Las elecciones legislativas en EE UU medir¨¢n el apoyo a la movilizaci¨®n sindical en dos Estados
Illinois y Tennessee someten a consulta dos modelos de relaci¨®n laboral opuestos, uno a favor de la negociaci¨®n colectiva y otro que disuade al trabajador de organizarse
Coincidiendo con las elecciones legislativas estadounidenses, los votantes de dos Estados se pronunciar¨¢n tambi¨¦n sobre derechos laborales el 8 de noviembre, un hecho significativo que revela la nerviosa din¨¢mica acci¨®n-reacci¨®n ante la primavera sindical de EE UU, la ebullici¨®n sindicalista m¨¢s notable desde comienzos de los setenta. Illinois y Tennessee llevan a las urnas dos visiones antit¨¦ticas sobre el futuro del trabajo: el derecho a la negociaci¨®n colectiva frente al derecho individual, llamado ¡°derecho al trabajo¡±, que otorga al trabajador la libertad de afiliarse o no un sindic...
Coincidiendo con las elecciones legislativas estadounidenses, los votantes de dos Estados se pronunciar¨¢n tambi¨¦n sobre derechos laborales el 8 de noviembre, un hecho significativo que revela la nerviosa din¨¢mica acci¨®n-reacci¨®n ante la primavera sindical de EE UU, la ebullici¨®n sindicalista m¨¢s notable desde comienzos de los setenta. Illinois y Tennessee llevan a las urnas dos visiones antit¨¦ticas sobre el futuro del trabajo: el derecho a la negociaci¨®n colectiva frente al derecho individual, llamado ¡°derecho al trabajo¡±, que otorga al trabajador la libertad de afiliarse o no un sindicato, y le exime de la obligaci¨®n de pagar las cuotas de representaci¨®n, a lo que est¨¢ obligado aunque no sea miembro del sindicato. Illinois quiere prohibir estas leyes del ¡°derecho al trabajo¡±, vigentes en 27 Estados y recogidas en la Constituci¨®n de nueve de ellos; Tennessee, consagrarlas en la suya. La polarizaci¨®n que desgarra el pa¨ªs ha calado tambi¨¦n en las relaciones laborales.
En EE UU son los centros de trabajo, y no los individuos, los que se sindicalizan, como demuestra el rosario de votaciones de los ¨²ltimos meses en grandes corporaciones y peque?os negocios, de restaurantes a estudios de arquitectura o diarios locales. Es la punta del iceberg de una marea de incierto recorrido, al albur de la marcha de la econom¨ªa y del reparto de fuerzas que deparen las legislativas, y que se explica asimismo por la atomizaci¨®n del sector servicios, donde la lucha sindical ha tomado el relevo a la tradicional movilizaci¨®n de la industria. Solo la cadena de cafeter¨ªas Starbucks, que en diciembre acapar¨® titulares por formar su primer sindicato en B¨²falo (Nueva York), tiene m¨¢s de 8.000 locales en el pa¨ªs, y deben votar uno por uno¡ La lucha se desarrolla partido a partido, que dir¨ªa un conocido entrenador, y, frente al logro de B¨²falo, y el centenar de locales que siguieron sus pasos, los empleados de otra cafeter¨ªa en el barrio de Chelsea (Nueva York) denuncian las amenazas de la empresa, que proliferan en el seno de las grandes corporaciones.
Los empleados de una tienda de Apple en el centro de Manhattan, que en primavera present¨® la solicitud para sindicalizarse, reh¨²san hablar por temor a significarse. ¡°Aqu¨ª las paredes oyen, no est¨¢ bien visto que hablemos con periodistas, es m¨¢s, resultar¨ªa perjudicial. Pronunciarnos abiertamente sobre los sindicatos no nos favorece individualmente, todo lo contrario¡±, dice por tel¨¦fono un trabajador del establecimiento. Ni el anonimato ni el logro de sus compa?eros de Towson (Maryland), que en junio crearon el primer sindicato de Apple, le anima a explayarse. Peque?as victorias colectivas y miserias cotidianas se combinan en un resultado agridulce, poco concluyente sobre el futuro del movimiento. Tras la hist¨®rica victoria del almac¨¦n de Amazon en Staten Island (Nueva York) en abril, los trabajadores de otro centro log¨ªstico del mayor empleador privado del pa¨ªs rechazaron la semana pasada sindicarse en Albany (Estado de Nueva York), el segundo rev¨¦s en pocos meses. La tendencia en 2022 muestra mayores logros en los locales peque?os, seg¨²n el portal de informaci¨®n econ¨®mica MarketPlace.
Illinois y Tennessee representan dos visiones en las ant¨ªpodas de la actividad sindical, que ha ganado una colosal tracci¨®n en el sector servicios, con cerca del 60% de impulso en el ¨²ltimo semestre. Ambas consultas tienen una dimensi¨®n hist¨®rica, independientemente del resultado. El refer¨¦ndum de Illinois plantea consagrar los derechos de negociaci¨®n colectiva en la Constituci¨®n del Estado, como han hecho Nueva York, Haw¨¢i y Misuri. La diferencia es que ser¨ªa la primera vez que los votantes afirmasen ese derecho en las urnas en un Estado, Illinois, donde el denominado ¡°derecho al trabajo¡± est¨¢ vigente desde 1947.
En Tennessee, con una tasa de afiliaci¨®n del 5,9%, sensiblemente inferior a la de Illinois (13,9%, por encima de la media nacional del 10,3%), late tambi¨¦n el intento preventivo de los republicanos de neutralizar la dem¨®crata PROAct (siglas en ingl¨¦s de la Ley de Proteger el Derecho a Organizarse), aprobada en la C¨¢mara en la primavera de 2021 y bloqueada en el Senado, y que defiende exactamente lo contrario. Este proyecto federal de reforma laboral, el m¨¢s ambicioso desde tiempos de Roosevelt, prohibir¨ªa, entre otras cosas, las leyes estatales de derecho al trabajo, adem¨¢s de la sustituci¨®n permanente ¨Dotro eufemismo¨D de huelguistas. Porque hay algo perverso, de pura contradicci¨®n conceptual, en oponer la negociaci¨®n colectiva y el llamado ¡°derecho al trabajo¡±: la realidad es que a un desempleado le resulta imposible aspirar a la primera.
¡°Derecho al trabajo es el nombre de una pol¨ªtica dise?ada para quitar derechos a los trabajadores. Los partidarios de las leyes de derecho al trabajo afirman que protegen a los trabajadores de ser obligados a afiliarse a un sindicato. Su verdadero prop¨®sito es inclinar la balanza hacia las grandes corporaciones y ama?ar, a¨²n m¨¢s, el sistema a expensas de las familias trabajadoras¡±, subraya por su parte la Federaci¨®n del Trabajo de EE UU (AFL-CIO, en sus siglas inglesas), uno de los mayores sindicatos del pa¨ªs.
La actual movilizaci¨®n refleja ¡°un equilibrio de poder cambiante en los mercados laborales, con los trabajadores ganando m¨¢s influencia tras la recuperaci¨®n del colapso de la covid. Pero hay tan pocos trabajadores sindicados que gran parte de este descontento sigue canaliz¨¢ndose de manera individual en vez de colectiva¡±, se?alaba Gabriel Winant, de la Universidad de Chicago, en una reciente entrevista.
Hablar de revoluci¨®n sindical no es balad¨ª en EE UU, con la menor tasa de representaci¨®n de la historia: en 2021, 30 Estados y el distrito de Columbia ni siquiera llegaban a la media nacional. Poco m¨¢s de 14 millones de trabajadores eran el a?o pasado miembros de un sindicato, en un pa¨ªs de 332 millones de habitantes. ¡°Las leyes laborales de EE UU est¨¢n fuertemente sesgadas en contra de las elecciones sindicales, como se demostr¨® claramente en las de Amazon en Alabama¡±, subraya Jack Rasmus, antiguo promotor sindical y hoy profesor de Econom¨ªa en el Saint Mary¡¯s College de California. En abril de 2021, los trabajadores del almac¨¦n del gigante del comercio electr¨®nico en Bessemer (Alabama) rechazaron por amplia mayor¨ªa la formaci¨®n de un sindicato. La Junta Nacional de Relaciones Laborales, que vela por los derechos del trabajador, oblig¨® a repetir la votaci¨®n tras constatar presiones e irregularidades por parte de la empresa. ¡°Los bufetes de abogados antisindicales son una industria multimillonaria que desde hace d¨¦cadas impiden la sindicalizaci¨®n de las empresas¡±, corrobora Rasmus sobre las maniobras corporativas.
A?¨¢dase al panorama el hecho, denunciado por su propio sindicato esta semana en Twitter, de que la Junta ¨Dla ¨²nica agencia federal encargada de proteger los derechos de organizaci¨®n y negociaci¨®n colectiva en el sector privado¨D atraviesa una crisis, ¡°tras a?os de desatenci¨®n por parte del Congreso, [y] ya no cuenta con los recursos necesarios para cumplir adecuadamente su funci¨®n¡±. Desde 2014, la Junta no ha visto aumentado su presupuesto por el Congreso, lo que significa, seg¨²n el sindicato, que la inflaci¨®n convierte su actual financiaci¨®n congelada en un recorte presupuestario.
Por parte dem¨®crata tambi¨¦n soplan rachas de vientos cambiantes, pese al claro impulso de Joe Biden, el presidente m¨¢s prosindical en d¨¦cadas. Una encuesta realizada a principios de a?o revelaba que hasta el 69% de los dem¨®cratas de Virginia defienden que los trabajadores del sector p¨²blico puedan ¡°tener derecho a abandonar el sindicato en cualquier momento y dejar de pagar las cuotas sindicales¡±. El apoyo a las leyes de derecho al trabajo alcanza el 91% entre los republicanos de Virginia, otro Estado sure?o, y el 90% entre los que se denominan independientes. Estas leyes est¨¢n vigentes en la mayor¨ªa de los Estados sure?os.
En 2017, cuando Donald Trump ocupaba la Casa Blanca, los republicanos del Congreso introdujeron la legislaci¨®n para intentar hacer del derecho al trabajo, que desde los a?os cuarenta ha sobrevivido a varias recesiones y dos crisis may¨²sculas, la de los setenta y la de 2008, una ley aplicable en todo el pa¨ªs. A trompicones, los Estados han ido legislando uno por uno sobre este aspecto tan representativo, a la postre, de la democracia: si la opini¨®n de la mayor¨ªa debe prevalecer sobre los derechos de la minor¨ªa o, al rev¨¦s, si cada uno, como demuestra a diario cualquier ejercicio de supervivencia en EE UU, es protagonista de su particular s¨¢lvese quien pueda.
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