolsonaro le vinculan de forma recurrente a estas mafias paramilitares que controlan barrios y condicionan el voto de cientos de miles de personas
Brasil est¨¢ en campa?a electoral y los barrios de R¨ªo de Janeiro, como en tantas otras ciudades, son un ir y venir de candidatos en busca de votos. Pero aqu¨ª hay una diferencia: no son pocas las zonas prohibidas; barrios de la ciudad o incluso localidades enteras de la periferia que est¨¢n bajo el control de la milicia y donde no todo el mundo puede ir a repartir panfletos y saludar a los vecinos. ¡°Los milicianos cierran acuerdos, ya sea de protecci¨®n o de apoyo mutuo, y en esa zona que es su feudo electoral solamente determinados candidatos consiguen entrar y hacer su campa?a, el resto no. Es una distorsi¨®n importante de la democracia¡±, explica al tel¨¦fono el polic¨ªa titular de la Comisar¨ªa de Represi¨®n al Crimen Organizado (Draco) de R¨ªo de Janeiro, Thiago Neves.
En octubre, adem¨¢s de elegir presidente, y renovar el Congreso nacional, los brasile?os escoger¨¢n a los diputados de los parlamentos estatales y a los gobernadores. Es sobre todo en este ¨¢mbito m¨¢s local donde la milicia juega sus cartas. Las redes de clientelismo se llevan construyendo desde hace d¨¦cadas. Con la rom¨¢ntica promesa de luchar contra la delincuencia y cuidar de los vecinos de los barrios abandonados por el Estado, los milicianos, normalmente polic¨ªas, bomberos o militares retirados, se fueron haciendo fuertes a golpe de extorsi¨®n.
Lo que empez¨® siendo considerado un mal menor que ofrec¨ªa seguridad privada o transporte alternativo se convirti¨® en un imperio financiado a base de la imposici¨®n ilegal de supuestas tasas sobre bombonas de gas, conexiones ilegales a internet y televisi¨®n o promociones inmobiliarias en terrenos irregulares. Ahora, desde el due?o de un taller mec¨¢nico hasta un vendedor callejero de palomitas tiene que pagar para poder trabajar con tranquilidad. Los que osan contestar el poder de la milicia lo pagan con la muerte.
Estos grupos ya controlan el 57,5% del territorio de la ciudad de R¨ªo, seg¨²n un estudio coordinado por la Universidad Federal Fluminense (UFF) realizado poco antes de la pandemia. En estos dos a?os, lejos de retroceder, la milicia ha expandido a¨²n m¨¢s sus dominios, en muchos casos asoci¨¢ndose a los narcos que antes dec¨ªan combatir. ¡°Ya hay comunidades donde la milicia no vende la droga, pero alquila la ¡®boca de fumo¡¯ (el punto de venta). Hay una mimetizaci¨®n hasta el punto de que dentro de poco no podremos diferenciar una cosa de la otra¡±, dice el comisario.
El narcotr¨¢fico tambi¨¦n domina buena parte de la ciudad, sobre todo las favelas, pero la principal diferencia es que la milicia es ¡°m¨¢s silenciosa¡± y transita con facilidad por los pasillos del poder, apunta Neves. Los milicianos son una autoridad en sus barrios, donde adquieren un capital pol¨ªtico que les catapulta al poder legislativo. Jer?nimo Guimar?es Filho, m¨¢s conocido como ¡®Jerominho¡¯, fund¨® una de las milicias m¨¢s poderosas y sanguinarias de la ciudad, la ¡®Liga de la Justi?a¡¯, y despu¨¦s fue siete a?os concejal. Su hermano y su hija tambi¨¦n entraron en pol¨ªtica. Fueron los pioneros en dar el salto a la pol¨ªtica sin disimulo, sin intermediarios. Tras pasar por la c¨¢rcel, este a?o Jerominho pretend¨ªa volver como diputado federal con el bolsonarista partido Patriota, pero fue asesinado en agosto en el marco de una guerra interna por el control de la zona oeste de R¨ªo.
La milicia act¨²a primero en el nivel municipal, y cuando consigue infiltrarse, a trav¨¦s de concejales o incluso de alcaldes en ciudades m¨¢s peque?as, se da el salto al siguiente nivel: la asamblea legislativa, el Gobierno del estado, y despu¨¦s, incluso Brasilia. Hace unos d¨ªas, una operaci¨®n policial encontraba un fusil en casa de Washington Reis, ex alcalde de Duque de Caxias, una ciudad enorme en la periferia de R¨ªo. Antes de que la Justicia anulara su candidatura por su historial delictivo, Reis era el candidato a vicepresidente de Cl¨¢udio Castro, el actual gobernador de R¨ªo, un aliado de Bolsonaro que busca la reelecci¨®n y que tambi¨¦n suele ser acusado de v¨ªnculos con los milicianos. Es el favorito en las encuestas.
A su favor tiene los millones de electores que posiblemente le proporcionar¨¢ su alianza con Reis en Duque de Caxias y en toda Baixada Fluminense, el principal cintur¨®n metropolitano. Los ¡®corrales electorales¡¯ de la milicia donde la izquierda lo tiene imposible dan lugar a concejales y alcaldes que a su vez prestan apoyo a gobernadores. Es un caudal de votos enorme al que nadie quiere renunciar, comenta en conversaci¨®n telef¨®nica Jos¨¦ Cl¨¢udio Souza Alves, soci¨®logo de la Universidad Federal Rural de R¨ªo de Janeiro (UFRRJ), que estudia el fen¨®meno de las milicias desde hace casi 30 a?os. En su opini¨®n, el fuerte control territorial es uno de los factores (sumado a otros como la enorme penetraci¨®n de las iglesias evang¨¦licas, por ejemplo), que acaba favoreciendo a la ultraderecha en la empobrecida y violenta periferia de R¨ªo. En las elecciones de 2018, el 70% de la Baixada vot¨® por Bolsonaro.
Los supuestos v¨ªnculos del clan Bolsonaro con la milicia han hecho correr r¨ªos de tinta. Lula da Silva no tiene reparos en llamar ¡°miliciano¡± al presidente por las informaciones que han ido surgiendo en los ¨²ltimos a?os. Aunque no hay ninguna prueba en firme que incrimine a la familia presidencial, el nombre de Bolsonaro incluso apareci¨® en la investigaci¨®n sobre el asesinato de la concejala Marielle Franco. El presidente mont¨® en c¨®lera, afirm¨® que no hay m¨¢s que coincidencias y neg¨® cualquier participaci¨®n en el crimen.
En cualquier caso, en R¨ªo, cuna del bolsonarismo, la infiltraci¨®n de la milicia en la pol¨ªtica y tambi¨¦n en la justicia, alcanz¨® el nivel de met¨¢stasis, lamenta Souza Alves. ¡°No es un poder paralelo, es el propio Estado. Es una gobernanza criminal. Para el Estado, negociar (con los milicianos) es mucho m¨¢s ventajoso, porque da m¨¢s votos¡±, apunta. No se trata de acabar con la milicia, sino de convivir con ella y sacar el mejor r¨¦dito posible.
Durante muchos a?os, el principal rostro de la lucha contra las milicias en R¨ªo ha sido el diputado progresista Marcelo Freixo. La sed de justicia tras el asesinato de su hermano a manos de estas mafias le llev¨® a la pol¨ªtica, y como diputado estadual, en 2008 lider¨® una comisi¨®n parlamentaria de investigaci¨®n que puso sobre la mesa m¨¢s de 200 nombres y llev¨® a la c¨¢rcel a decenas de milicianos. Desde entonces vive amenazado de muerte, y es uno de esos pol¨ªticos que no pueden hacer campa?a en cualquier lugar. En 2018 fue alertado en el ¨²ltimo minuto de que hab¨ªa un plan para asesinarlo en Campo Grande, uno de los epicentros de la milicia y el barrio de R¨ªo donde Bolsonaro obtuvo sus mejores resultados en las ¨²ltimas elecciones.
Tras intentar la alcald¨ªa en 2016 y ejercer de oposici¨®n a Bolsonaro como diputado federal en Brasilia, regresa a R¨ªo para intentar ser gobernador del Estado, un cargo decisivo porque es aqu¨ª donde se ejercen la mayor¨ªa de competencias en seguridad p¨²blica. El gobernador manda sobre la Polic¨ªa Civil y la Polic¨ªa Militar. Para alcanzar el poder, en los ¨²ltimos meses Freixo ha emprendido un r¨¢pido viaje al centro-izquierda; ha cambiado de partido, ha moderado su discurso y se ha aliado a viejos conocidos de la pol¨ªtica carioca con un pasado no tan limpio como el suyo, pero que saben transitar en el pantanoso terreno de la pol¨ªtica carioca. Tambi¨¦n cuenta con la bendici¨®n de Lula, pero ni el tir¨®n electoral del expresidente parece ser suficiente para acercarle al poder. El favorito en todas las encuestas es Castro, el candidato bolsonarista y principal beneficiario del voto que sale de los barrios donde reina la milicia. FIN
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