Un informe revela ¡°racismo institucional, misoginia y homofobia¡± en Scotland Yard
La mayor¨ªa de los brit¨¢nicos, seg¨²n el documento encargado a una figura independiente despu¨¦s de la violaci¨®n y asesinato de una mujer por un polic¨ªa, ha perdido la confianza en la Polic¨ªa Metropolitana de Londres
En marzo de 2021, la brutal muerte de Sarah Everard (33 a?os) a manos del polic¨ªa Wayne Couzens (48 a?os) conmocion¨® al Reino Unido y sac¨® a la calle a miles de mujeres que reclamaban mayor seguridad. La direcci¨®n de Scotland Yard, y el alcalde de Londres, Sadiq Khan ¡ªante quien responde la Polic¨ªa Metropolitana¡ª pidieron a la baronesa Louise Casey, una figura independiente y respetada por a?os de trabajo en defensa de v¨ªctimas de abusos y personas sin hogar, que elaborara un informe exhaustivo sobre el estado del cuerpo policial m¨¢s importante del Reino Unido. El documento, de 363 p¨¢ginas, presentado este martes, resulta demoledor: refleja una instituci¨®n podrida y plagada de ¡°racismo institucional, misoginia y homofobia¡± que ya no goza de la confianza y el apoyo de los ciudadanos brit¨¢nicos.
¡°Si ma?ana cayera del cielo un avi¨®n, toda la industria aeron¨¢utica se detendr¨ªa para preguntarse por las causas de lo ocurrido. Ser¨ªa un catalizador para realizar un autoexamen y proponer reformas. La Polic¨ªa Metropolitana, sin embargo, prefiere pensar que aquellos de sus miembros responsables de cr¨ªmenes inconcebibles son simplemente manzanas podridas, o ni siquiera son realmente polic¨ªas. A lo largo de esta investigaci¨®n me he preguntado una y otra vez: si todos estos cr¨ªmenes son incapaces de provocar esa reflexi¨®n interna y esa reforma, ?qu¨¦ puede hacerlo?¡±, ha escrito Casey.
A partir del caso Everard, violada y descuartizada por Couzens ¡ªhoy condenado a cadena perpetua¡ª, algunas mujeres reunieron el valor para comenzar a denunciar otros casos de abusos policiales. A mediados de enero, David Carrick (48 a?os), conocido entre los compa?eros del cuerpo como Bastard Dave (Dave el Bastardo, o el hijoputa) por su car¨¢cter agresivo, admit¨ªa ante un tribunal de Southwark, en Londres, su culpabilidad en m¨¢s de 80 delitos, incluidas 48 violaciones a 12 mujeres, a lo largo de dos d¨¦cadas.
El informe de Casey pone negro sobre blanco un largo listado de casos de abusos y ataques sexuales en el seno de Scotland Yard, y revela c¨®mo la mayor¨ªa de ellos fueron encubiertos o infravalorados. Un 12% de las mujeres que trabajan en el cuerpo policial se han sentido en alguna ocasi¨®n acosadas o atacadas. Una de cada tres ha sufrido episodios de machismo.
Los propios datos de la Polic¨ªa Metropolitana, ¡°y sus propios informes internos e investigaciones oficiales¡± sobre casos de violencia sexual y machista ¡°perpetrados por agentes, demuestran un preocupante nivel de complacencia sobre el riesgo que suponen aquellos oficiales que buscan a sus presas entre sus compa?eras o la ciudadan¨ªa¡±, se?ala Casey, que revela el factor clave que dio a Carrick o a Couzens un inmenso poder: un control sobre sus v¨ªctimas que las frenaba a la hora de denunciar.
Racismo institucional
El n¨²mero de agentes negros, asi¨¢ticos o de otras minor¨ªas ¨¦tnicas no responde de modo proporcional a la diversidad demogr¨¢fica de la ciudad de Londres, se?ala el informe, y con el ritmo actual de contrataciones, ser¨ªa necesario esperar m¨¢s de 30 a?os para alcanzar ese equilibrio. Dentro de la instituci¨®n existe adem¨¢s un sesgo que lleva al 46% de los agentes negros y al 33% de los asi¨¢ticos a afirmar que han sufrido en sus carnes comportamientos racistas. Los londinenses negros sufren abusos y falta de protecci¨®n policial. Son las v¨ªctimas, en proporciones exageradas, de homicidios, violencia sexual o abusos en las detenciones y registros llevadas a cabo de modo aleatorio por los agentes en las calles.
¡°Hay un fracaso continuo y colectivo en la Polic¨ªa Metropolitana a la hora de entender, aceptar y responder ante la existencia del racismo en todos los niveles de la organizaci¨®n (...). Hay racismo institucional en la Polic¨ªa Metropolitana¡±, concluye el informe. La ciudadan¨ªa, asegura, ha recibido un trato ¡°racista, fruto de una cultura podrida e inaceptable que lleva mucho tiempo en vigor¡±.
Casey descubre casos aberrantes, como el del agente musulm¨¢n al que sus compa?eros pusieron lonchas de bacon en sus botas, o el oficial sij al que cortaron la barba mientras descansaba, o el polic¨ªa negro al que sus compa?eros se refer¨ªan constantemente como ¡°mono¡±.
El t¨¦rmino ¡°institucional¡± es profundamente doloroso para los responsables pol¨ªticos de Scotland Yard, porque se aleja de un planteamiento de problemas aislados, m¨¢s f¨¢cil de manejar, y se?ala a un problema estructural que ha corrompido las actuaciones de los agentes. Por eso, Mark Rowley, el comisario jefe de Scotland Yard desde el pasado septiembre, se ha resistido, despu¨¦s de conocer el informe, a aceptar de modo general las etiquetas de ¡°institucionalmente racista, mis¨®gina u hom¨®foba¡±.
¡°Hemos fallado a la ciudadan¨ªa y pedimos perd¨®n por ello. Pero debo usar un lenguaje pr¨¢ctico, apol¨ªtico y carente de ambig¨¹edad. No son t¨¦rminos que pueda usar¡±, ha dicho Rowley. El comisario ha reconocido: ¡°Acepto que tenemos racistas y mis¨®ginos, y que tenemos fallos sistem¨¢ticos de gesti¨®n¡±, antes de pedir m¨¢s tiempo para estudiar las conclusiones del informe.
Sin embargo, el responsable pol¨ªtico que tambi¨¦n solicit¨® ese mismo informe, el alcalde laborista Khan, ha hecho suyos sin matices los resultados y ha prometido una revisi¨®n a conciencia de los m¨¦todos, organizaci¨®n y financiaci¨®n de Scotland Yard, a trav¨¦s de una comisi¨®n que presidir¨¢ ¨¦l mismo. ¡°Las pruebas son demoledoras. La baronesa Casey ha revelado racismo institucional, misoginia y homofobia. Acepto todo. Ser¨¦ inquebrantable en mi apoyo, pero exigir¨¦ responsabilidad al nuevo inspector jefe mientras trabaja por renovar la instituci¨®n¡±, ha dicho Khan.
Se?ales de homofobia
Entre junio de 2014 y septiembre de 2015, un solo depredador sexual que hizo del barrio londinense de Barking su dominio asesin¨® a cuatro hombres j¨®venes. El retraso y los fallos en la investigaci¨®n policial tuvieron que ver con los prejuicios hom¨®fobos latentes en Scotland Yard, como se?al¨® un informe interno demoledor, y denunciaron repetidamente los familiares de v¨ªctimas de delitos de odio. Casey utiliza esa controvertida investigaci¨®n para trabajar sobre la actitud actual de la instituci¨®n respecto a la comunidad LGTBIQ. ¡°El testimonio que hemos recabado de agentes actualmente en activo y de otros retirados revela unos niveles preocupantes de homofobia y de acoso¡±, concluye Casey.
Falta de confianza
Los bobbies, como se ha conocido siempre a los polic¨ªas londinenses, eran famosos por patrullar sin armas de fuego. Su presencia respond¨ªa a un ¡°principio de consentimiento¡± de la ciudadan¨ªa ¡ªun concepto desarrollado por Robert Peel, el fundador de la instituci¨®n¡ª, por el que la presencia de los agentes era aceptada y los londinenses se mostraban dispuestos a colaborar con ellos.
La realidad actual, plasmada en el informe de Casey, muestra una desconfianza enorme hacia los agentes por parte de los brit¨¢nicos, mucho m¨¢s grave cuando los consultados pertenecen a alguna minor¨ªa racial o ¨¦tnica. En 2022, por primera vez en la historia, el n¨²mero de ciudadanos convencido de la buena tarea diaria de la polic¨ªa se situ¨® por debajo del 50%. La confianza en la instituci¨®n por parte de las personas de minor¨ªas ¨¦tnicas es al menos un 20% inferior a la mostrada por la poblaci¨®n blanca y esa misma confianza, en el caso de los j¨®venes y de los miembros de la comunidad LGTBQ, tambi¨¦n ha sufrido una dr¨¢stica reducci¨®n.
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