La ¡®brigada¡¯ de agricultores que defiende el granero de Ucrania entre bombardeos rusos
La actividad no se detiene en los campos sembrados de Zaporiyia pese a la guerra. Kiev espera seguir exportando pese a la negativa rusa a prorrogar el acuerdo del mar Negro
Las cosechadoras siguen avanzando a buen ritmo en los campos de trigo que rodean el pueblo de Verbove, en la regi¨®n sure?a de Zaporiyia (Ucrania). Por la noche ha ca¨ªdo un buen chaparr¨®n y solo han de esperar a que el sol del mediod¨ªa seque el grano para no recogerlo h¨²medo. La actividad en estas enormes extensiones que caracterizan el paisaje de este pa¨ªs sigue adelante, sin importar que Rusia trate estos d¨ªas de frenar a bombazos la exportaci¨®n de cereal a trav¨¦s del mar Negro que Ankara busca salvar a fuerza de intensos contactos a nivel diplom¨¢tico.
Las tropas del Kremlin han atacado Odesa durante cuatro jornadas de esta semana. Y lo llevan haciendo durante meses en Verbove y muchas otras localidades ucranias alejadas de las trincheras. Por eso, de vez en cuando, alg¨²n cr¨¢ter horadado por los misiles rusos saluda de improviso el paso de la cosechadora. ¡°Somos la brigada de los agricultores¡±, sentencia Oleksandr Sidilov, de 33 a?os, un caudal de optimismo y energ¨ªa en medio de la adversidad.
La incertidumbre planea sobre sus campos, que producen 10.000 toneladas de cereal al a?o, de las que el 80% es para exportar. A la gran invasi¨®n lanzada sobre Ucrania por Rusia en febrero de 2022 se ha unido ahora la negativa de Mosc¨² a renovar el acuerdo del grano que auspiciaban la ONU y Turqu¨ªa desde hace un a?o para garantizar un corredor seguro a las cosechas por el mar Negro. El intento de Kiev de mantener la salida de los cargueros a toda costa ha recibido como respuesta los ¨²ltimos ataques rusos.
En un intento de forzar el pulso, el presidente ucranio, Volod¨ªmir Zelenski, ha recurrido al ej¨¦rcito para que colabore en la b¨²squeda de soluciones. Su hom¨®logo turco, Recep Tayyip Erdogan, trata de mediar y que las exigencias para reactivar el pacto del mandatario ruso, Vlad¨ªmir Putin, sean escuchadas. En esencia, Rusia pide que se aligeren las sanciones con las que ha sido castigada por la invasi¨®n. Erdogan y Zelenski conversaron en la noche del viernes para tratar tambi¨¦n de que el cerrojazo de Mosc¨² no sea definitivo.
¡°El grano es otra munici¨®n¡± y ¡°no tenemos miedo ni a los misiles ni a los rusos¡±, asegura Sidilov mientras muestra en la pantalla del m¨®vil una foto suya del a?o pasado, vestido con el uniforme de camuflaje y dispuesto a irse de voluntario al frente. Finalmente, las autoridades le dispensaron de acudir a combatir porque su papel, como el de miles de agricultores, es fundamental en la guerra que se libra en Ucrania, uno de los graneros del mundo. La necesidad de mantener la actividad agr¨ªcola es esencial en una regi¨®n como Zaporiyia, donde los rusos controlan el 66% de sus 27.000 kil¨®metros cuadrados.
¡°All¨ª [en la zona ocupada] han muerto algunos compa?eros y se producen robos de maquinaria y cosechas¡±, lamenta el empresario. Ese c¨ªrculo, el de la muerte, se ha ido cerrando con el paso de los meses y cada vez es m¨¢s frecuente que alguien se haya quedado sin un familiar, un compa?ero de trabajo o un conocido. ¡°No podemos perdonar¡±, zanja Sidilov en tono serio y firme.
Su compromiso se extiende hasta las mismas trincheras gracias a la colaboraci¨®n directa que mantiene con el ej¨¦rcito. Por un lado, cede parte de sus terrenos como campo de entrenamiento para los militares. Por otro, ha entregado ocho camiones, dos furgonetas, cereal y dinero para municiones. En la oficina de la granja lucen algunos de los agradecimientos de las tropas. Desde una bandera a una granada de mano o un proyectil RPS y alg¨²n cuadro.
Sidilov no quiere dejar pasar que tambi¨¦n ofrecieron a los soldados algunas de las setas que han empezado a cultivar para diversificar la producci¨®n. Es un proyecto todav¨ªa peque?o, pero del que se siente orgulloso.
Los agricultores ucranios sobreviven ¡°con gran ansiedad mientras cosechan sus cultivos, crecidos a la sombra de la guerra¡±, coment¨® este viernes durante la reuni¨®n del Consejo de Seguridad Martin Griffiths, secretario general adjunto de Asuntos Humanitarios y Coordinador del Socorro de Emergencia de la ONU. ¡°Los alimentos que ahora est¨¢n cosechando tal vez ya no puedan llegar a los mercados globales que tan desesperadamente los necesitan¡±, a?adi¨®.
Sidilov y sus socios, entre los que se encuentra su padre, disponen de 6.000 hect¨¢reas que producen un total de 10.000 toneladas al a?o de todo tipo de cereal (trigo, ma¨ªz, girasol, cebada, colza¡). Un 80% se destina a exportar, con lo que la ausencia de renovaci¨®n de la iniciativa del mar Negro les golpea de manera directa. El optimismo se ha hecho fuerte a pesar de todo entre ellos. El tiempo favorable y la posibilidad de seguir trabajando pese a los bombardeos les permite mantener la producci¨®n a niveles de antes de la invasi¨®n rusa.
Sidilov no resta importancia a la presi¨®n que suponen los ataques que alcanzan sus fincas. En algunos casos, los misiles llegaron a dejar cr¨¢teres de varios metros de profundidad, como demuestran las fotos que tomaron. En total, han contado ocho misiles de gran calibre y otros muchos m¨¢s peque?os. Guardan como prueba en un almac¨¦n los restos de unos y de otros. ¡°De recuerdo¡±, comenta el agricultor.
El lunes 17 de julio, cuando Rusia anunci¨® que suspend¨ªa el acuerdo, mantuvieron ¡°la calma¡±, se?ala el agricultor. ¡°Rusia quiere destruir nuestra unidad, pero no van a poder. Esos misiles no significan nada para nosotros. Aguantaremos y seguiremos realizando nuestro trabajo¡±, a?ade mientras dos camiones con 25 toneladas cada uno salen de la b¨¢scula. Van camino de la cercana terminal de carga de Ternivka (Zaporiyia), en el r¨ªo Dni¨¦per. Desde ah¨ª el grano deber¨¢ viajar r¨ªo arriba hacia Kremenchuk (regi¨®n de Dnipr¨®) y seguir despu¨¦s por tierra ante la imposibilidad de bajar en direcci¨®n a la desembocadura, en Jers¨®n, zona de combates donde el delta divide las posiciones de los dos ej¨¦rcitos a las puertas del mar Negro.
Ucrania produjo en 2021 un total de 86 millones de toneladas de grano, de las que un 25% bastaba para satisfacer el mercado local. Con el descenso de terreno cultivado debido a la guerra, solo se alcanzaron los 52 millones de toneladas el a?o pasado y el porcentaje destinado a consumo local creci¨® hasta el 40%. En el a?o en el que ha estado en vigor el acuerdo del mar Negro se han exportado 32,8 millones de toneladas a 45 pa¨ªses. Un flujo que, por el momento, se ha detenido.
?Qu¨¦ har¨¢n con la producci¨®n si se mantiene el bloqueo? ¡°Esperamos que Espa?a y otros pa¨ªses de la UE presionen a los rusos y les convenzan de que es necesario este acuerdo para hacer frente a la crisis alimentaria en el mundo. Soy optimista, no me queda otro remedio¡±, afirma Sidilov. ¡°Si no conseguimos que salgan los barcos, tendremos que regalar el grano a los necesitados aqu¨ª Ucrania¡±, resuelve.
Sidilov recuerda el inicio de la guerra. ¡°Lo m¨¢s horrible fueron los tres primeros d¨ªas de invasi¨®n. No sab¨ªamos si los aviones iban a bombardearnos o si nos iban a ocupar, d¨®nde estaban las posiciones rusas¡ No sab¨ªamos qu¨¦ hacer con la maquinaria¡±, describe. Hoy, con el ej¨¦rcito ruso a decenas de kil¨®metros, aprovechan para mantener a buen recaudo en Verbove tractores y cosechadoras de colegas que lograron sacar de la vecina regi¨®n de Donetsk. Esperan alineadas e inm¨®viles, a la intemperie, a que el avance de las tropas locales tenga ¨¦xito con la actual contraofensiva y les permita regresar a sus campos.
En un improvisado corrillo de trabajadores y jefes, Sidilov hace menci¨®n especial a uno de sus empleados. Es Viktor Chejovich, de 64 a?os, ¡°el cosechador m¨¢s veterano¡±. Escap¨® en 2014 de Donetsk cuando comenzaron los enfrentamientos con los grupos separatistas apoyados por Mosc¨². ¡°Nunca pens¨¦, bueno, ninguno lo pensamos, que nos tocar¨ªa trabajar en medio de una guerra¡±, comenta Chejovich con la mente puesta en el regreso a Donetsk, donde dice que le esperan los restos de su casa destruida.
Ya de vuelta a las instalaciones de la empresa, lo primero que llama la atenci¨®n son dos graneros de los tiempos sovi¨¦ticos que Sidilov compara entre risas con ¡°museos del comunismo¡±. Pero la realidad es que siguen cumpliendo su funci¨®n. En uno de ellos, una m¨¢quina de aspecto antediluviano limpia el grano que servir¨¢ para sembrar la siguiente cosecha. El empresario no tiene otro plan que seguir integrando la brigada de agricultores mientras dure el conflicto.
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