Mujeres de paz en tiempos de guerra de Israel en Gaza: ¡°El 7 de octubre todo se derrumb¨® y hubo que empezar de nuevo¡±
Activistas palestinas e israel¨ªes que lloran a los muertos de los dos lados explican c¨®mo tratan de superar el muro de la violencia y recuperar la confianza perdida
Con el humor como arma, una payasa disfrazada de polic¨ªa que recuerda a Charles Chaplin en El gran dictador, es habitual en las manifestaciones que salpican Israel y la Palestina ocupada. Luce nariz roja, zapatones, peluca, casco con flores de pl¨¢stico y un uniforme un tanto desgarbado. A veces, desfila marcial mientras saca pecho con gesto impostado junto a los agentes del orden, al tiempo que reparte pegatinas en forma de coraz¨®n como s¨ªmbolo de amor y paz. No se altera cuando hay disturbios o detenciones. Es f¨¢cil encontr¨¢rsela en los alrededores de Gaza ...
Con el humor como arma, una payasa disfrazada de polic¨ªa que recuerda a Charles Chaplin en El gran dictador, es habitual en las manifestaciones que salpican Israel y la Palestina ocupada. Luce nariz roja, zapatones, peluca, casco con flores de pl¨¢stico y un uniforme un tanto desgarbado. A veces, desfila marcial mientras saca pecho con gesto impostado junto a los agentes del orden, al tiempo que reparte pegatinas en forma de coraz¨®n como s¨ªmbolo de amor y paz. No se altera cuando hay disturbios o detenciones. Es f¨¢cil encontr¨¢rsela en los alrededores de Gaza apoyando a las familias de los rehenes israel¨ªes, tratando de evitar desahucios de palestinos, en marchas de ultraortodoxos o en las protestas que tienen lugar en Jerusal¨¦n delante de la casa del primer ministro, Benjam¨ªn Netanyahu, en las que cada vez m¨¢s gente reclama su salida del poder.
Idit (no ofrece ni apellido ni edad) es solo una de las mujeres que, a su manera, buscan la paz en tiempos de contienda y violencia. Son mujeres de uno y otro lado del conflicto que, en no pocas ocasiones, unen sus fuerzas en un mundo donde las decisiones pol¨ªticas las toman mayoritariamente hombres. Tambi¨¦n era la preocupaci¨®n de Vivian Silver, hist¨®rica emprendedora de iniciativas junto a los palestinos y la poblaci¨®n ¨¢rabe israel¨ª, que fue asesinada en su casa del kibutz Beeri, junto a Gaza, el pasado 7 de octubre durante el ataque de Ham¨¢s que acab¨® con la vida de unas 1.200 personas abriendo la espita de la actual guerra.
¡°Mi objetivo es traer la paz a Oriente Pr¨®ximo¡±, suspira esperanzada la payasa-polic¨ªa durante una entrevista en Hansen House, una antigua leproser¨ªa abierta en el siglo XIX en Jerusal¨¦n que hoy funciona como centro cultural. Acude despojada del atuendo de su personaje, que se llama Hashoteret Az-Oolay en hebreo. Es ella la que ha de dar el paso y se identifica mientras esboza una sonrisa. El primer gesto es tender un abrazo, como los que ofrece en la calle a todo el que se le acerca. Pese a todo, aclara, la conversaci¨®n no es con Idit, a la que no le gustan nada las manifestaciones y las protestas, sino con la payasa que representa desde que, en agosto de 2020, naci¨® el personaje tras regresar de tres a?os de formaci¨®n en arte dram¨¢tico en Estados Unidos.
Frente a los que la acusan de superficial y la ven con escepticismo, ella defiende su papel de servidora p¨²blica como sanadora de corazones rotos, sin importar de qui¨¦n sean. ¡°No doy soluciones, no ofrezco terapia. Entiendo que me consideren naif¡±, acepta mientras insiste en que cree fervientemente en la utilidad de un peque?o gesto como empatizar o adherir un peque?o coraz¨®n en la solapa de un polic¨ªa, un manifestante o alguien que sufre.
Bajo la actual tormenta b¨¦lica, Netanyahu solo es visto rodeado de hombres para tomar las decisiones sobre la guerra. El mandatario form¨® en diciembre de 2022 un Gabinete en el que incluy¨® a seis mujeres de 32 miembros, frente a las nueve que formaban parte del Ejecutivo saliente, de 27 integrantes. Mientras, en el Gobierno de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), que oficialmente lleva las riendas de la Cisjordania ocupada, las mujeres ocupan tres de los 23 cargos. En el Ejecutivo de Ham¨¢s en Gaza, la cuota femenina es nula y nadie espera que los fundamentalistas tomen otra senda. No son datos que roben en exceso el sue?o de las protagonistas de este reportaje, conscientes de que su activismo se desarrolla a pie de calle m¨¢s que sobre las alfombras de dependencias oficiales.
¡°Identidad compleja¡±
Sentada en el sal¨®n de su apartamento de Acre, ciudad asomada al Mediterr¨¢neo en el noroeste de Israel, Kefaia Aiaite, que se considera ¡°una ¨¢rabe musulmana nacida en Israel y de identidad compleja¡±, reflexiona sobre el conflicto de una manera que no es la habitual. ¡°Los musulmanes en Gaza son nuestros hermanos. Tenemos conexiones con ellos. En mi entorno tengo mujeres con familiares en Yen¨ªn o Ramala [en la Cisjordania ocupada]. No podemos cortar los v¨ªnculos con ellos. Lo comento con mis amigos jud¨ªos aqu¨ª en mi ciudad, mi pa¨ªs, Israel¡ esa es mi responsabilidad¡±, argumenta esta integrante de Women Wage Peace (WWP, Mujeres que luchan por la paz), una organizaci¨®n que aboga por una soluci¨®n acordada en la que participan, seg¨²n su web, unas 44.000 personas. Desde 2021, cuentan con una asociaci¨®n hermana en el lado palestino, Women of the Sun (Mujeres del Sol), que ha perdido a varias decenas de sus integrantes entre los m¨¢s de 40.000 muertos que la guerra en Gaza.
Una de las fundadoras de WWP fue precisamente Vivian Silver, que, tres d¨ªas antes de ser asesinada, hab¨ªa marchado junto a cientos de compa?eras, entre ellas Aiaite, por las calles de Jerusal¨¦n, sin distinguir bandos, credos o nacionalidades en sus reivindicaciones por la paz. Aiaite la recuerda mientras ofrece al periodista fruta que, remarca, hace pocos d¨ªas ha comprado en Yen¨ªn, la ciudad cisjordana m¨¢s golpeada por las tropas de ocupaci¨®n israel¨ªes durante la presente guerra. De vez en cuando, atraviesa con otras mujeres ¨¢rabes israel¨ªes en un autob¨²s que fletan entre todas el muro levantado por Israel y accede a Cisjordania, donde, explica, la fruta es mejor y servicios como el dentista, mucho m¨¢s accesibles.
Aiaite, de 54 a?os, insiste en que lucha por la paz porque ella, divorciada en 2018 tras varios episodios de violencia, sent¨ªa que no ten¨ªa paz ni dentro de su propia casa. Prueba de la importancia que otorga al activismo de proximidad, relata varios proyectos que ha desarrollado en su entorno vecinal. En presencia de su hijo Ahmed, un veintea?ero fumador compulsivo, recalca que el mundo necesita a m¨¢s mujeres que piensen distinto, que lo hagan con ¡°la cabeza, el coraz¨®n y el ¨²tero¡±, apostilla.
¡°Los ¨¢rabes de Israel tenemos un papel importante que desempe?ar para liderar un cambio en la resoluci¨®n de los conflictos entre los dos pueblos, las dos culturas, las posiciones, las lenguas y tambi¨¦n los pensamientos, para acercarlos al di¨¢logo, para conocernos en profundidad y planificar juntos lo que es bueno para todos, para ofrecer una vida y un futuro a nuestros hijos¡±, defiende. La enorme losa que supone la violencia desatada por la guerra en Gaza y p¨¦rdidas irreparables como la de Silver no les aparta de la pedregosa senda que emprendieron antes del 7 de octubre del a?o pasado.
Los puentes, aunque lo parezca, no han sido volados del todo y no son pocas las activistas que redoblan sus esfuerzos bajo la actual coyuntura b¨¦lica, que ha socavado en muchos casos la confianza mutua, cerrado proyectos y enterrado relaciones de a?os. La palestina Rana Salman, desde Bel¨¦n (Cisjordania) y la israel¨ª Eszter Koranyi (desde Jerusal¨¦n Este) tratan de mantenerse firmes en su misi¨®n al frente de Combatientes por la Paz, una organizaci¨®n para la que es esencial la cooperaci¨®n mano a mano entre ciudadanos de uno y otro lado del conflicto. Con ellas al frente como codirectoras, coinciden, se ha corregido el perfil de una entidad que naci¨® hace un par de d¨¦cadas de la mano de excombatientes, casi siempre hombres, tanto israel¨ªes como palestinos.
Ambas, de 40 a?os, explican durante una videoconferencia c¨®mo tratan de mantener la esperanza y recuperar la dignidad enterrada por los escombros de los ataques. ¡°El movimiento est¨¢ abierto a todos los que creen en los valores de la no violencia y en nuestra humanidad compartida¡±, explica Salman. Cada a?o organizan un gran evento por la paz que, en 2024, ante posibles amenazas y el bloqueo impuesto a los palestinos, ha tenido que celebrarse de manera telem¨¢tica. Lo han salvado as¨ª porque consideran que era m¨¢s necesario que nunca. En este sentido, destacan con optimismo que han recibido m¨¢s donaciones que en anteriores ediciones.
¡°Tenemos la sensaci¨®n de que el 7 de octubre todo se derrumb¨® y tenemos que volver a levantar todo de nuevo, cerrando las grietas y restaurando la confianza mutua, algo que requiere mucho esfuerzo y trabajo¡±, asevera la activista palestina. Pero, al mismo tiempo, siente que: ¡°La comunidad internacional nos sigue y tiene puestas esperanzas en nuestra labor, as¨ª que tenemos la responsabilidad de mantenernos firmes y comprometidos con la causa¡±.
A nivel personal, aporta Koranyi, de origen h¨²ngaro, han de gestionar el goteo de muertes de ambos lados. Lo hace en los que considera de los d¨ªas m¨¢s complicados de la contienda despu¨¦s de que seis de los rehenes regresaran a Israel amortajados hace un par de semanas. ¡°Pero nosotros tambi¨¦n lamentamos los muertos de Gaza, que son muchos m¨¢s de seis¡±, enfatiza. ¡°Todo esto es mucho m¨¢s tr¨¢gico que conocer las cifras. Hay veces en las que solo alcanzamos a abrazarnos y llorar juntos. Y eso tambi¨¦n nos da esperanza¡±, concluye. Sus palabras coinciden con el relato que hace Idit, la payasa-polic¨ªa, de c¨®mo vivi¨® el comienzo de la presente guerra.
¡°No soy pol¨ªtica, ni juez. No act¨²o con la cabeza, sino desde el coraz¨®n¡±, reflexiona Idit. Decidida, en aquellas primeras horas tras la matanza de Ham¨¢s se espole¨® a s¨ª misma: ¡°No puedes quedarte congelada, eres una servidora, tienes que actuar, tienes que ayudar¡±. As¨ª es como, tras ofrecer sus servicios en redes sociales, comenz¨® a visitar casi de inmediato los hoteles que acog¨ªan a las familias de los asesinados, a las familias desplazadas de las comunidades arrasadas en los alrededores de Gaza. Repart¨ªa corazones y abrazos, hac¨ªa pompas de jab¨®n para los ni?os, intercambiaba l¨¢grimas¡ ¡°Lloraban ellos y lloraba yo¡±, concluye.
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