Los h¨¦roes de la resistencia a las puertas de Kiev
El alcalde, un doctor, la madre de un polic¨ªa muerto, una sanitaria y un cura recuerdan los d¨ªas en los que la localidad de Irpin se convirti¨® en el muro que fren¨® a las tropas del Kremlin
Los cascotes del puente de Irpin, volado por fuerzas de Ucrania para impedir la entrada a Kiev de las tropas de Mosc¨², permanecen todav¨ªa como recuerdo del intento fallido del presidente ruso, Vlad¨ªmir Putin, de derrocar hace un a?o a su colega ucranio, Volod¨ªmir Zelenski. Los pedruscos, los hierros retorcidos, las barandillas, el asfalto retorcido¡ se van a quedar ah¨ª como un memorial bautizado ¡°carretera de la vida¡±, pues por ella escaparon unos 40.000 refugiados, seg¨²n el alcalde.
Mientras, una empresa turca levanta un nuevo puente a escasos metros. El ej¨¦rcito del Kremlin no consigui¨® pasar de ese punto a las puertas de la capital. Estos son algunos de los ciudadanos que impidieron la ca¨ªda de Kiev.
ALCALDE: Oleksandr Markushin (41 a?os)
¡°El gran error fue no organizar a tiempo la evacuaci¨®n de Bucha¡±, se?ala el alcalde de Irpin, refiri¨¦ndose a la localidad vecina, ocupada casi de inmediato por los rusos y donde murieron m¨¢s de 400 civiles. Por eso, en cuanto Oleksandr Markushin se puso al frente del cuerpo de defensa territorial de Irpin, tom¨® dos decisiones: dise?ar un per¨ªmetro de hombres armados que frenaran el avance ruso desde Bucha y empezar a sacar a la poblaci¨®n hacia zona segura. As¨ª, solo el 30% de Irpin acab¨® en manos rusas y el 95% de los 100.000 habitantes fueron evacuados, explica el alcalde en un despacho con decenas de condecoraciones recibidas, alguna por atrapar a rusos, y cuyo destino final ser¨¢ el museo local. ¡°Esta es la m¨¢s preciada¡±, comenta mientras saca la pistola que siempre lo acompa?a y que le regal¨® Kirilo Budanov, el jefe de la inteligencia militar.
Markushin se neg¨® a colaborar con los rusos y detalla tres intentos de asesinato por parte de los invasores. En uno de ellos, en el que su casa fue bombardeada, sospecha que el enemigo cont¨® con la ayuda de alg¨²n colaboracionista que le pas¨® su posici¨®n. Durante las cinco semanas que dur¨® el asedio ruso, el alcalde altern¨® los combates con las tareas propias de quien debe atender a la poblaci¨®n. Aunque tiene formaci¨®n militar y es cazador, recuerda el primer d¨ªa que volvi¨® a casa: ¡°Me qued¨¦ sordo durante m¨¢s de un d¨ªa y me ten¨ªan que gritar al o¨ªdo¡±. Al mismo tiempo iba con su equipo de s¨®tano en s¨®tano localizando a la poblaci¨®n para evacuarla, pues ¡°ya no hab¨ªa luz, agua y calefacci¨®n y los m¨®viles apenas funcionaban¡±.
Con el paso de los d¨ªas, el hambre empez¨® a azotar a los vecinos. ¡°A algunos les quedaba muy poco de la olla de sopa, lo justo para los ni?os, pero pretend¨ªan que nos la comi¨¦ramos nosotros para que tuvi¨¦ramos fuerzas para defender la ciudad. Pero no pod¨ªa permitir que mis ciudadanos murieran de hambre¡±, recuerda. Tomaron la decisi¨®n de avisar a un empresario local que tiene un supermercado, que permiti¨® el aprovisionamiento gratis. Alguno de sus hombres perdi¨® la vida aquellos d¨ªas, pero el peor recuerdo es el ataque ruso sobre los refugiados que escapaban entre los restos del puente y que cost¨® la vida a cuatro miembros de una familia el 6 de marzo. Todav¨ªa en junio tres hombres llegados desde Donb¨¢s, en el este, fueron detenidos mientras urd¨ªan un nuevo ataque contra ¨¦l. ¡°Pase lo que pase, aqu¨ª nac¨ª, aqu¨ª pas¨¦ mi infancia y aqu¨ª me quedar¨¦¡±, afirma con la mano derecha en el coraz¨®n.
SACERDOTE: Tadeusz Wolos, 63 a?os
En la ma?ana del 5 de marzo, varios miles de personas formaban un tap¨®n para sortear los escombros y vadear el r¨ªo en su huida de Irpin. EL PA?S presenci¨® c¨®mo un sacerdote acercaba con su coche a los vecinos a la salida de la localidad y les impart¨ªa su bendici¨®n a modo de despedida. El padre Tadeusz, originario de Polonia, lleg¨® a Irpin en 2017 tras ejercer 25 a?os en Bielorrusia. Su iglesia cat¨®lica de Santa Teresa, cuyas obras de mejora la guerra mantiene paradas, no atrae excesiva atenci¨®n en un pa¨ªs en el que domina la iglesia ortodoxa.
Tadeusz regres¨® a Ucrania desde Polonia el 23 de febrero del a?o pasado, la v¨ªspera de la invasi¨®n, y decidi¨® quedarse en Irpin a ayudar a los feligreses. ¡°El 5 de marzo nos cortaron la luz, la calefacci¨®n y el agua¡±, detalla en las dependencias de un templo donde reina la soledad. ¡°Me qued¨¦ para rezar y ayudar a la gente moral y espiritualmente. Hac¨ªa lo que pod¨ªa. No ten¨ªa miedo, no s¨¦ por qu¨¦. Solo pas¨¦ miedo en una ocasi¨®n, cuando sali¨® ardiendo un colegio al caer un misil. Pens¨¦ que se pod¨ªa quemar todo¡±.
Su intenci¨®n, mientras manten¨ªa contacto con su familia en Polonia y con el obispo de Kiev, era aguantar todo lo posible. ¡°Pero el d¨ªa 17 sal¨ª hacia la capital. Quise volver, pero ya no me dejaron porque era peligroso. Solo dejaban pasar a los voluntarios¡±, a?ade el sacerdote. Irpin ha ido desde entonces recuperando la normalidad, ¡°pero es solo por fuera, por dentro sentimos tensi¨®n y ansiedad¡±, apostilla Tadeusz.
SANITARIA: Olha Bashey (45 a?os)
Abogada reconvertida en el servicio de emergencias, y musulmana en un pa¨ªs de mayor¨ªa cristiana, Olha Bashey conoce la guerra que sacude a su pa¨ªs desde que estall¨® en el este en 2014. Hace pocos d¨ªas que ha salido del frente de Bajmut, pero recuerda bien las jornadas del a?o pasado en que estuvo haciendo frente al asedio sobre Kiev. La actual invasi¨®n a gran escala ordenada por Putin es distinta de aquellos primeros a?os de guerra en las regiones de Donetsk y Lugansk, explica. ¡°All¨ª casi todo lo que hab¨ªa en 2014 eran soldados, ahora hay muchos civiles heridos, especialmente ni?os y ancianos¡±.
Ataviada de militar, insiste en que Rusia bombarde¨® a civiles en los alrededores de la capital para tratar de imponer la claudicaci¨®n del presidente ucranio, Volod¨ªmir Zelenski. Muestra en su m¨®vil la foto de un anciano muerto en su bici cuando escapaba de Irpin. Y no olvida a los tres voluntarios que se dedicaban a evacuar a civiles que fueron acribillados y a los que conoc¨ªa personalmente. ¡°Se metieron por el lugar incorrecto¡±, lamenta.
Su objetivo en el extrarradio de Kiev era, en principio, la evacuaci¨®n de militares heridos, pero, al final, reconoce que acab¨® yendo m¨¢s all¨¢ y no ignor¨® a los civiles y particip¨® en la detenci¨®n de militares rusos. ¡°Mis jefes saben que siempre acabo haciendo lo que debo, no solo lo que me ordenan¡±, aclara con una media sonrisa mientras sorbe una infusi¨®n con hierbabuena.
De sus primeros meses en el frente no solo se trajo intensas experiencias profesionales. Tambi¨¦n vivi¨® su conversi¨®n al islam, impulsada por los chechenos que, a contracorriente de las autoridades de Grozni, aliadas de Mosc¨², se unieron a las tropas ucranias frente al levantamiento en Donb¨¢s. En algunas ocasiones se ha cruzado con prisioneros de los que integran los batallones de Ramz¨¢n Kad¨ªrov, el l¨ªder checheno aliado de Putin, y les pregunta a la cara el porqu¨¦ de la supuesta yihad que est¨¢n llevando a cabo como musulmanes. ¡°Muchos simplemente agachan la cabeza como respuesta¡±, cuenta Olha, que en breve conocer¨¢ un nuevo destino en el frente de la guerra.
MADRE DE SOLDADO MUERTO: Irina Sukhikh (52 a?os)
La habitaci¨®n en la casa familiar de Ihor Sukhikh se ha convertido en un peque?o santuario en su memoria. Este joven miembro de la polic¨ªa fiscal, que se levant¨® en armas contra los rusos, muri¨® a los 30 a?os por la metralla de un mortero el 24 de marzo de 2022 en el centro de Irpin. ¡°Junto a la comisar¨ªa¡±, detalla su madre, Irina, que lo recuerda sin parar de tomar entre sus manos diferentes objetos de su hijo que se muestran sobre una c¨®moda: fotos, la funda de la pistola, una bala, medallas de competiciones deportivas o dibujos de flores de sus dos hijos, Nazariy, de seis a?os, y Tymur, de tres.
Aparecen tambi¨¦n varias fotos de Anastasiya, la madre de los peque?os. Se casaron en 2014 y, casi de inmediato, ¨¦l se fue al frente de Donb¨¢s. La propia estancia convertida en museo para recordar a Ihor ha sido recientemente reformada, pues la vivienda recibi¨® varios impactos de proyectiles. Dos d¨ªas antes de morir, el propio Ihor tuvo que sacar a su padre del s¨®tano en el que se hab¨ªa refugiado y cuyo acceso qued¨® bloqueado por los escombros. Aquel infausto 24 de marzo, cuando se cumpl¨ªa un mes de invasi¨®n, los ataques desde posiciones rusas estaban a la orden del d¨ªa. Ihor fue el ¨²nico que muri¨® por la metralla del mortero. Hubo tambi¨¦n tres heridos leves. En el hospital no pudieron hacer nada por salvarle la vida. Muri¨® poco antes de incorporarse a la unidad Alpha, un conocido cuerpo de ¨¦lite de las Fuerzas de Seguridad cuyas pruebas hab¨ªa superado.
Skivra, la localidad al sur de Kiev donde estaba refugiada la madre, acogi¨® temporalmente el cuerpo en una tumba provisional. Al entierro acudieron sus compa?eros de armas, entre los que se hallaba el propio alcalde de Irpin. No fue hasta el 18 de mayo, con los rusos ya lejos de la localidad, cuando pudieron trasladar a Ihor al lugar en el que ¡ª¡°si alg¨²n d¨ªa me pasa algo¡±, avis¨®¡ª hab¨ªa pedido reposar, en la avenida del cementerio donde descansan los h¨¦roes de guerra.
Irina desea que la calle en la que se encuentra su casa pueda llevar el nombre de su hijo. Las autoridades le han explicado que no hay calles suficientes para tantos ca¨ªdos en combate. La mujer se conforma con que, al menos, luzca una placa en su recuerdo, como as¨ª parece que va a ser.
DOCTOR JEFE DEL HOSPITAL CENTRAL DE IRPIN Y BUCHA: Anton Dovgopol (36 a?os)
¡°Nuestra vida era magn¨ªfica¡±. Dovgopol tuerce el gesto incr¨¦dulo cuando, con el m¨®vil en sus manos, empieza a retroceder en el tiempo. En la pantalla salen a relucir fotos y v¨ªdeos de la ¨²ltima Navidad en paz, cocinando para su mujer, de vacaciones en un resort de los C¨¢rpatos, las obras en el hospital¡ ¡°Mira, esto era el 19 de febrero. Hac¨ªamos bromas sobre Putin¡±, comenta mientras muestra un meme del presidente ruso ba?¨¢ndose en unas aguas heladas. ¡°Hasta el 23 de febrero fue un d¨ªa normal. Esa madrugada, todo comenz¨®¡±.
Lo primeros heridos que recibieron en el hospital de Bucha fueron bomberos de Gostomel. Ocurri¨® en las primeras horas de la invasi¨®n, el mismo 24 de febrero. La espiral de violencia no se detuvo y el horror en la pantalla del m¨®vil se dispara. En el siguiente v¨ªdeo, Dovgopol luce su bata blanca el 10 de marzo mientras dirige la operaci¨®n de descarga de 67 cad¨¢veres desde un cami¨®n mientras son enterrados en una fosa com¨²n junto a una iglesia en Bucha, junto a Irpin.
¡°No pod¨ªamos tenerlos m¨¢s en la morgue sin electricidad¡±, se?ala. Entre ellos, hab¨ªa un oficial de polic¨ªa ruso llegado con las tropas invasoras desde Siberia. No super¨® las quemaduras en el 75% de su cuerpo. Otros tres heridos rusos, a?ade, fueron transferidos a las autoridades cuando se recuperaron. Les preguntaba el porqu¨¦ de la guerra y la respuesta era doble: por los ataques de Ucrania a Donb¨¢s (regi¨®n del este levantada contra Kiev) y para desnazificar el pa¨ªs.
Durante el mes largo que las tropas del Kremlin trataron de tomar Kiev, el doctor recuerda siete veces en las que su vida estuvo en peligro. En cuatro de ellas le dispararon directamente. Antes, los responsables de la ocupaci¨®n de Bucha trataron de convencerlo a ¨¦l y al alcalde para que colaboraran. Por eso, en una carambola de casualidades, el 12 de marzo lograron escapar en un convoy de una decena de coches organizado para el medio centenar de sanitarios que quedaban. Cargaron con los equipos m¨¦dicos y se llevaron todo aquello que pudiera impedir a los rusos hacer funcionar el hospital. A esa caravana acabaron uni¨¦ndose otros veh¨ªculos con decenas de vecinos. Dogvopol tuvo que sacar a relucir sus dotes como psiquiatra para convencer a un joven soldado ruso en el ¨²nico control con que se toparon. Cuando sus compa?eros al mando se dieron cuenta de que hab¨ªan escapado, ya era tarde y solo pudieron dispararles desde la distancia con la artiller¨ªa.
Sobre la mesa de su despacho lucen dos condecoraciones, una del presidente Zelenski. Desde la huida de la ocupada Bucha, el doctor altern¨® su trabajo con la defensa armada de la vecina Irpin. En vez de la bata blanca, empez¨® a portar kal¨¢shnikov y chaleco antibalas militar. No le falta sentido del humor al recordar aquellos infaustos d¨ªas en los que, a diario, los m¨¦dicos deb¨ªan fichar en un control militar ruso. Una de las veces comprob¨® c¨®mo uno de los soldados escalaba un poste de la luz para retirar el cable de la fibra de internet y una de las cajas a las que iba unido. Dovgopol no puede contener la risa antes de repetir la frase que pronunci¨® aquel militar: ¡°Qu¨¦ bien, finalmente voy a poder tener internet en mi pueblo¡±.
Sigue toda la informaci¨®n internacional en Facebook y Twitter, o en nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.