Las madres coraje de Ucrania que viajan a Rusia a recuperar a sus hijos
La ONU considera cre¨ªbles las denuncias de traslados forzosos de menores que Kiev estima en 8.600 casos
En medio de un mar mutuo de l¨¢grimas, Oxana y su hija Eva se funden en un emocionado abrazo en la escalerilla de un autob¨²s en Kiev en la tarde del s¨¢bado pasado. La madre le acaricia el rostro, la toca, la mira como queriendo asegurarse de que la ni?a regresa de Rusia entera y sana. Se hab¨ªan separado hac¨ªa 113 d¨ªas. Oxana puede considerarse una madre con suerte, pues hay todav¨ªa miles de familias que, seg¨²n el Gobierno de Kiev, siguen pendientes de recuperar a unos menores a los que se han llevado las fuerzas rusas de ocupaci¨®n.
El Defensor del Pueblo de Ucrania, Dmitro Lubinets, calcula que hay m¨¢s de 12.000 ni?os ucranios que se hallan al otro lado de la frontera. De ellos, 8.600 fueron deportados de manera forzosa, seg¨²n datos que hizo p¨²blicos el pasado 14 de diciembre. En un recuento m¨¢s detallado que actualiza cada d¨ªa la web oficial Children of War (Ni?os de la Guerra), la cifra de deportados este viernes era de 13.613 frente a solo 125 que se ha conseguido retornar. Un menor de 16 a?os que viv¨ªa en los alrededores de Mariupol logr¨® regresar a Ucrania el 19 de diciembre tras haber sido dado en adopci¨®n a una familia rusa ocho meses antes, inform¨® Lubinets. El chaval pidi¨® ayuda a trav¨¦s de internet y consigui¨® escapar hasta la frontera.
Hay ¡°denuncias cre¨ªbles de traslados forzosos de ni?os no acompa?ados al territorio ocupado por Rusia o a la propia Federaci¨®n de Rusia¡±, alert¨® el alto comisionado de Derechos Humanos de la ONU el pasado septiembre. Adem¨¢s, expres¨® su preocupaci¨®n ante un posible atajo legal ¡°para conceder la ciudadan¨ªa rusa a los ni?os privados del cuidado de sus padres, y que estos ni?os puedan ser adoptados por familias rusas¡±.
M¨¢s de 200 menores ucranios salieron de viaje el pasado 28 de agosto hacia un campamento de verano que iba a durar tres semanas en una playa rusa del mar Negro. Varias de sus madres, consultadas por EL PA?S, reconocen que lo ¨²nico que quer¨ªan es que los peque?os pasaran unos d¨ªas de vacaciones lejos de la guerra. Nunca pensaron que los acabar¨ªan dejando al otro lado. Tampoco, aseguran, tuvieron nunca la sensaci¨®n de estar colaborando con el intento de Mosc¨² de someter y controlar a Ucrania y a los ucranios. Saben que pecaron de exceso de confianza cuando los ni?os salieron de diferentes localidades de la regi¨®n de J¨¢rkov de la mano de las autoridades que manten¨ªan desde hac¨ªa seis meses invadido ese territorio del noreste de Ucrania.
Pero el frente de guerra cambi¨® de repente a los pocos d¨ªas de comenzar la excursi¨®n. A principios de septiembre, el ej¨¦rcito local emprendi¨® en J¨¢rkov una contraofensiva que desaloj¨® a los militares del Kremlin y a la administraci¨®n que les apoyaba. La zona acababa de ser liberada, pero las familias no vieron regresar a los autobuses en los que se fueron sus hijos. Empezaron entonces a llamar a diferentes puertas para tratar de recuperarlos hasta que dieron con Save Ukraine (Salvemos Ucrania), una organizaci¨®n humanitaria que denuncia la deportaci¨®n y adopci¨®n ilegal de menores.
¡°Presionaron y manipularon a los padres para que los enviaran y despu¨¦s Rusia se negaba a devolverlos¡±, asegura Myroslava Kharchenko, responsable legal de esta organizaci¨®n. Esta ONG, que dirige el exdefensor del menor del pa¨ªs Mikola Kuleba, es la que ha facilitado el viaje de 14 madres de J¨¢rkov hasta Rusia, para lo que ha sido necesario preparar pasaportes. Tras atravesar Ucrania, Polonia, Bielorrusia y Rusia en un periplo de ida y vuelta de 10 d¨ªas y unos 6.000 kil¨®metros por carretera, han logrado recuperar a 20 de esos ni?os ahora y otros 8 en septiembre. La expedici¨®n se ha desarrollado sin que ninguno de los dos gobiernos participe en el proceso, asegura Khachenko.
La ¨²nica informaci¨®n de la que dispon¨ªan era la que facilitaban los propios menores, pues ni siquiera los responsables de los campamentos dan acceso a las listas de los ni?os que tienen, lamenta. Esto, a?ade la responsable legal de la ONG, es un obst¨¢culo que complica las labores de repatriaci¨®n y reunificaci¨®n familiar en medio de la guerra. Y son las madres las que han de liderar el proceso porque la ley marcial que impera desde el comienzo de la invasi¨®n impide a los hombres de entre 18 y 65 a?os abandonar Ucrania, salvo algunas excepciones.
El caso de Oxana es incluso m¨¢s complicado. Ella no ha podido formar parte de ese viaje, y por eso no pudo encontrarse con su hija hasta que llegaron de vuelta a Kiev el s¨¢bado pasado. Esta mujer de 42 a?os no solo es m¨¦dica militar, sino que se encuentra de baja tras resultar herida el pasado septiembre en Bajmut, el principal frente de la guerra estos d¨ªas. No parec¨ªa, por tanto, recomendable que Oxana, que sirve en el ej¨¦rcito desde hace un a?o, se adentrara en plena guerra en territorio ruso. Por eso hubo que gestionar un permiso para que unos familiares que viven en ese pa¨ªs recogieran a Eva, de 11 a?os, y facilitaran su regreso a Ucrania con el resto de la expedici¨®n.
EL PA?S visit¨® el pasado 30 de noviembre el pueblo de Nechvolodivka, en el distrito de Kupiansk (regi¨®n de J¨¢rkov). All¨ª se reuni¨® con tres de las madres que hab¨ªan mandado a sus hijas al campamento sin sospechar que las estuvieran poniendo en peligro. Tampoco imaginaban la odisea que iba a suponer recuperarlas. Son Ludmila, de 48 a?os, madre de Veronika, de 13; Taisia, de 32, madre de Daria, de 15, y Tamara, de 53, madre de Katia, de 12. El encuentro tiene lugar en la cocina de casa de Ludmila, embriagada por el olor de varios panes reci¨¦n salidos del horno. Las tres mujeres est¨¢n avisadas ya de que en cualquier momento las pueden avisar para emprender el viaje a Rusia.
Cuentan que a las 6.00 del 28 de agosto salieron seis autobuses del edificio municipal de Kupiansk hacia la frontera rusa. Iban unos 300 ni?os, calculan las madres, con destino a la localidad de Gelenzik (Rusia), a orillas del mar Negro y a unos 900 km de Nechvolodivka. Acababa de regresar el d¨ªa 25, un turno anterior de otro campamento, lo que les ayud¨® a decidir que no habr¨ªa problemas. Ninguna de las tres madres asegura haberse sentido presionada para enviar a sus hijas. ¡°Iban felices. Ninguna hab¨ªa ido antes a un sitio as¨ª. Eran unas vacaciones¡±, reconoce Taisia. Boris, el novio de su hija Daria, tambi¨¦n forma parte del grupo y eso le tranquilizaba m¨¢s, cuenta mientras ense?a en el m¨®vil una imagen de ambos bes¨¢ndose frente al mar Negro. En el momento de ser entrevistadas dijeron que no ten¨ªan miedo de emprender ese viaje a Rusia para ir a recogerlas porque lo ¨²nico que ten¨ªan en mente era ¡°traerlas de vuelta¡±.
Mientras tanto, las comunicaciones con sus hijos eran fluidas a trav¨¦s de los tel¨¦fonos m¨®viles. Con frecuencia ten¨ªan llamadas, videoconferencias y se mandaban fotos. Las tres afirmaron que les trataban bien y que les facilitaban ropa y alimentos. Se quejaron, sin embargo, de algunos de los profesores que viajaron con ellos y que se pusieron de parte de las autoridades de ocupaci¨®n. ¡°Les lavan el cerebro con propaganda¡±, afirm¨® Ludmila. Es gente, a?adi¨®, que no cree que vaya a poder volver porque las redadas de colaboracionistas en las localidades liberadas de invasores rusos son intensas. Es m¨¢s, est¨¢n seguras de que tanto esos profesores como sus familias est¨¢n ya instalados en Rusia.
La vida en el pueblo, donde apenas quedan la mitad de los 430 vecinos que hab¨ªa antes de la invasi¨®n, ha quedado casi congelada por el conflicto. ¡°No hay trabajo, ni salario, ni escuela¡¡±, se queja Ludmila, que, al igual que su marido, es empleada de una importante f¨¢brica que ahora permanece cerrada. Como muchos otros en la regi¨®n, recibe ayuda humanitaria para salir adelante.
Myroslava Kharchenko, de Save Ukraine, no sabe cu¨¢ntos menores de los que se fueron de campamento siguen en el lado ruso. La falta de colaboraci¨®n de los responsables en ese pa¨ªs y el hecho de que haya familias que hayan acudido a recogerlos por su cuenta hace imposible tener una cifra. Saben que son muchos, pues solo en la pen¨ªnsula de Crimea, que Rusia ocupa ilegalmente desde 2014, hay varios campamentos con menores de la regi¨®n de Jers¨®n. ¡°Solo en uno de ellos hay 140 ni?os¡±, afirma. Esos menores de Crimea son el objetivo de la tercera misi¨®n de rescate, que ya est¨¢n organizando y que estima no podr¨¢ llevarse a cabo antes de 2023.
La responsable legal de Save Ukraine no se deja llevar por el optimismo de haber logrado traer a 28 menores. Sabe que eso es solo una peque?a parte. Est¨¢ segura, adem¨¢s, de que los que siguen en manos de las autoridades rusas corren el peligro de no volver y ser v¨ªctimas de adopciones ilegales si no consiguen agilizar los tr¨¢mites para recuperarlos pronto. ¡°Les dicen que sus padres les han abandonado y que en Rusia les quieren mucho y les van a encontrar nuevas familias¡±.
El pasado s¨¢bado, embargadas por la alegr¨ªa, Ludmila y Taisia abrazaban en presencia del reportero a esas ni?as a las que hab¨ªan mostrado en Nechvolodivka en la foto. ¡°Estamos muy cansadas, pero alegres y contentas de poder por fin volver a casa¡±, agradece Taisia cuando les quedan todav¨ªa desde Kiev algo m¨¢s de 600 kil¨®metros hasta su pueblo. Junto a ella, t¨ªmidos, pero sin separarse el uno del otro, Daria y Boris. Su amor de juventud en tiempos de guerra regresa reforzado en Rusia.
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