Cuando la violencia urbana golpea en la Francia rural
La extrema derecha agita el miedo al conflicto civil tras la muerte del joven Thomas en una fiesta de pueblo supuestamente a manos de j¨®venes del extrarradio
Esta es la cr¨®nica de un pueblo y un barrio separados por 20 kil¨®metros. Y por mucho m¨¢s. Es la historia de un asesinato y de la reacci¨®n que ha desatado. Y de c¨®mo la muerte de un adolescente en una fiesta rural revela temores profundos en una sociedad y aviva las divisiones.
El pueblo es Cr¨¦pol, 500 habitantes, una iglesia, un caf¨¦, un supermercado y una vetusta sala de fiestas. El barrio se llama La Monnaie y pertenece la peque?a ciudad de Romans-sur-Is¨¨re, 30.000 habitantes.
Cr¨¦pol, imagen viva de la Francia profunda, est¨¢ habitado mayoritariamente por franceses blancos y de origen europeo y cristiano. El t¨ªpico lugar donde nunca ocurre nada. Hijos o nietos de inmigrantes musulmanes viven en La Monnaie, una banlieue o extrarradio con sus habituales bloques de edificios de los a?os setenta y problemas end¨¦micos de violencia y marginaci¨®n.
En Cr¨¦pol, muchos est¨¢n convencidos de que el asesinato, la madrugada del 19 de noviembre, de un adolescente de 16 a?os durante un baile popular fue el resultado de lo que algunos llaman una ¡°expedici¨®n punitiva¡±. Seg¨²n testimonios citados en la prensa en los d¨ªas posteriores, los agresores dec¨ªan ir a por un franc¨¦s de raza blanca.
¡°Cuando uno va a una fiesta con cuchillos, no los lleva para el restaurante¡±, observa una vecina de Cr¨¦pol. La mujer rechaza dar su nombre, como otros entrevistados esta semana en Cr¨¦pol y en La Monnaie.
En el barrio de La Monnaie, en Romans-sur-Is¨¨re, de donde proced¨ªan algunos de los j¨®venes que participaron en el ataque, lo ven distinto. Creen que lo que sucedi¨® aquella fat¨ªdica noche en la vetusta sala de fiestas de Cr¨¦pol fue un incidente fuera de control. Lo han contado otros testimonios: alguien del pueblo toc¨® el cabello largo de un for¨¢neo llam¨¢ndole ¡°chiquita¡±, el t¨ªtulo de una canci¨®n de moda del rapero Jul. Y se lio. ¡°Una pelea que acab¨® mal¡±, dice un vecino de La Monnaie. Nada m¨¢s.
Por ahora, hay m¨¢s inc¨®gnitas que certezas. La Justicia deber¨¢ aclarar qu¨¦ ocurri¨® aquella madrugada. Hay nueve imputados.
Pero la muerte de Thomas Perotto ¡ªcapit¨¢n del equipo de rugby y muchacho ¡°alegre y apreciado por todo el mundo¡±, seg¨²n mensaje en el libro de condolencias de Cr¨¦pol¡ª ha desatado los demonios en Francia. Como si en los pocos kil¨®metros que separan Cr¨¦pol de La Monnaie, entre verdes valles y colinas, se estuviese fraguando un conflicto entre franceses.
El 25 de noviembre, decenas de ultraderechistas encapuchados y armados con bates de b¨¦isbol y barras de hierro, algunos de ellos procedentes de otros puntos de Francia, se congregaron en el barrio de La Monnaie. Fue de las mayores demostraciones de fuerza de los violentos ultras en d¨¦cadas. La polic¨ªa impidi¨® que las cosas pasaran a mayores. El ministro del Interior, G¨¦rald Darmanin, ha pedido la ilegalizaci¨®n de tres organizaciones implicadas.
La pol¨¦mica ya hab¨ªa encendido en el Par¨ªs pol¨ªtico y medi¨¢tico. Mientras una parte de la izquierda trataba el asesinato de Thomas como un suceso m¨¢s, una parte de la derecha y la extrema derecha consideraban que Cr¨¦pol ven¨ªa a confirmar sus augurios.
Se han pronunciado palabras graves estos d¨ªas. Se habla de una Francia donde ¡°milicias armadas¡± procedentes de la banlieues ¡°organizan razias¡±, seg¨²n Marine Le Pen, l¨ªder del primer partido opositor, el Reagrupamiento Nacional. Donde, en palabras del tertuliano ultra y fracasado candidato al El¨ªseo en 2022, ?ric Zemmour, se est¨¢ perpetrando un ¡°francocidico¡±. Traducido: un genocidio de franceses. Marion Mar¨¦chal, sobrina de Le Pen y aliada Zemmour, ve en Cr¨¦pol ¡°los proleg¨®menos de la guerra civil¡±.
La izquierda y el Gobierno acusan a esta derecha de echar le?a a un fuego que alimenta a grup¨²sculos radicales como los que actuaron en La Monnaie hace una semana. Esta derecha, a su vez, acusa al Gobierno, a la izquierda y a lo que llaman la burbuja medi¨¢tica de cerrar los ojos o barrer bajo la alfombra una violencia que amenaza la unidad del pa¨ªs.
Llueve este jueves de oto?o en Cr¨¦pol. Las calles, vac¨ªas. Hay que apartarse de la carretera que cruza el pueblo y tomar un camino junto al r¨ªo para llegar a la sala de fiestas. Las puertas y ventanas siguen selladas con una cinta de la gendarmer¨ªa. En la entrada principal, hay ramos de flores y velas. Y una pintura al ¨®leo donde, sobre un fondo verde de monta?as, est¨¢n escritos en rojo, el color de la sangre, varios mensajes. ¡°Vivir¡±. ¡°No baj¨¦is nunca la cabeza¡±. ¡°Resiste contra la chusma¡±. ¡°Nietas de la Resistencia del Vercors¡±. El Vercors es el macizo monta?oso, cerca de Cr¨¦pol, que durante la Segunda Guerra Mundial fue uno de los feudos de la Resistencia contra los nazis.
A la entrada del Ayuntamiento, el libro de condolencias permite asomarse al trauma de este lugar todav¨ªa en duelo y silencioso. ¡°Una vida robada, una familia rota y pueblos enteros que os apoyan¡±, ha escrito alguien. Y otro: ¡°?Vaya salvajada!¡±.
En el Caf¨¦ de las Colinas se habla de Thomas. De las reacciones en Par¨ªs.
¡ªSe est¨¢n diciendo muchas tonter¨ªas.
Habla Thierry Michalet, un peluquero jubilado que ha parado para tomar un caf¨¦ y un agua con gas. Tiene 62 a?os, una perilla y un pendiente. Y aclara:
¡ªSe dijo que hab¨ªa sido un enfrentamiento entre bandas. No. Vinieron para atacar. Era premeditado. Tra¨ªan cuchillos.
Michalet recuerda con nostalgia los veranos de su infancia cerca de Castell¨®n. Explica que uno de sus hijos, que vive en Estrasburgo, le ha contado que ahora, cuando dice que es de Cr¨¦pol, todo el mundo lo conoce.
¡ªEste es un pueblecito sin historias en el que se ha quebrado la paz.
¡°La noche del 18 al 19 de noviembre marca la importaci¨®n de una violencia desatada procedente del exterior en pueblos donde tal barbarie parec¨ªa inconcebible¡±, escribi¨® en Le Figaro, Victor Delage, fundador de Terram, un laboratorio de ideas dedicado al estudio de los territorios. ¡°Nadie se siente a salvo porque estos hechos ya no se producen ¨²nicamente en los territorios llamados sensibles¡±. L¨¦ase las ciudades y sus banlieues.
Le Monde, en un editorial, ha denunciado ¡°la indecente instrumentalizaci¨®n de la c¨®lera¡± por el asesinato de Thomas Perotto. ¡°Las redes sociales y los medios de extrema derecha¡±, denuncia el diario, ¡°han orquestado una campa?a llamando directamente a la venganza y al odio, martilleando con mensajes que vinculaban la muerte de Thomas a la inmigraci¨®n y a un enfrentamiento entre la Francia de los campanarios y la de las barriadas de extrarradio¡±.
Jueves, 15.30. Calma en La Monnaie, la barriada de donde ven¨ªan al menos algunos de los imputados por el crimen de Cr¨¦pol. La banlieue donde unos d¨ªas despu¨¦s acudieron los ultras buscando m¨¢s pelea.
En un aparcamiento hay seis furgonetas de la polic¨ªa. Salen agentes, algunos de paisano. Entran, con perros adiestrados, en varios edificios. ¡°Buscan armamento¡±, comenta un periodista local que asiste a la escena. En la calle, grupos de hombres observan y murmullan. ¡°Las mam¨¢s tienen miedo¡±, dice uno que, como el resto, se niega a que se cite su nombre. ¡°La extrema derecha juega a un juego peligroso¡±, comenta.
Un joven se acerca al periodista. Tiene 22 a?os y dice conocer a algunos de los detenidos: ¡°En este pa¨ªs hay franceses-franceses y franceses-¨¢rabes pero, para los primeros, los segundos no son franceses. Y hay un fondo de rivalidad entre ambos. Y a veces salta la chispa¡±.
Hay sucesos que acaban siendo m¨¢s sucesos. Porque hacen aflorar las peores pesadillas. Porque son el combustible perfecto para los extremistas. Al final, queda un chico muerto. Un pueblo y una banlieue desconcertados. Y un pa¨ªs de nuevo ante el espejo de sus miedos y obsesiones.
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