Las elecciones en EE UU abren una nueva era en el Partido Republicano y animan la carrera dem¨®crata hacia 2024
De las urnas emerge la figura de DeSantis, el m¨¢s serio competidor de Trump en las filas conservadoras. Los aspirantes dem¨®cratas a enfrentarse a Biden por la nominaci¨®n a la Casa Blanca esconden sus cartas
En una noche en la que el Partido Republicano esperaba m¨¢s ¡ªy que est¨¢ lejos de haber terminado; a¨²n est¨¢ por decidir qui¨¦n controla el Senado y la C¨¢mara de Representantes [siga aqu¨ª la evoluci¨®n del recuento] ¡ª, les qued¨® a sus simpatizantes un consuelo por encima del resto: la aplastante victoria en ...
En una noche en la que el Partido Republicano esperaba m¨¢s ¡ªy que est¨¢ lejos de haber terminado; a¨²n est¨¢ por decidir qui¨¦n controla el Senado y la C¨¢mara de Representantes [siga aqu¨ª la evoluci¨®n del recuento] ¡ª, les qued¨® a sus simpatizantes un consuelo por encima del resto: la aplastante victoria en Florida, y especialmente en el condado de Miami-Dade, el m¨¢s poblado del Estado del sol. Esos votos impulsaron las candidaturas de Marco Rubio, como senador, y, sobre todo, de Ron DeSantis, que hace cuatro a?os se gan¨® el puesto de gobernador por un estrecho margen de 42.000 votos y esta vez se lo ha llevado, espoleado por el apoyo de los electores independientes, por una diferencia de 1,5 millones y un 57% del voto latino.
Es sintom¨¢tico que la mejor noticia para un partido que el mi¨¦rcoles amaneci¨® inmerso en una nueva era no viniese de la persona que lo tiene secuestrado desde hace a?os, Donald Trump, sino de una estrella ascendente como DeSantis, que no oculta su intenci¨®n de aspirar a la presidencia de Estados Unidos. En el ¨²nico debate de la campa?a contra su contrincante, Charlie Crist, se neg¨® a garantizar que fuera a terminar su mandato como gobernador si escuchaba los cantos de sirena de la Casa Blanca.
El expresidente, por su parte, pensaba subirse a una ola roja (tal es el color pol¨ªtico de los conservadores en Estados Unidos) rumbo a las elecciones presidenciales de 2024. En su acostumbrada megaloman¨ªa se la imaginaba como un tsunami, pero qued¨® en mucho menos, gracias a que el Partido Dem¨®crata resisti¨® su empuje. Y eso que contaban con un l¨ªder como Joe Biden, debilitado en las encuestas y acosado por la inflaci¨®n, la gesti¨®n de la inmigraci¨®n y la preocupaci¨®n de los votantes por la seguridad.
Biden tampoco oculta su deseo de renovar su mandato en la Casa Blanca en la cita de dentro de dos a?os, cuya precampa?a quedar¨¢ inaugurada cuando se certifique la ¨²ltima papeleta de estas elecciones de mitad de mandato, en la que se votaba la renovaci¨®n de los 435 asientos de la C¨¢mara de Representantes ¡ªen la que la aguja se inclina del lado conservador, aunque con menos fuerza de la esperada¡ª y un tercio del Senado. A estas alturas, parece probable que para conocer qui¨¦n controlar¨¢ la C¨¢mara alta habr¨¢ que esperar al 6 de diciembre, al desempate en Georgia entre el dem¨®crata Raphael Warnock y el republicano Herschel Walker.
Triunfo de Biden en Pensilvania
A falta de los resultados definitivos, en los que no puede descartarse un vuelco de ¨²ltima hora, los primeros an¨¢lisis invitan a pensar que Biden ha aguantado el tipo mejor de lo esperado, teniendo en cuenta que uno de los grandes triunfos de los suyos ha llegado en Pensilvania, el Estado que lo vio nacer, tradicionalmente decisivo en las presidenciales.
Es casi el ¨²nico territorio en el que ha hecho campa?a, una campa?a en la que muchos candidatos dem¨®cratas lo han rehuido como a un apestado, preocupados de que su mala sombra frustrara sus opciones de triunfo. All¨ª dio por inauguradas las legislativas en septiembre con un discurso en Filadelfia en el que anunci¨® que librar¨ªa una ¡°batalla por el alma de la naci¨®n¡±. Es tambi¨¦n el lugar en el que m¨¢s directamente se ha enfrentado con Trump, que ha encadenado un mitin en Pensilvania con el siguiente, y ha fallado estrepitosamente en sus apuestas a los dos principales candidatos: Doug Mastriano y Mehmet Oz (que ha perdido en la batalla por el Senado contra John Fetterman, tal vez la pugna m¨¢s celebrada por sus contrincantes).
Uno de los principales argumentos de Biden para insistir en volver a presentarse en 2024, pese a las serias dudas que hay entre los suyos sobre su idoneidad (basadas en su perfil impopular, s¨ª, pero, sobre todo, en que llegar¨¢ rozando los 82 a?os), es precisamente ese: solo ¨¦l se ha demostrado capaz de vencer a Trump en unas elecciones (aunque Hillary Clinton lo derrotara en el voto popular, y en 2018 los dem¨®cratas ganaron en el Congreso por 41 asientos en las ¨²ltimas legislativas). Fuentes de su Administraci¨®n han deslizado que si ese enfrentamiento no se repitiera, el presidente, que identifica al magnate con un peligro para la democracia, podr¨ªa hacerse a un lado.
Est¨¢ previsto que Trump anuncie el pr¨®ximo martes en Mar-A-Lago, la mansi¨®n en la que convoc¨® una fiesta para ver los resultados el martes que acab¨® aguada, su candidatura en 2024. Quiso hacerlo el lunes pasado, pero le convencieron de lo contrario, para evitar que la noticia espoleara el voto dem¨®crata. Inasequible al desaliento, el expresidente envi¨® un correo electr¨®nico este mi¨¦rcoles a sus seguidores en el que les ped¨ªa dinero, y promet¨ªa que su discurso de la pr¨®xima semana ¡°ser¨¢ quiz¨¢s el m¨¢s importante pronunciado en la historia de Estados Unidos¡±. No hay que olvidar que el expresidente tiene varias causas legales abiertas que podr¨ªan entorpecer sus planes presidenciales. Tampoco, que si los republicanos recuperan, como parece, la C¨¢mara de Representantes, se han mostrado dispuestos a echar pelillos a la mar y enterrar esas investigaciones, aunque eso sentar¨ªa peligrosos precedentes.
DeSantis, por su parte, pas¨® la jornada poselectoral firmando ¨®rdenes ejecutivas destinadas a paliar los efectos de una tormenta tropical en Florida y abonando su imagen de l¨ªder, que puede ser muy duro cuando se calza el uniforme de ¡°guerrero por la libertad¡± en asuntos como la educaci¨®n o los derechos LGTBI, pero al que tambi¨¦n adorna la virtud de la sobriedad. Una especie de Trump 2.0 que bati¨® tan pronto como en septiembre un r¨¦cord, ese s¨ª, hist¨®rico, de recaudaci¨®n en una campa?a para gobernador, seg¨²n la organizaci¨®n centinela de la relaci¨®n de dinero y pol¨ªtica en Estados Unidos, OpenSecrets. DeSantis acab¨® con 200 millones de d¨®lares en la hucha, que no ha gastado por completo. Sobre la perspectiva de ver a ambos enfrentados, dijo un relajado Biden este mi¨¦rcoles en un discurso en la Casa Blanca que ¡°ser¨¢ divertido de ver¡±.
Infalible DeSantis
Ese perfil de ganador infalible de DeSantis no acompa?a en los ¨²ltimos tiempos a Trump. ¡°Ha liderado su partido de derrota en derrota¡±, escribi¨® al calor de la resaca electoral el analista conservador David Frum en The Atlantic. Frum considera que los republicanos har¨ªan bien en pasar p¨¢gina de su ¡°superpoder¡±. En eso tambi¨¦n est¨¢ de acuerdo, por aquello de no dejar de ¡°seguir el dinero¡±, el megadonante Ken Griffin, fundador de la firma de inversi¨®n Citadel, que ha dado 60 millones de d¨®lares a los republicanos en este ciclo. Dijo en una entrevista con Politico que estaba listo para apostar por DeSantis. ¡°Por una letan¨ªa de razones, creo que es hora de pasar a la pr¨®xima generaci¨®n¡±, a?adi¨®.
Si la alternativa en el Partido Republicano parece m¨¢s clara tras las legislativas (otros posibles candidatos, como el gobernador de Texas, Greg Abbott, suenan repentinamente alejados), las cosas no resultan tan f¨¢ciles en el lado dem¨®crata. Sus miembros de mayor perfil han evitado pronunciarse sobre sus intenciones de postularse en 2024, aunque eso no ha detenido las especulaciones, uno de los deportes nacionales en Washington. Ha habido candidatos, eso s¨ª, que han expresado abiertamente que no ven aconsejable que Biden se vuelva a presentar, por motivos que tienen que ver sobre todo con su edad. La idea, que cundi¨® en el Partido Dem¨®crata antes del verano, de que conven¨ªa ir pensando en darlo por amortizado, gener¨® un enorme malestar en la Casa Blanca, que llam¨® a un cierre de filas.
Una candidata l¨®gica a suceder al presidente si este finalmente se lo pensara mejor, o no fuera capaz de enfrentarse al oneroso proceso de una campa?a presidencial cuando est¨¦ a punto de cumplir 82 a?os, ser¨ªa la vicepresidenta Kamala Harris. Pero el entusiasmo que la aup¨® al puesto pronto se torn¨® en escepticismo sobre su idoneidad para desempe?arlo. Esa sospecha ha creado un vac¨ªo para que otros aspirantes puedan llenarlo.
?Qu¨¦ aspirantes? Los analistas difieren en los nombres, pero coinciden en el cargo que ostentan actualmente muchos de los que suenan. Ser¨ªa el caso de los gobernadores Gavin Newsom, en California; J. B. Pritzker, en Illinois, y Gretchen Whitmer, en M¨ªchigan. Los tres comparten otra cosa: ganaron sin problemas el martes. Whitmer tiene el atractivo a?adido de que lo hizo contra una decidida trumpista, Tudor Dixon. Con su triunfo abon¨® la idea de que si es pronto para sentenciar que las legislativas han sido un refer¨¦ndum sobre la figura de Trump (no conviene subestimar su capacidad para desdecir a quienes lo han dado una y otra vez por liquidado), s¨ª est¨¢ claro que los estadounidenses se han pronunciado sobre el trumpismo. Y lo que ten¨ªan que decir no ha resultado muy halagador
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