La semilla de la violencia
Las agresiones a pol¨ªticos europeos, como la sufrida este mi¨¦rcoles por el eslovaco Robert Fico, complican a¨²n m¨¢s la resoluci¨®n de los grandes retos continentales a medio y largo plazo
Europa pierde competitividad. Va muy por detr¨¢s de Estados Unidos y China en la revoluci¨®n tecnol¨®gica. Nadie toma en serio a la UE como actor de pol¨ªtica exterior porque los Veintisiete son incapaces de ponerse de acuerdo sobre Ucrania, sobre Gaza o sobre el papel que debe jugar Europa en la encarnizada lucha por la hegemon¨ªa global que protagonizan Washington y Pek¨ªn. Esos son los tres grandes desaf¨ªos a los que nos enfrentamos en los pr¨®ximos tiempos, pero no forman parte de la conversaci¨®n semanas antes de las elecciones europeas. Dif¨ªcilmente va a hablarse de otra cosa en la campa?a que de la altura de la ola ultraconservadora, de los populismos, de la polarizaci¨®n que azota a todas las opiniones p¨²blicas del continente, de si el Partido Popular Europeo va a pactar con los ultraderechistas m¨¢s presentables. Al cabo, la sucesi¨®n de crisis de los ¨²ltimos 15 a?os ha dejado un desorden pol¨ªtico sin precedentes: todas las grandes crisis econ¨®micas devienen tarde o temprano en grandes crisis pol¨ªticas. En el Este, adem¨¢s, llevamos a?os viendo un antiliberalismo de tintes autoritarios en muchas partes a la vez, discursos del odio incluidos: pa¨ªses dominados por reg¨ªmenes conspiranoides en los que se demoniza a la oposici¨®n, se despoja de su capacidad de influencia a los medios de comunicaci¨®n privados, a la sociedad civil y a los tribunales independientes, y se define la soberan¨ªa en virtud de la determinaci¨®n de los dirigentes a resistir cualquier tipo de presi¨®n para amoldarse a los ideales occidentales de pluralismo pol¨ªtico, de transparencia gubernamental y de tolerancia con los extra?os, con los disidentes y con las minor¨ªas, seg¨²n la definici¨®n del intelectual Ivan Krastev. La Eslovaquia del nacionalpopulista Robert Fico, cada vez m¨¢s polarizada, es un claro ejemplo de esa din¨¢mica.
Pero el problema va mucho m¨¢s all¨¢ de Eslovaquia y del este europeo. La lista de sucesos extraordinarios que se han producido en la ¨²ltima d¨¦cada es asombrosa: hay varios partidos de ultraderecha mandando en la UE, el Reino Unido est¨¢ fuera del club, Hungr¨ªa protagoniza una involuci¨®n autoritaria y en la mayor parte de los pa¨ªses se mezcla una fuerte polarizaci¨®n pol¨ªtica y una alta volatilidad electoral. A ese c¨®ctel solo le faltaban unas gotas de angostura: la violencia ha irrumpido en la pol¨ªtica continental, y eso hace que vaya a ser a¨²n m¨¢s dif¨ªcil hablar de los grandes retos a medio y largo plazo. Al eurodiputado socialdem¨®crata alem¨¢n Matthias Ecke le partieron literalmente la cara cuando pegaba carteles electorales en su ciudad, Dresde. No es un caso aislado, ven¨ªa precedido de la agresi¨®n a un diputado ecologista tambi¨¦n alem¨¢n, Kai Gehring, del atentado que sufri¨® el ultra espa?ol Alejo Vidal-Quadras, de un sinf¨ªn de noticias preocupantes aqu¨ª y all¨¢, desde actos violentos de la extrema derecha en Estocolmo a la quema de carteles electorales en la casa de un concejal socialista belga. Ese crescendo sigue imparable: el ataque al ultra eslovaco Robert Fico ¡ªpor parte de un escritor de 71 a?os¡ª eleva el list¨®n casi a las nubes. Fico es uno de los primeros ministros de la UE que ha protagonizado m¨¢s de seis d¨¦cadas de paz y que ahora tiene una guerra en el vecindario (Ucrania), otra muy cerca (Gaza) y el huevo de la serpiente, de la violencia, incub¨¢ndose en su interior. Lo de menos en este caso es que Fico sea, junto al h¨²ngaro Viktor Orb¨¢n, uno de los l¨ªderes m¨¢s inc¨®modos de Europa porque rompe el consenso del apoyo a Ucrania. Con Ucrania, de pronto volvi¨® la guerra. Ahora, de pronto vuelve la violencia.
Esta es la peor UE posible, a excepci¨®n de todas las otras Europas que se han ensayado: todas ellas eran muy, muy violentas. La UE se juega en junio su competitividad, su capacidad para competir con Estados Unidos y China, la posibilidad de volver a ser un actor en pol¨ªtica exterior a la altura de su leyenda. Y, desde ahora, la tranquilidad de los ¨²ltimos 60 a?os. Stefan Zweig escribe en su autobiograf¨ªa, El mundo de ayer: ¡°Europa era mi patria propiamente dicha, la que hab¨ªa elegido mi coraz¨®n¡±, justo antes de meterse en una guerra mundial. Zweig propuso un subt¨ªtulo chocante para ese libro monumental: ¡°Los a?os irrecuperables¡±. Y fue la violencia lo que los hizo irrecuperables. El historiador Timothy Garton Ash suele decir que lo que menos necesita esta Europa en estado de transici¨®n permanente, vacilante y lastrada por el descontento, es ¡°la resignaci¨®n zweigiana¡±. Pero lo que seguro que no necesita es la semilla de la violencia; menos a¨²n en pol¨ªtica, que sol¨ªa ser la forma en que una sociedad se ocupa de la incertidumbre. Una incertidumbre que hasta ahora era pac¨ªfica: ojo con eso, porque la esencia de la infelicidad es desear lo que ya tenemos y a¨²n no hemos perdido.
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