Lu¨ªs Montenegro, el l¨ªder que nadie vio en Portugal
El candidato de centroderecha, que levantaba escepticismo incluso en su partido, gobernar¨¢ con una precaria mayor¨ªa ante su rechazo a pactar con los ultras de Chega
La pol¨ªtica es el arte de la oportunidad. Apenas nadie cre¨ªa en Portugal, hace seis meses, que Lu¨ªs Montenegro (Oporto, 51 a?os) ser¨ªa capaz de vencer en unas elecciones legislativas y recuperar para su formaci¨®n, el Partido Social Dem¨®crata (PSD, centroderecha), el poder que perdieron en 2015. Solo Montenegro parec¨ªa creer en Montenegro. ¡°Creo que vamos a remontar m¨¢s cerca de las elecciones¡±, vaticinaba el pol¨ªtico durante una entrevista con EL PA?S, realizada en junio de 2023, durante un trayecto en coche por el distrito de Set¨²bal.
En aquel momento la oportunidad no estaba a la vista. Las elecciones legislativas parec¨ªan lejanas, aunque Ant¨®nio Costa estaba gobernando una mayor¨ªa absoluta que le daba m¨¢s problemas de los esperados. A pesar de los errores y esc¨¢ndalos del Gabinete socialista, el l¨ªder del PSD, elegido en primarias con un contundente apoyo del 75% en mayo de 2022, no acababa de despegar ni en las encuestas ni en la valoraci¨®n de los comentaristas pol¨ªticos ni en el entusiasmo popular. En su partido, muy dado a fagocitarse cuando est¨¢ en la oposici¨®n, se suced¨ªan los runrunes sobre alternativas a su liderazgo. La fecha l¨ªmite parec¨ªa ser las elecciones europeas de junio de este a?o. Si Montenegro se estrellaba, podr¨ªan comenzar los movimientos para desbancarlo.
Los nost¨¢lgicos miraban hacia Pedro Passos Coelho, el ex primer ministro conservador que siempre parece a punto de regresar, indiferentes a la impopularidad del gobernante que aplic¨® la medicina de la austeridad impuesta por la troika (Banco Central Europeo, Fondo Monetario Internacional y Comisi¨®n Europea) entre 2011 y 2014 sin temblarle el pulso. Para los que miraban al futuro, el nombre en alza era el del excomisario europeo y actual alcalde de Lisboa, Carlos Moedas. Adem¨¢s, la bancada parlamentaria del PSD era una fuente regular de disensiones y amotinamientos que Montenegro deb¨ªa aplacar.
Opt¨® por una estrategia de prudencia interna y logr¨® reconciliar todas las sensibilidades del partido, como se evidenci¨® en campa?a con la participaci¨®n en sus m¨ªtines de los antiguos primeros ministros del PSD Jos¨¦ Manuel Dur?o Barroso, An¨ªbal Cavaco Silva y Pedro Passos Coelho. En su discurso tras su victoria electoral en Lisboa, apel¨® a este esp¨ªritu para afrontar la endiablada gobernabilidad que le aguarda, con un Ejecutivo que no tendr¨¢ mayor¨ªa en el Parlamento, ante la negativa de Montenegro de integrar a los ultras de Chega en su equipo. ¡°De la misma forma que fuimos capaces de sumar para presentar esta coalici¨®n, tambi¨¦n vamos a sumar desde el Gobierno¡±, afirm¨®.
Cord¨®n sanitario
El cord¨®n sanitario frente a Chega, nunca verbalizado de esta forma, no estuvo desde los primeros d¨ªas del liderazgo de Lu¨ªs Montenegro. Tard¨® en ser claro sobre su estrategia respecto a la ultraderecha y se desataron dudas cuando el PSD acept¨® los votos de Chega en las islas Azores para arrebatar el Gobierno al Partido Socialista (PS), que hab¨ªa ganado las elecciones sin mayor¨ªa absoluta. Pero finalmente dijo que ¡°no es no¡± y dio un portazo a las pretensiones de Andr¨¦ Ventura de convertirse en ministro. Tras conocer su victoria, reiter¨® sus palabras: ¡°Naturalmente que cumplir¨¦ mi palabra. Nunca me causar¨ªa a m¨ª mismo, a mi partido, a mi pa¨ªs y a la democracia semejante maldad de incumplir mi compromiso¡±.
Azores fue un gran bal¨®n de ox¨ªgeno para Montenegro. La regi¨®n aut¨®noma celebr¨® elecciones anticipadas en febrero, tras el fracaso de aquel Gobierno apoyado en su d¨ªa por Chega, y dio la victoria a la Alianza Democr¨¢tica, la coalici¨®n electoral capitaneada por el PSD, con la suficiente holgura para no necesitar votos de la ultraderecha. Azores compensaba as¨ª el golpe que recibi¨® el partido pocas semanas antes en Madeira, donde fueron detenidos cargos importantes debido a un caso de corrupci¨®n urban¨ªstica. Miguel Albuquerque, presidente auton¨®mico, l¨ªder de la formaci¨®n y uno de los implicados en la trama, seg¨²n los fiscales, tuvo que dimitir.
Ninguna formaci¨®n ten¨ªa la maquinaria electoral preparada para unas elecciones anticipadas, pero la de Montenegro llevaba dos a?os apuntalando su imagen p¨²blica. Una de las iniciativas que le ayud¨® fue Sentir Portugal, que le llev¨® a pasar una semana en cada distrito del pa¨ªs para entrevistarse con diferentes colectivos. El d¨ªa en el que este diario le acompa?¨® visit¨® un barrio de chabolas en Seixal, en la regi¨®n de Lisboa. En la entrevista posterior, traz¨® las dos l¨ªneas rojas que ha repetido en campa?a: no gobernar si no era el m¨¢s votado y no permitir el acceso de la extrema derecha al Gobierno.
Cuando arranc¨® la campa?a, hab¨ªa un empate t¨¦cnico entre los dos principales partidos, similar al retrato que dej¨® la noche electoral. Ante los contratiempos o las peque?as derrotas de los ¨²ltimos d¨ªas ¡ªla prensa consider¨® que perdi¨® el debate con el socialista Pedro Nuno Santos¡ª, Montenegro se mantuvo imperturbable. Apag¨® los fuegos como la propuesta de uno de sus candidatos de convocar un nuevo referendo del aborto y encaj¨® con deportividad el ba?o de tinta verde que le provocaron activistas contra la emergencia clim¨¢tica mientras visitaba una feria en Lisboa. Hace algunas semanas, hizo una confesi¨®n humilde: ¡°S¨¦ que las personas esperan de m¨ª m¨¢s de lo que fui capaz de mostrar hasta ahora¡±.
Falta de experiencia
Precisamente, su falta de experiencia de gobierno ha sido una cr¨ªtica recurrente de su rival socialista, que ha recordado sus bandazos en cuestiones estrat¨¦gicas para el pa¨ªs, como la construcci¨®n del nuevo aeropuerto de Lisboa, pendiente desde hace m¨¢s de medio siglo. Montenegro pact¨® con Costa la creaci¨®n de una comisi¨®n t¨¦cnica independiente para decidir la ubicaci¨®n y finalmente decidi¨® ignorar sus conclusiones cuando fueron presentadas. Tambi¨¦n dio un volantazo en los planes de regionalizaci¨®n del pa¨ªs, apoyados por la anterior direcci¨®n del PSD, y anunci¨® que no apoyar¨ªa un refer¨¦ndum como propon¨ªan los socialistas.
En su programa electoral promete reintroducir al sector privado en la atenci¨®n del Servicio Nacional de Salud y una bajada de la carga fiscal en el impuesto de la renta, pero la principal inc¨®gnita ser¨¢ c¨®mo determinan sus decisiones en pol¨ªtica econ¨®mica y social unos aliados que van mucho m¨¢s lejos que el PSD. El triunfo de la Alianza Democr¨¢tica, la coalici¨®n que ha encabezado Montenegro, dar¨¢ ahora un realce a dos partidos minoritarios que carec¨ªan de peso parlamentario, como el conservador Centro Democr¨¢tico y Social-Partido Popular, y el Partido Popular Mon¨¢rquico, totalmente residual en Portugal.
En pol¨ªtica desde joven, Montenegro comenz¨® a ir a actos del PSD junto a sus padres y se afili¨® pronto a las juventudes de la organizaci¨®n. Despu¨¦s de licenciarse en Derecho en la Universidad Cat¨®lica de Oporto, se estren¨® a los 23 a?os como concejal de Espinho, una localidad costera donde creci¨®, donde fue socorrista y donde se ha construido una pol¨¦mica casa de seis pisos. Tambi¨¦n controvertidos fueron varios contratos de su bufete de abogados con ayuntamientos gobernados por el PSD en los d¨ªas en que era l¨ªder del grupo parlamentario, entre 2011 y 2017; coincidiendo con los a?os de Gobierno de Passos Coelho y las protestas sociales contra la austeridad impuesta por la troika tras un rescate de 78.000 millones de euros. De aquellos d¨ªas, qued¨® para la historia una frase de Montenegro: ¡°La vida de las personas no est¨¢ mejor, pero el pa¨ªs est¨¢ mucho mejor¡±.
Sigue toda la informaci¨®n internacional en Facebook y X, o en nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.