Una (corta) ¡®larga marcha¡¯ en Rusia
Los hechos han demostrado que la hip¨®tesis de que el jefe de Wagner pudiera imponerse por la fuerza ten¨ªa pocos visos de confirmarse
El enfant terrible del Kremlin, consentido por Vlad¨ªmir Putin y alabado por buena parte de la poblaci¨®n como h¨¦roe nacional, Yevgueni Prigozhin, ha dado un paso decisivo en su confrontaci¨®n con el orden establecido en Rusia. Y ha tenido que echarse atr¨¢s al cabo de unas horas. Al menos, de momento.
Con sus diatribas de lenguaje basto, que al ruso de a pie le resulta mucho m¨¢s cercano que las declamaciones estereotipadas de los altos dirigentes rusos, el jefe del grupo Wagner llevaba semanas acerc¨¢ndose a la persona del presidente. Necesitaba ese apoyo para contrarrestar la intenci¨®n del ministro de Defensa, Sergu¨¦i Shoig¨², de absorber a los mercenarios del grupo en las filas del Ej¨¦rcito regular. En otras palabras, destronar a Prigozhin. Pero la reacci¨®n de Putin ha dejado claro que no hay amparo para su antiguo amigo y c¨®mplice.
Forzar la mano al Kremlin es entonces el c¨¢lculo de probabilidades que Prigozhin habr¨¢ hecho y el que lo habr¨¢ decidido a lanzarse a una aventura sin precedente en la historia rusosovi¨¦tica.
Es muy llamativo el hecho de que Prigozhin defina el avance de su columna armada como ¡°marcha por la justicia¡±. No busca apelativos militares, heroicos y guerreros, sino un llamamiento al pueblo, a la justicia social, contra los que califica ¡ªcon raz¨®n¡ª de enchufados, aprovechados y corruptos, ajenos al inter¨¦s nacional. Y que acercan el pa¨ªs al desastre en Ucrania, donde no ten¨ªan que haber entrado nunca.
Resulta muy instructivo leer las entrevistas recientes que ha dado Prigozhin en las que desmonta todas y cada una de las razones alegadas por Putin y muchos analistas occidentales para legitimar o ¡°entender¡± por qu¨¦ Mosc¨² decidi¨® la agresi¨®n contra Ucrania: quer¨ªamos ¡°liberar¡± a los nuestros del nazismo y resulta que nos combaten; quer¨ªamos borrar a Ucrania del mapa, pues ahora el mundo entero la conoce; quer¨ªamos salvar la lengua rusa, ahora no la hablar¨¢n en d¨¦cadas; dec¨ªamos que la OTAN era una amenaza y ahora resulta adem¨¢s que, en lugar de encoger, crece.
Como han demostrado los hechos, la hip¨®tesis de que el jefe de Wagner pudiera imponerse por la fuerza ten¨ªa pocos visos de confirmarse. Muy probablemente, la reacci¨®n sin duda contundente de los diversos cuerpos de seguridad (Interior, FSB, y otros), que son el principal apoyo de Putin, habr¨¢ doblegado la determinaci¨®n de Prigozhin. Sin embargo, algunos analistas rusos independientes avisan de que esta audaz iniciativa puede despertar simpat¨ªas entre la poblaci¨®n que conoce y reconoce todo lo que ¨¦l denuncia en las filas de los privilegiados. Que Prigozhin haya formado parte de estos ¨²ltimos, y muy alto en la c¨²spide, puede no quitarle credibilidad en la opini¨®n p¨²blica, sino al contrario: tal vez le permita presentarse como una suerte de Juana de Arco en viril (eso s¨ª, muy viril, puesto que uno es ruso) que ha intentado salvar a Rusia de su decadencia.
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