Los soldados ucranios lanzan drones bomba en el frente de Zaporiyia: ¡°Os veo. Quiero mataros¡±
La unidad Thor, que participa en una de las batallas m¨¢s intensas de la contraofensiva, en el ¨¢rea de Mala Tokmachka, combate al invasor con sistemas de vigilancia y ataque desde la distancia
Sasha pisa de manera peligrosa el acelerador del todoterreno verde camuflaje que conduce. Su rifle, apoyado en el asiento de atr¨¢s, da saltos y acompa?a el movimiento del veh¨ªculo en las curvas. Se dirige junto a sus compa?eros a un punto destacado del frente donde Ucrania desarrolla la contraofensiva desde el que localizar objetivos enemigos que, a continuaci¨®n, bombardean con drones bomba o morteros. La carretera no est¨¢ para circular a 150 kil¨®metros por hora, pero en el frente casi todo vale para esquivar posibles ataques. Alrededor aparecen algunas columnas de humo por los impactos de proyectiles y, pese a la velocidad y el ruido del motor, las detonaciones se escuchan con claridad. Se ven algunos blindados ocultos bajo los ¨¢rboles y la vegetaci¨®n del arc¨¦n.
Un continuo estruendo da la bienvenida a Mala Tokmachka, peque?a localidad de la regi¨®n de Zaporiyia asomada a Novopokrovka, donde los rusos est¨¢n perdiendo algo de terreno en las ¨²ltimas horas, seg¨²n las autoridades de Kiev. Es ah¨ª donde est¨¢n teniendo lugar algunos de los choques m¨¢s intensos entre las artiller¨ªas de ambos bandos en medio de la actual campa?a militar que Ucrania puso en marcha hace dos semanas.
El destino hacia el que se dirige el coche de Sasha, que en alg¨²n momento a punto est¨¢ de ponerse sobre dos ruedas en los giros m¨¢s cerrados, es una casa ruinosa que le sirve de base junto a sus compa?eros. Esta unidad, denominada grupo Thor y que opera bajo el paraguas de la Polic¨ªa Nacional, realiza labores de observaci¨®n y vigilancia de los rusos por medio de drones de reconocimiento. Se trata de una forma cada vez m¨¢s com¨²n de combatir, desde lejos y con la tecnolog¨ªa como arma. A lo largo del d¨ªa ninguno de estos hombres pone el dedo en el gatillo de su arma. Tampoco se acercan a las trincheras enemigas, aunque las ven perfectamente en sus pantallas.
Las coordenadas obtenidas con los drones sirven para programar ataques sobre esos puntos concretos. Sasha, que ya estuvo ocho meses desplegado en Jers¨®n junto a este mismo equipo y particip¨® en la toma de esa ciudad en noviembre, prefiere no ofrecer detalles estrat¨¦gicos y t¨¢cticos de la contraofensiva, pero reconoce que est¨¢ siendo dura y que est¨¢n sufriendo importantes bajas.
Junto a uno de los muros de la casa que hace de improvisado cuartel, August (ninguno de ellos da el apellido), de 26 a?os, levanta el vuelo de uno de esos aparatos teledirigidos. Muy poco despu¨¦s, ya se halla sobre zona ocupada. ¡°Est¨¢n a dos o tres kil¨®metros¡±, afirma uno de los j¨®venes. August, que lleva en un hombro un peque?o peluche que perteneci¨® a un amigo ca¨ªdo en la batalla de Mariupol, se afana en fijar la vista en la pantalla que tiene entre sus manos mientras con los dedos maneja los controles que mueven el aparato hacia el lugar deseado. ¡°Os veo. Quiero mataros¡±, exclama sin perder la atenci¨®n al observar a un grupo de enemigos andando por una carretera. ¡°Un blanco perfecto¡±, a?ade. La operaci¨®n de reconocimiento es seguida en directo a trav¨¦s de un tel¨¦fono por un superior que se encuentra en la zona de Orijiv, unos kil¨®metros m¨¢s hacia la retaguardia en las posiciones ucranias, y que es el que finalmente decide qu¨¦ hacer.
Como cientos de miles de ucranios, August no formaba parte de las Fuerzas Armadas antes de la gran invasi¨®n que puso en marcha el presidente ruso, Vlad¨ªmir Putin, en febrero del a?o pasado. Este joven originario de la regi¨®n de Kiev se ganaba la vida como auditor financiero. Hasta hace un mes, que fue adiestrado como operador de drones, trabaj¨® como m¨¦dico de combate en los frentes de Kiev, Izium, Lyman o Vuhledar, algo que ahora sigue haciendo, pero como segunda ocupaci¨®n.
La presencia a cielo abierto de los integrantes del grupo se limita a lo m¨ªnimo para no dar oportunidades a los rusos de averiguar su ubicaci¨®n. ¡°Cuidado, es muy probable que la artiller¨ªa rusa nos tenga localizados y dispare¡±, advierte August tras varios vuelos de ida y vuelta con el dron. Adem¨¢s, la llegada de proyectiles desde el lado ruso obliga tambi¨¦n a permanecer a cubierto. Los zambombazos, que a veces hacen temblar los muros de la vieja vivienda, son incesantes tanto de salida como de llegada. A veces el silbido que los anuncia lleva a todos a ponerse de inmediato a salvo escaleras abajo en la despensa que ahora hace las veces de refugio.
Las posiciones enemigas localizadas sirven para que el primero de los drones bomba se dirija hacia una l¨ªnea de trincheras rusas. Mikola, uno de los integrantes de la unidad, fija con bridas la bomba, que no llega al kilo, al aparato, que lleva una c¨¢mara que permite realizar un seguimiento de su ef¨ªmera misi¨®n. As¨ª es como, una vez despegado, a trav¨¦s de la pantalla puede observarse en todo momento el vuelo. Cuando la zanja en la que se protegen los rusos se encuentra ya a muy poca distancia, la imagen se pierde. ¡°Sin se?al¡±, se lee en la pantalla. No pueden confirmar si el aparato impact¨® en su objetivo. El grupo de hombres no se detiene en medio del entramado de cables, antenas, tel¨¦fonos m¨®viles y drones que les llegan por medio de donaciones.
¡°En el ¨¢rea de Orijiv, unidades separadas de la Guardia Nacional est¨¢n llevando a cabo operaciones de asalto ofensivo¡± y ¡°a pesar de la densidad significativa de barreras explosivas con minas y fuego de artiller¨ªa intenso, han logrado algunos avances profundizando de 650 a 1.500 metros en direcci¨®n a Novopokrovka¡±, dijo el jueves el coronel Mikola Urshalovich en una intervenci¨®n recogida por la agencia Ukrinform. ¡°Nuestras tropas se enfrentan a una fuerte resistencia enemiga y a su superioridad en n¨²mero de hombres y armas¡±, reconoci¨® la viceministra de Defensa ucrania, Hanna Maliar. El ej¨¦rcito de Ucrania avanza de manera ¡°gradual pero segura¡± e ¡°inflige p¨¦rdidas significativas¡± a las tropas invasoras, a?adi¨® en su cuenta de la red social Telegram.
Al grupo Thor, sin embargo, le surge otro problema. En pocos minutos ya han montado un nuevo dron bomba, pero, a diferencia del anterior, en el momento del despegue no se inmuta. Todos lo observan como tratando de hacer que se alce con la fuerza de sus miradas. Nadie puede acercarse al aparato y manipularlo, pues estallar¨ªa el explosivo adosado. Lo que iba a ser un arma contra el enemigo se ha convertido en una amenaza para ellos mismos.
A Mikola, de 32 a?os, se le ve ir y venir de un lado a otro tratando de dar con una soluci¨®n. Haber perdido el pie izquierdo en julio del a?o pasado tras pisar una mina en Jers¨®n no le impidi¨® retornar en noviembre con sus compa?eros. ¡°Quer¨ªa estar con ellos de nuevo cuanto antes¡±, se?ala. Durante m¨¢s de una hora inventan de todo para tratar de manipular el dron estropeado desde la distancia mientras solicitan ayuda a trav¨¦s del tel¨¦fono a especialistas. Fabrican unas largas pinzas con dos barras de hierro y unos alicates. Tambi¨¦n lo intentan con una cuerda unida a un gancho de alambre. Finalmente, tras m¨¢s de una hora, logran separar el cable que activa la bomba y recuperar el dron. Todos indemnes.
El ¨¢rea de Novopokrovka y Mala Tokmachka es el escenario en el que el ej¨¦rcito local perdi¨® la semana pasada varios blindados y tanques facilitados por sus aliados occidentales para poder desarrollar la actual campa?a militar. Las im¨¢genes, publicadas por fuentes rusas, fueron confirmadas por analistas militares. Las extensas y tupidas defensas de cientos de kil¨®metros preparadas durante meses por el ej¨¦rcito invasor suponen un reto para el avance ucranio. La regi¨®n de Zaporiyia es clave en la contraofensiva, pues acoge gran parte del pasillo terrestre que permite a Mosc¨² conectar la pen¨ªnsula de Crimea, anexionada ilegalmente en 2014, con su territorio y facilitar as¨ª en gran medida la log¨ªstica de la invasi¨®n. Tambi¨¦n en Zaporiyia se levanta la mayor central nuclear de Europa, ocupada por Rusia.
En su d¨ªa a d¨ªa los miembros de la unidad act¨²an no solo como una maquinaria de guerra bien engrasada. Los meses de contienda y las dificultades han forjado entre ellos, voluntarios que no pertenec¨ªan a las Fuerzas Armadas con anterioridad, una s¨®lida amistad. Sasha, que tiene a su mujer y a sus dos hijos, nacidos en 2020 y 2022, en Alemania, cuenta que cuando consigan la victoria ya no se dedicar¨¢ m¨¢s a combatir de manera profesional. Pese a todo, trata de acudir cada d¨ªa al gimnasio en la ciudad de Zaporiyia, donde varios de ellos tienen alquilada una casa. Cuenta que hay ocasiones en las que han de desplazarse con hasta 60 kilos encima. ¡°Adem¨¢s de aguante f¨ªsico, el deporte me da fortaleza mental, disciplina y hasta me quita el miedo¡±, explica.
En medio de ese clima de camarader¨ªa, el humor y la necesidad de descargar la tensi¨®n llegan a hacerse palpables en medio de la guerra y con las explosiones de fondo. Bromean y hasta cantan. En uno de esos momentos de cierta relajaci¨®n, uno de ellos levanta la pernera izquierda del pantal¨®n de Mikola, donde aparece la pr¨®tesis que le permite andar. Ah¨ª, sobre el pl¨¢stico, le han escrito en rotulador negro: ¡°Descuento en pedicura¡±.
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