Trump y el Partido Republicano van a la guerra
Los conservadores tumban en el Congreso las ¨²ltimas iniciativas de su presidente, col¨¦rico contra la c¨²pula y decidido a demostrar que ¨¦l es quien controla a las bases. El Senado asesta un golpe al magnate al aprobar el presupuesto de Defensa y anular el veto presidencial
¡°Donald Trump canta solo, a capela¡±. Una de las ¨²ltimas cr¨®nicas de este peri¨®dico en la campa?a presidencial de 2016, dos d¨ªas antes de la cita con las urnas, llevaba este t¨ªtulo porque, a diferencia de Hillary Clinton, arropada por todos los primeros espadas dem¨®cratas, el magnate neoyorquino hab¨ªa terminado el largo a?o electoral aislado por los popes del Grand Old Party, como se conoce al Partido Republicano. Ni los expresidentes Bush, padre e hijo, ni excandidatos como Mitt Romney o John McCain le acompa?aron en los m¨ªtines. El entonces presidente de la C¨¢mara de Representantes, la estrella republicana Paul Ryan, expl¨ªcitamente anunci¨® que no estaba dispuesto a compartir escenario despu¨¦s de los esc¨¢ndalos de aquellos meses. Trump hab¨ªa irrumpido en las primarias como un agente de caos, heterodoxo y antisistema, azote de la c¨²pula de su propia formaci¨®n. Cuando, contra pron¨®stico, gan¨® la Casa Blanca, todos cerraron filas en torno a su hombre.
La pol¨ªtica es veloz, pragm¨¢tica, implacable. Hoy, Donald Trump, derrotado en las elecciones, vuelve a cantar a capela, en guerra contra su propio partido. En el Senado, una alianza ¡ªextra?a en estos tiempos¡ª entre dem¨®cratas y republicanos tumb¨® el viernes el veto del mandatario a la ley de Defensa, en su momento aprobado tambi¨¦n por ambos partidos. Se trata de la primera vez que el Capitolio revierte un veto del mandatario. Y la demanda de Trump de aumentar los cheques de est¨ªmulo por la covid de 600 a 2.000 d¨®lares (de 490 a 1.600 euros), medida estrella del segundo gran rescate econ¨®mico reci¨¦n activado, es rechazada por la mayor parte de republicanos. El grueso de estos, despu¨¦s de semanas de connivencia con el l¨ªder, se ha distanciado ya de sus infundadas acusaciones de fraude electoral y ha reconocido al dem¨®crata Joe Biden como presidente electo.
Incluso su vicepresidente y hasta ahora fiel escudero, Mike Pence, acaba de recurrir en los tribunales la intentona de un grupo de seguidores del partido de Texas y Arizona para que use el poder que le confiere el cargo y torpedee la confirmaci¨®n de la victoria de Biden el pr¨®ximo mi¨¦rcoles en la sesi¨®n bicameral que celebra el Capitolio. Pence es uno de los republicanos que sopesa presentarse a candidato en 2024 y no se hab¨ªa desmarcado de la huida hacia adelante del mandatario. Ca¨ªdo Trump en las urnas, muchos necesitan pasar p¨¢gina y empezar a abonar el campo para el futuro, pero sin irritar a las bases trumpistas. Ese ha sido el juego de equilibrios hasta ahora.
¡®RINO¡¯, el nuevo ataque
La cuenta de Twitter del magnate echa humo contra los suyos. Acaba de atizar a un peso pesado, el n¨²mero dos del partido en el Senado, John Thune, al que calific¨® de RINO, las siglas en ingl¨¦s que aluden a los ¡°Republicanos solo de nombre¡±, y que es uno de sus nuevos insultos de cabecera. Thune es uno de los legisladores relevantes que ha pedido que se acepte el resultado electoral. ¡°El d¨¦bil y cansado liderazgo republicano permitir¨¢ que el proyecto de ley de Defensa sea aprobado¡±, escribi¨® el martes. Trump rechaz¨® firmarlo porque el texto, que marca el presupuesto, establece el fin de los s¨ªmbolos confederados en las instalaciones militares y limita su capacidad de retirar tropas del extranjero, entre otras medidas.
Ambas C¨¢maras ya hab¨ªan aprobado la ley de presupuesto a principios de diciembre y con amplias mayor¨ªas, pero Trump la vet¨® el pasado d¨ªa 23. El texto tuvo que volver al Congreso para revertir esta decisi¨®n y as¨ª fue. El pasado lunes, lo anul¨® la C¨¢mara de Representantes, controlada por los dem¨®cratas, y este viernes lo hizo el Senado, dominada por los republicanos, por una mayor¨ªa de 81 a 13. As¨ª, la C¨¢mara Alta ha dado luz verde a la ley de presupuesto de Defensa por 740.500 millones de d¨®lares (605.000 millones de euros) para el a?o fiscal 2021. La votaci¨®n se produjo durante una extraordinaria sesi¨®n de A?o Nuevo que tuvo que ser convocada tras el veto presidencial. Es probablemente el acto final del Congreso saliente y la m¨¢s clara humillaci¨®n al presidente.
La decisi¨®n de Trump de vetar ese presupuesto no ten¨ªa precedentes en los ¨²ltimos 59 a?os, y se top¨® con una fuerte oposici¨®n en un pa¨ªs que suele poner el bienestar de sus tropas por encima de todo.
¡°Brian Kemp deber¨ªa dimitir de su cargo, es un obstruccionista que rechaza admitir que ganamos Georgia¡±, lanz¨® el dirigente el mi¨¦rcoles, contra el gobernador republicano de este Estado sure?o, por no dar p¨¢bulo a sus acusaciones de fraude electoral.
Lo que se libra es, a la postre, una batalla por el control del Partido Republicano. ?A qui¨¦n pertenece? ?Sigue siendo el partido de Trump despu¨¦s de la derrota del 3 de noviembre?
Por una parte, el magnate logr¨® que en los comicios de noviembre le votasen 11 millones m¨¢s de estadounidenses que en 2016, lo que supuso un incremento de casi un punto porcentual, y mostr¨® la fuerza de tracci¨®n que mantiene con el electorado. La mayor parte de los votantes republicanos considera, seg¨²n las encuestas, que Biden gan¨® de forma ileg¨ªtima, y el sondeo anual de la empresa Gallup lo ha coronado esta semana como la persona m¨¢s admirada, desbancando a Barack Obama. El culto a la persona de Trump, en resumen, persiste.
Pero tambi¨¦n el sentimiento de repudio que genera, pues su ¨ªndice de popularidad sigue en el 39%. Los republicanos tienen en cuenta que ni siquiera esa capacidad de movilizaci¨®n que ha logrado sirve para compensar la gran marea de votos dem¨®cratas que le ha expulsado de la Casa Blanca. En las elecciones a la C¨¢mara de Representantes y al Senado, celebradas en la misma fecha, a los dem¨®cratas les fue mucho peor. Los republicanos aumentaron 10 esca?os en la C¨¢mara de Representantes; y el control del Senado, que el partido de Biden ansiaba recuperar, se decidir¨¢ el pr¨®ximo martes en una elecci¨®n extraordinaria de los dos senadores asignados a Georgia.
La aritm¨¦tica republicana
Esta votaci¨®n marcar¨¢ los cuatro a?os de mandato de Biden, pues decidir¨¢ si el nuevo Gobierno dem¨®crata tiene v¨ªa libre para actuar o quedar¨¢ embridado por una C¨¢mara alta, de nuevo, controlada por los republicanos. La alargada sombra de Trump se proyecta sobre esta contienda, no solo porque ninguno de los dos candidatos republicanos quiere ser acusado de deslealtad al presidente republicano, cuando est¨¢n a punto de pedir el voto, sino porque las urnas constituyen una prueba de resistencia: ?Qu¨¦ tal se le dar¨¢ a los dem¨®cratas sin su villano de la Casa Blanca como acicate para los progresistas? ?C¨®mo les ir¨¢ a los republicanos sin su nombre en la papeleta? En la primera votaci¨®n, la del 3 noviembre, quedaron empatados y por eso se hizo necesaria esta segunda vuelta al Senado.
Sobrevuela estas preguntas un elemento de mayor incertidumbre y es el efecto que puede causar en las urnas el hecho de que el presidente lleve dos meses asegurando que el sistema electoral est¨¢ quebrado y que la elecci¨®n de noviembre en Georgia dio la victoria a Biden de forma fraudulenta.
Con esta cita electoral a la vuelta de la esquina, la pelea por algo tan sensible como el paquete de est¨ªmulos en una econom¨ªa en grave recesi¨®n ha sido una patata caliente para los republicanos. Trump ha exigido a su partido que eleve de 600 a 2.000 d¨®lares (de 490 a 1.600 euros) los cheques de ayuda a los ciudadanos, algo que tambi¨¦n apoyan los dem¨®cratas, y ha dejado a los suyos el inc¨®modo papel de oponerse. As¨ª, la medida ha tenido luz verde en la C¨¢mara de Representantes, pero se ha dado de bruces con el l¨ªder de los republicanos en el Senado, Mitch McConnell, que ha bloqueado su votaci¨®n.
El abandono de Trump por parte del poderoso McConnell antes de Navidad, cuando reconoci¨® y felicit¨® a Biden como presidente electo, dej¨® a Trump sin orquesta. Le siguen sus ac¨®litos, los que se manifiestan en la calle y algunos republicanos que promueven ese ins¨®lito boicoteo en el Capitolio contra la certificaci¨®n de Biden, con todos los visos de fracasar. Pero la mayor parte del establishment republicano ha dicho basta. Lo ha dicho, eso s¨ª, tras semanas dando carta de naturaleza al intento de revertir el resultado de unas elecciones democr¨¢ticas, con todas las secuelas que eso deja en el sistema.
Incluso el New York Post, el tabloide de Rupert Murdoch, que hab¨ªa pedido el voto para el neoyorquino tanto en 2016 como en 2020, public¨® un editorial demoledor esta semana, exigi¨¦ndole que acepte la derrota. ¡°Los dem¨®cratas le tratar¨¢n como una aberraci¨®n que solo dur¨® un mandato y, francamente, usted les est¨¢ ayudando¡±, se?alaba, y agregaba: ¡°El rey Lear de Mar-a-Lago [en referencia a la mansi¨®n de Trump en Florida], clamando contra la corrupci¨®n en el mundo¡±. Era una buena imagen del canto solitario del magnate, decidido a seguir librando la batalla. El mi¨¦rcoles, el d¨ªa que el Capitolio refrenda a Biden, ha llamado a los suyos a una gran manifestaci¨®n en Washington.
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