Estados Unidos ya est¨¢ votando (y mucho)
El contexto de pandemia ha movido a m¨¢s de 60 millones de personas a anticipar su voto, proyectando una participaci¨®n r¨¦cord que podr¨ªa beneficiar a Biden
Votar en pandemia deber¨ªa ser m¨¢s dif¨ªcil. De hecho, lo es: m¨¢s riesgo, esperas m¨¢s largas, log¨ªstica m¨¢s complicada, con menos gente dispuesta a trabajar en ello justo cuando m¨¢s falta hace. Y, sin embargo, las estimaciones de participaci¨®n para 2020 alcanzan niveles que, de cumplirse, no se habr¨ªan visto en m¨¢s de un siglo: alrededor de 154 millones, un 65% seg¨²n el pronosticador de referencia Nate Silver. No es solo una predicci¨®n: ya est¨¢ sucediendo. A 26 de octubre, m¨¢s de 60 millones de personas han ejercido su derecho. Es como si la mitad de los que votaron en 2016 ya lo hubieran hecho ...
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Votar en pandemia deber¨ªa ser m¨¢s dif¨ªcil. De hecho, lo es: m¨¢s riesgo, esperas m¨¢s largas, log¨ªstica m¨¢s complicada, con menos gente dispuesta a trabajar en ello justo cuando m¨¢s falta hace. Y, sin embargo, las estimaciones de participaci¨®n para 2020 alcanzan niveles que, de cumplirse, no se habr¨ªan visto en m¨¢s de un siglo: alrededor de 154 millones, un 65% seg¨²n el pronosticador de referencia Nate Silver. No es solo una predicci¨®n: ya est¨¢ sucediendo. A 26 de octubre, m¨¢s de 60 millones de personas han ejercido su derecho. Es como si la mitad de los que votaron en 2016 ya lo hubieran hecho con m¨¢s de una semana de antelaci¨®n.
La explicaci¨®n de la paradoja no es sencilla. Podr¨ªa ser que la importancia percibida de estos comicios tras cuatro a?os de polarizaci¨®n extrema y gobierno de Trump estuvieran fomentando la participaci¨®n, particularmente entre los descontentos. Tambi¨¦n es posible que se trate simplemente de personas que est¨¢n adelantando un voto que iban a emitir igualmente, haci¨¦ndolo de una manera que perciben menos riesgosa en mitad de una epidemia. O quiz¨¢ las mejoras en el acceso al voto temprano, en persona o por correo, que han impulsado varios Estados est¨¢n efectivamente ampliando el per¨ªmetro de la democracia. Los datos disponibles a d¨ªa de hoy ofrecen apoyo parcial para todas estas hip¨®tesis, y aunque por ahora dan m¨¢s esperanza a Biden que a Trump, no dejan una respuesta definitiva a la pregunta que todos, sobre todo ambos candidatos y sus equipos de campa?a, tienen en la cabeza: qui¨¦n va a salir ganando con todo esto.
Un laberinto fragmentado de normas
Rojos (Tennessee) y azules (Nuevo M¨¦xico); con gobernadores dem¨®cratas (tratando de facilitar el voto por correo, como en Carolina del Norte) o republicanos (que lo dificultan, estilo Texas); habituados al voto por correo (Washington) o nuevos en ello (Georgia). La variedad de Estados en los que el porcentaje de votos ejecutados en 2020 contra el total de 2016 se explica m¨¢s f¨¢cilmente con las normas que gobiernan el voto temprano desde antes de esta at¨ªpica elecci¨®n que por cualquier otra variable. La gente est¨¢ acudiendo a los buzones o a las urnas all¨¢ donde existe una infraestructura f¨ªsica, institucional y social previa (tal es el caso de todos los Estados mencionados. Y para llegar hasta ellas se mueve por el laberinto fragmentado que son las regulaciones electorales estadounidenses.
En Texas, por ejemplo, la inmensa mayor¨ªa de los 7,4 millones de votantes que ya han ejercido su derecho lo ha hecho en persona, no por v¨ªa postal: apenas 841.000 papeletas requeridas por este medio, contra las m¨¢s de 21 millones enviadas en California. Este a?o, el Estado m¨¢s grande de la federaci¨®n estrena norma para que todo elector reciba una.
Esta falta de coherencia en el acceso efectivo a la base de la democracia lo determina todo en un a?o normal, pero m¨¢s a¨²n en uno que mezcla una pandemia que entra en su tercera gran ola dentro de EE UU con la extrema divisi¨®n partidista.
Mujeres, mayores y afroamericanos
No disponemos de datos por grupo para todo el pa¨ªs, pero s¨ª para algunos, gracias a que ciertos registros de votantes son accesibles en algunos Estados, y a la recopilaci¨®n de ellos que hace el profesor Michael McDonald de la Universidad de Florida en su Election Project. La imagen resultante es incompleta pero sugerente, particularmente para las expectativas de Joe Biden.
Las mujeres, que se espera que den la espalda a Trump con a¨²n m¨¢s fuerza que en 2016, est¨¢n participando algo m¨¢s que los hombres al menos en Colorado (probablemente dem¨®crata) y Carolina del Norte (en juego).
Pero sucede que es m¨¢s probable que el voto adelantado sea femenino. Porque su media de edad es ligeramente mayor, y porque suelen exhibir una mayor prudencia que los hombres. Resulta imposible hasta el d¨ªa despu¨¦s de la elecci¨®n saber si estamos ante voto a?adido o sencillamente anticipado para esquivar lo peor de las aglomeraciones.
Algo similar pasa con las personas de m¨¢s edad, si bien en este caso la duda esperanzada va para los republicanos, refugio habitual del votante de m¨¢s de 50 a?os. Comprenden una mayor¨ªa en Colorado (azul), Ohio (en juego, pero posiblemente de Trump) y en una de las llaves de la presidencia: Pensilvania.
Pero todo ello no quita para que los j¨®venes est¨¦n acerc¨¢ndose desde ya a las urnas de manera masiva, sobre todo si lo comparamos con 2016. En varios Estados clave, este segmento (que tradicionalmente vota progresista) se est¨¢ movilizando en proporciones inusitadas.
De nuevo planea la duda: ?cu¨¢ntos de estos votos ser¨¢n al final a?adidos por motivaci¨®n o facilidades, cu¨¢ntos ser¨¢n apenas anticipados unos d¨ªas? Lo mismo pasa con la que es una de las divisiones demogr¨¢ficas principales en el voto estadounidense: seg¨²n la informaci¨®n disponible de las Carolinas (a diferencia de la del Norte, la del Sur no est¨¢ en juego realmente: es tradicionalmente republicana), tanto los afroamericanos como las personas con herencia en Asia. El segundo grupo representa apenas unas decenas de miles de personas del total de la poblaci¨®n en ambos Estados, pero el primero s¨ª resultar¨ªa m¨¢s que suficiente para volcar la elecci¨®n en el Norte.
No es el ¨²nico Estado en esta situaci¨®n.
Avance dem¨®crata (hasta ahora)
Efectivamente, son los dem¨®cratas los m¨¢s movilizados hasta el momento, al menos en los Estados en juego para los que disponemos de datos accesibles. En ninguno es ni mucho menos abrumadora la diferencia, eso s¨ª, y ser¨ªa necesario que el segmento de votantes sin afiliaci¨®n (independientes) virase hacia la izquierda para consolidar las ganancias que se adivinan en el voto anticipado.
Bajando al siguiente nivel territorial para producir una imagen de mayor resoluci¨®n, la impresi¨®n condado por condado es esta misma. Al menos en dos de los Estados que m¨¢s atenci¨®n atraen, porque son los que pueden acabar decidiendo esta elecci¨®n igual que decidieron la ¨²ltima. Son las zonas donde Clinton tuvo mejores resultados las que est¨¢n viendo una movilizaci¨®n mayor hasta ahora. Claro, que estos mismos condados suelen estar m¨¢s densamente poblados (Filadelfia, Miami): a la participaci¨®n temprana que ya es tradicional en estos n¨²cleos urbanos que facilitan el voto anticipado desde hace a?os se une el incentivo de evitar encontrarse con demasiada gente en un n¨²cleo potencial de contagio del virus.
?Est¨¢n los dem¨®cratas asustados o movilizados? O, mejor dicho: ?en qu¨¦ medida cada uno de los dos sentimientos est¨¢ determinando los patrones inusitados de voto anticipado que estamos observando? Las mismas preguntas sirven para los republicanos: el sector conservador de la ciudadan¨ªa ha hecho saber en las encuestas que su preocupaci¨®n por el virus a la hora de votar es menor, y su preferencia por hacerlo en persona el d¨ªa de la elecci¨®n, mayor. Resulta tentador para los que aspiran a reemplazar a Trump pintar estas cifras anticipadas como una ola azul, y aunque tanto ellas como las encuestas as¨ª lo sugieren, nada les garantiza por completo que despu¨¦s no llegue una roja que la iguale en tama?o.
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