El terremoto pol¨ªtico chileno, una alarma para el Brasil de Lula
En un pa¨ªs a¨²n dominado por el atraso cultural, un racismo que se resiste a morir y por la miseria, el peligro de reproducir las din¨¢micas chilenas se ha vuelto real
El Brasil de Lula ha recibido con alarma la noticia de que en Chile la extrema derecha se ha convertido en la primera fuerza del pa¨ªs, lo que Roc¨ªo Montes ha calificado en este diario como ¡°terremoto pol¨ªtico¡±. Ello significa que la nueva Constituci¨®n, que deber¨ªa suplantar a la de Augusto Pinochet, estar¨¢ dominada por las fuerzas derechistas, quebrando las ilusiones de la izquierda progresista.
El mundo pol¨ªtico de Brasil que pretende derrotar, con la vuelta de Lula al poder, la desastrosa pol¨ªtica de extrema derecha golpista de Bolsonaro va a tener que verse en el espejo de la sorpresa chilena para no resbalar en los mismos errores. La posibilidad de que el Lula resucitado, una especie de Sans¨®n b¨ªblico para derrotar al Goliat de la derecha, pueda caer en los errores de la izquierda chilena no es s¨®lo una quimera. Es un temor leg¨ªtimo que empieza a incrustarse en la a¨²n turbulenta pol¨ªtica posbolsonarista.
Los primeros s¨ªntomas hab¨ªan empezado a aparecer justamente d¨ªas atr¨¢s, cuando Lula se dedicaba en cuerpo y alma a la pol¨ªtica exterior llegando a viajar en sus primeros 120 d¨ªas de gobierno a 11 pa¨ªses, entre ellos, Argentina, Estados Unidos, China, Egipto, Emiratos ?rabes, Portugal, Espa?a, Inglaterra, adem¨¢s de los que ya tiene en programa de visitar. Y es que mientras Lula se exhib¨ªa como un l¨ªder mundial, capaz hasta de acabar con la guerra entre Rusia y Ucrania, en el Congreso, donde se amasa la verdadera pol¨ªtica local, su Gobierno no ha conseguido a¨²n aprobar un solo proyecto de ley.
La gran preocupaci¨®n de las fuerzas progresistas en un pa¨ªs hasta ayer herido duramente en sus valores democr¨¢ticos, a¨²n aturdido por la pol¨ªtica extremista y neofascista durante el anterior mandato, es que el nuevo Gobierno, considerado de centro izquierda, no consiga hacerse protagonista en un Congreso en el que el bolsonarismo ha conseguido echar ra¨ªces y hasta dominarlo.
Mientras Lula es aplaudido en el exterior, donde a¨²n conserva el prestigio que le dieron sus dos anteriores per¨ªodos de gobierno, en Brasil empieza a temerse que sus excursiones planetarias dejen espacio para que en el Congreso, donde se juega la verdadera pol¨ªtica, se refuerce una derecha que creci¨® y se envalenton¨® con Bolsonaro. Una derecha no golpista, pero que empieza a convertirse en un muro que impide al nuevo Ejecutivo implantar su nueva pol¨ªtica de apertura democr¨¢tica y de reformas fundamentales.
Ya no es cuesti¨®n de la presencia o no de Bolsonaro. Son la derecha y la extrema derecha como tales las que est¨¢n haciendo la fiesta en un Congreso que aparece como un muro dif¨ªcil de derribar por el nuevo Gobierno reformista.
Tan envalentonados est¨¢n los timoneros del Parlamento y del Senado, que hasta ahora no han permitido que el nuevo Gabinete apruebe una sola de sus reformas. Y ya se empieza a hablar de un paso m¨¢s, avistando un posible cambio de r¨¦gimen, dando vida a un verdadero parlamentarismo con un primer ministro. Y todo ello dominado por los tres grandes grupos de presi¨®n en el interior del Congreso, como lo son el de los evang¨¦licos, el de las armas y el de los ganaderos, que en los cuatro a?os de gesti¨®n extremista de Bolsonaro no s¨®lo han crecido sino que se han robustecido pol¨ªticamente. Son ellos los que empiezan a dar las cartas de la nueva pol¨ªtica.
Lula va a tener que entender que el Brasil de hoy, sobre todo el del posbolsonarismo, que no se ha ido aunque su l¨ªder est¨¦ bajo la lupa de la justicia, es muy diferente al que ¨¦l presidi¨® durante sus ocho a?os anteriores y parte de los Gobiernos de su colega de partido, Dilma Rousseff.
Es verdad que Lula tuvo la intuici¨®n esta vez de presentarse a las elecciones arropado no s¨®lo por su partido, el PT, rodeado de fuerzas del centro y hasta de la derecha moderada, que es lo que le dio la victoria aunque apretada. La receta era buena y consigui¨® arrastrar a las urnas a su favor a muchos que no quer¨ªan votar de nuevo a Bolsonaro, pero tampoco a la izquierda de Lula.
Y en ese juego de equilibrios pol¨ªticos, que era algo nuevo para Brasil sobre todo despu¨¦s de la desaparici¨®n de la socialdemocracia, del PSDB, que fue durante a?os el fiel de la balanza contra la extrema derecha.
El peligro que hoy acecha a Brasil, que puede espejarse en la sorpresa chilena, es que la extrema derecha, despojada ya de las estridencias vulgares del bolsonarismo, pueda estar m¨¢s incrustada en el Congreso de lo que el mismo Lula pensaba.
Y es esa la gran inc¨®gnita: hasta d¨®nde la fuerza derechista no golpista, dir¨ªa menos deselegante, machista y hasta nazista de Bolsonaro, est¨¦ ya sentada en el Parlamento y en los gobiernos regionales y locales. Una derecha sin los resabios extravagantes del incapaz e histri¨®nico Bolsonaro, el amigo del alma de Trump, pero dispuesta a no dejar espacio para la vuelta de una izquierda que llaman de comunista.
En un Brasil a¨²n dominado por el atraso cultural, por un racismo que se resiste a morir, por millones a¨²n de semianalfabetos y pobres, a quienes poco les emocionan los gritos de la democracia y los valores de la modernidad y que m¨¢s bien tienen o¨ªdos para la ambigua consigna de la extrema derecha de Dios, Patria y Familia como escudo y defensa, el peligro de imitar a Chile se ha vuelto real.
Que Lula siga viajando. Es importante que el mundo toque con sus manos que el Brasil del atraso y de las tentaciones de golpes militares ha muerto en las urnas. Pero que no se olvide al mismo tiempo que los demonios el atraso y del derechismo pol¨ªtico y moral resucitados por el vulgar bolsonarismo no ha sido a¨²n sepultado. Sigue vivo como lobo disfrazado de piel de cordero.
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