El rey acelerado: Carlos III intenta marcar cuanto antes un nuevo estilo de monarqu¨ªa
La ceremonia de coronaci¨®n, que se celebrar¨¢ este s¨¢bado en la abad¨ªa de Westminster, viene precedida de gestos muy relevantes en pol¨ªtica internacional y dom¨¦stica
Isabel II de Inglaterra dej¨® este mundo sin que los brit¨¢nicos tuvieran la menor idea de qu¨¦ opinaba sobre los asuntos pol¨ªticos y sociales m¨¢s relevantes de su reinado. Carlos III ha alertado contra el cambio clim¨¢tico cuando la mayor¨ªa no prestaba atenci¨®n. Y se?alado las desigualdades econ¨®micas y sociales del Reino Unido cuando el auge neoliberal de la era Thatcher hab¨ªa decidido esconderlas bajo la alfombra. Fue injusto su padre, el pr¨ªncipe Felipe de Edimburgo, cuando defini¨® al primog¨¦nito como un ¡°coj¨ªn intelectual¡±: cualquier opini¨®n nueva y contundente dejaba en ¨¦l la misma huella que las ¨²ltimas posaderas apoyadas sobre una almohada.
El hombre de 74 a?os que este s¨¢bado ser¨¢ coronado en la abad¨ªa de Westminster, a la edad en que lo normal es disfrutar de la retirada, sabe que su tiempo en el trono ¡ªla era carolina¡ª no ser¨¢ tan prolongado como el que tuvo su madre. Tiene prisa por dejar impronta, llega con convicciones maduradas durante d¨¦cadas de espera y entiende a su peculiar manera, como se ha podido ya ver en los ¨²ltimos siete meses, la neutralidad institucional que se espera y presume de la corona.
¡°Su madre lleg¨® al trono como una princesa joven, guapa y popular, en una ¨¦poca de sumisi¨®n y deferencia en la que nadie cuestionaba el status quo¡±, ha se?alado Penny Junor, la primera bi¨®grafa en defender a Carlos de Inglaterra cuando la muerte de Lady Di le convirti¨® en el villano de la historia. ¡°Setenta a?os despu¨¦s [de la coronaci¨®n de Isabel II], es un abuelo canoso enfrentado a un tiempo y unas actitudes que han cambiado dr¨¢sticamente. Necesita demostrar que la monarqu¨ªa es ¨²til en un mundo igualitario, utilitario y transparente. Y salvaguardar el futuro de una instituci¨®n a la que su adorada madre dedic¨® toda una vida¡±, advierte la autora.
A los ocho d¨ªas de la muerte de Isabel II, Carlos III recibi¨® en el palacio de Buckingham a l¨ªderes espirituales de las diversas religiones que conviven hoy en el Reino Unido. ¡°Siempre he pensado en nuestro pa¨ªs como una comunidad de comunidades, ante la que entiendo que la corona tiene un deber adicional¡±, les dijo a todos ellos. ¡°El deber de proteger esa diversidad, y de proteger el espacio para la fe, tal y como la practica cada religi¨®n¡±.
La ceremonia de la coronaci¨®n ser¨¢ la consagraci¨®n de Carlos III como gobernador supremo del protestantismo anglicano de la Iglesia de Inglaterra y Gales. Pero un monarca que ha dedicado horas y horas a la lectura de textos religiosos y espirituales aspira a convertir esa iglesia en un paraguas que acoja a todos los creyentes del Reino Unido. En 2021, seg¨²n el censo de la Oficina Nacional de Estad¨ªstica, el n¨²mero de brit¨¢nicos que se identificaron como cristianos no super¨® la mitad de la poblaci¨®n (un 46,2%) por primera vez en la historia. La liturgia de este s¨¢bado en la abad¨ªa de Westminster responde a una tradici¨®n milenaria, pero la voluntad del nuevo monarca apunta al dif¨ªcil reto de ser el l¨ªder religioso, en t¨¦rminos amplios, del pa¨ªs.
Una monarqu¨ªa reducida
Durante los ¨²ltimos a?os de Isabel II, cuando su hijo fue asumiendo m¨¢s y m¨¢s las riendas de la familia real ¡ªThe Firm, o la empresa, como se ha conocido hist¨®ricamente al entramado de los Windsor¡ª, corri¨® la idea de que su prop¨®sito era reducir el tama?o de la monarqu¨ªa brit¨¢nica, para asemejarla en funcionalidad y n¨²mero de miembros activos a los de las realezas n¨®rdicas. Nunca ha sido un prop¨®sito oficialmente declarado, pero los acontecimientos han ido acomodando la realidad a ese pretendido deseo.
El pr¨ªncipe Enrique y su esposa Meghan Markle declararon la guerra a la instituci¨®n y rompieron lazos con su exilio estadounidense. El hermano del rey, el pr¨ªncipe Andr¨¦s, ha sido condenado al ostracismo por su desgraciada relaci¨®n con el millonario pederasta estadounidense Jeffrey Epstein. Ni su exesposa, Sarah Ferguson, ni sus hijas Beatriz y Eugenia participan en eventos p¨²blicos en representaci¨®n de la corona. Carlos III ha llegado incluso a reorganizar la log¨ªstica inmobiliaria para sacar a su hermano del Royal Lodge (alojamiento real) de Windsor y acomodarlo en el m¨¢s modesto Frogmore Cottage, la residencia habitual de Enrique y Meghan hasta la quiebra de la relaci¨®n.
La necesidad se ha convertido en virtud, pero el nuevo rey y su entorno saben que mantener vivo el espect¨¢culo de la monarqu¨ªa brit¨¢nica requiere de todas las manos posibles. ¡°Lo de adelgazar la instituci¨®n se dijo en un momento en el que hab¨ªa muchos m¨¢s miembros en activo. No me suena como una buena idea en estos momentos, desde mi perspectiva. Y no s¨¦ qu¨¦ m¨¢s podr¨ªamos hacer¡±, ha dicho la hermana de Carlos de Inglaterra, la princesa Ana, que tiene el r¨¦cord de asistencia a actos p¨²blicos, con m¨¢s de 400 al a?o.
Lazos con el continente europeo
Si no hubiera sido porque la reforma de las pensiones del presidente Emmanuel Macron hab¨ªa incendiado las calles de Francia y la visita fue suspendida, Carlos III habr¨ªa comenzado en Par¨ªs una tarea de reparaci¨®n de los puentes que el Brexit resquebraj¨®. Aun as¨ª, viaj¨® a Berl¨ªn, y los alemanes comprobaron de primera mano, durante el discurso en el Bundestag (el Parlamento alem¨¢n), el dominio de su idioma que ten¨ªa el monarca brit¨¢nico. ¡°En la larga y excepcional historia de nuestros dos pa¨ªses, muchos cap¨ªtulos est¨¢n por escribir¡±, dijo el monarca, en una clara se?al de que aspiraba a escribir el suyo propio.
En cierto modo, comenz¨® a hacerlo cuando acept¨® reunirse con la presidenta de la Comisi¨®n Europea, Ursula von der Leyen, el pasado febrero, justo despu¨¦s de que Londres y Bruselas firmaran un acuerdo que pon¨ªa fin a las hostilidades en torno al encaje de Irlanda del Norte en la era pos-Brexit. Para irritaci¨®n de los euroesc¨¦pticos, Carlos III acept¨® la petici¨®n del primer ministro, Rishi Sunak, y puso su grano de arena en ese esfuerzo de reconciliaci¨®n.
¡°Carlos ha dedicado gran parte de su vida a comprometerse con posiciones pol¨¦micas¡±, recuerda el historiador Piers Brendon, especializado en la familia Windsor. ¡°Sus opiniones, sobre todo en el campo de la arquitectura y de la defensa del medio ambiente, han sido consideradas por mucha gente, cuanto menos, pol¨¦micas¡±.
El rey, sin embargo, no contempla la opci¨®n de cruzarse de brazos, aunque entienda perfectamente ¡ª¡±No soy est¨²pido¡±, le dijo a la BBC hace cuatro a?os¡ª su papel constitucional. Del mismo modo que ayud¨® a Sunak con Bruselas, acat¨® con disciplina la sugerencia de la primera ministra anterior, Liz Truss, y no acudi¨® a la Cumbre del Clima de Egipto, a pesar de que ha sido la causa de su vida.
Colonialismo y esclavitud
A las tensiones republicanas habituales que viven Australia o Canad¨¢, donde Carlos III es jefe de Estado, se suman ahora Antigua y Barbuda, las Bahamas, Jamaica o las Islas Salom¨®n, donde una mayor¨ªa de ciudadanos, seg¨²n la ¨²ltima encuesta financiada por el pol¨ªtico y soci¨®logo multimillonario Michael Ashcroft, preferir¨ªan renunciar a la monarqu¨ªa, como hizo Barbados en 2021.
¡°Para muchos de ellos, representa una instituci¨®n irrelevante para su pa¨ªs, y la supuesta lealtad debida aparece como un anacronismo¡±, explica lord Ashcroft. Pero gran parte de ese sentimiento deriva tambi¨¦n de la percepci¨®n actual sobre el pasado colonial y los v¨ªnculos con el comercio de esclavos de la casa real brit¨¢nica. Por primera vez en la historia, Carlos III ha abierto los archivos de la instituci¨®n para que se investigue y salga a la luz ese pasado oscuro.
Como en otras muchas cuestiones, el nuevo inquilino de Buckingham transmite la sensaci¨®n de que hay muchas cosas por enmendar, y dispone de poco tiempo para hacerlo.
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